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28.- Cuidar de ti

Sally 

Apenas pude procesar lo que ocurrió, los gritos desesperados de Ángelo, mi pánico al entrar al estudio y ver a Antoni inconsciente en el suelo. La preocupación en los ojos de Daphne, la prisa de la señora Wilson y de Mary para hacer que los niños fueran a sus habitaciones, el miedo en rostro de Antonella cuando miró a su tío ser sacado de la casa por los paramédicos en una camilla.

Un infarto.

Eso fue lo que le médico acaba de decirnos.

—¿Un...un infarto? —la voz de Ángelo sale incrédula—pero...

—Veo que hay antecedentes de problemas cardiacos en su familia —dice el médico hacia Ángelo —es probable que su hermano haya heredado los problemas cardiacos, sus estudios revelan que ha sufrido varios infartos silenciosos en los últimos años...eso son los peligrosos porque no dan señales de presentarse, hasta que es demasiado tarde.

—¿Va a estar bien? —inquiere.

—Lo estará —el alivio cae sobre mí como una piedra gigantesca —pero deberá estar en observación por algunos días más, sin presiones o noticias que puedan afectarlo.

Ángelo asiente casi aturdido.

—Pueden pasar a verlo, una enfermera estará monitoreándolo constantemente —añade el médico —se recuperará.

Ángelo me lanza una mirada, luego se acerca hasta colocar su mano en mi espalda baja. Un toque cálido me recorre, parece que los hermanos Lombardi tienen el don de reconfortar a las personas, como si fuese algo innato de ellos.

Seguimos al doctor hasta la habitación que nos indica, nos hace un gesto para permitirnos ingresar y luego se marcha. Antoni está sobre la cama, una sabana lo cubre hasta la cintura y tiene una máscara de oxígeno.

La enfermera que se encuentra con él nos lanza una sonrisa amable.

—No se preocupen, despertará pronto —dice con suavidad —su cuerpo necesita recuperarse.

—Gracias —mi voz brota en un susurro débil.

La mujer nos sonríe una última vez antes de marcharse de la habitación, dejándonos solos.

—¿Cómo...cómo pasó? —inquiero con la voz temblorosa.

Ángelo camina hasta llegar al costado de su hermano. Se deja caer sobre el sillón que está pegado al colchón, y solo entonces eleva la mirada hacia mí.

—¿Recuerdas el robo? —asiento —parece que lo que ocurrió la otra noche fue una simple distracción. Alguien robó los diseños de Antoni desde hace meses, y ahora...ahora alguien lo ha lanzado al mercado.

Las palabras de Antoni se reproducen en mi mente, todas las posibilidades que él dijo. Estaba tan confiado de que les tomaría meses copiarle el software...

—La llamada que tuvo antes de sufrir el infarto, era de Marlon —mira a su hermano —le dijo lo que estaba ocurriendo. Supongo que fue...demasiado.

Su voz tiembla y soy consciente como su cuerpo se pone rígido. Como las venas de sus brazos y cuello resaltan con la fuerza que emplea para contenerse.

Camino con lentitud, a pasos suaves hasta llegar a su lado y colocar mi mano sobre uno de sus hombros.

—Va a estar bien —susurro —el médico lo dijo.

Él sacude la cabeza, cierra los ojos por unos segundos y cuando me mira otra vez, veo aún el miedo en ellos. La fragilidad que aparece cuando alguien a quien amas está en peligro.

—Ya perdí a un hermano —dice y el dolor está impreso en su voz —no soportaría perderlo a él también. No podría pasar por lo mismo otra vez.

—No lo harás —aseguro —él va a estar bien.

Me mira, una ligera sonrisa se extiende por su rostro mientras asiente. Camino hasta el otro lado de la cama, en donde un sillón vacío se encuentra.

Mis ojos enfocan a Antoni, un dolor agudo me cruza el pecho mientras lo observo sobre esa cama. Mientras lo miro lucir tan vulnerable. El dolor poco a poco se diluye, hasta formar un nuevo sentimiento. Una ira cruda se instala en el centro de mi torso, una que me quema y me hace mirar a Ángelo.

—Fue Theo, ¿verdad? —no responde —claro que fue Theo.

—No tenemos la seguridad —un corto suspiro brota de sus labios —pero la policía ya está investigando. Si fue el culpable, lo descubrirán y haremos que pague.

Mis hombros se elevan cuando tomo una inhalación, la daga de culpabilidad se me clava un poco más cuando vuelvo a mirar a Antoni. Mis ojos lo recorren, y el sentimiento de no merecerlo se intensifica.

Si Theo tuvo algo que ver en esto, que hay una gran probabilidad que así sea, ha encontrado el punto adecuado para hacerme daño.

Ha encontrado mi debilidad.

