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CAPÍTULO 31

Rachel.

Llamo por décima vez a Troye pero no obtengo respuesta, me levanto de mi asiento cuando veo que se estaba poniendo nublado y quizás llovía.

Agarro mi bolso mientras suelto un suspiro.

—¿Rachel? — la voz a mi espalda suena extrañada, me giro con una sonrisa cuando veo a Liam con una sudadera y la capucha tapando la mitad de su rostro.

Él sonríe acercándose para darme un corto abrazo, en los días que hemos estando juntos con Stephen me he acostumbrado a sus inesperados y fuertes abrazos. Creo que en mi último suspiro de muerte admitiría en voz alta que me gustan, Liam tenía un don que podían ser reconfortables.

— Liam, ¿Que haces? — pregunto volviendo a sentarme, quizás así hago más tiempo y Troye llegue.

Tenía la esperanza de que llegara y terminar con esto que hace un lío mi cabeza.

— Oh, salí a correr, quería despejarme, ya sabes... — habla haciendo un ademán y dándome una mueca triste, él opta por sentarse a mi lado sabiendo que esta conversación llevará mucho.

—¿Saber qué? — cuestiono confundida.

Liam me mira por unos segundos.

— Mira, no se si deba decírtelo yo, Stephen es tu hermano y lo menos quiero es hablar de él — dice al último con un suspiro, entiendo su respuesta así que no presiono más en la conversación. Intuí que la relación de mi hermano y Liam está en una cuerda floja.

La voz de mi mamá suena en mi cabeza, No te metas donde no debes.

— Hablaré con él — le aseguro y él me da una media sonrisa antes de levantarse.

— Quizás esto tiene que quedar así, Rach. Tu hermano me hace bien, lo amo tanto, — añade, noto como sus ojos se apagan  —pero a veces duele de la misma manera.

— Liam... — quería hablar pero me quedo sin habla, no sabía lo que había sucedido y quizás mi madre tenía razón, no debía meterme. — Espero verte pronto. — en su lugar digo eso, con una pequeña sonrisa.

— Oh, claro que lo haremos, quiero conocer a los bebés, me encantan los niños. — susurra lo último despidiéndose con la mano. Se siente extraño que no haya sido con un brazo reconfortante.

Cuando salgo de mis pensamientos, miro a mi alrededor y me doy por vencida cuando no veo a Troye por ninguna parte, tendría que suponerlo porque él es de esas personas puntuales.

Quería marcarle, tenía tantas ganas de escuchar su voz y que me hablara bonito. Quizás si compro helado endulza de la misma manera mi sistema.

(.)

— ¿Entonces nos separamos y compro lo que sale en la lista? — pregunta por tercera vez Stephen con la vista pegada en el papel. Ladea la hoja. — ¿Por qué biberón? ¿No le vas a dar tú? — pregunta confundido.

Me encojo de hombros. — Cuando cumpla los meses y puedan tomar el biberón, lo harán y también es cuando estén a tu cargo mientras que yo trabajo — confieso en la entrada del Shopping.

Stephen en lugar de quejarse, sonríe abiertamente. Las ojeras debajo de sus ojos se marcan el doble que hace unos días, y me preocupa su estado recordando lo que quiso hacer esa vez que llegó a mi departamento y confesó ser gay.

— Como decía, entonces yo me encargo del biberón, chupetes, pañales de recién nacidos, zapatitos, manoplas... — Le interrumpo.

— Stephen, no te pongas a leer todo, es demasiado. — Ruedo los ojos. Rápidamente encontramos la sección que vende todo de bebés.

—¿Qué dices? Esto no es nada, creo que compraré también los juguetitos para que no se aburran, también podría ser el Monopoly, vamos a ser tres cuando los cuide. Y mira, no se van a aburrir, Rachel, soy el mejor tío - padrino — me mira con una sonrisa orgullosa buscando mi mirada.

— Dios, hermano, van a tener tres meses, ni siquiera van a decir mamá — respondo levantando mis brazos. — ¡Van a ser así! — digo señalando a un bebé que pasea en los brazos de su madre, la señora me mira mal y adelanta su caminata. Suspiro. — Creo que se los dejaré a Julieta — miento mientras sigo caminando, siento los pasos de Stephen a mi lado y como pasa su brazo por mis hombros. Entramos a un local donde venden los coches miramos los alrededores.

