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CAPITULO 35

Troye.

La fiesta de despedida de soltero daba inicio a las 22 de la noche, llegue a las 23, y terminé borracho a las doce, viendo borroso y de malhumor con cualquier "amigo" que se me acercaba interesadamente a felicitarme por la boda que sería dentro de diecinueve horas. El en lugar todos gritaban mí nombre, mi padre estaba entre ellos, la imagen de ser un hombre serio y un perro de pocas pulgas se rompió de inmediato cuando supo que la gran alianza entre las familias de Sarah y yo, por fin iban a llevarse a cabo. Claro, más dinero para la empresa y su bolsillo.

Empecé a sentirme caluroso, y sediento, solo necesitaba tomar más, solo un poco más y ya olvidaba su característico olor que la diferenciaba de cualquier otra mujer.

Entre la multitud la buscaba, en las calles al caminar, en cada letra de sopa que tomaba, como dijo Luca.

—¿Quieres bailar un rato, guapo?— me pregunta muy coqueta una morena de cabello castaño y ojos mieles. Su sonrisa flaquea un poco cuando me quedo viendo sus ojos, como si buscara algo, como si buscara la esencia de Rachel.

Eres tan ruin, Rachel. ¿No tomaste ya todo de mí?

Tomo todo lo que está en el vaso de un trago, a pesar de ya estar borracho, y el alcohol ya haya pegado en mí sistema, mí garganta quemó de nuevo, y todo en mí vista se vió borroso.

Fue ahí cuando vi a Rachel, con su encantadora sonrisa, y su melena lacio castaño desparramado por su rostro, tan delicado y hermoso. Ella reía y me invitaba a bailar coqueta, pero solo como ella puede hacerlo y convencerme.

Y cuando menos lo esperaba, me encontraba bailando y abrazando a esa mujer.

Y solo súper que sentí el vacío y el frío en mí cuerpo, alma y corazón.

(...)

Me encontraba caminando hacia un lugar indefinido, no sabía bien lo que tenía que caminar, cuántos pasos eran.

Pero con cada metro que caminaba, solo recordaba más a Rachel. Llegué a la discoteca con la intención de sacarla de mí mente, razón injusta porque no pude hacerlo en toda la semana, pero solo me emborraché como un maldito miserable.

Y salí perdiendo, porque solo ésto me dio el valor de llevarme a estar frente a su puerta, tocando el timbre como un loco, sintiendo estar cerca de ella, verla, tocarla y besarla.

Un loco borracho, enamorado y con el corazón roto. Buscando a la mujer que exactamente fue causante de todo mí terremoto ésta semana.

Intenté dar vuelta atrás, quería despedirme de su hogar, iba a ser la última vez que vendría aquí, porque ella fue mala conmigo, ella me engañó.

Pero mí iluso corazón no podía entender eso.

Y antes de darme cuenta la puerta se abrió, y apareció la única persona que tanto esperé ver. Por un momento olvidé todo, los problema, cualquier dolor desapareció por completo.

Perdí el aliento verla allí parada, podría asegurar con mí vida, que no existe, ni existirá una persona más hermosa que ella, tan encantadora y pura como lo es.

—¿Quién eres realmente? — la palabras salen de mí boca, doy un paso hacia ella. Su mirada estaba congelada en mí, podía distinguir el miedo y el dolor. — Solo dime, ¿Por qué? — susurro desgarrador, sintiendo como mí voz termina de quebrarse por completo, pero no podía llorar frente a ella.

—Troye — vuelve a repetir en un susurro. — perdón, por favor, perdón, yo... yo— implora con la voz quebrada, sus ojos estaban aguados, no podía terminar la oración, y es que no había excusa ni palabra más que la cruda verdad.

Me acerco lentamente a ella, rompo cualquier barrera que haya entre el orgullo, el enojo y el dolor. Solo me acerco por una última vez a su persona.

Alzo mis dos manos y lentamente tomo de su rostro, miro sus carnosos labios, entre abiertos y rojos por mordérselos. Sus mejillas rosadas por mí repentina presencia, cuando subo a sus ojos, nuestras miradas conectan.

Haber venido acá, sin duda había sido una mala idea, me sentía sin fuerza, con ella me hacía el hombre más débil en el planeta, perdía cualquier fuerza de voluntad. Y en un segundo, me hice débil y dócil ante su cercanía.

Pero mí corazón seguía latiendo con dolor, el engaño tenía un amargor en mí paladar.

— Sé que cualquier disculpa que te diga, no será suficiente — susurra Rachel aún con sus ojos clavados en mí, sube sus manos hasta tomar las mías. — pero créeme cuando te digo que soy yo, la Rachel que has conocido — habla forzando su voz, claramente intentando converceme de alguna manera. Había súplica en su voz. — Troye, por favor, perdóname... — vuelve a susurrar.

Mis ojos se humedecen, no podía volver a confiar en ella. La tristeza inunda todo mí cuerpo, y mis piernas flaquean, notando el alcohol aún siendo presente en mí.

— Quiero tanto creerte Rachel, quiero pensar que no eres como los demás, como esas personas falsas de las que he vivido rodeado. Tenía la seguridad de que eras mí cable a tierra, a lo maravilloso, la mujer de mí vida — hablo sintiendo el nudo en mí garganta con cada palabra que sale de mí boca. — Pero... — tartamudeo, por el alcohol, por el valor de decir en voz alta y frente a ella la verdad.—  Eres como ellos... — susurro finalmente viendo como ella abre sus ojos.

Rachel niega. — No, no, no digas eso, Troye, soy yo — repite tomando con fuerza mis manos, una lágrima corre por su ojos, absorbe con la nariz que se torna roja de inmediato. — No tiene perdón lo que hice, pero realmente te amo, por favor, perdóname, te amo — implora rompiendo en llanto.

Acerco su cara a mis labios, y la beso desesperadamente en un intento de calmar su llanto, y el mío que se avecinaba de solo verla en ese estado. Porque ella aún es dueña de mí corazón, y controla todo mí ser.

Pero, éste era el fin.

Y ella lo sentía.

Nunca habrá una mujer que cause lo mismo que ella mueve dentro de mí.

Amor. — susurra Rachel en mis labios luego de separarnos del beso, pero estando cerca aún. Abro lentamente mis ojos y la observo, miro con detenimiento cada rasgo de su rostro, su belleza es indiscutible. — Por favor, no me dejes — pide de nuevo, aún con sus ojos cerrados y agarrando mis manos.

Tomó su cuerpo y lo levanto a dónde está la mesa, con delicadeza y una mezcla de rudeza. Agarro nuevamente su cara y la beso, era uno caliente y con despedida. Dulce y amargo, como su vida y la mía.

Que por alguna razón, el destino no quería que terminaran juntas.

Rachel responde el beso de la misma manera agarrando mí cintura pegándome más a ella, y yo, tan dócil a ella, me apego más. Tomo su nuca profundizando más el beso, necesitábamos más.

Nos separamos para conseguir un poco de aire.

(¡Alerta lectura +18! Si no quieres leer lo siguiente te recomiendo bajar hasta donde yo remarco que terminó el smut.)

— Troye.

Me llama.

—¿Rachel? — le digo, respondiendo a su mirada. Había tristeza y fuego en ella.

— Hazme tuya — susurra encima de mis labios.

Mí lado cuerdo decía que hacerlo no era correcto, pero verla en ese estado, había subido un calor impresionante a mí cuerpo. Quizás era el alcohol lo que me había echo ceder ante su tentadora propuesta pero no podía decirle que no cuando mis ganas eran igual de grandes que las suyas.

Hundo mí cara en su cuello, y aspiro su exquisito olor a manzanilla, ese que me volvía loco. Empiezo a dar pequeños besos hasta llegar a sus labios, los beso delicadamente, mientras aparto mis manos y las pongo en sus piernas, las subo lentamente acariciando la suave piel que ella posee.

Un gemido sale de lo profundo de mí garganta cuando Rachel toma de nuca y profundiza más el beso, mí lengua toca la suya de manera caliente y nuestras dientes chocan en un desespero de conseguir más, como si no hubiera un mañana.

Necesitaba más, de sus besos, de su calor.

Nos separamos lentamente, estábamos jadeando pero nuestros cuerpos lo pedían. De repente, abro los ojos, y verla con los labios hinchados y entre abiertos respirando agitada, sus mejillas rosadas y sus ojos cerrados, fue mí perdición.

La tomo entre mis brazos, agarrando sus muslos haciendo rodear mí cadera con sus piernas, pegando su entrepierna con la mía. Atrapó su gemido con un beso.

Camino hasta llegar a su habitación, la luz de la noche resplandeciente entraba por la ventana y alumbraba su cama, justo donde la acosté delicadamente.

Me quedo admirando a la hermosa mujer frente a mis ojos. Ella se remueve inquieta, y con brusquedad agarra mí brazo y me hace bajar a besarla con desesperación. Necesitaba tanto esto como yo.

Me quita exasperada la camisa desaliñada que traía puesta, sentía que el alcohol se me había ido del sistema, ahora tenía una nueva droga llamada Rachel en mí. Con ayuda de los dos me quito toda la ropa, quedando en cueros. Rachel gime aún más fuerte, siento su delicado toque en mí abdomen, pasando la mano como si estuviera apreciando mí cuerpo.

Acerco mí cara a la suya.

— Me encantas — le confieso, besándola apasionadamente. Le saco la ropa lentamente, apreciando cada parte de su cuerpo. Rachel no para de gemir, aún vergonzosa y se inquieta bajo de mí cuerpo, sintiendo la calentura brotar de cada poro. Agarro su mentón. — Eres hermosa. — le digo entre besos. Noto como su cara se vuelve roja. — ¿Estás segura de esto?

— Sí, por favor, hazlo — susurra entre gemidos, me devuelve el beso y decidido, y tomando todo el control de mí para ir despacio, entro en ella.

Rachel gime, llevando su rostro hacia atrás, arqueando su cadera y abriendo aún sus piernas, me rodea con ellas para profundizar más.

— Troye... ah... — cualquier palabra que decía era evadido por sus gemidos.

Shh, tranquila, bebé — susurro en su oído, bajando y besando su cuello, dejando alguna que otra marca, lo que la envuelve en una calentura peor.

Empezamos a hacer el amor como locos, mientras la llenaba de besos y caricias, ella se envolvía en fuego resplandeciente en cada gemido que solía de su boca, lo que provocaba que me llevara a la perdición, pedía a los dioses que me dieran control. Ésta mujer sabía mis puntos débiles. En cada penetración había besos con lujuria.

(Fin +18)

—Te amo — suelta Rachel en un suspiro cuando llega a su orgasmo. Nuestras miradas hacen conexión, sentí todo mí cuerpo temblar y llego al clímax en el condón.

Agarro su rostro y lo lleno de besos, aún dentro de ella. Siento su respiración se calma poco a poco, es entonces cuando abro nuevamente los ojos y ella está dormida en mis brazos, agotada y envuelta en una sábana blanca.

—Te amo, Rachel, no sé cómo has echo para entrar tanto en mí cabeza, pero te juro que no me arrepiento de haberte conocido. — confieso, sabiendo que ella no me escucha, y sin el valor de decirlo frente a sus hermosos ojos.

Veo el bulto de su barriga por la sábana.

Mí mano toma vida propia y se dirige inconscientemente y en un movimiento lento poso mí gran mano en su pequeña pero bultosa barriga.

Y en el momento en que lo hago, antes de quitarla de inmediato y pensar que fue una mala idea, siento los repentinos movimientos de los bebés. Ellos se notaban... ¿Eufóricos?

Llevo mí mirada al rostro de Rachel y para mí sorpresa se encontraba una pequeña sonrisa, pero su respiración seguía lenta, ella seguía durmiendo claramente.

Un sentimiento de comodidad y hogareño se instala en mí pecho.

Pero yo no pertenecía aquí.

Mí lado racional me pedía irme de acá, y con toda la voluntad del mundo, quito mis brazos de su cuerpo con lentitud para evitar que ella despierte.

Antes de salir de la alcoba ya vestido, miro por última vez la silueta de Rachel. Mí corazón gritaba el perdón, añoraba que me quedara a compartir mí vida con ella.

Pero debía despertar de éste cuento y volver a la realidad. A la vida que me tocó.

Agarro mí chaqueta que estaba tirada en el suelo, ni siquiera recordaba haberla traído. Salgo lo antes posible del hogar de Rachel.

Debía afrontar de una vez mis responsabilidades.

Pero lo único que tenía en mí cabeza era la incógnita de cómo iba a lograr quitarme de la cabeza a Rachel. Había venido aquí a terminar todo y ahora, me estoy yendo sabiendo con determinación que mí corazón y alma siguen con la mujer que dejé durmiendo en cama.

(...)

¿Cómo estáaaan?
Sé que dije que lo subiría ayer, pero es la primera vez que escribo smut, es mucha presión y realmente espero que les haya gustado.

Troye se fue :(

¡Hasta el próximo capítulo! Cuídense♥️

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