
30-. Una decisión para llegar al fin.
SALLY
Lo recorro con la mirada, no porta ningún arma. No trae nada consigo más que el celular en su mano.
—¿Viniste a matarme? —inquiero.
Theo sonríe. Deja de mirarme y considero sacar el arma en este punto, pero antes de que siquiera pueda llevar la mano hacia mi espalda, un video comienza a reproducirse en el celular.
La imagen de Antoni aparece.
—Es una de las cámaras de la habitación de tu novio —dice dando un paso para acercarse —he hackeado la cámara esta mañana, para que veas en primera fila cual será el destino de tu novio.
El pánico araña en mi pecho, dejando una sensación dolorosa mientras observo al hombre apuntar con un arma a Antoni. Él duerme, así que no es consciente de que hay alguien esperando por la orden para asesinarlo.
—Él no tiene nada que ver en esto —susurro con terror —Theo, él...
—Él tiene todo que ver —dice mirándome con fingida amabilidad —le di opciones, Sally. Pudo haber sido alguien exitoso, pudo haber hecho mucho dinero vendiendo conmigo sus softwares, pero se negó. Así que tuve que darle una lección.
—Fuiste tú —acuso.
—Ese tal Dexter, apenas y tuve que ofrecerle algunos miles de dólares para que me diera la información necesaria —dice con satisfacción —Antoni Lombardi necesita a gente más leal a su lado.
Theo da un paso más y yo retrocedo, al borde del pánico total. Tan asustada que, por unos breves instantes, mi mente se bloquea.
—Mátame, él no tiene nada que ver en esto. Soy yo a quien quieres asesinar, Theo. ¿Quieres lastimarlo también? Asesinándome causarás un efecto peor, hazlo y déjalo a él fuera de todo esto.
Theo vuelve a sonreír, con un gesto casi siniestro.
—Creí que deseaba matarte. Aún lo creo... Pero tengo un plan mejor —sonríe —no te dejaré tranquila nunca, iré detrás de ti a todo sitio al que vayas, y te arrebataré a cada persona que ames, comenzando por Antoni Lombardi, y quien sabe, tal vez con su hermano menor también.
Mi cuerpo tiembla, el pánico explota en mi pecho más fuerte que antes.
—Gozaré cada segundo de tu intranquilidad, Sally Rizzo. Disfrutaré cada segundo en el que no seas capaz de ser feliz.
Vuelvo la mirada al celular, donde Antoni duerme sin ser consciente del peligro que corre. Del arma que apunta directamente a su frente. Mis ojos se cristalizan, el dolor explota porque esto es justo lo que deseaba evitar.
Porque Theo planea arrebatarme a las personas que amo, porque se ha dado cuenta de mi debilidad. Porque si me he mantenido alejada de todos durante todo este tiempo, es justo por esta razón.
La culpa vuelve, tan fuerte, tan desgarradora.
El arma en mi cintura comienza a pesar. El metal se siente demasiado frío contra mi piel. Está desarmado, perfectamente podría sacarla y disparar, pero eso sería sellar mucho antes el destino de Antoni, mucho antes de poder hacer algo para salvarlo.
—¿Qué quieres que haga?
—Nada. No quiero nada de ti, pensé que lo quería. Pero ahora solo quiero acabar contigo, y con ese cabrón que pensó que podía jugar al héroe, amenazándome.
—¿Así que planeas perseguirme toda tu vida? ¿Planeas tenerme tan presente como para buscarme en cada país al que llegue? ¿Estarás cazándome hasta el día de mi muerte?
—No pudiste haberlo dicho mejor —asegura —puedes vivir tantas vidas de ensueño como desees, Sally. Pero siempre apareceré para recordarte cuál es tu realidad.
Theo sonríe una manera siniestra. No lleva nada consigo, ni un cuchillo, ni un arma. Solo el celular que mantiene reproduciendo la imagen de Antoni.
—Tal vez debes de agradecerme, acabaré con él y ni cuenta se dará. Aunque no puedo decir lo mismo de su hermano —el corazón se me acelera —es una lástima que todos esos adorables niños queden huérfanos. ¿No lo crees, Sally?
—Ellos no tiene nada que ver en esto —pronuncio con desesperación —déjalos fuera. Ángelo, Antoni y toda su familia, no tiene nada que ver en esto. Es a mi a quien quieres, no a ellos.
