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39.- Un lugar seguro.

Antoni 

Realmente nunca imaginé que pudiera vivir una paternidad. No fue algo que considerara, hasta que Sally llegó a mi vida.

Desde su llegada, hubo tantas cosas que nunca consideré, pero que con ella parecían posibles. Sally se encargó de despertar cada uno de esos sueños, de encender la vela de cada deseo que parecía haberse apagado para siempre.

Y lo cierto, es que me sentía como un hombre nuevo. Como si todos mis años vividos no significaran nada con los que comenzaba a vivir a su lado.

Ahora, mirando la imagen en donde se encuentran dos figuras apenas distinguibles, sé que uno de los mejores sueños de mi vida ha comenzado.

—Mellizos —la voz de Sally me trae de regreso —dos...señor robot.

Estamos estacionados a las afueras de una cafetería, con tanta comida frente a nosotros como para causarnos un coma diabético.

—Al menos no serán idénticos —comento con diversión —creo que los Lombardi tenemos buena puntería.

—¡Antoni! —exclama entre risas mientras golpea mi hombro. Me rio dejando de mirar la pequeña fotografía impresa, y luego la dirijo hacia el vientre de cinco meses de embarazo de mi esposa.

—Un adorable mini robot, y una mini dolcezza —susurro —Dios...esto es...increíble. Dos en uno.

Sally ríe, el suave sonido se cuela por mis oídos mientras extiende la mano para tomar el vaso de jugo que hay en el porta vasos y luego tomar uno de los croissants de almendras de la bolsa entre nosotros.

Los antojos de Sally no han disminuido, al contrario, durante estos cinco he probado todo tipo de alimentos que ni siquiera sabía que existían. Y nuestra nevera ha sido invadida por innumerables botes de helado sabor pistacho.

Nuestra casa ya tiene aroma a pistacho.

—Supongo que no pelearemos por el nombre —dice con diversión —podemos elegir uno y uno.

—No —sentencio —el nombre debe ser acuerdo en común.

Ella vuelve a reír. Sally es ingeniosa con los nombres...demasiado. He perdido la cuenta de todos los posibles nombres que he rechazado porque son demasiado...complicados. No quiero que mi hijo sufra a causa de un nombre que su preciosa madre eligió.

A veces creo que lo hace para molestarme, ese parece haberse convertido en su pasatiempo favorito.

—Has rechazado muchos nombres —dice antes de darle una mordida a su croissant.

Extiendo la mano para poder tomar mi café, y me apodero de uno de los postres de la bolsa. El estacionamiento de la cafetería cuenta con arboles alrededor, el clima no es demasiado caluroso así que eso nos ha permitido quitar el techo del convertible, y disfrutar de nuestro no muy saludable desayuno luego de la consulta con el médico.

—Porque los nombres que elijes me hacen creer que odias a nuestros hijos —la molesto.

—A nuestro hijo podemos ponerle Antoni Jr. —Su sugerencia me roba una carcajada, ocasionando que un trozo de pan casi se me atore en la garganta y me atraganto —¡Es broma, es broma!

Sally palmea mi espalda mientras intento pasar el trozo de pan por mi garganta y conseguir respirar de nuevo.

Tomo un largo sorbo de mi café tratando de calmar la tos y cuando me he recuperado, Sally apenas puede contener la risa.

—Gracias por aclarar que es broma —pronuncio aclarándome la garganta —un día de estos vas a terminar siendo viuda y mis hijos serán huérfanos.

—No bromees con eso —dice, pero sigue sonriendo —en todo caso no serían huérfanos, me tendrían a mí.

La miro incrédulo, ella vuelve a reír con más fuerza.

—Gracias por demostrar que no me amas tanto dices hacerlo —formo un mohín mientras la observo y ella ladea la cabeza, dándome una mirada enternecida.

—Eres tan adorable —asegura mientras extiende la mano hasta mi rostro —sabes bien que te amo infinitamente.

Sonrío con satisfacción.

—Lo sé, solo quería confirmarlo —Sally golpea mi hombro con su puño y es mi turno de reír.

Cuando dejo de reír, extiendo la mano hasta colocarla sobre su vientre. Hay un leve movimiento contra mi palma, pero es suficiente para colocar una sonrisa en mis labios.

—Parece que reconocen a papá —dice Sally con dulzura mientras coloca su mano sobre la mía —ya decía que tanto movimiento no podía venir de un solo bebé.

Me rio un poco, acariciando con suavidad la zona.

—Pensé que era solo uno y ya lo amaba, ahora que sé que son dos...los amo muchísimo más —aseguro —los amo, y te amo a ti, dolcezza.

Ella apoya la cabeza contra el respaldo del asiento, una sonrisa crispa sus labios mientras su mirada adquiere ese brillo tan especial que amo ver.

