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EPÍLOGO

3 años después.

Rachel.

¿Había dicho ya que odio las sorpresas?

Bueno, en realidad algunas sorpresas.

Se podría decir que no me gustan esas que te hacen levantar temprano, maquillarme, vestirme y ponerme una venda en los ojos. ¡Sin saber el motivo!

Puedo asegurar que odio a Julieta, quizás cuando me saque la venda parezca un mapache, y se lo he dicho, pero ella solo ríe emocionada.

Si tuviera mis ojos al libre estaría fulminándola con la mirada, está aprovechando del momento, lo sé.

Pero para saber el verdadero motivo de mis repetidos gruñidos y quejas sin parar, es porque estaba cómodamente dormida en los brazos de Troye rodeada por los tres diablillos que no paraban de roncar. Y había despertado ya hace media hora, pero estaba haciéndome la idea de todo lo que había que hacer un sábado por la mañana.

Desayunar, peleas y abrazos, bañarse, peleas y abrazos, almorzar, peleas y abrazos.

Y se preguntarán, ¿Por qué peleas y abrazos?

Porque Lorenzo y Lisandro son muy protectores con su hermana Ángela. Y la de cabello dorado les encanta hacerles pelear, es una pequeña diablilla que disfruta el caos.

Estoy levemente orgullosa.

Pero volviendo al inicio, el carro se había detenido.

—¡Por fin! ¿Puedo quitarme la venda? — pregunto sonriendo con malicia, solo esperaba la oportunidad para darle un golpe.

—Ehh, no, por mí seguridad —dice con tartamudeo. Estaría rodando los ojos ahora mismo.

— ¿Me hiciste prepararme tanto para al final parecer un mapache? — gruño en pregunta, ya estaba exasperada. —¿Al menos podemos bajar ya?

—Cuando me den la señal — dice en un susurro.

— Agh, ¿Qué se...

—¡Ahora! Espérame que salgo.

Escucho que abre y cierra la puerta de golpe.

No es que esté dudando de mí propia familia, pero Julieta podría estar buscando venganza de cuando corte la cabeza de su osito pio, no recuerdo haber marcado su infancia con eso. En ese caso sería Stephen que mancho su vestido favorito con carbón.

Podríamos hacer un trato y ayudarla con Stephen.

Tengo tres hijos, no pueden quedar huérfanos...

—Rachel —escucho el llamado de Julieta al lado mío, no me había dado cuenta que abrió la puerta. — Quita esa cara de preocupada, no es nada malo — añade riendo.

—¿Entonces por que tanto secreto? — pregunto mientras tiro la mano para que me ayude a salir, con la falda apretada a mí silueta se me dificultó pararme y el no ver nada me hizo casi perder el equilibrio.

— Ya verás —dice con emoción.

Me costaba caminar con tacones en el césped así que me detuve y me los saqué.

—¡Rachel! —se queja Julieta.

Me encojo de hombros riendo. Sintiendo la satisfacción en mis dedos por la suavidad del césped. A pesar de tener los ojos vendado podía ver los reflejos del sol.

De repente nos detenemos, y yo me estoy sintiendo más perdida de lo que estaba, lograba escuchar murmullos de gente, podría decir que estoy rodeada. De cerca escucho unas risillas traviesas y sonrío al saber que son más hijos.

¡Mamii! escucho la tierna voz de Ángela gritar seguido de Lorenzo y Lisandro.

—1, 2, 3... — la voz de Julieta es un susurro y cuando llega al tres destapa mis ojos por completo, el rayo de luz golpea en mí rostro sintiendo la necesidad de cerrarlos. Cuando me acostumbro a la claridad y enfoco la vista hacia mí alrededor me quedo sin habla y tiesa en mí lugar.

Cientos de rostros desconocidos pero con algo en particular, mí primer y segundo libro en brazos, ansiosos por conocer a la autora que lanzó sus libros en éstos tres años.

