CAPÍTULO 2.
—El departamento tiene dos habitaciones con un baño en el mismo pasillo, una cocina con tamaño normal, una sala que conecta con el pasillo junto a la cocina y finalmente un ventanal que se abre junto a un balcón. —La señora bajita y regordeta me señala cada rincón del departamento y quedo maravillada.
Mis padres se mantienen junto a mi lado estando igual que yo.
—Les daré unos minutos para que se lo piensen — con su rostro totalmente neutro se retira del lugar vacío haciendo resonar sus tacones.
Miro a mi alrededor y ya imagino el sofá frente al televisor con una pequeña mesita para poner los pies, exclusivamente para mí. Una alfombra azul que abarque toda la sala, cuadros y más macetas.
Sonrío.
—Yo creo que es mala idea...— habla papá y niego.
—Me encanta, quiero este.— les digo decidida.
—Pero Rachel, ¿Estás segura?
—Nunca lo estuve tanto como ahora. —les sonrío, y se quedan sorprendidos.
— Sol, ¿Acaso estas viendo lo mismo que yo?— Papá se dirige a mi madre que me mira extrañada y asiente con lentitud.
—Lo sé, está sonriendo...
Ruedo los ojos.
En ese momento la señora bajita entra.
—¿Lo pensaron? — pregunta con esperanzas en su rostro.
—Si, y lo veo muy cómodo y simple para alguien como yo. La respuesta es sí, lo quiero.
Por primera vez la señora sonríe, haciéndole notar las arrugas considerada en su rostro. ¿Nunca había usado protector solar?
—Perfecto, tienen que firmar unos papeles y recuerdo que dijeron que ya tienen los comprobantes así que, ¿Cuando lo quiere habilitado?
—Mañana mismo si es posible — respondo soltando un suspiro soñador.
(.)
Ya ha pasado una semana desde que me mudé en este departamento, y aunque en algún momento me sentí sola, suelo poner música y preparar algunos papales que tenía pendiente de la empresa en donde trabajo.
Le había pedido a mi jefa diez días poniendo la excusa de tener un virus contagioso, mágicamente me los dio asqueada.
No me sorprende.
Hoy es domingo y en mi departamento ya tenía el sofá, la mesita, la alfombra y un televisor. Todo obtenido por mi paga del mes.
El timbre suena y estaba decidida a dejarlo sonar y ver mi novela, estaba en una parte muy importante en donde ya la vieja maldita le dice la verdad a la protagonista. Pero justo sale el buenote diciéndole que es una trampa.
—¡Rachel, soy Mary! — el grito de una de mis mejores amigas me hace levantarme del sofá.
Antes de abrir la puerta arreglo mi vestimenta sacando restos de galletas que comía hace unos segundos.
—Hola, Mary. ¿Que haces por aquí? — pregunto dejándola pasar.
—Wow, qué lindo ha quedado — habla mirando alrededor con la boca abierta. Traía una falda de tubo que alcanzaba apenas a tapar su trasero, junto a una blusa y un maletín, juraría que recién sale del trabajo. Se gira a mirarme y sus ojos me pasan de abajo arriba. Ríe. — Ese enterito de jardinería te lo regale a los veinte.
Me encojo de hombros cerrando la puerta y yendo al sofá otra vez a sentarme.
—En la mudanza encontré mucha ropa nueva... — me interrumpe.
—De lo ordenada que eres — ironiza sentándose en el sofá individual. — ¿Y no encontraste un cadáver?— bromea con media sonrisa.
— Tenía la esperanza de encontrar el de mi hermano, pero Julieta muchas veces me lo impidió.— hago un puchero y reímos.
—¿Que haces por aquí? — pregunto bajándole el volumen al televisor.
—En el grupo de WhatsApp dijiste que tenías algo que decirnos. Nos juntamos a las nueve en tu casa...— habla y la miro confundida. — Rachel, mira tu teléfono. — ordena rodando los ojos.
Alcanzo mi teléfono que estaba en la otra punta del sofá y abro la aplicación.
"Mujerzuelas, tengo algo importante que decirles. Las veo en mi departamento a las nueve."
Rach.
Me fijo que la hora es las ocho, falta una hora. Por suerte ya tenía todo arreglado.
— ¡Cierto! Esto del emba...— abro los ojos y me retracto de inmediato. — Olvídalo. ¿Recién sales del trabajo?
Ella asiente entusiasmada. — Troye Magazzani asistió a la empresa, es taan guapo.— suelta un suspiro con la mirada perdida y soñadora.— Todo un encanto, siempre sonríe y es atento, nada comparado a su padre — hace un ademán llevando su lacia cabellera rubia hacia atrás.
Hago una mueca y reímos las dos.
—¿Y él? Me vas a decir que es ciego por no fijarte en una belleza como tú...
—No te creas, me le he insinuado. Pero siempre me esquiva — responde con el ceño fruncido y apenas un puchero. De repente frunce el ceño. — Lo que es raro porque más revistas no paran de hablar de él y sus numerosas citas con distintas mujeres.
Levanto mis hombros. Alzo mí mano izquierda y señalo el dedo anular. Ella niega con la cabeza mientras sonríe.
—No tienes nada que perder entonces. — levanto mis hombros y ella asiente muchas veces.
—Le preguntaré a mi jefe, su padre. — dice muy segura. — Ahora, vamos a preparar algo para las glotonas que vienen en camino.
Me levanto junto a ella y vamos a la cocina, alaga por un rato más el lugar que elegí y asegura que también está juntando dinero para independizarse de su madre solterona.
—Tengo miedo, Rach. Ella me dice muchas cosas malas de los tipos que les cuento, pienso que quiere que termine como ella... —habla dejando de lado la copa que tenía hace unos segundos y bajando la mirada, lleva una mano a su sien y suspira. —Tengo miedo de pensar igual que mi madre. Yo quiero tener una oportunidad, pero ella piensa que es nula a como todas las que tuvo.
Agarro la botella de licor en mi mano izquierda y con mi derecha agarro una mano suya, me encuentro con su mirada y la miro comprensiva.
—Es momento que de pienses en ti, Mary. Si tanto deseas esa oportunidad y la tienes al alcance no la desperdicies.
Ella me da una pequeña sonrisa y me abraza por unos segundos.
—Gracias, Rachel, lo tendré en cuenta.
En ese momento el timbre suena y le entrego la botella para que la deje en la mesa.
—¡Rachel, querida! —grita Ashley envolviendo sus brazos alrededor mío, le correspondo.
—Sigo pensando que suenas igual que mi abuela — hablo separándome y ríe.
—¿Llegamos tarde?— por la puerta se asoma una cabellera roja con una sonrisa simpática, junto a ella una chica bajita llena de pecas y rubia.
—En mi defensa el estúpido de mi chófer se equivocó de calle — dice la rubia, Emma, saludando con dos besos en la mejillas a cada una.
—¿Si? Pues con Mary ya nos comimos toda la comida en los... — me detengo mirando el reloj 21:02 pm. —... dos minutos que tardaron en llegar.
—No se te ocurra Culligs, no me importa que seas hermana de un guapote como Stephen, te mataré sino me guardas comida — se queja sentándose en la mesa junto a todas.
—Por cierto, ¿Como esta mi amor?— es Emma la que bromea tomando un poco de su copa ya sentada en el medio de Ashley y Mary.
Me siento en la cabecera al lado de Ruby, la pelirroja.
—Rascándose a dos manos en casa de mis padres —respondo con asco y más de una suspira enamorada, suelto un bufido.
—¿Que tan importante era los que nos querías decir, Rachel? — la pregunta de Ashley me hace detener el camino que llevaba el rico bizcocho a mi boca, lo trajo Ruby.
Me prometo que luego le preguntaré dónde los compró.
—Oh, eso. Puede esperar...— me encojo de hombros sintiendo la sed en mí boca, recuerdo que no podía tomar.
—¡Ni lo pienses! He cancelado una cita de manicura para venir —se cruza de brazos la misma rubia.
Ruedo los ojos. Siempre he pensado que era una pérdida de tiempo eso, solo para que en unos días se vuelva a gastar la pintura y volver otro a ir al local.
Esto lo del embarazo me tiene muy perezosa.
—Ashley... — Ruby la regaña y la rubia suelta un bufido. La pelirroja se inclina hacia la mesa apoyando los brazos. — Además, también tengo algo importante que contarles. — Una gran sonrisa se expande por su rostro y levanta su mano izquierda para mostrar una hermosa argolla reluciente. — Jose, me pidió matrimonio.
Abro la boca sorprendida mientras todas mis amigas sueltan un chillido parecido a una rata.
Mary es la primera en levantarse para abrazarla.
—¡Esto hay que celebrarlo! — grito alzando la botella de vino y sirviéndole a todas las que me extendían las copas.
—Rachel, ¿Intentas emborracharnos?
Asiento repetidas veces a la pregunta de Emma. Ella ríe negando divertida.
Igual, la noticia de un niño creciendo en mi vientre puede esperar.
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