—Creí que no era tu tipo —su comentario me roba una carcajada, recordando el momento cuando dije aquello.

—Y según recuerdo, tú también dijiste lo mismo —objeto —que mentirosos somos.

—Siempre has sido mi tipo, señor robot —afirma.

—He dejado de ser un señor robot, creo que podemos modificar el sobrenombre, ¿no lo crees?

Ella niega, apretando los labios para retener la sonrisa.

—Nunca dejarás de ser mi señor robot.

Sacudo la cabeza en una negativa dejando de mirarla por unos segundos, aparto la mano de su vientre y giro el torso para conseguir mirarla mejor.

—Creo que es algo justo —me encojo de hombros —porque tu nunca vas a dejar de ser mi dolcezza.

Inclino el torso hacia ella, mirando sus labios por unos cortos segundos antes plantar mis labios sobre los de ella, disfrutando de su sabor, disfrutando de todas y cada una de las sensaciones, que solamente mi esposa es capaz de provocar.

Daphne lanza un grito emocionado antes de acercarse a Sally, y mi hermano me observa con algo de diversión y emoción.

—¡Felicidades! —exclama mi cuñada —Mellizos, que bonito.

—Y tanto que me te burlabas de nosotros —dice Ángelo.

—¿Antoni no de desmayó? —pregunta Daph.

Mi hermano protesta ante la mención de la anécdota de su desmayo cuando se enteró que sería padre de trillizos.

—No, yo tengo mas resistencia —lo molesto, ganando una mirada de fastidio —por algo soy el mayor, ¿o no?

—Haces uso de tu papel de hermano mayor cuando te conviene —mi hermano se acerca volviendo la sonrisa a tu rostro —felicidades, hermano, estoy feliz por ti.

Habíamos llegado a la casa de Ángelo hace cerca de media hora, los niños jugaban en el jardín así que pudimos aprovechar este corto momento de privacidad, para darles la noticia.

—¿Has llamado a Beatrice? —niego.

Sally y yo compartimos una mirada. La relación con mi madre no ha mejorado mucho, se ha mantenido al margen, no pronunció nada cuando anunciamos nuestro compromiso, y mucho menos con el embarazo de Sally.

Sin embargo, con su vida lejos de Milán, no es como si estuviese involucrada. Volvió a casarse, así que supongo que ella tiene ahora más problemas que atender que inmiscuirse en la vida de sus hijos.

—Llamó —añade —dijo que vendrá de visita este fin de semana. Tal vez puedes aprovechar a hablar con ella.

Daphne le dice algo a Sally sobre salir a ver a los niños, y por la mirada que comparten sé que entienden que el tema de nuestra madre es algo complicado. Permanezco en silencio hasta que ambas se marchan, solo entonces camino hasta el sillón de la sala, y me dejo caer sobre ella.

—No sé como puedes mantener una relación con ella después de todo lo que ha hecho —sacudo la cabeza, mirándolo con incredulidad —Ángelo, te dio la espalda por muchísimo tiempo, dijo cosas que una madre no debe decir...golpeó a tu esposa... ¿y tú aún le tienes aprecio?

Ángelo suspira, camina con lentitud hasta el sillón que está justo enfrente, y se sienta con cautela. Permanece en silencio, como si estuviese analizando cada palabra que dirá.

—Guardar rencor tampoco va a ayudarme —comienza —no quiere decir que haya olvidado todo lo que hizo...la forma en la que me dañó no podré olvidarla nunca. Pero la perdonado, Antoni. He perdonado a Paolo, a Lucca por mentirme tanto tiempo...he perdonado tu falta de apoyo cuando te necesité y no estuviste —sonríe levemente, dejándome saber que no tiene reproche alguno —porque decidí que quiero dejar de sentir rencor por las personas, porque tengo una familia maravillosa, mantener una mala relación con mi madre no iba a ser la única cosa que ensombreciera mi felicidad.

Mira a sus hijos por un corto tiempo antes de volver a centrar la mirada en mí.

—Y tú también tienes una familia maravillosa, Antoni. Tus hijos, Sally...todo lo que has conseguido. Tenerle rencor a Beatrice no debería ser la única cosa que te impida ser completamente feliz. Evitarla, creer que no merece nuestra cercanía o nuestra comunicación...eso solo va a ocasionar que estés en constante conflicto con ella. No quiero decir que tienes que olvidar todo lo que ha hecho, o que tengan una relación excepcional de madre e hijo, solo digo que tal vez, debes dejar ir todo lo malo que Beatrice significa.

—¿En qué momento te volviste tan sabio? —inquiero.

Ángelo ríe, levantándose para cambiar de asiento y colocarse a mi lado.

