Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

39.- Destinados a ser

Carina.

Alessandro ha estado bastante extraño los últimos días. Ha pasado mucho tiempo en la universidad, con las clases extracurriculares, y con las ocupaciones del casino, apenas y nos queda tiempo para nosotros, por lo que comienzo a echarlo de menos.

—En realidad creo que es normal —Abbie me observa mientras se lleva una papa frita a la boca —ambos tienen sus ocupaciones, ¿qué es lo que te preocupa?

—No lo sé —suspiro —siento que esconde algo, pero una parte de mí dice que es ridículo que me inquiete por cosas como esta.

Abbie sonríe con comprensión.

—¿Por qué no hablas con él?

—¿Y que sé supone que le diga? —inquiero —estamos en un buen punto en nuestra relación, no considero que sea necesario molestarlos con paranoias mías, seguramente no está sucediendo nada, y solo son cosas mías.

Mi amiga ladea la cabeza, tiene una mirada divertida pero también comprensiva.

—Nunca creí que pudiera verte en esta faceta, al inició creí que tu idea de estar con Alessandro era una locura pero nunca esperé que realmente pudieras terminar amándolo.

Una suave sonrisa se filtra en mis labios.

—Realmente no creo que pudiera querer a otra persona como lo quiero a él. Quiero decir, es como si nos conociéramos desde siempre, y tal vez lo hacemos, nos conocimos cuando éramos unos críos y saber que ahora estamos compartiendo una vida juntos es casi...no lo sé, no es algo que pueda explicar.

—Estoy completamente segura de que él se siente de la misma manera, así que si me preguntas, no creo que debas preocuparte por nada. Simplemente están viviendo a su ritmo, y eso está bien, Cari.

Asiento levemente.

—Sí, creo que tienes razón —tomo una inhalación —es solo que cuando se trata de él...

Abbie suelta una leve risa.

—Sí, todos nos volvemos un poco paranoicos cuando nos enamoramos.

Nuestra conversación se corta cuando ingresa Lili.

—Lamento interrumpir, pero el señor Ricci ya está aquí junto con el señor Santori.

—Hablando del rey de roma...—dice Abbie y las tres reímos —te dejo entonces para que te ocupes de tus negocios.

Se acerca y nos despedimos con un par de besos en las mejillas y cuando se marcha, Lili informa que se irá para recibirlos.

Ocupo ese tiempo en el que estoy sola para enviarle un mensaje a James y preguntarle en donde se ha metido.

—Eh, ¿por qué esa agresividad? —inquiere empujando la puerta —apenas me he retrasado por un par de minutos.

—La impuntualidad es la mayor ofensa —lo reprendo —además Ricci ya está en camino así que no podía tolerar más retrasos...

James rueda los ojos y sonríe.

—Igual a tu padre.

No tiene tiempo de recibir una respuesta porque Dave y Alessandro llegan, me causa gracia como siempre intenta mostrarse lo más profesional durante las reuniones, aunque sus miradas lo delatan completamente.

Al final, había decidido comprar las acciones de los casinos de Dave, mi padre y todo el resto de los accionistas estuvieron de acuerdo, así que hoy se haría oficial.

Aunque era evidente que a Dave no le hace demasiada gracia el tenerme como socia, me ha sorprendido su actitud profesional. No sé si Sandro ha tenido algo que ver en eso o si es simplemente porque se dio cuenta que el orgullo no lo llevaría a ningún lado.

—Bueno, creo que entonces es un hecho que nuestra asociación se llevará a cabo —dice James —hemos establecido los planes de compra, y cómo será la operación a partir de ahora. Realmente esperamos que esto sea beneficioso para ambos, después de todo, estamos detrás de los mismos objetivos.

James deja sobre la mesa los documentos que debemos firmar, previamente revisados por nuestros respectivos abogados, así que solamente nos limitamos a corroborar la información antes de que llegue el momento de las firmas.

Aunque trata de ocultarlo, no me pasa desapercibida la sonrisa de satisfacción que Alessandro tiene cuando el trato está hecho, se aparta levemente cuando Dave se incorpora y nos da el espacio para que su amigo se acerque y podamos estrechar las manos.

—Confío en que podremos trabajar de forma exitosa —dice con una sonrisa en los labios —realmente espero que sea posible.

—Si supiera que no es posible, créeme, no hubiese aceptado este trato, te aseguro que tendremos una asociación exitosa.

Un corto asentimiento es todo lo que obtengo como respuesta, cuando nos despedimos y todos salen a excepción de Alessandro salen, me permito relajarme un poco.