—Él te quiere enserio, ¿sabes? —volteo hacia Ángelo, parpadeando con rapidez intentando alejar las lágrimas —nunca lo vi tan enamorado, tan dedicado. Nunca vi que se preocupara tanto por alguien, como se preocupa por ti.

—Él ha sido como un ángel en mi vida —susurro —lo ha sido desde el día uno.

—Puede ser muy duro a veces —confiesa —supongo que eso tiene que ver con nuestros padres, no tuvimos una infancia adecuada, se podría decir. Pero creo que hemos aprendido a amar, a querer, a dar el amor sincero que recibimos. Antoni lo ha aprendido, tú le has enseñado. Él te ama, Sally.

—Y yo lo amo a él —aseguro —pero a veces no me siento merecedora de su amor, a veces creo que solo llegué a su vida para causar desastres. Míralo ahora, si Theo tuvo algo que ver...

—Nunca asumas la culpa de algo que no es tu responsabilidad —habla con la misma firmeza que Antoni —nunca te apropies de cargas que no te pertenecen. Has sufrido demasiado, debes dejar de cargar tu pasado sobre los hombros, mientras no lo sueltes, mientras no te liberes de él, nunca dejará de perseguirte.

Sé bien que no se refiere a la presencia de Theo.

—Antoni puede protegerte, yo puedo cuidarte de todas las formas posibles. Pero lo que está dentro de ti, Sally, el temor que aún le tienes...eso solo puedes eliminarlo tú misma. Ni él ni yo podemos hacer algo en contra de eso, solo tú puedes hacerlo.

Ángelo me mira con comprensión, con una sonrisa suave tirando de sus labios.

—No es fácil, pero tampoco imposible. Y créeme, cuando lo dejes ir...serás como una nueva Sally.

Confío en lo que me dice, en las palabras que brotan de sus labios. Confío en él porque Ángelo, al igual que su hermano, jamás dirían ni una sola mentira.

Continuamos a lado de Antoni las horas siguientes. Ángelo dijo que no tendría que volver a la mansión, que podía quedarme si lo deseaba, que Daphne cuidaría de los niños y no puedo sentirme más agradecida con él por eso.

Me acurruco contra el sillón, ajustando el abrigo alrededor de mi cuerpo cuando el frío parece hacerse más intenso.

—Ten —Ángelo ingresa a la habitación, entregándome una manta —el frío es una mierda en esta habitación —me entrega también un vaso de café, el cual acepto con gusto.

—Sí —respondo con una pequeña sonrisa —gracias.

Ángelo camina hasta su hermano y acomoda las sábanas alrededor de su cuerpo. Sonrío cuando miro la manera en la que cuida de él, del mismo modo en el que Antoni lo cuidó cuando tuvo el accidente.

—La enfermera dijo que debería despertar pronto —dice en un suspiro —pero eso vienen diciendo desde hace horas.

—Debemos tener paciencia —llevo el borde del vaso hasta mis labios y lo caliente del líquido me reconforta —¿Cómo va todo con el asunto del software?

—Franco ya está en contacto con el equipo de abogados de Antoni —informa —la empresa a la que Antoni le vendió no pretende demandarnos ni cancelar los contratos, lo que ya es una ganancia en este punto.

—¿No pueden hacer algo para establecer que fue robado? —la mueca en los labios del hombre frente a mí funciona como respuesta.

—Podrán argumentar que fue desarrollado por ellos, aún cuando haya evidencias, no hay nada que los vincule con el robo. El lanzamiento fue adelantado, parece ser que Intec ya tenía compradores, así que lo único que jodieron, fue el lanzamiento.

—Ojalá despertara para que pudiera saberlo —pronuncio mirando a Antoni.

Ángelo me mira de una forma que me deja saber espera exactamente lo mismo que yo.

Permanecemos en silencio, el menor de los Lombardi sale a hacer una llamada y yo permanezco al lado de Antoni todo el rato.

Cuando Ángelo vuelve, se acomoda contra el sillón y cierra los ojos. Es tarde, el cansancio comienza a pesarnos así que, sin siquiera darnos cuenta, ambos nos quedamos dormidos.

Un sonido nos alerta, Ángelo se sobresalta y lo primero que hace es mirar a su hermano.

—Antoni —me incorporo con prisa, mis pies se mueven con rapidez hasta la cama, en donde Antoni intenta quitarse la mascarilla de oxígeno.

Ángelo presiona el botón para llamar a las enfermeras, estas entran con rapidez cerca de treinta segundos después y rodean a Antoni, obligándonos a apartarnos. Mi corazón martillea con fuerza contra mi pecho mientras observo al doctor ingresar y dirigirse hacia Antoni.

Son algunos minutos, pero con la ansiedad, se sienten eternos.