—Solo decidí que no volvería a darle el poder a nadie más para interferir en mi felicidad. Decidí que de mi depende sufrir o ser feliz. Elegí la segunda opción, y me ha ido bien. Estoy seguro que a ti también te irá bien.

Palmea mi espalda, incorporándose en el segundo en el que sus hijos entran, acaparando su atención. Elevo la mirada hasta el jardín y fijo mi atención en Sally, ella no me mira, mantiene una conversación entretenida con Daphne, así que solo la observo.

La he elegido desde el primer instante, he elegido su felicidad, su bienestar. Soy capaz de elegir su vida sobre la mía, pero ahora...ahora ambos elegimos nuestra felicidad.

Ambos hemos hecho elecciones, hemos tomado decisiones que nos han traído hasta aquí.

Ambos hicimos una elección, y para fortuna nuestra...nos hemos elegido el uno al otro.

Así fue, es...y será, hasta nuestro último aliento.


SALLY

Dos semanas después de enterarnos que en realidad esperamos a dos bebés en lugar de uno, hemos comenzado con las modificaciones a la habitación.

Antoni ha colocado una cuna exactamente a lado de la que ya había sido instalada. Intenté ayudarle, pero parece que mis intentos por leer instrucciones no son demasiado útiles.

—¿Te gusta de este modo? —inquiere mientras sostiene la figura decorativa contra la pared.

—Me gusta —respondo mientras termino de escorar los osos de felpa en color rosa que hemos comprado hace un par de días.

No queríamos colocarles un género a los colores, sin embargo, la combinación de rosa y azul junto con las decoraciones que teníamos, luce preciosa.

Antoni se aparta de la pared y coloca las manos en la cintura mientras mira el trabajo al fin acabado. Verlo en faceta de futuro papá es adorable...se ha preocupado por mi desde el segundo en el que se enteró del embarazo.

Y parece más entusiasmado a cada segundo.

—Es maravillosa —susurro con una sonrisa en los labios, llevo la mano hasta mi vientre para acariciarlo —ya estoy ansiosa por tenerlos aquí.

Antoni camina hacia mí, viene con esa sonrisa que consigue volverme loca y se detiene a escasos centímetros de mi cuerpo.

—Me estoy preparando para tener a mis propias criaturas del mal —asegura —requiero mucha preparación.

—Lo harás bien —aseguro ladeando la cabeza —solo por favor no coloques mil sistemas de seguridad para ellos.

La mirada que me lanza me deja saber que mi advertencia llega un poco tarde.

—No me digas que lo has hecho ya.

—Conste que me estás diciendo que no lo diga —golpeo su pecho y eso lo hace reír.

—Hablo en serio —insisto.

Antoni se aleja un par de pasos, mira la habitación en la que nos encontramos y cuando vuelve su atención a mí, sonríe con inocencia mientras saca un pequeño control y coloca algo en él.

"Sistema de seguridad activado"

Una carcajada brota de mis labios, es imposible no recordar la manera en la que nos encerró a propósito en su piso. Y él lo sabe.

—También hay sensores en las ventanas —informa señalándolas —dos cámaras de seguridad, monitores y el sistema de seguridad se activa también con la voz.

—Serán unos bebés, Antoni —respondo con suavidad —no necesitan tanta seguridad en una habitación que está en nuestra casa, que, para aclarar, ya tiene mil sistemas de seguridad más.

Él no dice nada, se acerca guardando el control en su bolsillo y extiende una de sus manos para acariciar mi rostro.

—Nuestros hijos y tú son ahora lo más preciado para mí, son mi familia. No me importaría colocar mil sistemas de seguridad más si con eso me aseguro de que estarán a salvo, dolcezza. Juré que te protegería, y ahora juró que los protegeré a ellos también.

—Ya estamos a salvo, amore —le aseguro —estamos a salvo contigo. Yo lo sé, ellos también lo sabrán. Sabrán que estarán a salvo con papá.

Su mirada se ilumina de una manera preciosa, la emoción explota en su rostro mientras me atrae hacia él y yo me refugio contra su pecho. Me refugio encontrando en Antoni...esa calidez que siempre encuentro cuando estoy entre sus brazos.

La misma calidez que nuestros hijos encontrarán. Porque Antoni Lombardi es nuestro hogar, es nuestro sitio seguro y juntos le daremos a nuestros hijos...la familia que nosotros deseamos.

Les daremos tanto amor y cariño que no conocerán nada más...los amaremos tanto como nos sea posible...y pondremos cada gota de nuestro esfuerzo para dejarles saber que con papá y mamá...siempre tendrán un lugar seguro. 

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¡Nos falta un capítulo y el epílogo! AHHHHHHH no puedo creer lo rápido que hemos llegado a este punto, estoy taaan emocionada. 

¡No se olviden de votar y comentar! Significa mucho para mí 


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