CAPÍTULO 33
Rachel.
Cuando llego arriba veo a Ruby sentada en el pasillo con la mirada perdida en sus manos, me acerco más noto que es su sortija. De inmediato supe que pasó algo.
— Ruby — mencionó acercándome, me apoyo en la pared y voy bajando despacio por dos motivos, la panza y el vestido. No quería que alguien viniera y vea mí calzón rosa con puntos blancos, es muy infantil, lo sé, pero estaba en oferta y son grandes.
Mí culo creció consideradamente y eso es bueno. Voy por ti, Troye.
Luego de dos minutos puedo sentarme a su lado con mis piernas extendidas. Levanto la vista y veo un banco frente a nosotras. Fucking. Ni siquiera te necesitaba.
— ¿Estás bien, Rub?? — pregunto a su lado mirando de reojo la sortija sostenida desinteresada.
Escucho levemente como respira tranquilamente. Aún así, con signos de haber llorado, se veía triste, vencida, nada comparada a la chica que estaba abajo riendo, pero completamente borracha.
— Llegué con resaca, estuve toda la noche tomando y llorando, en casa, sola, pero aún así llegué y quería seguir agarrando el alcohol.
— Tienes un increíble equilibrio — menciono, y ella para mí sorpresa ríe.
Apoya su cabeza en mí hombro. — Siete años de relación tirados a la basura, por un polvo con su mejor amiga. — habla con la voz cortada. — Lo peor de todo es que si habría visto arrepentimiento en su mirada, le hubiera dado otra oportunidad. Lo amo tanto que duele, duele haberme dado cuenta que fui una estúpida, y aún así, intento buscar una escusa. — quiebra en un llanto.
Mí corazón se apretuja con fuerza.
Y acá otra forma de asegurar mí opinión, el amor es una mierda.
Paso mí brazo por su hombro.
José merece morir.
— Te juro que si no estaría embarazada iría ahora mismo a romperle la mandíbula. — hablo con rudeza.
Veo una pequeña sonrisa en los labios de Ruby. — Eso no lo dudo.
— Oh, Ruby, él no merece tus lágrimas. — cuando termino de hablar, alejo mi brazo y pongo mis manos en su cara, corriendo con mis dedos pulgar sus lágrimas cayendo de sus ojos. El miel de sus ojos estaban más claros, inundados de agua. — Mírame, debes olvidarte del amor, sé que no es fácil, pero concéntrate en otra cosa, solo así vas a superarlo poco a poco, él no te hizo bien, eso está muy claro, entonces no le busques la quinta pata al gato. — Ella me miraba con atención, sus lágrimas dejaron de caer, pero seguía su mirada infundada de tristeza, estaba apagada, y odiaba con todo mí ser ver a mí mejor amiga así.
Oh, mejor que te escondas bien, José.
— Eres una mujer increíble y te mereces el mundo, no te caigas abajo por una mierda que solo contamina tu lugar.
Ella asiente lentamente. Finalmente, y para mí sorpresa me abraza fuerte.
— Eres una gran amiga, Rach — susurra, puedo notar una sonrisa en su labios. — Esos niños nunca van a conocer lo que es estar solo y perdido. Les tocó a la mejor mamá del mundo.
Solo entonces puedo sentir un cosquilleo en mí panza, al compás de mis bebés moverse y dar algunas pataditas. Sonrío completamente.
— Ven, acompáñame a limpiar el desastre que deje en el baño, ¡Por favor!
— Solo si mañana me ayudas a limpiar mí departamento, no puedo agacharme mucho ya y las cosas siguen en el suelo — confieso caminando junto a ella. — Ayer mí ánimo bajó del todo porque se me cayó una barra de chocolate — le menciono triste. — cuando me agache a levantarla, me quedé media hora en el suelo sin saber cómo levantarme de nuevo.
Ruby suelta una carcajada. Si no fuera su mejor amiga, podría pensar que es una de las personas más felices en la vida, ella saber perfectamente como esconder su verdadero yo.
Y yo sé perfectamente no llorar.
(...)
Cuando bajamos por las escaleras, escuchamos risas proveniente de la sala. Ayudaba a Ruby bajar lento de los escalones, aún seguía el alcohol en su sangre.
Era una escena muy graciosa, una borracha y otra embarazada intentando bajar de escalones altos.
Solo entonces cuando estamos abajo, Ruby ve la cinta de mí tacón rota.
— Mierda — suelto con el ceño fruncido, hacía un bonito outfit y ahora tendré que estar descalza si no quiero parecer un cojo. Ruby ríe burlona.
Ruby se adelanta a la entrada de la sala.
— ¡Ruby, aquí estás! ¿Y Rachel? — escucho la voz de Ashley. Ella estaba por responder cuando la rubia la interrumpe. — No importa — suelta. Frunzo el ceño extrañada. — Me molesta mucho su presencia, mira que embarazarse por un chico suelto por ahí, ni siquiera eran pareja, ¿Lo pueden creer?