—Tal vez no, pero creo que la mayor tortura para una persona, es la culpa. —da un paso hacia mí y retrocedo —la culpa por no poder salvar a las personas que ama. Por no poder hacer nada para defenderlas. Arrebatándote la vida sería un final demasiado amable, quiero que sufras, Sally. Porque juré que te arrepentirías de lo que hiciste, me juré que te encontraría y haría que te arrepintieras de haber intentado matarme, y de robarme hasta el último centavo.
Se acerca más y yo me aparto.
—Solo tuve que investigar un poco para saber que la familia Lombardi tiene más enemigos de los que parece. Vallee ha intentado matar a la familia Lombardi por años, y solo funcionó una vez.
La mirada de Theo brilla con malicia.
—Lucca Lombardi, un accidente desafortunado —un jadeo brota de mis labios, el aire me abandona mientras mi cuerpo entero se congela —aunque tuvo un error, se suponía que los dos Lombardi mayores tendrían que haber ido en el auto. Luego él podría encargarse del menor, Ángelo.
Todo esto parece una maldita locura. Una película, un escenario que me cuesta creer que sea real.
—Vallee quiere su venganza por lo que Paolo Lombardi le hizo a su padre. Él se encargará de Ángelo y yo de tu querido novio —dice con una sonrisa —con la muerte del segundo Lombardi, tomará un auto seguramente con sus guardias, y tal vez con su esposa. Todo está preparado para otro accidente, uno en el que nos aseguraremos, que no haya sobrevivientes.
Esta vez no me aparto cuando se acerca.
—Vallee quiere destruir el imperio Lombardi, yo quiero vengarme de ti, Sally. Así que lo ayudaré para destruir y acabar con las personas a las que amas.
Habla con tranquilidad, como si sus palabras no estuviesen tratándose sobre eliminar a una familia.
"Mientras no lo sueltes, mientras no te liberes de él, nunca dejará de perseguirte"
"El temor que aún le tienes, solo solo puedes eliminarlo tú misma"
Las palabras de Ángelo se reproducen en mi mente, ellos han cuidado de mí. Me han protegido, han hecho todo cuanto estuvo a su alcance para protegerme de Theo, ahora es mi turno de cuidar a la familia que ha hecho todo por mantenerme con vida.
—Voy a disfrutar esto, Sally. No tienes idea...
—Cisco, activa el sistema de seguridad interno —mi voz brota con firmeza, con una fuerza que no sabía que era capaz. Theo voltea, su frente se arruga como si intentara saber que es lo que pretendo.
—"Sistema de seguridad activado desde el interior. Se necesita código de acceso para salir" —La voz robótica habla y Theo parece confundido.
—Cisco, busca el número de emergencias...
—¿Quieres que muera? —espeta Theo acercándose con rapidez. Reaccionó, llevo la mano a mi cintura y saco el arma, apuntándolo. —Maldita...
—Cuida tus palabras —siseo.
—"Llamada lista para marcación, se espera la orden"
El musculo de su mandíbula se cuadra con fuerza. Me observa con una ira cruda estallando en sus ojos.
—Si tu hombre no deja de amenazarlo con un arma. Esta vez llamaré a emergencias y me aseguraré de ser la que te joda por completo.
—Debí clavarte el maldito cuchillo más profundo —espeto —no saldremos de aquí. No tengo idea del código, solo Antoni lo sabe. Y esas... —señalo las cámaras —video vigilancia las 24 horas. Así que te han captado diciendo exactamente tu plan para asesinar a la familia Lombardi.
Theo palidece, su expresión de pánico dura un microsegundo.
—¿Creíste que Antoni me dejaría desprotegida? —cuestionó quitándole el seguro del arma —¿creíste que yo no he estado preparándome para el momento de tener que verte a la cara otra vez?
—Sally...
—Ya dejé de ser esa mujer que no se defendía de ti. Esa Sally ya no existe, la mataste esa noche. Ahora tengo personas a las que amo, y no voy a dejar que les hagas daño. No voy a dejar que me las arrebates, Theo. Antes voy a matarte, me convertiré en una asesina antes de permitir que los lastimes.
El sonido del forcejeo en el celular se escucha, Theo y yo miramos la pantalla, dos guardias sostienen al hombre de Theo mientras le arrebatan el arma, y solo cuando veo el rostro alarmado de Antoni, algo en mi se quiebra.
