Rachel.

-Hablé con Ashley ayer... - escucho la voz de Ruby desde mi habitación.

-¿Si? ¿Y qué te dijo? - no espero respuesta y sigo hablando. -No la he visto hace una semana, pero en Instagram sube fotos junto a Emma.

Acomodo los zapatos en el estante de ellos y cierro el armario.

-Mmh, sí, me invitó pero tenía muchos expedientes por revisar - responde Ruby, la veo acercándose por el marco de la puerta.

La miro confundida. ¿Acaso invitó a todo el grupo menos a mí?

-¿Solo a ti?

Ruby me sonríe igual de confundida.

-Eh... ¿No? Me dijo que también iba a hablar con ustedes.

-Ah...

Me quedo callada por un momento. Luego saco la idea de mi cabeza pensando que quizás en el instante que me iba a invitar se quedó sin crédito, o estaba ocupada por las órdenes de su pesado jefe.

No quería pensar mucho en eso, si lo hago no tendría buenas reacciones.

-Hey, no te preocupes, ya se le pasará... - dice Ruby.

-¿Pasar qué? Ni si quiera sé por qué ese repentino cambio de humor que tuvo conmigo - digo con una mueca.

-Siempre ha sido así - añade, hace un ademán con la mano. -Es como... su carácter.

Ruedo los ojos y decido no hablar más sobre el tema.

(...)

-¡Una triple Mac para la mesa tres! En minutos se le traerá la orden - habla el mesero con seriedad antes de darse la vuelta e irse por donde vino.

-Gracias - murmuro sarcásticamente ya que no me dio tiempo a más que solo perdí la orden.

Mientras espero lo que ordené veo a mi alrededor como el lugar se llena de gente. McDonald's nunca pierde su estilo.

Veo a una chica dirigirse hacia mi con la hamburguesa que encargué. Mi boca se hace agua y lamo mis labios.

Creo escuchar una vocecita en mi vientre diciendo Por fin... Ya estoy rayando la locura, lo sé.

-Aquí está su orden, señorita, espero la disfrute - habla con media sonrisa la rubia.

Oh, claro que lo haré.

-Gracias - le sonrío plenamente y cuando se va me dispongo a devorar mi comida.

Hace tanto que no comía algo tan delicioso...

Pero me retracto, porque si había comida algo más delicioso y era la tarta de chocolate que hizo mi hermana hace una hora.

A este paso saldré rodado de la puerta de mi departamento.

Pero era tanta el hambre que tengo que últimamente estoy comiendo como si tuviera tres niños dentro mío. Esperen...

Dejo de comer mi rica hamburguesa para tomar el vaso de gaseosa.

Frunzo el ceño pensando. La posibilidad de que sean mellizos es de un 50%, porque el desgraciado de Ignacio no tenía hermanos, o eso creo, no era como si en medio de la follada le hubiera preguntado si tenía familia.

He ahí por qué estoy embarazada. Ni siquiera le avisé del condon.

Maldita mis ganas y borrachera.

Sigo degustando mi hamburguesa a medias cuando mi vista se fija en la puerta del local, oh Dios, ¿por qué tuve que mirar?

Ella entrelazaba su brazo con el de él y con ese mismo le agarraba la mano como una pareja tan dulce y a la vez una hermosa portada de revista de una familia envidiable. Ella era la viva imagen de una diosa, una modelo con una gran vida por delante con el modelaje, era Sarah Cocker.

Y a su lado, con una pequeña sonrisa mirando a la niña a su lado era Troye Magazzani. Oh mierda, ¿esa es su hija? Tenía el misma cabello rubio y sus ojos amielados.

Lo que faltaba.

Bajo la mirada de inmediato cuando sus ojos pasean todo el local hasta toparse con los míos.

Que lindo está el piso, me gustan las baldosas que lo adornan, oh, ¿Eso era un chicle? ¡Qué importa! Qué buena decoración.

-Rachel - su gran silueta me pone nerviosa de repente, buscaba mi mirada y yo la evitaba. Estaba con su comprometida, ¿que carajos hacía acá conmigo?

Lo sabía, todos los hombres son unos infieles.

-Hola Troye - finalmente le sonrío mirándolo a los ojos. Éste hombre se sacó la lotería en tener los ojos más bonitos del mundo.

Él también sonríe y se acerca, demasiado, en mi cerebro suena una alarma roja que alerta todos mis sentidos y...

Me tiende un pañuelo totalmente blanco hacia mí.

-Lo siento, tienes un poco de ketchup en tu mejilla.

Oh, era eso.

Claro, estúpida, está su comprometida a unos metros de ustedes, ¿pensabas que te iba a sacar el ketchup con la lengua como en las películas?

Mmm, su lengua, seguro sabe a la mismísima comida echa por los dioses del Olimpo.

-¿Rachel? - la voz de Troye me trae a la realidad y de inmediato me limpio con su pañuelo ultra blanco.

Le sonrío tímida.

-Soy un cerdo, siento la imagen - digo apenada por la imagen que siempre ve de mí.

-Tranquila, soy así las veces que como algo muy delicioso - ríe levantando sus hombros.

-¡Quién no! Tienes que probar las tartas de mi hermana, te chuparas los dedos olvidando todos los modales - añado sonriendo, de repente me doy cuenta de lo que dije, ¿lo estoy invitando?

Él me sonríe con un brillo en los ojos. Mira hacia atrás viendo que su comprometida ya pidió la orden y habla con la niña que traían. Mi corazón se aprieta al ver que sí, como dicen en las revistas, hacen la pareja más perfecta del mundo.

Bajo la mirada haciendo una mueca, tonta Rachel. Deja de sonreírle, eres un completo bagre a comparación de esa mujer.

Una tarjeta se desliza en la mesa hasta donde está mi mano derecha.

-Llámame para probar esa tarta - sonríe grande. -De verdad, halzo.

Y con eso se va dejándome un revuelto en el estómago. ¿Acaso mi bebé ya puede moverse con dos meses?

Tonta Rachel.

(...)

-Entonces él salía de su oficina con su capa roja volando hacia atrás únicamente atada a su cuello, su torso estaba desnudo dejándome ver su marcado abdomen y... - Lorena no dejaba de hablar de su sueño erotico con nuestro jefe Greg.

Golpeo mi frente y decido ver la tarjeta que tenía en mis manos, he estado todo el maldito fin de semana preguntándome si llamar o no. No, el está comprometido y yo estoy embarazada...

No es como si de repente tendríamos una hermosa relación.

Quizás podríamos ser buenos amigos, de esos mejores amigos que van a tu departamento a llevarte un kilo de helado sabiendo que su mejor amiga morirá sola por amargada y malhumorada. Bueno, no sola porque yo estaría acompañada de mi hijo.

Sonrío.

Si, sería buena idea ser amiga de Troye.

Solo amigos obviamente.

Claro, porque mí mente no sería capaz de imaginarme con él abrazada a una manta y un pequeño bebé en mis brazos mientras veía mí canal favorito.

Claro que no.

(...)