35.- La verdad de sí mismo
Alessandro
Creo que nunca me he sentido tan nervioso como ahora, mientras observo el edificio de la universidad alzarse frente a mí. Parezco un chiquillo que teme enfrentarse a su primer día como universitario. Lo que es ridículo.
Durante los últimos días, he seguido el consejo de Carina de intentar hacer las cosas que realmente deseo, y una de esas cosas fue, volver a las clases en la universidad.
Así que durante los últimos días he rebuscado en todos los documentos pertenecientes al tiempo que estuve como maestro, y los he revisado de principio a fin.
Eso me hizo llamar al decano de la universidad, quien pareció bastante sorprendido por mi interés en conversar con él, así que aquí estoy, debatiéndome en si es buena idea continuar o si mejor debería darme media vuelta y volver a casa.
Permanezco mirando el edificio por al menos un par de minutos más antes de poder tener la valentía y avanzar. Avanzo los pasillos, siguiendo las indicaciones que el decano me dio por teléfono, hasta que me detengo frente a la puerta correcta.
Dejo un par de toques antes de escuchar una voz gruesa indicándome que puedo pasar. Cuando ingreso, la oficina cuenta con cientos de libros que parecen antiguos, hay un gran escritorio junto a uno de los ventanales, y detrás de el, un hombre de unos aproximadamente sesenta años que me observa con una sonrisa.
—Alessandro —saluda como si nos conociésemos de toda la vida —me alegra verte de nuevo por aquí.
—Decano Rivers —devuelvo el saludo con una sonrisa cordial —le agradezco por recibirme.
—No hay de que, la verdad es que me dio mucha curiosidad que me llamaras, toma asiento, por favor.
Me acomodo en el asiento que está frente al escritorio y el hace lo mismo con el sillón giratorio que se encuentra detrás.
—Te echamos de menos por aquí cuando te marchaste, los chicos extrañaron tus clases —expresa inclinándose hacia adelante —me alegra ver que estás recuperado.
Asiento levemente.
—Apenas estoy en el proceso —sonrío levemente —como le conté por teléfono, hay muchas cosas que no puedo recordar, así que creí que venir aquí me ayudaría para poder entender más de mi antigua vida.
Me mira con comprensión.
—Estaré encantado de ayudarte en lo posible. ¿Qué puedo hacer por ti?
—Tengo el deseo de volver a la enseñanza, es decir, entiendo que tal vez ahora no tengo los conocimientos necesarios pero por eso estoy aquí. Quiero tener la oportunidad de familiarizarme con el ambiente, tal vez presenciar un par de clases o conferencias de la universidad, sería de gran ayuda para mí.
Espero una respuesta rápida, pero por el contrario solo permanece mirándome con los labios curveados en una pequeña sonrisa.
—Luces igual que la primera vez que llegaste aquí —dice tomándome por sorpresa —no te contratamos porque fueses un experto en literatura, o porque tuvieses doctorados en el área, nos encantó tu forma de transmitir los conocimientos, y parece que congenias bastante bien con los chicos.
No encuentro que responder, el decano se da cuenta de eso porque se incorpora, sale del escritorio y avanza hasta colocarse en la silla que está a mi lado.
—Llegaste aquí hace unos meses por una recomendación, no eras precisamente la imagen de profesor que esperaba, pero tienes una pasión por la literatura que podías transmitir con mucha facilidad. No te dimos el trabajo de inmediato, te dimos un par de temas y tu preparaste una clase muestra.
Se apoya en el respaldo del asiento y cruza los dedos.
—Bastó con verla por un corto tiempo para que me decidiera. Así que creo que eso es lo que necesitas —sonríe —si estás dispuesto, puedo darte algo de material y veremos que puedes hacer.
—¿Así de fácil?
—Bueno, nadie ha venido por el trabajo, o bueno, nadie que tenga lo necesario para enseñar aquí. Así que si quieres intentarlo... —se encoge de hombros —tal vez solo tienes que intentarlo.