La sonrisa parte mí rostro y llevo mis manos a mí boca aún sin poder creerlo, sin duda ésta era la mejor sorpresa que podía haber imaginado, Julieta se había unido a mí familia que me miraban con orgullo en sus ojos, el apoyo y cariño de ellos todo este tiempo hacían que yo esté llorando de felicidad ahora mismo, sintiéndome rodeada por la gente correcta.

Me voy acercando poco a poco saludando a cada una de las personas que estaban aquí por mí y las maravillosas historias que están en esos libros. Todos parecían tan felices por saber de mí y cómo surgió absolutamente todo.

- Estoy tan feliz de conocerte, te has vuelto mí autora favorita.

- Tu libro me ha ayudado muchísimo, nunca creí que algo así me iba a funcionar.

- ¿Cuándo vendrá el próximo? ¿Tendrá segunda parte?

Troye se me acerca a darme el micrófono para hablar y le agradezco con la mirada, pero antes de retirarse me largo a sus brazos, y él me recibe gustoso.

— Muchas gracias, mí amor —le digo con emoción en cada palabra. Sabía que él había estado planeando esto durante mucho tiempo, no me lo había dicho pero si lo notaba, solo que no sabía de qué trataba su plan.

—No tienes nada que agradecer, eres maravillosa en lo que haces — me responde viéndome a los ojos, agarra mis mejillas y me da un corto pero dulce besos. Sonríe nuevamente sintiéndome derretir por la belleza en su rostro y corazón. — Tienes mucho talento, bebé, todas las personas aquí y de todo el mundo lo saben.

Antes de largarme a llorar como una niña chica le doy otro beso para apartarme y hablar frente al público.

—Primero que nada, disculpen lo desaliñada que estoy —aclaro señalándome, aún sin tacones y el maquillaje un poco corrido. —Yo me estaba preparando para correr, creí que mí hermana haría venganza por cortar las cabezas de sus muñecas, sepan entender, los Culligs siempre queremos vengar — añado con exageración y la gente ríe. Me quedo un segundo en silencio. —Si me hubieran dicho hace cuatro años que estaría aquí, con todos ustedes presentes y mí hermosa familia, me hubiera reído en su cara, porque era una persona completamente diferente a lo que soy y me formé hasta el día de hoy —digo con orgullo en mis palabras. — ¡Pero, ojo! Sigo con las peleitas con mí hermano, mí madre aún me reta por comer con la boca abierta, y mí pareja tiene que despertarme en la mañana cuando uno de mis hijos llora — digo ahora riendo acompañada del público. — Porque de eso se trata, crecer como persona aún teniendo el toque que te vuelve única e indispensable, y es ese efecto que le puse a cada uno de mis personajes en los libros —.Sonrío. —Ahora si me quieren hacer preguntas sobre los libros estoy abierta a responder absolutamente todo —hablo apoyándome en la mesilla con entusiasmo.

—¿Qué esfuerzos has echos para llegar hasta aquí? ¿Cuáles consejos le darías a alguien que recién empieza en el mundo del autor? —dice una periodista con su libreto en mano, me siento nerviosa al saber que esto podría salir en una revista.

Me preparo para responder con una sonrisa en mis rostro, hasta yo podía sentir el brillo en mis ojos.

(...)

Las personas ya se habían ido luego de responder todas las preguntas y firmar autógrafos en los libros. Debía de admitir que terminé muy agotada.

—¡La fiesta aún no termina! — grita Julieta con una cerveza Corona en su mano, me tiende una botella y la acepto riendo.

Mami, mami, Agelito die que se va con Román — viene Lisandro a tirar de mí falda para ponerme la queja, río dejando la botella en la mesa y lo alzo en mis brazos. Él se cruza de brazos con un puchero en sus labios, me mira con sus ojos aguados.