—Theo va a matarla—dice el hombre —va a matarla y no podrás hacer nada para impedirlo.
Mi corazón da un giro furioso cuando reconozco la expresión sombría de Antoni. Cuando el mismo terror que experimento ahora, aparece en sus ojos. Theo aparta el celular y se mueve con rapidez, grito cuando debido a mi descuido, le permito acercarse de más.
Su cuerpo impacta contra el mío, su mirada de ira cruda que me deja saber que va a hacerlo. Que ahora que le han quitado la oportunidad de asesinar a Antoni, va a asesinarme a mí.
Caemos, su mano envolviendo la mía, sus dedos enroscándome la muñeca intentando quitarme el arma.
No voy a dejar que me asesine. Esta vez no va a ser diferente.
—¡Cisco llama a emergencias! —mi grito se pierde contra el sonido del disparo, llevándose todos los sonidos con él y sellando el destino que debió de haber sido establecido aquella noche, de hace 3 años.
ANTONI
—¡Envía a los guardias! —exijo tratando de incorporarme, pero Ángelo lo impide —¡Joder, Ángelo!
—¡Tienes que calmarte!
—¡Ese hijo de puta va a matarla! —grito con desesperación —¡No te atrevas a pedirme que me calme!
Aprieto los dientes cuando una punzada dolorosa me atraviesa el pecho. El aire me falta, pero pese a eso, aparto a Ángelo de un empujón.
—Señor, no hay comunicación con los guardias de la señorita Rizzo —Joey, el guardia principal de mi hermano ingresa —no responden por el intercomunicador, hemos llamado al equipo de seguridad de su edificio para que estén enterados.
El aire me es insuficiente y tengo que luchar con el repentino cansancio que se apodera de mi cuerpo. Esta vez no retengo el quejido adolorido que brota de mis labios por el dolor en el pecho, llevo una de mis manos hacia la zona, cerrando los ojos por un par de instantes mientras intento tolerar la sensación.
—Joder —Ángelo me sostiene —Antoni si no quieres morir ahora debes calmarte.
—Necesito...necesito saber si ella está bien —pronuncio intentando mantener todo el desastre en mi interior al margen —Ángelo...
—Ya han llamado a la seguridad del edificio, estarán en tu piso pronto. Antoni, le diste un arma, sabe lo de tus sistemas de seguridad —me toma por los hombros, obligándome a mantener la atención en él —ella puede defenderse, sabe como hacerlo.
—No si entra en pánico, Ángelo si tiene un ataque de pánico...
—Confía en ella —pide —es más fuerte de lo que creemos. Sabrá defenderse, le diste todas las herramientas, ella sabrá como usarlas. Le envié un par de mensajes cuando estaba dando la vuelta para volver al hospital, nos tomó la mitad del tiempo regresar. Cinco minutos...
—Cinco minutos son suficientes para acabar con alguien si lo deseas —espeto —necesito saber que está bien, necesito ir con ella.
—Él médico...
—¡Me va a dar un jodido infarto si sigues con esta mierda! —reclamo empujando su cuerpo otra vez —Déjame ir por Sally, necesito ir por ella. Yo no te impediría ir por la mujer que amas, Ángelo.
Su mandíbula se tensa, me mira en silencio por un par de segundos antes de ceder.
—Espero que no te moleste salir con esa ropa —señala los pantalones de chándal y la camisa sencilla de algodón que porto —porque no hay tiempo de pedirte un cambio.
Mi cuerpo se relaja, niego y él asiente.
—Bien, entonces vamos.
Nos toma cerca de diez minutos convencer a los médicos de firmar el alta del hospital, diez minutos en los cuales siento que voy a volverme loco. He llamado a Sally, le he hecho innumerables llamadas, pero ninguna ha respondido. Le he dejado mensajes que no han sido vistos, y eso comienza a inquietarme más de lo que me gustaría.
—No dejen la comunicación con el edificio —exijo —¿Ya pudieron entrar?
—Alguien colocó el sistema de seguridad interno —dice Joey —necesitan la clave de acceso.
Ángelo me lanza una mirada.
—Nadie responde en el interior del piso, señor —insiste Joey.
—No sigas la ruta acostumbrada —exijo —toma una más rápida. Necesito llegar, no hay forma de desactivar el sistema de seguridad, tiene que ser desde adentro. No puede ser colocada desde el exterior.