—Así que está hecho —dice con una sonrisa —estoy seguro de que esto solo será un éxito más en tu larga lista.

Una corta risa brota de mis labios.

—¿Por qué no vamos a celebrar? —inquiero —tengo la tarde libre y...

—Lo siento —me interrumpe frunciendo los labios —tengo que terminar de aclarar unas últimas cosas con Dave, y luego iré a la universidad para entregar unos pendientes.

—Oh... —intento ocultar mi tono decepcionado. —de acuerdo.

Él coloca una sonrisa suave en los labios mientras se acerca. Sus manos se colocan a los costados de mis brazos y un par de segundos después sus labios se encuentran con mi frente.

—Prometo recompensarte —dice. —Ahora tengo que irme, regina.

No me da mucha oportunidad de replicar, permanezco de pie mirándolo alejarse, con el sentimiento de decepción latente en el pecho, y sin poder hacer mucho al respecto.

Quise distraerme para alejar a mi mente de los pensamientos en los cuales parecía sumergirse, porque por más que lo intento, no puedo dejar de sentir que hay algo que va mal.

Una parte de mí está segura de que nada malo ocurre, pero hay una pequeña vocecilla que por más que lo intento, no puedo ignorar. Y no ayuda mucho el hecho de recibir un mensaje de Alessandro diciendo que llegará tarde a casa.

Así que hago lo que mejor sé hacer cuando estoy a punto de perder la cabeza.

Llamo a mis hermanas.

—Creo que no tienes nada de qué preocuparte —Bella le da un sorbo a su copa de vino —Alessio suele tener esos momentos, e incluso yo cuando la academia me pide más presencia, eso no significa que algo vaya mal.

—Lo sé, pero es como si de pronto nos estuviésemos distanciando y me niego a aceptar que esto sea algo normal.

Antonella permanece en silencio, como si estuviera considerando qué respuesta darme. Lía por su parte, tiene el semblante preocupado.

—¿Por qué no hablas con él? Todas tus dudas se irán en el momento en el que se lo expreses, la gente no es adivina, Cari.

—¿Y qué se supone que le diga?

—Lo que nos confesaste a nosotras. Si algo he aprendido en todos mis años de matrimonio, es que la comunicación es una pieza fundamental de la cual no podemos olvidarnos, si hay algo que te inquiete, díselo.

El sonido de un auto afuera hace que todas mis hermanas compartan una mirada. Bella es la primera en incorporarse, luego le sigue Antonella y de último Lía.

—Bueno, creo que nuestra labor aquí ha terminado —dice Anto —recuerda lo que te he dicho, ¿bien? Te aseguro que nada es como piensas.

Alessandro entra justo cuando mis hermanas están encaminadas hacia la puerta, parece un tanto desconcertado al verlas pero se recompone con rapidez.

—Oh, ¿reunión de chicas? Lo siento, no planeaba interrumpir.

—Hemos terminado —dice Bella —pero Cari tiene un par de cosas que decir así que...

—¡Bella! —reclamo —¡Fuera todas de aquí!

Mis hermanas se marchan entre risas, claramente divertidas por la situación. Sin embargo, cuando me quedo a solas con Sandro, sé que la situación está lejos de ser divertida.

Alessandro permanece en silencio por algunos segundos, luego avanza con lentitud hasta el sillón y deja sus cosas ahí antes de girarse hacia mí.

—Así que, ¿qué tienes por decirme? —cuestiona arqueando la ceja.

—No en realidad —suspiro —es solo que...—me debato entre si es buena idea continuar o no, al final del día, ¿no es esto una ridiculez?

—¿Cari?

—No tiene importancia.

Intento esquivarlo, pero en el segundo en el que cruzo por su lado, su mano envuelve la mía y tira de mí, impidiendome avanzar.

—Si llamaste a tus hermanas, quiere decir que claramente tiene importancia.

Un suspiro casi resignado brota de mis labios.

Alessandro se da cuenta de eso, no puedo hacer nada porque me tome de la mano y nos conduzca hasta el sillón. Las copas de vino siguen ahí, junto con la botella que me da tentación de tomar y darle un largo trago.

—¿Vas a decirme qué ocurre o voy a tener que seguir insistiendo?

Me lo pienso un segundo, realmente tengo la tentación de decirle que no pasa nada, pero una parte de mí sabe que no es lo correcto.

—Es una tontería —susurro —pero, tengo la sensación de que pasa algo y no sé que es.

Sus cejas se fruncen.

—¿Qué pasa algo?

Asiento levemente.

—¿Por qué? Quiero decir...—sacude la cabeza —¿Qué es lo que crees que pasa?

Tomo una inhalación.