— Ángela te ama, mí amor, no te ponga celoso —le aseguro besando muchas veces su tierna y grande mejillas. Lis empieza a soltar carcajadas fuertes y me abraza con sus cortos bracitos.

Troye se acerca a mí con Ángela y Lorenzo en sus brazos. Sonríe divertido cuando me ve. — Otra vez Ángel les dijo que se irá con Román y Giovanni.

—Hablando de Roma, ahí se asoman —le susurro señalando a los dos mellizos que corrían con ternura hacía nosotros.

Hola, hemanita y Tol, ¿polemos jugal con angelito, loenzo y lisando? pregunta Román con una gran sonrisa mostrando sus hoyuelos y con algunas faltas de dientes que hacían que no pudiera pronunciar la R.

¿Siiiii? añade Giovanni con entusiasmo, siendo la copia exacta de su hermano a su lado.

Miro a mis hijos y ellos asienten estando de acuerdo, Lorenzo y Lisandro no muy de acuerdo viendo como Ángela abraza a sus tíos.

Pero no me quites a mí hemanitaescucho a Lorenzo pelearles y con Troye reímos.

Cuando estamos solos con Troye me agarra de la cintura con su mano derecha y su otra mano mí nuca, me da un apasionado beso sintiendo al compás su lengua con la mía.

—¿Estás preparada para ésta noche? — pregunta con una expresión coqueta, podía sentir que mis piernas tambalean al ver sus labios tirar de una sonrisa.

—Preparada es mí segundo nombre —le respondo el coqueteo con un guiño acariciando levemente con mis uñas su cintura. Veo que sus ojos se transforman en un negro y sonrío con malicia.

— Usted es mala Srta. Culligs —dice fingiendo estar ofendido.

—¿Ustedes nunca paran? — la voz sería de mí padre se hace presente y Troye se aparta de inmediato de mí.

— Lo siento, Sr. Culligs— habla Troye carraspeando su garganta.

— Cariño deja de molestar a Troye — mi mamá se acerca sonriendo. — Tranquilo solo está bromeando — le dice al hombre a mí lado retociendose en los nervios.

Suelto una carcajada.

—¿Le pasa algo a Stephen? —pregunto cuando miro hacia mí hermano que estaba apartado, con una cerveza en su mano y el celular en la otra, no podía ver su expresión por la poca intensidad del póster de luz.

—Intenté hablar con él y dice que está bien, que ya se acerca — le resta importancia Julieta.

— Ya vuelvo —les digo antes de caminar hacía Stephen. — Hey —le digo cuando estoy a su lado.

Él me mira y de inmediato sonríe, pero la sonrisa no llega a sus ojos.

— Felicidades por lo de hoy, hermanita — dice y a pesar de estar abatido por algún tema rondando en su cabeza, podía sentir que la felicitación era real.

Le sonrío con cariño y bajo mis ojos a su celular. Llámenme metiche pero no podía ver a mí hermano así de mal.

—¿Liam? —pregunto tragando saliva.

Stephen aparta el celular y mira para el costado, rechazando la mirada.

—Se casó con alguien en París — dice mirando a la nada, siento la tristeza en su voz. Costaba entender que Liam ya había echo su vida, Stephen había intentado todo este tiempo contactarse con él, y hasta yo creí que esa relación iba a funcionar.

— Aún lo amas —le digo como una afirmación más que una pregunta.

— Fue un golpe duro de la realidad — sentía como le cuesta seguir hablando, paso mí brazo a su hombro acercándolo a mí. — Creo que algunos amores están destinados a ser pero no a estar.

Siento mí corazón hundirse al escuchar a mí hermano llorar por amor una segunda vez en la vida.

Lo rodeo con mis brazos estrechando su cuerpo con el mío. Paso mí mano en su espalda.

Cuando pasan los minutos en silencio siento su respiración tranquila.

Él se separa de mí y limpia sus mejillas con una media sonrisa. - Ya, ya pasará - asegura levantando sus hombros.

