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14.- Deseos ocultos


Antoni

Mis pasos son apresurados mientras corro hasta la recepción. Franco, el mejor amigo de Ángelo y su novia Jodi, vienen detrás de mí al mismo ritmo.

—Necesito informes sobre mi hermano, su esposa y mi sobrina —hablo con rapidez —Ángelo, Daphne y Antonella Lombardi, ingresaron hace una media hora por un accidente automovilístico.

La chica teclea algo en el computador que está frente a ella y luego de un par de minutos que me parecen eternos, vuelve la atención a mí.

—Su hermano está estable, lo han trasladado a piso —dice y el alivio cae sobre mí como una ola gigantesca —de su esposa y la joven aún no tenemos informes.

—Gracias —mi respiración se regulariza tan solo un poco —¿en que habitación está?

—No es horario de visita aún —dice con amabilidad —debe aguardar en la sala de espera hasta que un medico llegue para darle mayores informes.

Retengo la maldición y me obligo a agradecerle una segunda vez.

—Bueno, al menos sabemos que Ángelo está bien —dice Jodi, quien es algo así como mejor amiga de mi cuñada, mientras se coloca a mi costado —tu hermano está bien, Antoni. Ellas igual lo estarán.

—Un accidente —mascullo mientras cierro los ojos y sacudo la cabeza —perdimos a Lucca y a Jenna de la misma manera, así que no... —me detengo —dijeron que estaban graves, Ángelo está estable, pero si Anto o Daphne...

—Ellas van a estar bien —dice Franco con seguridad mientras coloca la mano sobre mi hombro —no debes preocuparte.

Me rehúso a llamar a mi madre, pero evidentemente no puedo decidir sobre la madre de Daphne, así que Jodi termina llamando a la señora Lennox para informar sobre lo que había ocurrido.

La sala de espera es uno de los lugares más infernales del mundo, solo he estado aquí tres veces, incluyendo esta, y en las tres he estado esperando noticias de mis hermanos. Noticias que no siempre fueron las esperadas.

Sally me envía un par de mensajes, le respondo lo poco que sé y le pido que, si los niños despiertan, no les diga absolutamente nada hasta saber con exactitud el estado de sus padres.

No corremos con la suerte de tener noticias pronto, la pobre chica de recepción seguramente pensó en llamar a seguridad para que me echen por mis constantes insistencias sobre el estado de mi familia, pero ninguna de ellas tuvo el resultado que esperé.

La madre de Daphne corre la misma suerte, aún no hay informes sobre mi cuñada y sobrina.

No es hasta un par de horas después, cerca de las cinco de la mañana, cuando un medico aparece.

No dudo en incorporarme para conseguir estar más cerca, la madre de Daphne también lo hace casi de manera inmediata. La tensión en mi cuerpo vuelve mientras le cuestiono al médico el estado de mi hermano y familia.

—Su hermano está estable —dice con seguridad —la bolsa de aire impidió un daño mayor, pero el impacto contra la bolsa ocasionó dos costillas rotas así que necesitará mucho reposo y deberá permanecer en el hospital al menos cuarenta y ocho horas más para monitorear el golpe en la cabeza. Esta inconsciente ahora, pero despertará pronto.

Voltea una de las hojas y toma una inhalación.

—Me temo que la señora Lombardi no tuvo tanta suerte —dice y la madre de Daphne suelta una exclamación —el impacto fue de su lado, así que tiene más heridas que incluyen dislocación del hombro izquierdo, dos costillas fracturadas y una herida seria en la cabeza. Su bolsa de aire falló así que tiene cortes por los vidrios y muchas contusiones en el rostro. Pero estará bien, su pronostico es alentador.

—¿Qué hay de mi nieta? —inquiere la señora Lennox —¿Cómo está ella?

—La señorita Lombardi ha despertado, el cinturón y al viajar en la parte trasera del auto ayudaron a que no tuviese mas que algunos golpes. Pueden verla a ella primero si gustan. Los señores Lombardi siguen inconscientes, pero no deben preocuparse, estarán bien.

Todo el pánico se disipa, se esparce y se esfuma con el viento. La presión en el pecho desaparece y por primera vez en horas, siento que puedo respirar. Como si algo estuviese presionándome el pecho, exprimiendo mis pulmones de todo el oxígeno.

