40.- Una historia sin final.
Carina.
Es curioso como cuando la vida comienza a ser feliz, a mostrarnos lo que realmente merecemos, tenemos el temor de que todo en algún momento fuese a colapsar.
Y nunca he tenido la sensación tan fuerte, como en estos momentos.
Mi reflejo me devuelve la mirada, tengo una sonrisa preciosa en el rostro, y las manos me tiemblan de los nervios pero a pesar de todo, me siento tan feliz.
Hoy, después de casi nueve meses de planeación, por fin ha llegado el día que hemos esperado tanto, el momento en donde uno mi vida a la del hombre a quien amo tanto.
Los nervios me recorren entera y creo que puedo estar sudando aún cuando el aire acondicionado de la habitación está lo suficientemente frío como para impedirlo.
Pero supongo que todas las novias se han sentido así el día de su boda, ¿o no?
—¿Estás lista? —volteo brevemente cuando la voz de mi madre se escucha.
—Sí —sonrío —¿todo bien ahí afuera?
—Todo excelente, cielo —dice con firmeza mientras se acerca hasta donde me encuentro.
Sus ojos me recorren, noto el destello iluminado en ellos mientras observa todos los detalles del vestido, he optado por un corte sencillo, nada demasiado llamativo ni pomposo. Es un vestido en corte A, con mangas de encaje que me cubren la piel. Tiene una abertura a la altura de la pierna lo que hace que la piel de la zona se muestre cada que doy un paso.
—Estás preciosa, estoy seguro de que Sandro se enamorará toda vía más si es posible —su sonrisa se amplía —estoy muy feliz por ti, cariño mío.
—Gracias, mamá. Realmente no creí que este día llegara pero justo ahora no puedo imaginarme no estando aquí.
Una mirada comprensiva le llena los ojos, sonríe levemente mientras toma una de mis manos y me atrae hacia su cuerpo, su abrazo se siente cálido, lleno de amor.
—Me alegra tanto que hayas encontrado a alguien que te haga desear todas las cosas que te hacen feliz. Que puedas encontrarte a ti misma pero lo más importante, estoy tan feliz de que hayas encontrado a un hombre que pueda darte el amor que mereces.
Las lágrimas pican en mis ojos cuando la voz de mamá se rompe.
—Eso es lo que he deseado para todas mis niñas —dice con una sonrisa —que puedan encontrar a hombres que las amen y a quienes ellas amen con la misma intensidad, tú eres la más pequeña de mis desastres y no sabes la alegría que siento de saber que eres feliz, y que Alessandro va a cuidar de ti tan bien como tu padre y yo lo hemos hecho todo este tiempo.
Un suspiro tembloroso brota de mis labios, tengo una sonrisa en los labios pero eso no impide que las lágrimas se escapen de mis ojos y me recrimino por estar arruinando el maquillaje.
—Te amo, mamá —susurro abrazándola una vez más.
Mi padre entra justo en ese instante y sonríe enternecido al vernos.
—¿Nos ganó el sentimentalismo? —bromea.
—Oh, cállate —dice mamá aceptando el abrazo que él le ofrece —¿puedes culparme? Nuestra niña va a casarse.
—Lo sé —dice y noto como su mirada se llena de melancolía —evidentemente ya no eres la niña que prefería a papá sobre todo, ¿no es cierto?
Me rio brevemente.
—Gracias por todo, a ambos —susurro con una sonrisa —han sido unos padres estupendos y todo lo que he aprendido sobre el amor, sobre la felicidad, ha sido por ustedes. Porque me han enseñado a no aceptar menos de un hombre.
Papá se acerca y me estrecha en sus brazos, se aparta brevemente para dejar un beso en mi frente y luego acaricia mi rostro.
—Sin importar lo que pase, siempre puedes volver a casa, lo sabes, ¿verdad?
Asiento.
—Lo sé.
Su sonrisa me hace sentir segura y confiada, no dice nada más pero no es necesario. El sonido de las voces al otro lado de la puerta nos indica que alguien viene y cuando la puerta se abre, mi sonrisa se ensancha al ver a mis damas de honor.
Bella y Lía ríen por alguna broma que seguramente Bell ha dicho, detrás vienen Abbie y Lili, y luego aparece Florence. Todas portan los vestidos rojo guinda, y llevan las diademas doradas en el cabello.
—Lamentamos interrumpir el momento, pero es hora —informa Bella.