Por segunda vez en el día, siento una punzada atravesar mí corazón.
Me enderezo en mí lugar, y me quedo quieta. Mí respiración está pesada.
Escucho la peculiar risa de Emma. — Bueno, Rachel siempre a sido descuidada con todo.
— No me sorprendería ver a los pobres niños ser nada, como el padre — ríe malvada.
Ahora, cualquier dejé de tristeza se convirtió en enojo. Camino sintiendo pesados mis pies hasta llegar a la sala.
Mí presencia cautivó los ojos de todos los presentes, Ashley me vio directo a los ojos, notó los rojos que estaban, la furia que depreende de mí cuerpo.
Ella me conoce.
— ¿Qué pasa, Ashley? — hablo con veneno en cada palabra. — ¿Eso lo que noto es envidia? Mm — muevo mis labios hacía un costado en forma de burla, mis ojos intensificando su mirada, ella parpadea y reacciona.
— ¿Envidia a vos, Rachel? Eres un desastre, tu vida es un constante desastre. — responde haciéndome frente, pero aún así retrocede unos pasos.
— Puede que mí vida no resulte como yo planeo — respondo sinceramente. Llevo una mano a mí panza, acariciando a mis bebés, ella sigue la mirada y aprieta sus labios, por sus ojos veo la molestia. — Pero al menos puedo tener hijos. Y ningún hombre me dejó por no poder hacerlo.
Quizás ella me conozca, pero puedo decir que yo sé perfectamente de ella.
Abre la boca, tartamudea pero sin voz, la noto perdida.
Escucho varias exclamaciones detrás nuestro.
—¿Cómo lo supiste?
Niego con la cabeza, dándome vuelta, viéndola por última vez, viendo a la persona que es ahora, y era antes cuando la conocí. Sintiendo repudio por lo que se convirtió, el odio la consumió.
—¡Tú no sabes nada! — grita con la voz quebrada. — Esos... esos niños serán unos bastardos.
Me congeló en mí lugar, automáticamente me rio, era algo extraño en mí pero me carcajeo en mí lugar. Me dio vuelta lentamente y la miro.
— Ashley, basta — le ruega Mary desde su lugar.
Cuando estoy frente a ella no pierdo tiempo en plantar mí puño en su nariz, un estruendoso “crack” se escucha, la tensión causó el silencio y pude apreciar ese sonido.
Mis bebés dan unas pataditas, y entro en razón, tengo que calmarme un poco. Pero, en el mejor sentido, ellos me mostraron el orgullo de la acción.
— Me das lástima, Ashley.
Cuando termino la frase salgo de la casa, necesitaba que el aire pegara en mí rostro, respirar el aire libre. El engaño de las que eran mis amigas me había pegado fuerte.
Camino por la acera, el sol de la tarde ya había calentado el asfalto y mis pues quemaban, pero ahora no sentía nada.
No sentía dolor, no sentía furia ni tristeza. Tenía un nudo echo en mí estómago.
Llego a un pequeño parque desolado pero bien cuidado, me siento en el césped y es cuando noto a Ruby caminar a unos pasos detrás mío.
— Te quiero mucho, Ruby, pero necesito silencio. — le menciono mirando hacia el cielo.
No recibo respuesta de ella, solo se sienta a mí lado, me hace sentir su apoyo, su cariño y compañía.
Es cuando caigo en cuenta, de la traición que pasé. Aún siendo buena persona, sí, soy un desastre, pero cuando se trata de lealtad, soy una de las catalogada.
Pienso en los mil escenarios que pasamos juntas, y de pronto un fuego quemando todos esos recuerdos, todo gris.
No había notado que mis ojos estaban lagrimeando. No, no, no, Rachel.
Ellas no merecen tus lágrimas, solo... solo son unas personas más que te lastimaron. No eres débil y no necesitas de ellas.
— Ayúdame a levantarme, please — le pido a Ruby.
— Estamos a mano, ahora — menciona y me hace reír. Ella mira mis ojos y yo de inmediato los limpio. Sé lo que quiere decir, pero solo le callo, y me adelanto unos pasos caminando desganada. — ¿Vamos a comer un helado? — ofrece poniéndose a mí lado ya abrazándome con su brazo derecho mientras caminamos.
Una borracha tambaleándose, y otra embarazada cojeando.
¿Puede ir peor nuestro día?
De pronto, Troye invade mí mente. Su cabello castaño, sus ojos, y sus labios tan apetitosos.
Sonrío inconscientemente.
Sé que le he mentido todo este tiempo, y que luego de decirle la verdad la burbuja se romperá, pero ahora mismo pensar en él puede mantenerme del todo bien.
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