—Creo que tu deberías entrar primero —dice la señora Lennox —es mi nieta, pero supongo que ahora quiere ver a su tío. Yo aguardaré aquí por si tu hermano o mi hija despiertan.

—De acuerdo —le agradezco con una sonrisa —Franco, ¿puedes llamar a mi madre? Realmente no quiero lidiar con Beatrice.

—No te preocupes, yo me encargo —asegura.

Les doy una última mirada antes de seguir al doctor que aguarda a unos pasos de distancia. Lo sigo hasta el elevador, Antonella se encuentra en la tercera planta así que nos toma algunos minutos llegar, durante el camino el medico me informa de todo el estado de mi sobrina, y agradezco de manera infinita el que no tenga ningún daño.

Cuando ingreso, Anto luce aliviada, tanto que comienza a llorar. Me acerco hasta conseguir rodearla con mis brazos, tratando de darle un poco de consuelo.

—Dime que están bien, tío por favor —suplica sollozando—dime que el tío Ángelo y Daphne están bien.

—Lo están —murmuro apegándola a mi pecho —no te preocupes por nada, ellos estarán bien. Despertarán pronto, el médico dijo que no debemos preocuparnos.

—Estaba tan asustada —solloza.

—Ya no lo estés más, tesoro. Ellos estarán bien —aseguro —¿Tú te sientes bien? ¿Te duele algo?

Niega. Tiene un par de moretones en el rostro y en los brazos, pero fuera de eso luce completamente bien.

—Yo igual me asusté, me alegra tanto ver que estás bien —. extiendo una mano para acariciarle el cabello —Sé que esto puede ser apresurado, pero ¿cómo pasó?

—No tengo idea —dice apartándose, recuesta la espalda de nuevo contra las almohadas y me mira —estábamos hablando sobre la noche, Daphne decía que te enviaría un mensaje para informar de nuestro regreso y el tío Ángelo hablaba conmigo, íbamos rápido pero no lo suficiente como para causar un accidente. Escuché a una de las enfermeras decir que probablemente tío se durmió, pero es imposible, estábamos riendo y de pronto solo pasó, las luces del auto y todo fue...horrible. El movimiento del auto, el grito de Daphne, el sonido de los cristales y luego los vi inconscientes...

—Oh, ven aquí —la rodeo con mis brazos cuando ella solloza de nuevo.

—Ninguno me respondía, yo pensé que los había perdido también —cierro los ojos cuando sus palabras me atraviesan el pecho —debí desmayarme también porque no recuerdo más. ¿Me estás diciendo la verdad? ¿Ellos están bien?

—Fue lo que el medico dijo —aseguro —Daphne tiene algunas fracturas, y Ángelo un par de costillas rotas, pero no hay nada más. Despertarán y esto solo va a ser un horrible susto.

—No soportaría pasar lo mismo otra vez —dice con voz rota.

—Ni yo —le confieso —pero no pasará, ellos aún están aquí. Y yo también, me aseguraré de que estés bien atendida, ¿sí? Que no te falte nada.

Asiente.

—Tío, ¿puedes llamar a Leo? —sonrío cuando menciona a su novio —debe estar preocupado que no le avisé de mi llegada a la casa.

Como si sus palabras fuesen una clase de invocación, recibo un mensaje de Sally en ese preciso momento.

"Leo está aquí, está preocupado por Antonella. ¿Qué debo decirle?"

Le extiendo el celular a mi sobrina, soy consciente de como su mirada adquiere ese brillo cuando lee el mensaje.

—Llámalo tú, estaré afuera —señalo la puerta.

—Gracias, tío.

—No me agradezcas —me incorporo dándole una última caricia en el cabello y me aparto —me alegra tanto verte bien, Anto.

Ella me sonríe y la preocupación se esfuma de mi organismo cuando reconozco la sonrisa y la mirada.

—No te librarás tan fácil de la mayor de tus criaturas malignas —dice con diversión.

—Oh, créeme. Lo que menos quiero hacer es librarme de ustedes —me inclino hacia adelante y dejo un beso sobre su frente —llama a tu chico y dile que estás bien, entraré de nuevo en unos minutos.