—No lo sé, sólo siento que últimamente apenas y pasamos tiempo juntos, llegas a casa tarde y yo sé que tal vez es normal pero... no puedo dejar de pensar que tal vez si está pasando algo, que tal vez estamos cayendo en una rutina que no nos va a ayudar y...

—Hey, respira —contrario a lo que creo, él tiene una sonrisa en los labios —Cari, ¿por qué estaría ocurriendo algo?

—No tengo idea —confieso y me siento repentinamente desestabilizada —¿estoy equivocada?

—Pero claro —se ríe —regina, no está ocurriendo nada, sí, últimamente he estado ocupado pero eso no significa nada más. Lamento haberte hecho creer que algo va mal cuando lo cierto es que todo va de maravilla, absolutamente.

Siento como si un peso fuese retirado de mis hombros, tomo una inhalación y sonrío.

—Es bueno saberlo —admito —lamento haber estado paranoica y...

Mis palabras se callan cuando sus labios se encuentran con los míos. Sus manos acunan mi rostro mientras nuestros labios se unen en una sinfonía perfecta, eso es todo lo que necesita, esa simple acción para acallar todas las voces en mi cabeza.

—¿Te ha quedado claro? —inquiere apartándose. —No hay nada malo regina, nunca lo ha habido, y probablemente nunca lo habrá.

Sus ojos me miran con una sinceridad tan intensa, que causan que si tuve alguna duda, ahora ya no exista ni una sola.

—Lamento haber creído que algo iba mal, solo pensé que tal vez estaba sucediendo algo y, no lo sé, supongo que no quiero que esto acabe.

Sandro tiene una mirada comprensiva mientras entrelaza nuestras manos.

—Te aseguro que esto está muy lejos de acabar —afirma —ahora, ¿por qué no vamos a descansar? Estoy agotado.

Ambos terminamos yendo hasta la habitación, es curioso como cuando te deshaces de algo que te aqueja, todo el peso se va y te sientes de nuevo ligera. Así es como me siento ahora, y también creo que me siento un poco avergonzada por siquiera considerar que algo iba mal, pero supongo que esto es lo que pasa cuando amamos a alguien con tanta intensidad.

A veces actuamos por circunstancias que no siempre son lo más entendibles.

Sandro deja las cosas a un costado de la cama y se mete a la ducha, tengo la tentación de seguirlo pero decido quedarme en la habitación, me deslizo sobre el colchón mientras tomo el celular para enviarle un mensaje a mis hermanas, y también a Abbie.

Solamente envío el mensaje, y omito el leer la respuesta clara que seguro incluye un "te lo dije", así que prefiero no mirar.

El sonido del agua corriendo se escucha mientras me distraigo mirando el celular, o lo intento, porque en determinado punto cuando deslizo mi atención hacia un costado, veo el cuaderno tapizado entre las cosas de Sandro.

¿Por qué llevaría el libro de fotografías a la universidad?

Salgo de la cama, no tengo que esforzarme mucho para alcanzarlo así que lo tomo entre mis manos, y lo abro. Una sonrisa se filtra en mis labios mientras voy mirando las fotografías, una por una, leyendo las historias que Sandro escribió al costado de las imágenes.

Hemos incluido varias, e incluso el libro está por llenarse, apenas le quedan un par de páginas así que me lleva varios minutos mirar las fotos, sintiendo como mi corazón se encoje ante los sentimientos que me provoca el mirar una pequeña parte de todos los momentos que hemos vivido juntos.

Sin embargo, cuando creo que no habrá más páginas porque he llegado a las últimas, me doy cuenta de que alguien ha anexado una página más.

Paso la hoja, y en el segundo en el que veo que mis ojos se posan en la imagen, creo que mi corazón sufre un colapso. Pronto no puedo concentrarme en nada más que en la imagen que se muestra delante, ni en otra cosa que no sean las letras escritas con una caligrafía que conozco bastante bien.

Estoy tan eclipsada mirando la página que no me percato que Alessandro ha salido del baño, y que se encuentra a mis espaldas.

—Cari, ¿qué...? —giro, las palabras mueren en sus labios cuando se da cuenta de lo que sostengo —mierda.

—¿Tú...?

Una risa nerviosa brota de sus labios.

—Joder, no se supone que te enteraras así —dice riendo brevemente —yo, mierda, creo que debería llamar a todos.

—¿Qué...? —lo miro por un par de segundos y luego regreso la vista a la página, en donde la imagen del brillante anillo de compromiso se muestra —¿Todo tu distanciamiento tenía que ver con esto?

—Bueno, no se supone que esto sucediera así —dice rascándose el cuello —aguarda.