Mamá resopla pero no aparta la sonrisa de sus labios, me da un último beso en la mejilla antes de marcharse llevándose consigo a la mayoría de las damas de honor.
Solo permanecen conmigo Bella y Lía quienes lanzan un grito emocionado al verme, apenas y me preparo para el rápido abrazo que ambas me dan.
—¡Nuestra pequeña hermana se casa! —chillan.
—No sabes lo feliz que estamos por ti —dice Lía —tienes que aventarme ese ramo, ¿quieres?
—Oh, bueno —interviene papá —¿es que ahora también estás pensando en casarte? Dame algo de tiempo para procesar que tu hermana lo hará hoy.
Nuestras risas se combinan llenando la habitación en la que nos encontramos, Bella hace el ademán de decir algo pero un par de toques lo interrumpen, la organizadora que contratamos aparece y los nervios explotan porque eso significa que el momento ha llegado.
—Todo está listo, Carina —informa la mujer —es momento de que salgan.
Mis hermanas me dan un último abrazo antes de salir de la habitación, la organizadora nos da unas últimas indicaciones y luego, es momento de salir.
Tomo un par de inhalaciones mientras cojo el ramo y me aferro al brazo de mi padre para poder salir. La habitación en la que nos encontramos está en el interior de la capilla, un pasillo de cortos metros nos separa de las grandes puertas de madera.
—¿Es así cómo se siente ser absolutamente feliz, papá? —pregunto cuando nos detenemos frente a las puertas.
Me mira, sonríe con cariño y asiente.
—Es así, Stellina mia.
Las puertas se abren al mismo tiempo que la música comienza a sonar, afianzo mi agarre en el brazo de mi padre mientras miro hacia adelante, observando a todas las damas desfilar. Pero estoy ansiosa por mirarlo, ansiosa de encontrarlo al final del pasillo aguardando por mí.
Porque nos ha costado tanto llegar hasta este punto, porque al final estamos tan cerca de alcanzar nuestros felices para siempre.
Y en cuestión de segundos, lo veo.
Está de pie, con una sonrisa espléndida en el rostro que me hace encoger el corazón. Sus ojos se encuentran con los míos y soy plenamente consciente de cómo su mirada se ilumina, conforme los pasos nos acercan, siento los nervios más y más fuertes hasta el punto de sospechar que mi corazón puede sufrir un colapso aquí mismo.
—Por Dios, estás preciosa —dice con la voz llena de emoción —regina estás...deslumbrante.
—Tú estás guapísimo —sonrío levemente.
—Alessandro, espero no arrepentirme de entregarte a la más pequeña de mis niñas. confío en que la cuidarás, y que será feliz a tu lado.
—Juro que pondré todos mis esfuerzos para hacerla feliz.
En el segundo en el que Alessandro toma mi mano, es como si todo mi mundo colapsase y solo fuese capaz de verlo a él. Al hombre que está por convertirse en mi esposo.
—¿Estás lista, regina? —cuestiona ayudándome a subir el par de escalones.
—Más que lista.
Deja un apretón en mi mano y con eso, ambos nos giramos hacia el padre que está a punto de unir nuestras vidas para siempre.
Si dijera que presté atención a todo lo que el padre dijo, estaría mintiendo. Porque en todo el tiempo que estuve delante del altar, ciertamente le presté atención a todo, excepto al hombre que recitaba la ceremonia.
Pero, ¿alguien puede culparme?
No es hasta el momento en donde tenemos que intercambiar los anillos, que centro toda mi atención en las indicaciones porque no quiero terminar tirando la argolla por las escaleras.
Sin embargo, antes de comenzar con el momento de entregarnos las argollas, el padre indica que si tenemos votos, es momento para darlos.
Alessandro es el primero en meter la mano en la bolsa del saco, y tomar una pequeña hoja de papel que está doblada por la mitad. Me lanza una sonrisa nerviosa y yo lo miro enternecida.
—Cari, he esperado por meses este momento, el momento exacto en el que nos convertimos en marido y mujer. Hay tantas cosas que no sabía que deseaba, hasta que llegaste. Hasta que te plantaste frente a mí con tu carácter fuerte, e independiente. No puedo recordar el momento exacto en el que me enamoré de ti, pero si todos los momentos que me han mantenido en ese amor desde entonces.
Sus ojos se apartan de la hoja y se fijan en los míos.