Vuelve a asentir así que salgo. Tomo una inhalación cuando me encuentro fuera y me apoyo contra la pared.

Ellos están bien, van a estarlo.

Me repito la frase hasta que el pánico se va, hasta que el miedo se esfuma y en su lugar solo hay un sentimiento de esperanza por la recuperación de mi familia.

Han pasado dos horas desde que me dieron el último informe de Ángelo. Casi no he dormido nada, he estado a su lado en la habitación esperando a que despierte.

La madre de Daphne se encuentra ahora con ella, y Jodi le hace compañía a Antonella.

Observo a mi hermano en la cama y suelto un suspiro. Realmente esperaba que esta fuese la ultima vez que lo miro de esta manera, con todo lo que ha vivido, estar lejos de los hospitales es lo mínimo que merece.

Me incorporo cuando el ardor en mi espalda se intensifica. Me apodero del vaso de café y tomo el escaso líquido que queda dentro del recipiente. Mis ojos arden por la falta del sueño, pero me niego a marcharme de la habitación de mi hermano.

Le he llamado a Sally para informarle lo que había ocurrido, los niños habían comenzado a preguntar por su padre y Jacob parecía tan preocupado por Ángelo que, según Sally, apenas y pudo convencerlo de ir al colegio.

El medico había dicho que estaban estables, pero aún con las horas que han pasado, ninguno da señales de despertar y eso me inquieta.

¿Y si pasaron algo por alto? ¿Y si no vieron algo? ¿Un detalle que hace que no despierten?

El cielo parece apiadarse de mí porque antes de que pueda seguir creando preguntas sin respuesta, Ángelo se remueve en la cama. Un gemido adolorido brota de sus labios y hace que olvide el cansancio, el sueño, el dolor en mi espalda. Olvido todo y solo me acerco con rapidez.

—Hermano —abre los ojos, pero no por mucho tiempo. Tengo que detenerlo cuando intenta incorporarse.

—Daph...—su voz brota en un sonido ronco —Anto...ellas...

—Están bien —le informo sosteniéndolo para que deje de intentar incorporarse —Ellas están bien, ahora debes dejar de intentar ponerte de pie.

Un par de enfermeras ingresan y me obligan a apartarme de él. No me marcho de la habitación, permanezco de pie a un par de metros mirando como lo atienden, el médico revisa su visión y reflejos, y cuando se acerca realmente espero que sean buenas noticias.

—No parece tener daño neurológico por el golpe —informa —lo tendremos en observación, pero no se preocupe, todo con su hermano parece en orden.

—Gracias —el médico me dedica una sonrisa amable antes de retirarse.

—Antoni...—Ángelo pronuncia mi nombre en un tono ronco —¿ellas están bien?

Me acerco, tiene el rostro contraído y las manos contra sus costillas.

—Puedo pedirle a la enfermera que te de morfina —sugiero —parece que te duele.

—Como los mil infiernos —dice entre dientes con la voz aún débil—pero te hice una pregunta.

Las enfermeras vuelven y colocan algo en la intravenosa, el rostro de Ángelo se relaja y su cuerpo también.

—Daphne aún no despierta, pero lo hará —aseguro cuando me mira con alarma —y Antonella está perfectamente, no tuvo ningún daño, además de los golpes.

Parece aliviado, recuesta la cabeza contra la almohada al mismo tiempo que cierra los ojos.

—Un maldito accidente —dice débilmente —fue tan rápido, no sé que pasó.

—Antonella me contó un poco —respondo —ya tendremos tiempo de tratar eso, ahora debes descansar. Necesitas descansar.

—Necesito ver a mi esposa —exige.

—Acabas de despertar, estuviste horas inconsciente —objeto —sé que quieres verla, pero te prometo que ella estará bien.

Suelta un gruñido y sonrío.

—Me alegra que despertaras, me hiciste tener un maldito ataque de pánico —abre los ojos cuando admito aquello —me preocupaste, hermanito.

Sonríe débilmente, mantiene los ojos entre abiertos pero la emoción se refleja en ellos.

—Ya sabía yo que me querías —dice soltando una respiración.

Supongo que la morfina comienza a hacer sus efectos porque parece a punto de dormirse.

—Eres mi hermano menor —le recuerdo —es mi deber cuidar de ti, sin importar que te creas un idiota con complejo de héroe.

—Cuida de Daph —pide soltando un suspiro antes de prácticamente volver a dormirse.

Sonrío.

—No tienes que pedirlo —murmuro.

Vuelve a dormirse debido a la morfina, a pesar de que sé que ya se encuentra bien, me rehúso a abandonar su lado.

Solo salgo para hablar con la madre de Daphne, como era de esperarse, fue cuestión de tiempo para que ella también despertara. Al igual que Ángelo requirió morfina para el dolor de las fracturas de las costillas, pero la evaluación fue favorable.

Solo cuando me aseguro que los tres están bien y cuando los guardias de Ángelo custodian las entradas de cada habitación, puedo aceptar marcharme.

Sally está en la puerta cuando llego en el auto, los niños mayores están en el colegio así que no hay preguntas insistentes. Me permito bajar con lentitud sintiéndome repentinamente tan agotado que solo quiero dormir.

—Hola —lo dulce de su voz me envuelve —han sido horas difíciles, ¿no es cierto?

Apenas asiento.

—Cuando llamaste preparé la tina con un baño caliente —dice con una sonrisa —y te hice el desayuno, aunque no sé si quieras comer. También hice algunos tés y...

Deja de hablar cuando la envuelvo en mis brazos, el hecho de que mencione todas las cosas que ha hecho por mí, combinado con el sentimiento que aún permanece en mi pecho por el accidente, me hace sentir vulnerable.

—Me alegra tanto que todos estén bien —dice mientras me aferro a ella —¿tú lo estás?

Me aparto, asiento mientras tomo una larga inhalación.

—Solo estoy cansado —susurro —muy cansado.

—Bueno, entonces toma ese baño y duerme un poco, ¿bien? Luego puedes comer algo, estaré pendiente de tu celular por si alguien llama, no te preocupes.

Dios, ¿hace cuanto que alguien no se preocupaba de esta manera por mí? ¿Cuándo fue la ultima vez que alguien me preparó un baño caliente y me hizo el desayuno?

Sally aún continúa de pie frente a mí, aguardando por una respuesta. No pienso mucho en acercarme y rodear su pequeña cintura con mis brazos, mis labios buscan los suyos en un beso necesitado de su calidez, de su tacto, de la dulzura que siempre ha estado en ellos.

—Gracias, Dolcezza —susurro apartándome tan solo un poco.

—Yo también puedo cuidar de ti —asegura con una sonrisa extendiéndose en su rostro —y se me da bastante bien.

—No tengo duda de eso —me obligo a apartarme porque a cada segundo que pasa parezco necesitar más y más esa ducha.

Mientras camino con ella de vuelta al interior de la casa, un cuestionamiento me cruza la mente. ¿Cuándo se tarda en querer a una persona? ¿Cuánto tiempo toma desarrollar sentimientos tan sinceros?

¿Cuánto tarda en aparecer el amor?

¿Son acaso días, semanas, meses, años? ¿Y como saber lo que es, cuando nunca antes has experimentado algo como esto?

Pero supongo que el hecho de perder la cabeza por alguien, el echarla de menos, el hecho de desearla a todas horas, el querer eliminar distancias y solamente besarla una y otra vez hasta que el tiempo se acabe, el sentir el corazón a punto de estallar cuando la vez, solo puede llamarse de una forma.

El sentir que la conoces de años, el poder hablar sin sentirse juzgado, sentir apoyo, lealtad. El sentirse tan querido...

Solo puede ser amor.

Un tipo de amor que no he sentido nunca, un tipo de amor que solo Sally Rizzo es capaz de crear en mi sistema. Porque ya la quiero, no deseo negármelo a mi mismo, no deseo negarme el placer que me produce el sentir todo esto.

Ángelo tiene razón, nunca es demasiado tarde para quitarse las armaduras. Y la liberación que se siente es sin igual.

Dije que no quería someterme voluntariamente al sufrimiento que involucra el enamorarse, pero cuando llega y te atrapa, no hay opción.