No puedo reaccionar, me quedo con el libro entre las manos mientras él rebusca algo en su maletín y cuando se acerca de nuevo y noto la pequeña caja de terciopelo, creo que puedo echarme a llorar.

—Tenía un plan —dice con una sonrisa —un perfecto y elaborado plan con una propuesta de matrimonio magnifica, tu padre me ha estado ayudando así que he pasado mucho tiempo con él tratando de crear el momento perfecto.

—Sandro...

—Pero supongo que las cosas no salen como planeamos, ¿no es cierto?

Las lágrimas acuden a mis ojos y pronto un sollozo brota de mis labios. Sandro se acerca sin perder la sonrisa de sus labios.

—Pero supongo que al carajo con los planes perfectos —dice con firmeza —porque he querido hacer esto desde hace mucho, he querido estar aquí porque eres la mujer de mi vida y la compañera que deseo para el resto de mis días. No sé como era nuestra vida antes pero no puedo imaginarla mejor que como la tenemos ahora.

—Sandro...—apenas puedo hablar por la emoción.

—¿Puedes leer que dice ahí? —señala la página y me creo incapaz de pronunciar palabra alguna sin ponerme a llorar.

Pero lo consigo, aún con la visión borrosa y el corazón latiendo a mil por segundo.

—Este es el anillo con el cual le harás la pregunta que cambiará tu vida para siempre, el cual sellará sus caminos de una manera irrevocable, le pedirás que sea tu esposa —mi voz se rompe por la emoción —y que el universo se apiade de nosotros para que su respuesta sea el sí.

Cuando aparto la mirada, Alessandro se ha arrodillado frente a mí.

—Regina, he esperado este momento por mucho tiempo, he deseado hacerte esta pregunta por un largo periodo, porque sé que no hay nadie más a quien ame que a ti, porque he aprendido a amarte, a amar la vida que construimos juntos, y estoy ansioso e ver que es lo que el futuro tiene para nosotros. Quiero seguir enamorándome cada día de ti, y deseo que al despertar cada mañana, yo sea el hombre con quien quieres compartir tu vida entera.

Las lágrimas se escapan de mis ojos y no puedo retener el sollozo, la emoción estalla en mi pecho y los sentimientos me hacen sentir como en las nubes.

—Así que sin planes perfectos, sin momentos rebuscados ni nada más que nosotros dos en esta habitación, quiero preguntarte...Carina Lombardi, ¿Quieres sellar nuestra historia y convertirte en mi esposa?

No tengo que pensarlo, porque siempre he tenido la respuesta.

—Sí —mi voz brota cargada de emoción —para ti la respuesta siempre será sí.

El alivio inunda su rostro mientras se incorpora, y no espero más para lanzarme contra él. Sus manos me rodean la cintura y sus labios se apoderan de los míos, me siento tan plena, tan feliz, tan satisfecha que comienzo a creer que esto no es real.

Pero lo es, es nuestra realidad ahora.

Cuando coloca el anillo en el dedo correspondiente, una risa nerviosa me asalta.

—Lamento haber arruinado tus planes —me disculpo.

—No necesito disculpas —afirma —ahora eres mi prometida así que, supongo que valió la pena que me descubrieras, aunque ahora tenemos que llamar a tu padre para decirle que los planes cambiaron un poco.

Ambos reímos, él tiene la intención de decir algo más pero me aparto, porque de pronto necesito terminar ese libro, necesito llenar la página restante en blanco que parece haber sido dejada con toda la intención.

Sandro sonríe mientras vuelvo a él con la cámara instantánea, y me acurruco en su pecho levantándola frente a nosotros.

La pequeña luz se dispara y al cabo de unos segundos, la foto se revela. Ambos sonreímos ante la imagen que nos muestra juntos, y a mí con la mano alzada mostrando el anillo.

—Supongo que es una buena foto para terminar ese libro, ¿no es cierto?

Sonrío.

—Eres el amor de mi vida —susurra inclinándose contra mí —no me arrepiento de haber apostado contigo aquel día, lo haría de nuevo sin dudar, si al final voy a llegar a esto.

—¿Incluso si te quedas sin motocicleta?

—Incluso si perdiera todo, al final tendría a mi chica, y eso es lo único que importa —sus manos acarician los costados de mis brazos dándome una sensación cálida —haría todas las apuestas necesarias, con tal de llegar a ti.

Sus labios atrapan los míos acallando las palabras e incrementando los sentimientos. Porque al final, tal vez Alessandro Santori y yo... siempre estuvimos destinados a ser. 

________________________________________________________________________

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro