CAPÍTULO 36.
Stephen.
Me encontraba silbando una canción que se escuchaba en el taxi, el silencio en el pasillo ocasionaba que lo único que me respondiera sea el eco.
Mí destino era el departamento de Rachel, cuando llego y toco el timbre, ella no me abría la puerta. Eso fue el principio de lo raro.
De inmediato mí sistema entra en alerta. Busco la llave de respuesto que traigo en mí bolsillo y abro la puerta.
Antes quizás que no me abriera la puerta era normal en Rachel, pero ahora con los bebés casi en camino ella se dejaba de hacer esas bromas y aceptaba la preocupación y ayuda de los que la rodeamos.
Rachel...
Ella es tan dura consigo misma. Tan cerrada al amor, a la amistad y a la sociedad.
A veces pienso que está bien que su personalidad sea así, porque solo así se evita que alguien salga herido y constantemente decepcionado de las personas.
Pero, Rachel solo se abre a las personas equivocadas una y otra vez, atrayendo así situaciones que le hacen cuestionarse si el problema es ella. Y puedo jurar con mí vida, que mí hermana no es ningún problema, quizás sí un poco desastrosa, pero cada gesto o cosa que haga por otra persona, lo hace con todo el amor del mundo, aunque no lo demuestre obviamente.
Cuando entro al departamento veo que todo está sucio y en completo desorden. Tan diferente a como lo vi ayer en la noche. Corro hasta la habitación cuando veo que una taza estaba echas pedazos en el suelo.
Eso fue lo segundo de lo raro en Rachel.
La puerta de la habitación se encontraba entre abierta. Y un sonido extraño provenía desde adentro.
Mí corazón se apretujó con fuerza cuando imaginé que era lo que escuché.
—¿Rachel? — susurro empujando la puerta lentamente.
Perdí el completo control de mí cuerpo cuando a penas veo la imagen de mí hermana sobre la cama.
Rachel estaba toda desaliñada sentada en forma de indio, tapada con una frazada hasta la cabeza sin dejarme ver su rostro, pero notando que tiene la cabeza gacha observando algo entre sus manos.
— Stephen, vuelve luego, por favor — pide en un hilo de voz, absorbe su nariz.
Salgo de la habitación y voy a la cocina preparando un té con un sanguche de pan integral y mermelada. Lo pongo en una bandeja cuando está listo y regreso a la habitación. Estaba segurísimo que no había desayunado.
Cuando le entrego la bandeja ella a regañadientes se destapa y empieza a comer con hambre. Me quedo a su lado viendo con detenimiento su rostro.
Ella había llorado.
Tengo que replantéarmelo dos veces para caer en cuenta que realmente lo hizo.
Decido no preguntar y darle su tiempo. Observo la carta que permanece a su lado, no alcanzaba a ver lo que decía, pero por el diseño y la formalidad en algunas palabras, ya lo suponía.
Ese desgraciado...
— Ni siquiera lo pienses — habla Rachel, cuando conecto mirada con ella, noto la verdadera tristeza en ella. — fue todo mí culpa.
Frunzo el ceño, sintiendo la necesidad de proteger a mí hermanita.
— Eso no tiene sentido, Rachel, él debía darse cuenta.
— Lo qué dices no tiene sentido, Steph — contradice gruñendo. Levanto una ceja acostumbrada a su mal humor. — yo le tuve que decir desde un principio, le ilusione y mentí, solo quería que se despidiera... — susurra lo último, con intención de que no escuchara, pero aún así no entendía. — Pero lo merezco, eso y peor.
— Rachel, escúchame, tú mereces lo mejor del mundo — le hablo con el rostro serio, ella levanta la mirada observándome con atención. — todo el mundo comete errores, y debido a la gravedad de ellos, y como es la persona, se merecen segundas oportunidades. Y déjame decirte la verdad, conociéndote a ti, si ese hombre no regresa, se pierde a la mujer más espléndida y agradable del planeta... — corto mis palabras cuando veo que de su rostro caen lágrimas y en sus labios había un puchero tierno. Estaba completamente sorprendido ante aquella escena.
Rachel hace las cosas aún lado y me envuelve en sus brazos. Con rapidez le respondo, paso mí mano por su espalda consolándola.
—¿Y si salimos a dar una vuelta? — le pregunto, quizás le haga sentir mejor. — Y vamos al centro comercial para almorzar.
Rachel absorbe su nariz y asiente. —¿Me estás invitando??
Asiento con la cabeza confundido.
— Está bien, mucho mejor porque tengo hambre y recuerda que como por tres bocas — habla soltando el agarre y levantándose de la cama.
— Mierda... — suelto pegándome en la cabeza, cayendo en su trampa. Escucho la risa burlona de Rachel y me hace sentir bien pensar que algo ha vuelto a la normalidad.
(...)
Rachel.
Me había despertado sintiendo el frío en mí cuerpo y el vacío en todo el lugar. Desde que me había mudado aquí, era la primera vez que me sentía así.
En algún momento tenía que enterarse, otra respuesta no podía esperar. Pero me sentía sorprendida y triste por alguna razón.
Todo mí cabeza gritaba que me lo merecía. Y solo puedo creer eso.
Stephen, otra vez estaba para mí y mis estados de ánimos que vivían en el suelo. El embarazo tomaba todo de mí.
Cuando llegamos al centro comercial no se podía ni caminar, gente por doquier.
Alcanzamos un restaurante que estaba pasable y ocupamos una mesa de inmediato. Habían dos cosas rondando en mí cabeza.
1. Mí panza no deja de sonar y quiero comer todo el menú.
2. Troye se casa en menos de cinco horas.
Tenía un tic nervioso en mí pierna, y una tristeza se había apoderado de mí al pensar que por una mentira que me mantuve por seis meses perdí a un gran hombre.
Te lo mereces, Rachel, te lo mereces.
(..)
Si, es súper corto pero en el siguiente viene lo mejor.
Lo estaré escribiendo ahora así que no tardaré tanto en subirlo.
Cuídense.♥️
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