Rachel.

— Una aventura es más divertida si huele a peligro.

— Lorena, ¿podrías dejar de cantar esa canción? — le grito desde el comedor.

—¿Por qué? ¿Te recuerda a alguien? ¿O a algo? — insinúa insistente levantando y bajando sus cejas.

Cuando está saliendo de la cocina le tiro palomitas de maíz, ella las atrapa con la boca gustosa.

Mala idea contarle todo.

Sí, le había contado absolutamente todo a Lorena, la pobre se había quedado atrás con mi vida actualizada en los últimos cinco meses.

— Escondidos en una cabaña, ¡hasta el amanecer!

Largo una carcajada negando con la cabeza, mi amiga era todo un caso aparte.

— Sigue contándome, entonces cuando él te besó la mejilla y se estaba por ir, tú lo llamaste y se besaron salvajemente hasta dar duro contra el muro.

Ruedo los ojos.

— Si, exactamente así, Lorena — le sigo con la corriente. Me echo en el sillón con un jadeo.

—¿Que sucede? — pregunta preocupada Lore.

— Mi instinto maternal que me dice que se están peleando por la comida — respondo muy concentrada en sentir los movimientos. —¡Oh, basta! ¡Hay suficiente para los dos! — grito mirando mi abdomen y Lore se sobresalta, reiría si no fuera porque estoy regañando a mis bebés. — Pásame las galletas por favor.

Un ratito después con Lorena seguimos viendo la novela que nos atrapó hace un año, la hicieron muy larga con todo el drama que le agregan y parece no tener final porque siempre en las propagandas sale que está en sus últimos capítulos, claro, hace tres meses dice eso. De todas formas con Lorena estamos enganchadas y a veces en el trabajo cuando no tenemos qué hacer nos ponemos a hablar de la telenovela.

—¡Olvidé darte algo! Espera aquí.

Me quedo confundida a la repentina voz de la morocha y espero impaciente en mi lugar buscando con la mirada que es lo que está haciendo. Odio la sorpresas de los regalos, simplemente podrían decir "Mira te regalaré 100 dólares, espera ya te traigo el cheque" antes de toda la preparación.

Me tiende la bolsa Channel y con desespero se la quito de la mano y tomo la pequeña bolsa con papel que hay.

— Admite que te gustan los regalos — habla Lorena, entre cierro mis ojos hacia ella y levanta las manos en inocencia.

— Oh, por Dios, Lorena — exclamo viendo un hermoso reloj blanco que saqué del envoltorio. Mi mano se pone en mi boca abierta para tapar un poco la emoción.

— No hay un motivo exacto, pero falta poco para tu cumpleaños y amo dar regalos, envolverlos, ver la emoción,... — la interrumpo.

— Regalame la mansión de tus padres entonces — bromeo y ríe. Cuando se sienta a mi lado la agarró por los hombros y la abrazo fuerte. — Gracias, Lore, es muy hermoso.

— Ay, qué dulce estás, opino que tendrías que embarazarte seguido.

— Opino que te calles — respondo dándole una gran sonrisa.

— También te quiero, Rach.

Reímos como locas las dos antes de volver a preparar otra ronda de galletas y palomitas de maíz.

(.)

—¡Rachel! ¿Por qué no lloras? — me reprende mi hermana con el ceño fruncido.

Me encojo de hombros.

— Te volveré a ver en algunos meses, hermanita, y estoy segura que llamarás o te llamaré todos los días.

— Tienes toda la razón — ahora está sastifecha y se voltea a seguir con mi madre que lloraba a mares y mi padre la tenía abrazada, su estómago se notaba muy abultado.

El aeropuerto en un día lunes estaba muy lleno, había cantidades de gente de todo el mundo. Los típicos turistas con su gorro, chaquetas, mapas en manos y su mirada perdida pidiendo auxilio en silencio.

Rio por ellos.

— Sé que cuando vuelvas te vas a encerrar en tu habitación y llorarás por Juli — habla Stephen pasando su brazo mis hombros.

Le pego en su estómago con mi codo y Stephen suelta un jadeo fuerte, su cara se torna roja.

— ¿Ahora quién llora? — me inclino a su lado tirando mi oreja para escucharlo.

— T-e salvas de... estar em-embarazada — amenaza casi sin aire.

Suelto una risotada.

— Estoy esperando a tenerlos, hermanito — respondo levantando una ceja y media sonrisa, me cruzo de brazos mirándolo desde arriba.

— Te tiraré a la piscina.

— Okey.

— También harina y huevo mientras duermas en casa de nuestros padres.

— Si puedes con eso — me encojo de hombros sin darle importancia. El rostro de Stephen era indescriptible, todo una burla.

Golpea su pie derecho en el piso. —¡Papá, Rachel me está molestando!

—Rachel, ya estás grande — me reprende severamente papá.

— Así que estás de su lado — digo ofendida con los brazos en jarra. — Mamá, no abraces a ese traidor. — susurro entre cerrando mis ojos a él.

— Pobre Troye, lo que le espera si se enamora de ti — sigue con el enfado Steph. Abro la boca sintiéndome muy ofendida y olvidando que nuestros padres escuchaban con atención. Juli solo agarraba su celular en alto para grabarnos, seguro lo subirá a su Instagram.

Esta tecnología de ahora.

— ¡Pobre Liam, tendrá que aguantar tus gases! — digo asqueada.

Todos, incluyendo a las personas que pasaban casualmente, miramos a Liam. Él abre sus ojos como un cachorro indefenso y empieza a tartamudear tímido.

— Amor... — suspira en un susurro Stephen a mi lado, lo miro y traía una pequeña sonrisa boba mirando hacia Liam.

También sonrío poniéndome sentimental.

Todos encuentran a su amor, a su alma gemela. Moriré sola y con veinte gatos alrededor mío con sus respectivas parejas gatos porque hasta ellos tendrán a su familia en mi departamento. Y luego mis hijos irán a visitarme con sus parejas e hijos y nietos de sus hijos y así.

—¿Quién es Troye y qué pasa con Liam? — pregunta papá con su voz seria.

—Qué bien, subiré este video a Instagram y te etiquetaré junto a un #Foreveralone — habla sonriente Juli. La fulmino con la mirada.

Le saco el dedo del medio. — Que se caiga el avión.

Se encoje de hombros. — Mamá me puso en la valija que tendré conmigo un paracaídas.

— Pregunté algo... — habla papá.

—Vuelo 503 está a punto de despegar. —habla la voz de los parlantes del aeropuerto.

— Ese es mi vuelo — habla Juli con media sonrisa.

Mi hermanita se abraza con todos y cuando llega a mí envuelvo mis brazos en sus hombros y le doy un fuerte apretón.

— Te voy a extrañar, perdedora — le susurro con la voz quebrada.

Juli se aleja un poco de mí para mirar a los demás con emoción. —¡Dijo que me va a extrañar!

Todos sueltan un "Ow".

Ruedo los ojos con una sonrisa también.

—Último llamado a los pasajeros que viajarán en el vuelo 503.

— Dios, que pesada — se queja mamá, su mano estaba apoyada en su espalda, estaba teniendo dolores.

—Bien, me iré. Me llaman seguido si no volare hasta acá para golpearlos — amenaza empezando a alejarse.

Todos suspiramos.

— Me acuerdo cuando se comía los mocos de Stephen — suspira papá.

—¡Iugh papá! — suelto asqueada.

— Y ahora ya tiene novio.

Miramos a Stephen confundidos y él señala a Juli, claramente estaba acompañada de un guapo chico pelirrojo. Wow.

Calma las hormonas, Rachel.

—¡Qué! No no, mi niña — habla papá corriendo hacia Juli pero no había caso, las puertas ya se habían cerrado.

Todos reímos excepto papá.

Cuando vemos por el gran ventanal como el avión despega y se pierde en el cielo, salimos a tomar un taxi para ir a casa y descansar. Juli nos había despertado a las 5 a.m para estar a tiempo en el aeropuerto.

Stephen me mira con ternura, le frunzo el ceño con desconfianza.

— Puedo ser Julieta por un tiempo para que no llores y no la extrañes tanto — se ofrece.

—Ow, ¿en serio harías eso? — pregunto con una voz fingida.

Stephen asiente y sonríe con orgullo por ser un buen hermano.

Volteo mi rostro a la ventanilla mientras sonrío maliciosamente.

(.)

¿Les gustó? Un poco de la familia de Rachel no viene mal, son tan únicos y me encanta.

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