—Vamos con la familia, las rabietas de mis hijos te harán reír —bromeo intentándolo hacer reír y él lo hace, sorprendentemente como si nada hubiera pasado.

—Es la copia exacta de ti.

—¿De mí? Yo no celaba a nadie — le contradigo frunciendo el ceño.

— ¿No te acuerdas cuando le cortaste la coleta a la niña que me daba cartitas en kínder? — dice Stephen, desgraciadamente cerca de nuestra familia y Troye me mira con los ojos abiertos.

Mí madre ríe como loca acordándose. —La dejaste pelada.

—Oh, si, cuñado, te metes en terreno peligroso — dice Julieta asintiendo. La fulmino con la mirada y luego miro con una tierna sonrisa a Troye.

Todos a mi alrededor ríen menos yo que cruzo mis brazos y hago un puchero.

Al igual que Lisandro venía llorando.

(...)

Ya era la cuarta vez que Troye recibía una llamada de su madre y él no atendía. Habíamos hablado de este tema, pero él estaba reacio a contestarles y yo solo me encojo de hombros, era su decisión aunque intenté aconsejarle.

— Al menos déjalo en silenciador — gruño desde mí lado de la cama, me hundo en las almohadas sintiendo como me deja de abrazar. — Tengo frío — me quejo esta vez escuchando como ríe.

— Espérame, princesa —dice levantándose de la cama, saco mí cabeza de las almohadas mirando como atiende la llamada. Lo miro extrañada por tal decisión.

Me sorprendía que lo hiciera, pero me dejaba conforme, ya era tiempo de que arreglara las cosas con sus padres.

Roma había venido a visitarnos y de vez en cuando le tiraba indirectas de cuándo iríamos a verlos. Troye se notaba tenso, y siempre terminábamos con un silencio incómodo, que mis hijos se encargaban de romper con risillas por las caras feas que le hacía Luca.

Pero no era el tema, según Roma, sus padres estaban extrañando la presencia de Troye, y yo solo espero que sea así.

—Fueron los tres minutos más largos de mí vida — la voz ronca de Troye se escucha por la habitación, él viene directo a acostarse y hundirse a mí lado abrazándome.

Rio cuando siento que me hace cosquillas, le doy un beso en la mejilla y me separo levemente para apreciar sus ojos de un hermoso miel que adoro.

— ¿Están bien? — cotilleo.

— Mmh, sí —respondo con los ojos cerrados. Hace una mueca. — Nos invitaron a cenar.

Me atraganto con mí propia saliva y él abre sus ojos asustado.

— ¿Nos?

Asiente con una media sonrisa.

—¿Seguro que quieres llevarnos? — pregunto con incomodidad.

Él toma mis manos que se empezaron a retorcer del nerviosismo, las lleva a su boca y me deja un dulce beso.

—De lo único que me encuentro inseguro es de ellos, de ustedes nunca —responde clavando sus ojos en los míos, sintiendo la sinceridad.

Bueno, si pudiera gritar sin perder la dignidad y sin despertar a mis hijos lo haría ahora mismo.

Este hombre nunca puede dejarme con palabras en la boca.

Con una sonrisa plasmada en mí rostro me acurruco en su pecho desnudo, me enredo en su cuerpo tal como un koala y poco a poco dejo se escuchar el mundo exterior, casi llevándome por el sueño.

¡Mamiiiii! ¡Papiii!

¡Ashibaaa!

Gruño debajo de las sábanas para luego sentir como la cama se hunde por los diablillos que suben hasta nuestras cabezas.

—Buenos días, pequeños — saluda Troye con una sonrisa impecable, me quedo mirándolo extraña porque, no puede ser creíble que tenga tanta energía, parece un niño más. —¿Adivinen qué? — pregunta con entusiasmo. Finalmente sonrío agarrando a Ángela en mis piernas, peino su alocada cabellera que estaba desparramada. Los tres chillan esperando a que diga la sorpresa. — ¡Hoy saldremos a cenar afuera!

No se hicieron tardar los gritos con un "¡Si!" de los tres que empezaron a saltar en la cama. Ellos adoran salir a comer afuera, y bueno, también les gustan la calle, para qué mentir.

La tarde pasó rápido, mis hijos se hicieron fanáticos de la televisión, así que hacemos maratón de películas de Shrek con palomitas y como terminó temprano, con Troye nos sentamos en el piso para estimular un poco su mente mostrándoles distintas figuras que respondían en la mayoría correctamente.

A las siete de la tarde empezó el caos, con ayuda de Troye vestimos a los pequeños adecuadamente, aunque él me decía que no era para tanto, pero Lorenzo y Lisandro estaban con un impecable traje de su talla, debo de admitir, y no por ser la madre, pero son unos niños hermosos.

Y sin olvidar mencionar a Ángela, vestía un vestido blanco con pequeñas rosas pegadas que lucían lo hermosa que es.

Pero lo que más me mantenía orgullosa es que son unos niños muy inteligentes y bien portados. Obvio que tienen sus rabietas, peleas y gruñidos, heredado de mí, pero como todo pequeño, y sabemos llevarlo bien.

— Pero qué niños tan bonitos están viendo mis ojos — digo llegando a ellos que jugaban en su lugar los tres juntitos, me pongo de cuclillas abriendo mis brazos y ellos sin pensarlo se lanzan encima mío llenándome de besos. —Te amo, te amo, te amo —le digo a cada uno besando la mejilla. Ellos sueltan carcajadas pero luego de unos minutos se desconocen cuando Lorenzo le tira del pelo accidentalmente a Ángela. — Fue sin querer, Ángel— le digo levantándola en mis brazos con un puchero, ella empieza a llorar. — Oh, ya bebé.

La tengo en mis brazos calmando su llanto mientras espero que Troye termine de arreglarse. Pude notar su nerviosismo por ir a la casa de sus padres, ya había pasado una hora en bañarse y en elegir que ponerse, cuando siempre soy yo la que tarda.

Luego de unos minutos él sale por la puerta, cruzamos mirada cuando levanto mí cabeza, me quedo sin habla y mí corazón se acelera viendo la maravillosa imagen que me regala este hombre echo por las mismísimas manos de Dios.

De inmediato le sonrío sonrojada.

— Estás de maravilla.

Mami está babeando, iughh — dice Ángela a mí lado, suelto una carcajada y la dejo en el suelo para acercarme a Troye, ella se va corriendo con sus hermanitos.

— Tú estás tan hermosa como siempre — responde Troye agarrando mí cintura y acercándome para robarme un apasionado beso que no duro mucho por la presencia de los pequeños, pero que si nos dejó con las ganas de mucho más. — Usted, señorita — dice señalándome, apartándose apenas. — Me roba los suspiros todos los días a cada momento. — termina con un beso en la mejilla y dejándome para ir a elogiar a mis hijos.

Muerdo mí labio inferior sintiendo el calor subir a mis mejillas. En cualquier momento me da un paro.

Llegamos a la casa de sus padres, mis hijos hablando en todo el camino y yo sin saber cómo explicarles hacia dónde íbamos.

Veía que Troye estaba nervioso y eso hacia que yo también, pero trataba de darle mí apoyo con una sonrisa y acariciando su brazo.

Un "wow" sale de la boca de los más pequeños cuando ven la mansión, y río al saber que yo también reaccioné así la primera vez.

Antes de tocar el timbre, el mayordomo abre la puerta con una emoción, sonríe cuando ve a Troye y se queda boquiabierto viéndonos a mí y a los tres niños pegados a él. Habría que decir que estoy indignada al saber que me cambiaron tan rápido.

—¡Hola, Carlos! — saluda de inmediato Troye con una sonrisa, lo veía aliviado de que sea la primera persona en ver de esta casa.

—Buenas tardes, extrañaba su persona por aquí, señor Troye —habla y su sonrisa vuelve, se gira a verme a mí. —Un gusto conocerla.

Extiendo mí mano también con una sonrisa nerviosa. —El gusto es mío.

— Oh, y ellos son los tres niños encantadores —dice en cuanto suelta mí mano dirigiéndose a mis hijos, Lorenzo le sonríe tiernamente escondiéndose detrás de la pierna y Lisandro copia la actitud de su hermano.

Angela que estaba en la brazos de Troye sonríe ampliamente y extiende su mano. — Hola, soy Ángel.

El mayordomo, Carlos, sonríe asintiendo y se hace a un lado para poder pasar. —Los jefes están en la sala esperándolos. — avisa cerrando la puerta y perdiéndose por una de las tantas puertas.

Eta casa e inqueible — suelta Lisandro admirando el lugar.

¿Quién vive aquí, papi? —pregunta Ángel con curiosidad, en ese mismo momento nos topamos con los padres de Troye, con la misma autoridad de siempre, uno al lado del otro y con un semblante indescifrable. Trago saliva, pero antes de hablar una vocesita nos interrumpe. — Hola, mucho gusto, soy Ángel.

Miro a mí hija sonreírle a los dos señores frente a nosotros, espero ansiosa la respuesta, y para mí sorpresa y la de Troye, la madre de él se acerca apenas una paso y sonríe apenas levantando una comisura del labio.

— Hola, soy Leticia, la mamá de Troye — responde con un gesto de amabilidad, me hacía sentir fuera de lugar al desconocer por completo a la señora que estaba frente a nosotros.

—Hola, mamá, papá — habla Troye, miro que su semblante estaba serio dirigiéndose a los dos.

—Buenas tardes — saludo cordialmente.

—Buenas tardes, pasemos a la sala, por favor —esta vez es el turno del padre para hablar.

Agarro las manos de Lorenzo y Lisandro, y los sigo hasta el lugar. Mis niños estaban callados, los conocía, ellos están incómodos.

—Primero que nada, quiero disculparme —empieza a decir el hombre mayor, él estaba parado junto a la gran chimenea apagada con una copa de champagne en su mano. —Me he comportado como un imbécil y asumo las consecuencias de eso...

—¿Te ha costado tres años para asumirlo?— interrumpe Troye con dureza.

Me acerco a su lado tomando de su brazo para que se calme, él me mira y suaviza un poco los gestos en su rostro.

El padre de Troye resopla. — Te diré la verdad, Troye, somos viejos, duros y fríos, lo sé, no comprendí las cosas hasta que sentí tu ausencia. Lo que hice no tiene perdón, porque arruiné tu reputación de una macabra manera y desde hace un tiempo que me arrepiento mucho de eso.

—Nos casaron a los 17 años cuando no sentíamos nada el uno por el otro — habla Leticia con un gesto amargo y con la mirada perdida. — Nuestra opinión no importaba, yo quería ser poetisa, y mis padres solo se reían en mí cara diciendo que solo servía para casarme con Richard y hacer crecer las empresas de la familia. Desde ese momento de mí vida, todo se apagó.

—Teníamos una vida planeada, como unos críos y nos lo arrebataron, en fin, eso ya pasó, solo queremos que nos perdones — dice su padre con un gesto en su boca. — Los dos — se corrige mirándome.

Miro a Troye, esperando atenta su reacción. Él me observa antes de darme a Ángela y regalarme una pequeña sonrisa, se gira a sus padres y avanza unos pasos.

Estrecha en sus brazos a los dos señores frente a él y finalmente puedo soltar el aire que tenía en mis pulmones.

— No saben cuánto necesitaba oír esto — escucho decirle en voz baja, tenía la voz quebradiza.

— Esto es un poco extraño para mí, pero me siento gustosa de recibir este abrazo.

Sonrío ampliamente al ver la felicidad en el rostro de Troye, él me observa compartiendo el sentimiento con una gran emoción, sabía lo mal que la había pasado este tiempo, la decepción de sus padres había sido grande, pero ahora que estaba todo arreglado, él ahora podía sonreír completamente.

¿Existe hombre con un corazón tan enorme? Solo Troye Magazzani.

—¿Y quiénes son los niños tímidos? — pregunta el padre mirando a Lisandro y Lorenzo que estaban en el sillón, mudos pero con una tierna sonrisa.

¡Son mis hermanitos! Él es Lizandro y él Lorenzo — se adelanta en responder Ángela señalándolos.

— A ella le encanta hablar — me dice Leticia.

— Ni siquiera los deja modular, tendré que ponerle un bosal así ellos aprenden — respondo con desaprobación fingida.

Ángela se gira a verme con su pequeño entrecejo fruncido. — Mamá tú también edes así.

Troye y sus padres ríen.

Un tiempo después Carlos nos avisa que la cena está lista.

Veía la emoción de Troye en la conversación con sus padres y al despedirnos prometieron vernos más seguidos.

Leticia había mencionado que hacemos un buen equipo con nuestros hijos y nos había felicitado.

Tomás, el padre de Troye, se mostró orgulloso por el trabajo que hace en la empresa, resaltando que su error fue desconfiar de él. Pero Troye le decía que eso quedó en el pasado.

Ya en el departamento, los tres niños descansaban plácidamente cada uno en su cama.

Me estaba quitando el vestido cuando Troye entra a la habitación, la luz de la noche era lo único que reflejaba por la gran ventana.

— Las estrellas están espectacular para este momento tan especial — susurra en mí oído abrazándome por la espalda.

Sonrío boba al sentir el cosquilleo en mí cuello.

—¿Ah, si? ¿Que lo hace tan especial? — pregunto curiosa dándome vuelta para mirarle el rostro, estaba totalmente embobada por toda su belleza.

Casi suelto un suspiro de adolescente enamorada.

— Tu presencia en mí vida hace especial todos mis días — responde dejándome sin aliento.

Tardo unos segundos en poder conseguir mí voz de nuevo.

—¿Algún día dejarás de ser un príncipe azul? — digo con una mezcla de broma y temor.

Troye agarra mí antebrazo izquierdo y la desliza delicadamente hasta llegar a mí mano.

— Entiendes que teniéndote a ti, me siento completo y feliz, sumas todo lo bueno en mí vida, tú y nuestros hijos. Quiero esperar lo bueno y lo malo, pero siempre a tu lado porque me tienes malditamente enamorado de ti, y te amo como un loco — habla con una sonrisa en sus labios, siento mí corazón latir con fuerza cuando veo que se arrodilla agarrando mí mano aún. — Srita. Culligs, desde que nos chocamos en la entrada de ese edificio, he quedado completamente flechado por usted...

Sentía mis rodillas temblar ante la situación, las emociones pegaban duro en mí pecho y las lágrimas luchaban por salir de mis ojos. Me sentía nerviosa pero ya tenía la respuesta en mí garganta esperando el momento para salir.

—¿Quieres casarte conmigo, Rachel?

La pregunta retumba en mí mente con su voz varonil, con su exquisita fragancia rondando toda la habitación, y agregando su hermosa presencia. Un hombre tan bondadoso y hermoso de corazón que lo único que hizo estos años ha sido solo afirmar más mí opinión.

Me tiró al piso hundiendo mí cuerpo en el suyo con un rotundo "Sí" saliendo muchas veces de mí boca.

Reímos felices sabiendo que hemos iniciado una nueva etapa como familia, más unidos y más seguros de lo que vendrá por adelante.

Segura de que amo a Troye Magazzani, siendo el primer hombre en mí vida amorosa que pudo conquistarme y hacerme entender que sí existe un hombre como imaginé y sé que merezco.

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