—Bien, todo parece en orden —él médico gira hacia nosotros —deberá estar en observación, como se los dije al inicio. No tienen nada de que preocuparse ahora.

Tan pronto como se marchan, nos acercamos a Antoni.

—¿Un infarto? —dice con los ojos cerrados —soy demasiado joven para sufrir un infarto.

Ángelo se ríe, pero la mirada cristalizada que tiene mientras observa a su hermano delata el verdadero sentimiento que hay en él.

—¿No que eras demasiado viejo? —Antoni abre los ojos, enfocándome. Sus cejas se relajan, sus labios se crispan en una sonrisa cuando me mira y sacude la cabeza, en una negativa.

—Dolcezza —su voz brota ronca, un poco débil y no pude imaginar como me aliviaría escucharlo pronunciar esa palabra.

Mi corazón se encoge cuando me acerco, consiguiendo tomar una de sus manos.

—Nos asustaste demasiado, señor robot —confieso.

—¿Señor robot? —miro a Ángelo, sintiendo mis mejillas encender —Bueno, creo que es un buen sobrenombre.

—Le queda bien, ¿no lo crees? —inquiero, él asiente con una sonrisa.

—Hermanito —dice Antoni.

Me aparto un poco, soltando la mano de Antoni cuando su hermano le responde. Muero de ganas por abrazarlo, por sentirlo cerca, pero parece que Ángelo necesita más estar cerca de su hermano.

—Avisaré a Daph —susurro consiguiendo que ambos me miren.

Antoni apenas asiente, y Ángelo me lanza una mirada agradecida. Me ajusto el abrigo, dándoles la espalda para conseguir salir. Meto la mano en mi bolsillo, recuperando el celular y antes de marcharme, miro sobre mi hombro.

Ángelo se ha sentado en el borde del colchón, hablando con su hermano. Mantiene una mano sobre las de él, y no puedo evitar que mi una suave sonrisa se cruce por mis labios.

"Me asusta intentar defenderte y fallar"

Las palabras que le dije a Antoni días atrás vuelven a mi mente. Es hora de que le pusiera fin a esto de una vez por todas, no puedo darme el lujo de fallar.

Theo ha descubierto cual es mi debilidad, ha descubierto que Antoni Lombardi es aquello que puede destruirme, y sé que no dudará en utilizarla. Sin embargo, no lo permitiré.

Ángelo tiene razón, solo yo puedo deshacerme del miedo. Cuando Theo venga, no encontrará a la misma Sally, porque él si mató una parte de mí esa noche.

Y esta vez, voy a dejárselo saber.


ANTONI

Un infarto.

Vaya mierda.

Realmente no esperé que además de gran parte de su fortuna, mi padre también me heredara sus enfermedades cardiacas.

Ángelo está preocupado, puedo verlo fácilmente y es por esa razón, que no he querido presionar para saber como va el asunto del software, aunque comienzo a desesperarme por obtener un poco de información.

Sin embargo, cuando Franco viene, mi hermano no puede hacer nada para impedirlo.

—Buenas noticias, Intec no planea romper contratos —dice con una sonrisa de satisfacción —les hemos presentado las pruebas de que fue un robo, y que tu empresa no vendió el software, así que han decidido no hacer no romper tratos, y continuar con la relación comercial.

Mi cuerpo se alivia, una de las cosas que me preocupaban era tener que romper contratos con Intec, era un cliente de gran tamaño, no podía permitir que decidiera demandarnos por estafa. O por lo que ellos piensen que es una estafa.

—Sin embargo, no podemos hacer nada ante el competidor que sacó el software. No podemos acusarlo de robo porque no hay pruebas.

Cierro los ojos por unos instantes, el cansancio en mi cuerpo se sentía cada vez más, pero no podía darme el lujo de aparentarlo.

—Suficiente —la voz de Ángelo me hace mirarlo —Franco se encargará de todos tus asuntos de negocios, y le diré a Marlon que se haga cargo también.

—Pero...

—Nada de peros, Antoni —reprende —sufriste un maldito infarto, debes estar descansando no preocupándote por negocios.

—Son mis negocios, debo asegurarme de que todo esté en orden —objeto —tú harías lo mismo por los casinos. ¿O no?

—El tema es que a mi nunca me dio un infarto —debate —está fuera de discusión, Antoni.

—Joder, suenas a todo un papá —gruño y él sonríe.

Franco nos mira con diversión, toma las carpetas que ha traído con él y las guarda dentro de su maletín.

—Entonces, Ángelo...te mantendré al tanto de todo.

—Gracias —responde mi hermano hacia su amigo.

Resoplo, Franco se marcha y tan pronto como lo hace, entorno los ojos hacia el hombre que comienza a creerse mi padre.

—No me mires así —se encoje de hombros —solamente cumplo mi deber como hermano de cuidar de ti.