Te sometes, no como sacrificio, sino como un acto voluntario en el que le das a la otra persona el poder sobre ti, confiando en que no hará nada más que amarte.

Y yo, Antoni Lombardi, decido someterme ante ella.

Aún cuando no lo sabe, aún cuando es ajena a mis sentimientos, me someto.

Porque ser querido por Sally Rizzo no es un problema, sino que es un maldito privilegio.

Doce horas más tarde, toda la angustia por el accidente ha desaparecido. Mi hermano, su esposa y mi sobrina se encuentran completamente fuera de peligro. Ninguno requiere de morfina, así que están tan despiertos como les es posible.

—¿Cómo están mis niños? —cuestiona Daph.

—De maravilla, aunque los echan de menos —respondo —pero están bien, le dije a Ángelo que me quedaría algunos días, o al menos mientras lo necesitaran porque la nana sigue enferma.

—¿De verdad? No queremos perjudicarte, eres un hombre ocupado.

—Tonterías —sonrío —la empresa sigue funcionando sin mí, además, ¿Cómo planean atender a seis niños y una adolescente con sus costillas rotas?

Eso la hace reír, una mueca de dolor aparece en sus labios al poco tiempo.

—Las costillas rotas duelen mucho —se queja, pero sonríe levemente —nos las arreglaremos solos, o podemos contratar a otra nana mientras Marie se recupera.

—Eres tan testaruda como tu esposo —reprendo —no tengo problema, puedo cuidar de mis sobrinos hasta que la nana vuelva.

—Debe de ser un gran sacrificio para ti, ¿no es cierto? —se burla —sobre todo porque tendrás que ver a Sally todo el día.

Sé el rumbo que toma la conversación y solo soy capaz de reír.

—Hago esto porque sé que necesitan de mi ayuda —objeto —no porque quiera estar con mi novia todo el día.

Daphne arquea una de sus cejas, me lanza una mirada divertida y luego se ríe.

—¿Tu novia? —inquiere —que yo sepa no lo has pedido.

—Daph...—echo la cabeza hacia atrás y resoplo.

—No puede ser tu novia sin la propuesta —reprende con seriedad —y Sally merece una.

—Claro que la merece —concuerdo —y voy a dársela.

Luce sorprendida ante mis palabras, soy consciente de la forma lenta en la que una sonrisa se abre paso por sus labios hasta que consigue colocarse en ellos.

—Sally es una buena mujer, Antoni. Así que muévete con cuidado porque si la lastimas, voy a patear tu trasero.

—Eres más amable con morfina —la molesto.

Se ríe un poco antes de tomar un corto suspiro y mirarme.

—No hay nada mejor que ver a un Lombardi quitarse la armadura —dice casi con aire orgulloso —gracias por todo lo que haces para ayudarnos, Antoni. Significa mucho para nosotros.

—Eso es lo que hace la familia, ¿o no?

Sonríe suavemente, yo le devuelvo el gesto.

—Es lo que hace —asegura.

Bastaba una rápida mirada a la vida de mi hermano para entender que existían cosas más importantes que el estatus o el dinero, hay pequeñas cosas que dotan los momentos más simples, de algo que los vuelve inolvidables.

He pasado los últimos tres años de mi vida convenciéndome de que no necesito nada más, estando tan seguro de mi estilo de vida, feliz con mi vida "solitaria". Pero ahora, es como si hubiese decidido cambiar de chip, colocar una nueva memoria en mi interior.

Una en donde todos los deseos ocultos salen a flote, en donde quiero nuevas cosas, una en donde deseo todo eso que una vez dije que no me resultaba importante. Mis deseos reprimidos surgen como una cascada.

Mientras Daphne sigue hablando sobre sus hijos, mientras me mira sonriente diciendo que quiere volver a casa para estar con los niños, pienso que mi hermano tuvo suerte de encontrarla. Daphne es una mujer excelente, y desde el segundo uno fue evidente que ella y Ángelo querían las mismas cosas.

El recuerdo de Sally se me incrusta en la mente, ¿podríamos ella y yo correr con la misma suerte?

Supongo que era cuestión de tiempo para conocer la respuesta, pero por ahora, se mantenía como el principal misterio a resolver. 

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