—Como ordene, señor Lombardi.
La camioneta da un giro para tomar uno de los caminos más cortos hacia el edificio. Intento llamar a Sally otra vez, pero el buzón de voz es la única respuesta que obtengo.
Tuvo que ser ella la que colocara el sistema de seguridad.
Intento pensar que se encerró a si misma, que tal vez tuvo pánico y activó a Cisco para mantenerse segura. Necesito creer que es así, necesito creer que ella sigue con vida.
Cierro los ojos y aprieto la mandíbula cuando el dolor en el pecho vuelve. El aire me falta por cortos segundos y Ángelo se da cuenta de eso. Extiende la mano hasta tocar mi hombro, lo que ocasiona que lo mire.
—Ella sabe cuidarse sola —repite.
Apenas asiento. Nos toma la mitad del tiempo acostumbrado llegar al edificio, hay policías en el estacionamiento, apenas aguardo que la camioneta estacione y bajo con prisa.
Corro al interior, tratando de encontrar algo que me indique que Sally está bien.
Reconozco a los dos hombres que son los guardias de Sally, uno de ellos sostiene un paño manchado de sangre contra su frente, y el otro lo sostiene detrás de su cabeza.
—Señor Lombardi... —dice uno de ellos mientras se incorpora —lo lamentamos, fue tan rápido que no pudimos hacer nada.
—¿Él está aquí?
—Señor Lombardi —un oficial se acerca —creemos que su novia no es la única que está en el piso. El gerente dice que un hombre entró al elevador minutos después que ella. ¿Lo reconoce?
Cuando me muestra la imagen, el pánico se vuelve más fuerte.
—Es Theo Black.
Lo esquivo, camino hasta el elevador y no me molesto en esperar a nadie más. Ángelo me llama, pero no me detengo, no me detengo hasta que llego al elevador y coloco el número de piso. Mi hermano consigue subir conmigo, pero no esperamos a los guardias.
Mientras subimos, saco el celular y abro el enlace del sistema de seguridad en mi celular. El código de acceso normalmente tendría que ser colocado desde el interior, pero funcionaba si estaba a una distancia considerable del panel de control del sistema.
Algo en mí se alivia cuando la luz verde en el elevador aparece, y acepta el código.
—Dios, creo que debí pedirle el arma a Joey —dice Ángelo, su cuerpo está rígido mientras las puertas de elevador se abren, y me preparo para ver cualquier cosa que haya sucedido dentro.
Las nauseas me invaden, la presión en el pecho aumenta mientras observo con el pánico en la garganta, el gran charco de sangre a mitad de la sala.
Sin embargo, no es Sally quien está inerte en el piso.
Es Theo.
—Maldición...
—¿Sally? —ingreso sintiendo mis latidos aumentar —Dolcezza, soy yo. Estoy aquí.
La puerta de la habitación se abre, un jadeo brota de mi boca cuando la miro. Con la sangre manchándole la mitad de la ropa, los ojos rojos por las lágrimas y temblando por completo.
—Lo siento —solloza —tuve que hacerlo. Lo siento tanto.
Camino hasta ella, me siento aliviado de tenerla entre mis brazos, pero el cuerpo sin vida a unos metros, solo indica que todo está lejos de acabar.
—Dijo que iba a matarte —llora —dijo que iba a matar a Ángelo. Tuve que hacerlo, Antoni. Tuve que hacerlo.
—Lo sé —la abrazo con más firmeza —lo sé, dolcezza. Todo va a estar bien, lo prometo, todo va a estar bien.
Se aferra a mí como si lo necesitara, así que solamente la sostengo contra mi pecho, abrazándola tan fuerte como me es posible.
Los policías ingresan, miran la escena y luego, uno de ellos camina hasta Sally.
—Van a llevarme, ¿cierto? —inquiere aterrada.
Coloco las manos en su rostro, acunándolo.
—No dejaré que nadie te lastime. Fallé al dejar que él tuviera la oportunidad, dolcezza, pero nadie va a llevarte a ningún sitio. Lo prometo.
Vuelvo a abrazarla, le fallé y eso la llevo a matar a Theo Black. Ahora me aseguraría que nadie se atreviera a encerrarla por eso. Y usaría todos mis malditos recursos para conseguirlo.
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