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CAPÍTULO 13

Cuando el ascensor marca que llegamos a mi piso las puerta se abren, la cabeza me vuelve a palpitar por la música alta del departamento vecino, me extraño por los otros vecinos que no se hayan quejado. La puerta de ese departamento se abre y sale un chico de cabello negro, estatura baja y una mirada perdida, traía un celular en su mano.

Era como de la edad de Julieta.

Se sienta en el suelo tomando su sien, apuesto que debe de doler como el demonio con esa música. Puf, novatos.

Estaba por poner la llave en la cerradura cuando me llama, extrañada me doy la vuelta para mirarlo.

Sus ojos... son de un color marrón claro pero profundos y misteriosos, eran encantadores.

— En la escala del 100, ¿sería muy estúpido, llamar a una chica que me trae loco en éste estado? — dice con una voz que no se quedaba atrás con todas las características de él.

— Sería un 101 — respondo con el ceño fruncido.

Lleva sus manos a su cara y las pasa muchas veces.

— Tienes razón, es muy estúpido... — añade riendo y trata de levantarse en las cuales no consigue nada, le tiendo una mano y me agradece.

— Hazlo sobrio — le aconsejo con media sonrisa. Él asiente y me saluda con la mando antes de desaparecer por la puerta.

Cuando por fin entro al departamento, preferiría no haberlo echo y estoy a un paso de echar a correr por lo que estoy viendo. Mis ojos no dan a abrirse más cuando veo la escena frente a mí.

—¡¡Stephen Culligs!! — chillo a más no poder y no era momento de sorprenderse lo tan alto que salió mi grito.

—¡Rachel! —dice de inmediato separándose del chico que solo traía un calzoncillo, evitaba mi mirada y estaba colorado como un tomate.

—¡Estas muerto, Stephen! — advierto señalándole pero no mirando a esa dirección.

— Yo... lo... lo siento —tartamudea, prende la luz y cuando lo miro, creí que iba a vomitar otra vez.

—¡Cámbiate, por Dios! — grito aqueada, mirarlo como Dios lo trajo al mundo me va a dar pesadilla por días. — Eres hombre muerto, Stephen. — amenazo de nuevo cruzando mis brazos, no podía pasar a mi habitación porque el sofá en donde estaban... haciendo sus cositas, está en el camino.

— Juro que no sabía que llegabas ya — dice mi hermano. Ruedo los ojos.

— No hay excusa, maldito infeliz — le digo irritada.

— Listo — murmura y examino que los dos están cambiados. — Nos iremos... — dice incómodo.

Cruzo mis brazos otra vez.

— Claro, ¡al menos paguen por la noche! Esto ya es un hotel — digo indignada. Stephen se me acerca y de repente me abraza riendo fuerte. — Ugh, mierda, no quiero abrazos.

— Deja de gruñir, hermanita — sigue riendo, luego se gira y le dice al chico que se acerque, quien tímidamente lo hace. — Rachel, él es Liam — me lo pesenta y entrecierro mis ojos hacia él.

— No es un buen momento, dejaremos el cuestionario para otro día — gruño, pero finalmente le sonrío, él parece aliviado y también lo hace.

— Mucho gusto, Rachel, me ha hablado cosas muy buenas de ti — dice con una voz ronca y gruesa, me tiende su mano derecha y hago una mueca.

— No quiero saber lo que ha tocado esa mano — digo escondiendo la mía detrás de mi espalda.

Liam se sonroja y también la escuende. Stephen lo abraza por la cintura mientras ríe.

— Oh no, con esa no fue, es zurdo — añade y abro mis ojos como platos.

—¡Stephen! — chillamos con Liam, me acerco a un almohadón y se lo lanzo con fuerza.

Después de eso se van los dos y creo que puedo respirar con tranquilidad.

Hogar, dulce hogar...

(.)

—¿Me dices que dijo tu nombre toda la noche y tú reaccionas cuando ya se fue? — repite Julieta con una cara de "¿Eres estúpida?"

— Ugh, olvídalo — digo volviendo a ver el menú de preferencia.

Julieta larga una carcajada claramente burlándose de mí, de su pobre hermana mayor.

— Tú jefe te llama — miento, le hago una seña a la puerta de la cocina.

Estaba visitando el restaurante donde trabaja Julieta, era un gran lugar, muy elegante y tenia muchos lujos para las personas de clase alta. Mi hermana tenía su delantal blanco y su gorro estaba descansando en la mesa que yo estaba sentada cómodamente.

Como estaba aburrida en mi departamento un día domingo recordé que a las 14:30 pm. era el descanso de Julieta hasta las 15:00 pm.

Julieta mira hacia donde yo señalé y luego niega varias veces volviendo a su postura.

— Mi jefe nunca entraría a la cocina, creo que las veces que ha paseado por esta sección es cuando es la hora de entrada y salida. — explica y encoje sus hombros. — Pero dime, no sabía que ahora se cautiva a los hombres vomitando sus zapatos... —recuerda el tema con una sonrisa burlesca.

Ruedo los ojos, ¿por qué le conté?

— No sabía que tenía una hermana tan pesada — digo con fastidio.

Luego me cuenta sobre cómo han estado las cosas en casa, dice que mamá estaba en reposo porque un embarazo a su 40 años de edad es un poco complicado. Que papá consiguió un chico humilde para que se encargue del taller mecánico junto a Stephen, para estar más tiempo con mamá.

Stephen sigue siendo Stephen, en pocas palabras, igual de idiota. Evito recordar el momento de anoche, no le cuento eso a Julieta, no quiero que tenga las misma pesadillas que yo.

— Es hora de regresar al trabajo — dice mirando su reloj, asiento y ella sonríe entusiasmada. No podía esconder su emoción, a ella le encanta cocinar, mezclar comida, hacer tartas y aprender más de todo.

Desde pequeña ella se escondía en la cocina con mamá, no sabíamos lo que hacían hasta que se hacía la hora de merendar y salían los platillos deliciosos.

— Bien, yo me tengo que ir — digo tomando mi bolso y parándome de la silla. Julieta se pone a mi lado agarrando su gorro.

—¿A dónde irás?

— Tal vez a visitar a Lore... — le respondo pensando.

Mi hermana me mira con el ceño fruncido. — ¿Te das cuenta que pasas más tiempo con Lore, que con tus otras amiguis? — pregunta agudizando la voz en la última palabra.

Ruedo los ojos.

— La otra vez me vi con Ruby — digo, Julieta me acompaña hasta la salida del restaurante.

— Es la única que me cae bien, ya te he dicho, las otras se ven muy falsas — dice mi hermanita con una mueca preocupada.

Bufo. — No exageres.

— Dime, ¿Le has dicho lo del embarazo? — pregunta con una ceja alzada, yo frunzo el ceño cruzando mis brazos.

— No uses ese tonito — le digo irritada, ella ríe. — No, no les dije, solo a Ruby y porque quién le dijo fue Ignacio — respondo, Julieta sabía del desgraciado porque le había contando el día que les di la noticia de que estaba embarazada.

— Bueno, yo digo que si confías en tus amigas serían las primeras en enterarse — añade mi hermana mirando hacia la calle.

Frunzo mis labios. — Sabes que es muy difícil para mi confiar en alguien... — murmuro.

Julieta me mira y relaja sus facciones,antes de que hable la interrumpo.

— No son ellas, soy yo. — intento bromear, mi hermana en vez de eso me abraza fuertemente.

Es como si supiera cuando necesito un abrazo, que nunca diré que lo necesito pero me conoce tanto que lo hace.

— No puedes siempre hacerte la fuerte, Rach. —murmura y asiento varias veces, se aleja un poco. —Tienes que decirle antes de que sea más tarde.

— Tienes razón, lo haré.

(...)

¡Buenas mañanas, tardes, noches cuando sea que estén leyendo esto! Espero que se encuentren bien❤️


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