—Oh, sí. Y parece que lo disfrutas completamente.

—No voy a objetar eso —afirma.

Cuando sufres un infarto y estás recuperándote en el hospital, no hay mucho que hacer para pasar el tiempo. Me sentía cansado, y mi cuerpo entumido, pero fuera de eso, no tuve ninguna consecuencia más.

Sally ha estado aquí algunas horas, pero se ha marchado a casa de Ángelo para cuidar de mis sobrinos, sin embargo, dijo que volvería. Y yo estaba ansioso por verla otra vez.

—Debes cuidarla, ya que no me dejas hacer nada —me quejo.

Ángelo sonríe —Tiene un guardia que la sigue, y no la dejaré ir a casa sola, evidentemente.

—Aún creo que Theo tiene todo que ver en eso, el cabrón aseguró que seríamos enemigos. Tengo que garantizar que no se le ocurra acercársele, ahora que estoy aquí.

—Tiene protección, no te preocupes por eso —me lanza una mirada de advertencia —ella vendrá esta noche, se quedará contigo.

Retengo la sonrisa por la mirada que mi hermano me dedica, una que conozco bastante bien.

Tal y como mi hermano lo dijo, Sally viene esa noche.

—¿Cómo te sientes? —cuestiona mientras se acomoda a mi costado. Extiende una de sus manos hasta que consigue acariciar mi cabello.

—Tan bien como puedo sentirme, nadie me deja hacer nada —me quejo.

Ella sonríe, divertida ante mis quejas.

—Es completamente normal, debes descansar, tu cuerpo debe descansar —la miro con fastidio —¿qué?

—Esperaba que no estuvieses del todo de acuerdo con eso —admito.

Ella ladea la cabeza, deslizando la mano hasta el costado de mi rostro y me relajo ante el toque suave.

—Solo queremos cuidar de ti, ¿puedes dejarnos hacer eso? —me mira de una forma enternecedora que soy incapaz de protestar, así que me rindo, devolviéndole la sonrisa.

—Bien —ella sonríe satisfecha.

Cuando se acomoda más a mi lado, sé que tengo que darle todas las herramientas para que se cuide sola, al menos mientras yo estoy aquí.

—Te estás quedando en casa de Ángelo, ¿cierto? El medico dijo que tal vez deba estar unos días más aquí y tu descanso es pronto.

—No te preocupes, los guardias que me asignaste están todo el día conmigo —informa —y la casa de Ángelo es lo suficientemente segura, no tienes que preocuparte por mí.

Extiendo la mano hacia ella, acariciando uno de sus risos mientras sonrío.

—No puedo evitar preocuparme por ti —admito —si necesitas ir a la casa, y por alguna razón vas a estar sola, que espero Ángelo no lo permita...hay un sistema de seguridad que se activa con la voz.

Ella arruga las cejas.

—El que tú conoces se activa con la voz, pero por emergencia, hay uno que se activa por comando de voz. Hará todo lo que pidas.

—¿Cómo es que no me habías dicho sobre eso? —inquiere con incredulidad.

—Porque es para emergencias —me encojo de hombros —lo único que debes decir es "Cisco, activa el sistema de seguridad interno".

Una risa divertida brota de sus labios.

—¿Le pusiste a tu sistema de seguridad "Cisco"? —se acomoda más cerca de mi cuerpo, sus labios inclinados en una sonrisa que se me hace tan encantadora.

—Claramente, necesitaba un nombre —admito —solo debes decir Cisco, seguido de lo que quieres que haga, y listo.

Ella ladea la cabeza, su mano vuelve a perderse entre los mechones de mi cabello, y su mirada adquiere una chispa de emoción.

—Gracias por cuidar de mi —dice —pero ahora eres tú quien necesita los cuidados. ¿No has instalado un sistema de seguridad en esta habitación por casualidad?

Es mi turno de reír.

—No sería una mala idea.

—Es broma —dice golpeando mi pecho —no necesitas un sistema de seguridad para todo.

Me encojo de hombros.

—Si garantiza tu protección, la mía, o la de mi familia, entonces no veo el porque no.

Se inclina hacia mí, presionando sus labios contra los míos en un beso suave. En uno que me hace sentir tan bien a pesar del cansancio de mi cuerpo.

—Déjame cuidar de ti, señor Robot —pide —por favor.

Me recuesto contra la almohada, dedicándole un leve asentimiento. Ella parece satisfecha, y luego de eso solo nos quedamos así. Ella contra mi cuerpo, yo sintiendo su calidez, ignorando todo el desastre de ahí afuera.

Dejando de pensar en lo que Theo ocasionó, y solo pensando en Sally. Tal vez mi hermano tiene razón, tal vez por ahora...debo dejar que los demás se encarguen de buscar una solución. 

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