—Hoy delante de Dios, y delante de todas las personas que nos aman, prometo que te haré tan feliz como la vida me lo permita. Que seré tu mejor amigo, tu esposo, tu sitio seguro, me esforzaré cada día por hacer que desees seguir siendo mi esposa, te amaré incluso cuando diga no hacerlo o cuando peleemos por cosas tontas. Quiero formar una familia contigo, y simplemente vivir a tu lado. Porque si me dieran a elegir de nuevo, elegiría escapar hacia ese casino, y apostaría mi vida entera con tal de encontrarte.
Parpadeo alejando las lágrimas pero no puedo hacer mucho para contenerlas. Tengo que tomar un par de inhalaciones para ser capaz de hablar, Sandro me observa con una sonrisa tierna mientras toma una de mis manos.
Cuando creo que puedo hablar sin romperme, recapitulo todas las palabras que quise memorizarme pero que sabía bien que no podría aprender, así que solo dije que lo miraría, y diría absolutamente todo lo que siento.
—Sandro, he deseado toda mi vida encontrar un amor como el que mis padres tienen. Un amor que me haga vibrar, que me haga ser libre, un amor que me permita ser yo misma pero que a su vez, me haga desear volver a casa para compartir mi vida con alguien. Antes de ti, no creía necesario una historia de amor, pero ahora, no puedo imaginarme sin vivir todo esto, a tu lado. Te amo, y te amaré incluso en los tiempos malos, te amaré aún cuando diga odiarte, te amaré hasta mi último aliento e incluso después, si hay otra vida, te amaré. Porque un amor como el nuestro no desaparece, un amor que se cultiva con los años y espera el momento adecuado para florecer, nunca podrá desaparecer.
Tomo una inhalación y aprieto su mano.
—Gracias por traer a mí todas aquellas ilusiones que nunca me permití considerar. Te amo, y confío que el resto de nuestras vidas será tan pleno como este momento.
Sus ojos reflejan un sentimiento tan puro, me miran con un amor casi interminable. Tiene una sonrisa preciosa mientras susurra un "te amo" en el momento justo en el que Bella se acerca con los anillos.
—Sandro, ¿aceptas a esta mujer como tu esposa, para amarla y respetarla, todos los días de tu vida, hasta que la muerte los separe?
Él sonríe un poco más mientras asiente.
—Acepto.
—Carina, ¿aceptas a este hombre como tu esposo para amarlo y respetarlo, todos los días de tu vida, hasta que la muerte los separe?
—Acepto.
El padre da la indicación para que intercambiemos los anillos y noto el leve temblor en las manos de Sandro, poco a poco la emoción crece en mi pecho cuando las argollas están en su sitio, y el padre dice:
—Por el poder que la iglesia me confiere, yo los declaro, marido y mujer. Puede besar a la novia.
Una ola de gritos y aplausos nos envuelve mientras Sandro se acerca, sus manos se enroscan en mi cintura y sus labios se encuentran con los míos, conectándose a la perfección, moviéndose a una sintonía perfecta.
Todo en mi interior parece estallar, miles de sensaciones apoderándose de mí por completo, llenándome hasta el último rincón, y no hacen más que crecer y crecer, y no parece querer detenerse incluso cuando nos separamos y con una bonita sonrisa dice:
—La amo, señora Santori.
—Y yo a usted, lo amo infinitamente, señor Santori.
Una risa nos invade a ambos, dejamos de mirarnos cuando mi madre se acerca con la cámara instantánea, ambos compartimos una mirada sabiendo exactamente lo que significa.
—¡Sonrían a la cámara!
Sandro cruza la mano por mi espalda baja, me apega a su cuerpo y ambos sonreímos hacia la cámara, mi madre captura el momento y cuando la imagen se revela, nos la entrega.
La tomo, ambos estamos sonrientes y tan felices. Alessandro me abraza por detrás mientras susurra:
—Es nuestra mejor foto, ¿harás los honores de escribir la historia?
Asiento, dejo un corto beso en sus labios mientras guardo la pequeña fotografía en la bolsa de su saco.
Claro que escribiré la historia.
Una historia que sin duda alguna, está muy lejos de llegar a su final.
_______________________________________________________________________________
¡Hola, hola!
¡Estamos cerca del final!
Queda el epílogo y un extra, trataré de subirlos mañana pero no prometo nada. Sino, nos leemos el día miércoles.
¡Que lo disfruten!
No se olviden de votar y comentar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro