4.- Una lección
Carina Lombardi.
No sé como es que he podido sobrevivir a esta reunión. ¿Cómo miras al hombre que te destrozó el corazón y finges que es un completo extraño?
Nunca creí que lo vería de nuevo, luego de que desapareciera por completo, me convencí de que nunca tendría que enfrentarlo otra vez, pero aquí está, siendo el socio del idiota más grande que he conocido, lo que no ayuda en lo absoluto.
He intentando concentrarme en la reunión pero no lo consigo, apenas puedo participar porque mi mente está demasiado distraída, James es quien conduce toda la reunión y sé que tendrá preguntas apenas terminemos, preguntas que debo prepararme para responder.
No puedo apartar la vista de él, ha cambiado muchísimo, ya no es el chico de diecisiete años que conocí en aquella playa, su cabello que antes era un desastre ahora está perfectamente peinado, ha cambiado las chaquetas de cuero por trajes elegantes, y dudo mucho que siga conduciendo una motocicleta.
Ha cambiado tanto...pero es como si a tal vez siguiera siendo él mismo. Tan frío, tan cerrado con el mundo, tan arrogante.
—¿Carina? —volteo hacia James cuando lo escucho pronunciar mi nombre —¿estás de acuerdo conmigo?
No tengo idea de lo que ha dicho, pero por la forma en la que me mira sé que debo de estarlo.
—Oh, por supuesto —sonrío.
—Aunque las relaciones publicitarias son beneficiosas, tengo que preguntar porque de pronto parecen interesados en tener una alianza —mi atención vuelve a Alessandro cuando habla, tiene un porte tan distinguido, un aire de firmeza al que me cuesta mucho no ceder.
—Esta competencia no beneficiaría a nadie —sus ojos me miran directamente —antes le he mencionado a Dave, que nuestras alianzas con los demás casinos han sido muy exitosas. No buscamos jugar sucio, si es eso lo que estás insinuando.
—Yo no...
—En todo caso, creo que los que han estado jugando sucio, son ustedes. —Dave arquea la ceja —estamos aquí tratando de buscar una solución pero si no les parece el camino más viable, entonces me temo que estamos perdiendo el tiempo, señores.
No sé porque de pronto me siento tan irritable, tan fuera de balance. Me niego rotundamente a atribuírselo a la presencia de cierto chico de cabellera negra. No puedo darle tanto poder.
Me juré a mi misma que nunca nadie volvería a tener poder sobre mí, no debo fallar ahora.
—Creo que nos estamos poniendo un poco tensos —James intenta suavizar el ambiente —lo que proponemos es simplemente una alianza comercial, no interferir con nuestras fechas, podemos hacer apariciones en los respectivos casinos, eso nos dará clientes suficientes para ambas partes, no tienen que darnos una respuesta ahora, pero estaríamos más que conformes al saber que nuestros eventos no volverán a perjudicarse el uno al otro.
—Me lo pensaré —Dave se coloca de pie ajustándose el traje —nos hubiese encantado quedarnos y disfrutar de los casinos, pero tenemos una gala que atender.
—Una lástima —sonrío con falsedad —espero que pronto podamos tener noticias suyas.
—Tenlo por seguro —dice con firmeza.
Su compañero no habla, pero siento la mirada sobre mí. Los acompañamos hasta la puerta de la oficina pero Dave insiste en que pueden salir ellos mismos, me despido con un apretón de manos cordial pero cuando Alessandro da un paso hacia mí, y extiende la mano por segunda vez, no puedo aparentar la misma frialdad.
—Ha sido un placer —dice con educación.
Su mano envuelve la mía y siento el pinchazo en el pecho, un dolor conocido que no he sentido desde hace tiempo. Es curioso como cuando te convences de que algo ha dejado de afectarte, lo crees hasta que tienes que enfrentarlo otra vez.
—El placer ha sido mío, Sandro.
La palabra brota de mis labios casi inconscientemente, sus ojos parpadean con sorpresa ante el diminutivo de su nombre, un diminutivo que solía emplear con él. Me parece imposible que mis recuerdos se mantengan tan frescos y él parezca no reconocerme.
Pero supongo que es normal, si desapareces de la vida de alguien, es porque realmente nunca fue importante para ti. Porque nunca tuvo siquiera un espacio en tu vida.
No dice nada, se limita a darme un asentimiento educado, y girarse para acompañar a Dave quien ya se ha alejado algunos pasos. Me quedo en el pasillo, mirándolos hasta que los he perdido de vista. Alessandro no voltea ni una sola vez, no mira sobre su hombro, solo se marcha.
Siento la presencia de James a mi costado y cuando me atrevo a enfrentarlo, suspiro derrotada.
—Soy periodista así que ni te atrevas a mentirme —advierte —¿de dónde lo conoces?
—¿Qué...?
—Por favor, Cari, te conozco desde que eras una niña, puedo reconocer cuando algo te afecta, y Santori lo hizo. Nunca te distraes por un hombre, menos con alguien a quien acabas de conocer y no creas que no me di cuenta de que lo miraste toda la reunión.
—No es importante.
Vuelvo dentro, James me sigue de cerca y desearía que no lo hiciera. Pero tiene razón al decir que me conoce bien, desde que se casó con mi hermana mayor, ha sido casi como un segundo padre, siempre está presente y desde que asumí la dirección de los casinos es prácticamente mi mano derecha.
—No voy a forzarte a hablar —dice con comprensión —pero si es lo que pienso...
—No —sacudo la cabeza antes de que él pueda seguir sacando conclusiones —estoy bien, en serio. Hubiese deseado que la reunión acabase mejor, pero tal vez terminamos con el mismo resultado.
—Yo no lo vería de ese modo, abrimos una puerta, si ellos deciden no aprovechar la oportunidad, entonces podremos pensar en estrategias más fuertes, que yo sé que son tus favoritas.
Sus palabras me roban una sonrisa.
—De cualquier manera, no dejes que lo que sea que ocurra con Santori sea más importante de lo que es, ¿de acuerdo? Eres Carina Lombardi, no lo olvides.
Palmea mi hombro y me dedica un guiño antes de alejarse, el sonido de la puerta al ser cerrada me confirma que ya se ha marchado así que cierro los ojos, y dejo que la soledad me abrume.
Los recuerdos vienen, frescos, dolorosos, dicen que el primer corazón roto nunca se olvida, y yo lo he comprobado.
Solo ha habido un hombre en mi vida, un chico en el que nunca debí confiar, al que nunca debí de haberle entregado mi corazón. Un hombre al que le di todo, y él me abandonó como si nunca hubiese significado nada.
Un hombre que ha vuelto, y que solo termina por confirmarme que tal vez para Alessandro Santori, nunca signifiqué más que una noche de diversión.
(...)
La situación no parece mejorar para mí en lo absoluto, con todo el asunto de la gala en la mente, olvidé que Abbie estaba planeando todo para mi "cita", con el profesor de internet.
—Tal vez debamos olvidarnos de eso —murmuro en un suspiro —fue una mala idea de cualquier forma.
—Temo decirte que eso no va a ser posible, porque la cita ya está acordada —levanto la espalda de la cama, Abbie sonríe con orgullo mientras se deja caer frente a mí —te encontrarás con él en el café de la biblioteca del centro, me pareció un lugar adecuado, el miércoles a las seis.
—¿Qué pasa si ahora ya no quiero hacerlo? —inquiero frunciendo los labios.
Abbie parece tener la intención de reírse, pero tan pronto como nota mi expresión, su semblante cambia.
—¿Qué ocurre? ¿La gala salió mal? Tenía entendido que fue un éxito.
Un suspiro brota de mis labios, echo la espalda hacia atrás otra vez, mi atención se fija en el techo y siento a Abbie acostarse a mi lado. No insiste, se queda en silencio dándome el espacio que necesito para atreverme a hablar.
—No es eso, es solo que... ¿recuerdas a Alessandro Santori?
Volteo consiguiendo mirar a mi amiga, ella frunce las cejas mientras intenta recordar, le toma un par de minutos hacerlo, cuando lo hace un destello curioso asoma en sus ojos.
—¿El chico del que tenemos prohibido hablar?
Me rio. Luego de que Alessandro desapareciera de mi vida, juré que no volvería a pensar ni a hablar de él, luego de horas de lágrimas y de desahogo con mi mejor amiga, prometimos nunca mencionarlo y lo cumplimos, hasta ahora.
—¿Por qué lo estamos mencionando?
—Porque volvió —Abbie abre los ojos con sorpresa, se incorpora haciendo que yo lo haga también.
—¿Qué quieres decir con qué volvió?
Tomo una inhalación, recuerdo nuestro encuentro, como él parecía decidido a fingir que no nos conocíamos en lo absoluto.
—Es el socio de David Ricci, estuvo en la reunión de la gala. Y parece ser que intenta fingir que no nos conocemos en lo absoluto.
—¡Hijo de puta! —Abbie se baja de la cama de un brinco —ya sabía yo que era un cabrón, después de todo por algo desapareció sin dejar rastro, ¿no es cierto?
—La verdad es que no tenía idea de que estuviese involucrado en el mundo de los casinos, es decir, en todo este tiempo nunca oí hablar de él...
—Pero él claramente debió de escuchar hablar de ti —sentencia —eres la líder del imperio más grande de Italia, no puedes creer que no sabía que Ricci se reuniría contigo.
—Tú misma lo has dicho, es un cabrón, no tendría porque importarle que se trata de mí, no le importó desaparecer así que tal vez en realidad no me recuerda.
Abbie guarda silencio, no dice nada por largos segundos hasta que se coloca a mi costado.
—Pero a ti te importa, ¿cierto?
—Alessandro Santori desapareció de mi vida luego de hacerme creer que podíamos...—me callo, negándome a terminar la frase.
—Cari...
—Si para él es pasado, si no fui lo suficientemente importante como para siquiera recordarme, él no debería significar nada para mí. A todos nos rompen el corazón, ¿no es verdad?
—Cari, no debes minimizar lo que sientes. Tal vez han pasado años, pero el hecho de que el abandono del hijo de puta continúe doliéndote, no es algo que debas esconder. Está bien sentir dolor en viejas heridas.
—Esas viejas heridas no son importantes —me incorporo —no tengo tiempo para esto, y odio que el hecho de verlo haya significado algo que no es. Tengo asuntos más importantes que atender, él no merece mi atención.
Me lo repito intentando convencerme, tratando de creer que realmente puedo olvidar la reunión y lo que significó verlo otra vez.
Escucho a mi amiga suspirar a mis espaldas, es evidente que no está convencida de dejar el tema, pero me conoce lo suficiente como para saber que no diré nada más.
—Tal vez entonces es un buen momento para que pases página —afirma mostrándome la imagen del chico con el que me reuniré —Steve Mallard.
—No creo que sea el mejor momento...
—Como yo lo veo, es el momento perfecto. Necesitas dejar de pensar en el pasado y en hombres que no lo merecen. Además, quedan dos días para tu cita lo que quiere decir que debes despejar tu agenda para ese día, no quiero excusas, ¿de acuerdo?
Una sonrisa sincera se posa en mis labios mientras la miro.
—¿Qué sería de mí, sin ti?
Abbie me envuelve en un abrazo reconfortante.
—No queremos averiguarlo.
Ambas reímos, nos colocamos de nuevo en el colchón mirando la imagen del que posiblemente se convertirá en mi novio falso por las siguientes semanas.
—Sabes, tal vez esta es una oportunidad perfecta para que explores una faceta nueva de ti misma, tómalo como una aventura, y diviértete, ¿qué puede salir mal?
Claramente esa no es una pregunta que debe hacerse, porque todos sabemos que es lo que ocurre cuando alguien pregunta, ¿qué puede salir mal?
Ya la he pasado por alto una vez y eso dejó un corazón roto, ojalá hubiese aprendido la lección.
______________________________________________________________________________
¡No se olviden de votar y comentar! Significa mucho para mí
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro