CAPÍTULO 4.
Junio: Sábado 2: Dos meses de embarazo.
—Aún no tengo el valor de presentarle mi proyecto…— le digo a Lorena que se encontraba a mi lado.
Mastico el rico chocolate en mi boca, de todas formas no logro disfrutarlo del todo al sentir una molestia en mi estómago, y no es vómito.
Es el miedo de pensar que me dirá Gemma.
Quizás también sea vómito.
—Cariño, tienes que tener más confianza en ti — dice Lore comiendo de su ensalada. Mira por unos segundos mi bandeja con el ceño fruncido y luego mi chocolate.
—¿Que? —pregunto con la boca llena y apostaría que también mis dientes están manchados.
—¿No solías tú, comer ensaladas y estás cosas raras que me dijiste que debía comer?— cuestiona confundida.
Miro mi bandeja de almuerzo.
Una hamburguesa bien jugosa que de solo mirarla la boca se me hace agua y mi estómago se apretuja pidiendo que muerda esa sabrosa comida. Acompañado de una gaseosa de Coca-Cola grande.
Aprieto mis labios para no reír por la comparación del almuerzo de Lore.
—Eh, anoche no cené.— me excuso mordiendo la barra de chocolate.
—¡Eso no es excusa!… Además, ¿Te encuentras bien? Todo el tiempo estas tomando una malteada o te veo con un chocolate, vas a engordar — No puedo evitar pensar que yo antes hablaba así, le decía que debía comer más saludable porque la comida que ahora comeré yo es la que siempre se conseguía ella en un principio.
Me encojo de hombros. —Siempre sucede cuando llega invierno. — miento encogiedome en mi lugar bajo el grueso abrigo que elegí en este día frío.
—Oh-oh…
—¿Oh-oh qué…? —pregunto mirando a mi alrededor y, mierda.
Lo reconocí en el instante por sus lentes de pasta gruesa, su sonrisa marcando los blancos, pero muy blancos dientes y su perfecto cuidado cabello negro.
—Hola, bombones— saluda en cuanto se sienta descaradamente en la silla desocupada, y solo porque Lorena eligió está mesa, porque yo siempre agarro la de solo dos sillas.
—Noah — saludo en un asentimiento desviando la mirada, siquiera note su vestimenta. Adivinaré, camisa de cuello alto de color crema con los botones hasta la barbilla prendidos, un pantalón color mostaza y unos zapatos bien ilustrados.
Oh, hola abuelo versión Noah 0.2
—Solo mi hombre me puede llamar así
— habla Lorena ignorando la tensión que se formó. —No permito que nadie más lo haga.
—Oh, ¿t... tienes pareja? Yo, lo siento. En ese caso solo le digo a Rachel, bombón.
—¡No! También tengo pareja— hablo rápidamente y él frunce el ceño. —Esta semana que pedí fue para ir al Caribe — sonrío como una adolescente enamorada para hacer más creíble mi asquerosa mentira. — Se portó como todo un caballero.
—¿Si? —habla embobada Lorena poniendo su barbilla en su mano derecha poniendo su atención en mí, me guiña un ojo. —Lo conocí, es todo un encanto.
Noah se excusa con que tiene que salir del restaurante y con Lorena reímos como locas.
Como una mordida de mi hamburguesa ya que mi bebé me pedía por medio de mi estómago.
Sonrío un poco enternecida por ese pensamiento fugaz que tuve.
(.)
Inhalo por última vez antes de tocar dos veces la puerta del mármol de la oficina de Gemma.
—Adelante— suena la fría voz de mi jefa y con mi labio inferior entre mis dientes abro la puerta. La calefacción está más presente en la habitación y eso de alguna manera me reconforta.
—Eh, yo…—suspiro y me armo de valor soltando mi labio inferior para adelantarme unos pasos. Sé que empecé a hablar con el pie izquierdo por su mirada irritante y fría, me cuesta entender que esos mismos ojos tiene Greg y simplemente tienen un sentimiento diferente.
Aprieto el manojo de papeles que tengo en mis brazos dentro de una carpeta.
Y me apresuro en decir:
—Vi que la presentación de nuevos libros se abrirá en dos meses, Agosto, para ser exacto. No tenemos tantos borradores para verificar por eso mismo quería pedirle si podía tomarse un tiempo para leer… mi libro — hablo entre cortado tomando pequeñas bocanadas de aire.
Y esta es la peor parte, cuando Gemma se quita las gafas y se levanta del escritorio rodeándolo. Una sonrisa burlona se acerca en sus labios y me tiende la mano para darle mi trabajo de un año que tanto me gustó.
Aclara su garganta sin perder su elegancia.
—Y… ¿Crees que será aceptado?—pregunta con cinismo y mi respiración de corta.
—Solo… solo si usted lo cree capaz—susurro aún mirando sus ojos.
Y ustedes se preguntarán, ¿Que pasó con la otra Rachel? Y eso me preguntaba antes, pero comprendí que al entregar ese proyecto que tanto tiempo me tomó hacer para que quede perfecto y a gusto, es entregar una parte de mi corazón.
Un libro que capte la atención de uno apenas lees la primer hoja y te cautive como ninguno lo hizo. Como mamá me dijo cuando le pedí que leyera mi libro que llegó con pedido anónimo sin saber que es mío. Dijo "En la noche esperé mucho a que llegara el otro día, para leer lo que quedaba del libro. La escritora tiene un verdadero talento…"
Me emocioné mucho. Pero ahora Gemma es una mujer que sabe tocar tu punto débil, destrozarte con unas solas palabras porque sabe que tiene su poder encima tuyo. Y no desperdicia ese don.
—Yo creo que, viniendo de ti, no sea capaz ni de estar en mis manos. — habla lentamente girando a mi alrededor. Aprieto mis labios. — Eres secretaria, Culligs. El escribir tiene que estar en tu sangre, no en el mundo del mecánico y lavandería…
Mi pecho sube y baja con fuerza, y ese fue el punto que ella encontró cuando investigó sobre mi familia. Mi padre mecánico y mi madre trabajando en una lavandería que mi abuelos maternos les herederó.
Pero ellos siempre han luchado para que nosotros tengamos un futuro con una comodidad que ellos no tuvieron en el pasado, porque ahora gracias a Dios si la tienen.
Miró mi reacción y sonríe cuando vio lo que quería.
—Cuando tenga tiempo lo leeré. —dice por último fingiendo una triste mueca, la mía se hace una verdadera porque su agenda este mes y el siguiente está muy apretada. Pone sin cuidado el folio donde está mi trabajo sobre su escritorio.
Asiento mirando mis pies y suspiro.
—Gracias y con su permiso — me retiro de ahí con un malestar en mi pecho.
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