24.- Los Lombardi.
Antoni
Tres semanas después, me encuentro en las oficinas de mi empresa revisando todos los documentos necesarios para el lanzamiento del software. Ya habíamos conseguido un contrato importante con una empresa de tecnología, cuando el lanzamiento fuese oficial, nuestro sistema estaría en una cantidad significativa de celulares de última generación.
La puerta se abre, elevo la vista ante la interrupción, mi secretaria me lanza una sonrisa amable antes de ingresar.
—Señor Lombardi, Theo Black está aquí —informa —insiste en hablar con usted.
Enderezo la espalda, la molestia se instala en mi cuerpo apenas escucho su nombre. No se supone que habláramos, todo el contacto debería de ser con Franco, o por medio de los abogados.
—Hazlo pasar —concedo. Ella asiente, se retira y cierro las carpetas antes de tomar mi celular y enviarle un rápido mensaje a Franco.
"Theo Black vino a verme"
Estoy enviando el mensaje cuando la puerta se abre otra vez, los guardias de Theo se quedan justo en el límite de la puerta y solo retroceden cuando él se los indica.
—Theo, no esperaba tu visita —él voltea cuando me escucha hablar.
—Tengo algunas cosas que informarte —responde con aire despreocupado. Mi atención pasa de manera inmediata a la carpeta que carga con él —ya que has decidido tomar bajo tu protección a Sally, creo que debes estar enterado de algunas cosas.
—Estás perdiendo el tiempo —sentencio —no voy a creer ni una sola palabra que venga de ti. Así que si lo que pretendes es convencerme de algo, no vas a conseguirlo.
—Sí, supuse que dirías eso —responde lanzando la carpeta contra el escritorio —supongo que eres alguien que necesita ver para creer.
—Cuando se trata de mi prometida no —sostengo la mentira de que Sally y yo estamos comprometidos —creeré siempre en su palabra.
Theo ignora lo que he dicho y se acerca, mi cuerpo se pone a la defensiva ante su cercanía. Sin embargo, el abre la carpeta y la desliza hacia mí, luego toma asiento frente al escritorio. Lanzo una mirada dudosa a las páginas, parecen ser una especie de informes financieros de algún tipo, a pesar de lo dudoso que me hace sentir, termino estirándome para conseguir tomar entre mis manos los papeles.
No me equivoqué, son informes financieros de un banco estadounidense reconocido, las transacciones y movimientos son claros, una cuantiosa suma de casi cien mil dólares fue el ultimo retiro.
—¿Y esto es..._?
—Eso es lo que tu protegida hizo —sentencia con la mandíbula apretada —Sally me robó los fondos de ahorro de la cuenta que compartíamos. Como ves, los sacó justo en el momento en el que decidió abandonarme.
Sonrío sin ganas.
—Intentaste asesinarla, y luego quisiste encarcelarla, así que, a mi parecer, lo tienes merecido.
Su mandíbula se cuadra por la fuerza que emplea, sus ojos me observan con irritación y eso me hace ensanchar la sonrisa.
—¿Pretendes hacerme creer que estás preocupado por mis finanzas? —cuestiono —ya lo dije, pierdes tu tiempo, Theo. No voy a creer nada de lo que digas, mejor te aconsejaría que trates de agilizar el divorcio, y firmes de una maldita vez.
—No nos conviene ser enemigos, Antoni —asegura —ni a mí, ni a ti. Realmente si pudieras considerarlo, seríamos un equipo excelente. Podría ayudarte a que tu empresa tenga mejores ventas, que incursione en otros mercados, Estados Unidos seguramente estará interesado en tus creaciones.
Una sonrisa amarga se instala en mis labios. Tendría que haber perdido la cabeza para considerar hacer negocios con este hombre.
—Parece que tu empresa es lo suficientemente fuerte para mantenerse por si sola, pero no te vendría mal la ayuda de alguien externo —añade —podemos ser un buen equipo, Antoni.
—No estoy interesado en hacer negocios contigo —espeto —pero tienes razón, no nos conviene ser amigos.
Sonríe con un gesto triunfal.
—Así que, por eso, más vale que realmente no nos des problemas en la corte y firmes el jodido divorcio —mi voz adquiere un tono firme —podemos hacer esto tan largo como desees, no tengo prisa, pero supongo que tú sí.
Él permanece en silencio, sus puños se cierran sobre el escritorio y retengo la sonrisa. Su mandíbula se cuadra por la fuerza que emplea y lanza una mirada enfurecida.
—Ella no es la mujer que te ha hecho creer —dice incorporándose —no lo es ni de cerca. Es buena engañando a las personas, ¿te dijo lo de su infidelidad? Siempre va a querer escalar, siempre va a querer más. Que le hayas puesto un anillo de diamante en su mano, no hace la diferencia.
Mi cuerpo se pone rígido ante sus palabras, la molestia vuelve, pero me concentro en mantener mis emociones a raya, muy por detrás del límite.
—Te hará lo mismo apenas tenga oportunidad —da un paso para acercarse al escritorio —te aconsejo que no compartas tus cuentas bancarias con ella.
—No necesito tus consejos, Theo —aseguro incorporándome también —lo único que necesito, es que la dejes en paz. Que desaparezcas de su vida. Eso es todo lo que necesito de ti.
Un gesto serio se apodera de su rostro, su mandíbula vuelve a cuadrarse mientras abre y cierra los puños.
—Bien, dile a esa mujer que retiraré los cargos y le daré el divorcio —no lo celebro, porque no parece que esté haciendo esto solo porque sí —no lo hago porque tú me lo ordenes, sino porque deseo eliminar toda presencia de esa mujer en mi vida, solo me ha causado problemas.
No respondo.
—Pero te traicionará, Antoni. Lo hará, así como lo hizo conmigo —toma la carpeta —Sally Rizzo será tu ruina. Recuerda lo que te he dicho.
Lo miro con firmeza, dejándole en claro que nada de lo que diga, me hará cambiar la opinión que tengo de Sally. ¿Cómo podría creerle a un hombre que casi acaba con su vida? ¿Qué la hizo vivir un infierno por tanto tiempo?
—Si me marcho ahora no aceptaré ninguna petición tuya en un futuro —advierte.
—No te preocupes, no tengo intenciones de pedirte absolutamente nada —aseguro.
—¿Ni siquiera cuando sé quien es el que está detrás de tu hermano? —mi cuerpo se tensa, Theo sonríe con satisfacción en cuanto nota mi tensión —te lo he dicho, podemos ser un buen equipo.
Se acomoda la carpeta por debajo del brazo, y estrecha los ojos hacia mí.
—No eres el único que puede obtener información —asegura —te he investigado, a toda tu familia en realidad. Fue desafortunado ese incidente de Lucca, pero ¿estás seguro de que lo fue?
—Cállate —exijo —no te atrevas a mencionar a mi familia.
—Eres poderoso, pero yo con una llamada puedo obtener las respuestas a esa investigación —sentencia —no necesitas un enemigo más ahora que hay alguien detrás de tu hermano. Puedo ayudarte.
—Y supongo que lo que pides a cambio es que deje a Sally —Theo sonríe.
—Te doy las respuestas que necesitas, si te haces a un lado —ofrece —si te apartas de esto. No quiero un enemigo en Italia, pero si sigues este camino lo seremos. Tengo información que te sirve, que es más útil de lo que piensas.
Si te apartas de esto.
Mi estómago se contrae con fuerza, mis músculos se ponen rígidos. No hay forma para hacer lo que pide, soy incapaz de dejarla sabiendo que me necesita.
—Supongo que confiaré en las investigaciones —Theo estrecha los ojos —no quiero ninguna información que venga de ti, no planeo hacer negocios contigo, y por supuesto, no voy a dejar a Sally nunca.
Un silencio se apodera de la oficina, une tensión creciente entre nosotros. Un nuevo aire de amenaza para ambos.
—Pensé que eras un hombre inteligente —dice con seriedad —supongo que me equivoqué. La has elegido a ella, suerte intentando ahora que ella te elija a ti.
Se da la vuelta, camina hasta la puerta, pero se detiene justo cuando abre la puerta. Lanza una mirada sobre su hombro, y una sonrisa falsa se adueña de su rostro.
—Pudimos ser un buen equipo, espero que recuerdes que fuiste tú quien se negó. Pero te aseguro, Antoni, que no seré yo quien termine asesinando a Sally.
Mis manos se cierran en puños a los costados de mi cuerpo, siento las uñas clavarse en mis palmas y eso ayuda a distraer a mi mente de la ola creciente de ira en mi interior.
—Lo harás tú.
—¿Qué mierda dices?
—Cuando Sally te haya arruinado, cuando te traicione, serás tú quien desee acabar con ella —asegura.
Y tras decir eso, simplemente se marcha de la oficina.
Mi humor no es precisamente el mejor luego de la visita de Theo. Un sabor amargo se ha instalado en mi boca, una molestia persistente en mi pecho que no se va por más que lo intento.
Ni siquiera concentrándome en el trabajo consigo hacer que los pensamientos se vayan, Franco vino a la empresa cerca de media hora después. Fue el único con el que me permití compartir todo lo que ocurrió en la oficina, esperando que con eso pudiera sentirme mejor.
No lo conseguí, claramente.
Que Theo sepa quien está detrás del atentado contra 'Ángelo no es una seguridad, fácilmente podría inventar cualquier nombre, sin embargo, tampoco es tan improbable.
Tuvo razón al decir que con solo una llamada conseguiría información, es un político importante después de todo, sin embargo, no sería capaz de abandonar a Sally por obtener esa información.
Estaba preocupado, ansioso y con un nivel de estrés por los cielos, que agradecí el hecho de que, al llegar, Sally no estuviese en el departamento.
Simplemente le envié un par de mensajes diciéndole que no podría llegar a casa de Ángelo esta tarde y luego me desatendí del celular.
Con el lanzamiento del software, el asunto de Ángelo y la visita de Theo, mis niveles de tensión son tan elevados como hace mucho tiempo no sentía.
Debí suponer que Franco no se guardaría la información para sí mismo, y terminaría por contarle a mi hermano, ocasionando que Ángelo se presentara a mi puerta golpeando con demasiada insistencia.
Odio mentirle, probablemente solo lo he hecho en un par de ocasiones, y esta no se va a sumar a la lista.
—¿Crees que en verdad lo sepa? —inquiere.
—No tengo idea, es más probable que tenga más información que nosotros, eso sí —él hace una mueca —pero no podemos confiar en que lo que nos diga, sea verdad.
—Tienes razón, probablemente está desesperado por deshacerse de Sally —concuerda —aunque debemos tener cuidado, si nos investigó, es seguro que sabe más cosas de la familia.
—Por desgracia para él, no tenemos secretos que esconder —le recuerdo —puede investigar todo lo que quiera, no va a encontrar nada.
Ángelo se relaja un poco, una sonrisa crispa sus labios mientras me mira con curiosidad.
—Quieres a Sally mucho más de lo que pude prever —masculla —estás enamorado.
No retengo la sonrisa —Lo estoy.
Ángelo arquea la ceja izquierda, probablemente no se esperaba una confesión tan rápida, pero ¿qué caso tiene seguir guardándola?
—Si no estuviese enamorado de ella, no estaría arriesgando tanto —tomo una inhalación, llenando mis pulmones con el oxígeno suficiente —no quiero pensar en que algo pueda sucederle, de solo considerarlo...
—Sí, entiendo bien ese sentimiento —dice dedicándome un asentimiento —es lo que pasa cuando amas tan profundamente a una persona.
No respondo, un silencio se instala entre nosotros. Mi hermano se apoya contra la barra de la cocina, justo a mi lado.
No hay la necesidad de hablar, no es un silencio incómodo, es más como si cada uno se hubiese perdido en su propio mundo.
—No quiero pensar en el accidente provocado —lo miro cuando habla —pero estoy asustado por mi familia.
Mi entrecejo se arruga. Ángelo se mantiene mirando hacia el ventanal, con un semblante inquieto.
—Sobre todo por mis hijos —continúa —el detective dice que tiene relación con los casinos, así que, si me provocaron el accidente, quieres deshacerse de mí para darle un golpe a los casinos, supongo que creerán que, sin mí, el imperio se vendría abajo.
—Y lo haría —concuerdo —eres tú quien ha conseguido ponerlos en pie, quien nos ha mantenido en lo alto. Lo que no entiendo es, ¿por qué tus hijos...?
—Son mis herederos —sacude la cabeza —cuando quieren destruir un imperio, se aseguran de que no quede nadie que pueda volver a reconstruirlo.
Un pinchazo me atraviesa el pecho.
—Paolo nunca me advirtió de esto —su mirada adquiere un destello de ira —nunca dijo que alguien intentaría matarme para quedarse con el poder.
Extiendo la mano hasta tomar su hombro.
—No te preocupes, encontraremos al que estuvo detrás de tu accidente y no tendrás que seguir preocupándote por eso —aseguro —ni por tus hijos.
Ángelo sonríe.
—Vuelves a sonar como hermano mayor —dice mirándome —ya debías reclamar tu puesto.
Me acerco cruzo el brazo por sus hombros y lo apego a mí.
—Soy un idiota la mayoría de las veces, pero siempre cuidaré de ti, hermanito.
—Lo sé —su voz está inundada en confianza y seguridad —somos los Lombardi. Nos cuidamos entre nosotros.
Una sonrisa se apodera de mis labios, tan genuina y real, porque él tiene razón.
Somos los Lombardi, y se necesitara todo el maldito universo para acabar con nosotros.
Sally parece incrédula con lo que le digo. Parpadea saliendo del pequeño trance en el que al parecer ha entrado y sacude la cabeza.
—¿Solo así? ¿Retirará los cargos y firmará? —inquiere.
Asiento. —Eso fue lo que dijo.
Frunce los labios, su frente se arruga y la miro con confusión, ¿no se pondría feliz?
—¿Qué ocurre?
—Theo no es alguien que de su brazo a torcer con facilidad —suspiro. No le he dado demasiados detalles sobre nuestra conversación, esperaba que no fuesen necesarios, pero si quería mantenerla tranquila, tal vez debo hacerlo.
—Antes quiso hacer que me apartara —admito —tiene información sobre el accidente de Ángelo, según él, sabe quien fue la persona que está detrás. Y quiso convencerme de hacer negocios con él.
—¿Te negaste a todo eso?
—No estaríamos teniendo esta conversación de haber aceptado —señalo con obviedad.
Sally ladea la cabeza, una mirada dulce es lanzada en mi dirección mientras la curva de sus labios se inclina en una sonrisa.
—¿Rechazaste saber quien intentó matar a tu hermano? ¿Por mí?
—No tengo la seguridad de que lo que me diga será verdad y, ¿Cómo te abandonaría? Incluso Ángelo no me lo hubiese perdonado, dolcezza. Theo Black no es un hombre en el que se pueda confiar, no quiero tenerlo como aliado.
Un suspiro tembloroso brota de ella.
—No tienes nada que temer —le aseguro —pronto recibiremos los papeles de divorcio y estarás libre de ese cabrón.
—Libre es una palabra que antes parecía tan...lejana —dice conectando la mirada con la mía —pero ahora está más cerca gracias a ti. Te debo tanto, Antoni.
—No me debes nada, dolcezza. Prometí que te protegería, eso es justo lo que estoy haciendo, y lo que seguiré haciendo hasta mi último suspiro.
Ladea la cabeza, se acerca hasta mí y envuelve los brazos a mi alrededor, su aliento golpea contra el hueco de mi cuello cuando parece esconder el rostro ahí. Sonrío, cruzando los brazos alrededor de su espalda y apegándola a mi pecho un poco más.
—Pronto serás libre, y podremos hacer todas esas cosas que tú deseas —dejo un beso en su coronilla y luego coloco los dedos en su mentón para hacer que me mire —la pesadilla acabará pronto, lo prometo.
Sally se aferra a mí y permanecemos un poco más de esa manera antes de que ella se aparte y me haga extrañar su cercanía.
Solo debemos esperar un poco más, y con suerte, todo esto acabaría de una vez por todas, y podríamos concentrarnos en el siguiente asunto importante.
Atrapar al hijo de perra que quiere deshacerse de mi familia.
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