— Tranquila, sis, Liam también sabe mucho de niños, a él le encantan — admite, su voz se va a apagando en las últimas palabras, siento el abandono de su brazo. Me doy la vuelta y busco mirar su rostro, estaba dado vuelta fingiendo ver la etiqueta de un cochecito. Camino hasta él y lo envuelvo en un abrazo por detrás, acaricio su barriga y apoyo mi mejilla en su espalda. — Lo arruine otra vez, Rach, lo siento tanto — susurra con su voz afligida y su cuerpo se sacude, estaba aguantando un sollozo. Tenía conciencia de que su disculpa iba para Liam, él realmente la había cagado y no necesitaba saber que hizo para saberlo.

—¿Puedes hablarlo con él? — pregunto con tacto.

Siento como niega con la cabeza. — No lo merezco, Rachel, él merece a alguien que le de todo.

Frunzo el ceño. — Stephen, ni siquiera cuando noté tu pequeño enamoramiento con tu mejor amigo te vi tan enganchado, Liam cambia todo de ti, en el mejor sentido. Él te merece, claro que lo hace. Y si aún lo amas como la primera vez, tienes que insistir, porque esa es la única manera de llegar hasta el final sabiendo lo que pasó si lo intentas.

Cuando termino de hablar, siento las repetidas patadas de mis bebés en mi barriga, la que estaba apoyada en la espalda baja de Stephen. Él se da la vuelta viendo con asombro mi panza, noto sus ojos rojos.

Acaricio su brazo.

— Estarán bien.

Stephen sonríe.

— Siempre le dices eso a las personas, ¿tú lo estarás? — pregunta llevando una mano a mi barriga y mimando desde ya a mis bebés.

Caiga en su pregunta, y no lo dudo, aunque sienta una increíble atracción por Troye, siempre estaré bien si tengo a mis niños al final del día. Lo quiero, y mis sueños lo incluyen durmiendo en la misma cama cuando empieza el día, pero también en mis pesadillas él sigue con su vida aceptando el casamiento con Sarah, y no podría hacer nada para cambiar si decisión.

(.)

— Te dije que no compres demás, Stephen, ¿Dónde meto todo esto en el departamento? — me quejo tirando las llaves en la mesa mientras con otra mano saco una zapatilla y la dejo por ahí, hago lo mismo con la otra.

— No lo sé, ¿en el balcón? Vi que tienes algunas de tus mugres allí. — responde yendo a la cocina, se salva de mi mirada fulminante. — ¡¿Tienes alguna cerveza?! — pregunta, aunque ya sé que está revisando la heladera.

— Si hay, fíjate la fecha de vencimiento, quizás es de hace un año — le respondo gritando, era innecesario porque la sala estaba pegada a la cocina, pero oye, es Stephen, mi hermano.

Prendo la televisión y busco el canal de comida, sorprendentemente de allí pude aprender como hacer una deliciosa sopa de verduras. Los milagros existen, gente.

— Más rica — dice sentándose a mi lado, se pega a mi diciendo que hace frío. Veo el recipiente que tiene cerveza adentro, las gotitas de que está bien fresca resbalan y caen al piso, paso la lengua por mi labio inferior.

Oh, deliciosa cerveza, ¿hace cuánto no nos vemos?

Stephen ríe de mí. —¿Quieres? Escuché a la abuela decirle a mamá que tomara para producirle más leche.

— Las ancianas siempre saben, pero no, no quiero.

El teléfono del departamento suena y miro como Stephen mira con esperanza el aparato, quizás pensando que es Liam. Hago una mueca y me levanto del sofá.

—¿Hola?

— Hola Rachel, ¿Cómo estás? — la voz de Ruby se hace presente al otro lado de la línea, sonrío.

— ¿Bien, y tú?

— Bien, estoy en casa de Ashley, ella estuvo fuera la última semana y nos dejó la llave, pensamos en hacerle una fiesta sopresa, ¿Te prendes? — pregunta emocionada.

— ¡Claro!, ¿A qué hora?

— Genial, a las 14 p.m está bien, haremos una pijamada. Byeee.

Byee.

Corto la llamada y veo que Stephen me mira raro, levanto una ceja interrogante. Él simula en su mano un celular y lo lleva a su oído.

¡Byee, chiquis! — chilla intentando miserablemente imitar mi voz.

Agarro la zapatilla que tenía a mano y se lo tiro, él no alcanza a cubrirse y chilla del dolor.

🍃

Pienso que si hago maratón tardaré aún más.
¿Cómo están? Espero que bien❤️
Perdón si es muy corto, el siguiente será entretenido.

Muchas gracias por todos los comentarios que me dejan, no saben lo feliz que me hacen.❤️❤️

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