El peso que tenía sobre los hombros parece disminuir, mi cuerpo se alivia porque no esperaba conseguir una respuesta positiva tan rápido.
—De acuerdo —concedo —creo que puedo hacerlo.
—Claro que si —responde con seguridad —pero... ¿esto es lo que realmente quieres? Cuando dejaste el puesto dijiste que no estabas seguro de querer seguir enseñando, estábamos dispuestos a darte una plaza fija, pero lo rechazaste.
—No puedo responder eso —tomo una corta inhalación —porque no tengo idea de lo que mi antiguo yo deseaba, pero ahora tengo la seguridad de que quiero intentar esto, descubrir de nuevo que es lo que me apasiona, y creo que comenzar por la docencia, es un buen camino.
El decano parece satisfecho con mi respuesta. Se incorpora y me da la espalda cuando se dirige hasta una especie de archivero. Busca algo por varios minutos hasta que al final parece encontrarlo y vuelve conmigo.
—Ten, creo que puedes trabajar en algo con esto —informa entregándome las hojas —prepara una clase muestra, y algunas actividades. Te espero aquí la próxima semana para descubrir con qué nos sorprenderás.
Una sonrisa se extiende por mis labios mientras tomo las hojas.
—Gracias por la oportunidad, tenga por seguro que la aprovecharé.
El decano asiente.
—No tengo duda de eso, Alessandro.
Charlamos un poco más hasta que es momento de irme, hoy no tengo planes fijos y Carina está lo suficientemente ocupada con los casinos que no quiero molestarla, así que conduzco hacia la casa de Florence.
No sé porqué en realidad, pero simplemente coloco la dirección en Google maps y manejo hasta ahí. considero que tal vez está fuera de casa pero cuando aparco frente a su hogar, ella se encuentra en el garaje, sosteniendo un libro con una mano mientras con la otra lleva una taza humeante hacia sus labios.
Le toma algunos minutos darse cuenta de mi presencia, y cuando lo hace, la sorpresa no puede ser escondida mientras casi lanza lo que le ocupa las manos y viene hacia mí.
—¡Sandro! —exclama mientras se acerca —que sorpresa, ¿qué es lo que te trae por aquí?
—Bueno, no tenía nada que hacer así que he pensado que sería buena idea venir a ver a mi amiga —sonrío —¿interrumpo algo?
—En lo absoluto, me alegra ver que estás aquí, adelante.
La sigo al interior de la casa, ella se lanza contra el sillón y aunque no estoy seguro de que mostrar demasiada familiaridad sea lo correcto, me acomodo a su costado.
—¿Qué hay de Carina? —pregunta.
—Está trabajando, no quiero interrumpirla, ya lo he hecho mucho durante las semanas anteriores, creo que merece un descanso de mí.
Una carcajada brota de sus labios.
—Esa mujer nunca necesitaría un descanso —expresa —te adora.
Trato de retener la sonrisa pero no lo consigo del todo.
—Hoy fui a la universidad, me han dado la oportunidad de tener una clase muestra, con base en eso, sabré si puedo volver o no.
Florence arquea la ceja.
—¿Enseñarás de nuevo? —casi parece sorprendida —no imaginé que sea algo que desearías volver a hacer.
—¿Por qué?
—Porque antes pasabas todo tu tiempo en los casinos, enseñabas, sí, pero no creí que fuese algo a lo que realmente quisieras dedicarte.
La conversación que mantuve con Carina vuelve a mi mente, tal vez ella no tenía todas las respuestas pero Florence sí, o eso quiero pensar.
—Realmente no sé que es lo que deseaba antes. Ahora no recuerdo absolutamente nada así que he pensado que puedo intentarlo como si fuese la primera vez.
Mi amiga sonríe.
—Es la mejor opción —concuerda —sé que no tardarás en descubrir que es lo que realmente te apasiona.
—Supongo que debo verle el lado bueno a todo esto, estoy teniendo la oportunidad de descubrir cosas de nuevo, y tal vez incluso ahora sean mejores.
—Las cosas no siempre son blanco o negro, a veces hay términos medios, colores neutros que muestran que siempre hay la oportunidad de empezar de cero. Carina y tú son la prueba de eso, tal vez incluso es esa la razón por la que pasabas tanto tiempo en los casinos de Dave.
—¿Lo crees?
—Lo que creo, Sandro, es que Dave te ofreció la oportunidad de verla de nuevo y la tomaste. Eres bueno en lo que haces, en los negocios, casi tan bueno como en la literatura, pero si decidiste convertirte en socio de Dave, fue porque ya sabías que era la única manera de acercarte a la reina de los casinos.
Permanezco en silencio, considerando las opciones que mi amiga ha dado.
—No sé si fue así pero...
—Claro que fue así —dice entre risas —Sandro, soy tu mejor amiga, tal vez no lo recuerdes pero fui yo a quien le contaste todo tu plan de conquista. Querías arreglar las cosas con ella antes de... —se detiene por un par de segundos aclarándose la garganta —¿por qué otra razón fingirías ser su novio y adentrarte en toda su farsa?
Sonrío al recordar la historia que Carina contó sobre la forma en la que nuestro reencuentro se dio.
—Supongo que a veces uno comete algunas locuras por amor.
—Oh claro que sí, y tú hiciste varias —se ríe —pero eso solo hace que demuestres cuanto la quieres, y está bien, a veces las personas que amamos, necesitan saber que haríamos una que otra locura solo por verlas sonreír.
No encuentro que respuesta darle, así que me quedo en silencio por varios segundos.
—Es curioso, ¿sabes? Que no consiga recordar el 80% de mi vida pero que por alguna razón, sienta que con Carina no hace falta recordar. Nunca he sentido la necesidad de buscar algo más. Es como si supiera que ella es todo lo que siempre quise.
Florence sonríe.
—No creí que estuvieses tan enamorado —dice riendo pero sus palabras consiguen envolverme de una manera que no espero.
Tan enamorado.
Sé que los sentimientos en mi pecho tienen nombre, sé lo que ocurre pero me aterra pensar que es demasiado pronto, no soy capaz de darles el nombre que se merecen. Porque me asusta perder algo que apenas estoy recuperando.
—A veces quisiera simplemente dejar de intentar recordar una vida pasada y simplemente continuar. Pero ese "continuar", tiene implicaciones que no sé si estoy listo para afrontar.
—¿Por qué lo dices?
—Porque tengo miedo de echarlo todo a perder, tengo miedo de ser demasiado apresurado, pero también de tardarme muchísimo. Tengo miedo de que cuando decida actuar en consecuencia de todo lo que siento, sea demasiado tarde y ella se canse de esperar por mí.
Mi amiga se ríe, no como burla, no. Se ríe casi enternecida con lo que acabo de pronunciar.
—Sandro, esa chica te adora más que a nada. Y te aseguro que no podría cansarse de ti jamás.
—¿Pero si existiera la posibilidad? —inquiero.
Florence parece pensárselo por un par de minutos antes de responder.
—Entonces no debes dejar que eso ocurra. Volviste por ella, te hiciste socio de unos casinos para estar cerca de ella, fingiste una relación a su lado, y la amas, Sandro. Así que encuentra la manera de hacérselo saber.
—¿Y si sale corriendo al escucharme decir eso?
—Solo va a correr hacia una dirección y será hacia ti —golpea mi hombro —sé el Alessandro valiente, y no dudes en dar el paso por la chica que quieres.
La miro, compartimos una sonrisa mientras sacudo la cabeza.
—Dices que eres mi confidente Florence, ¿no es así?
—Por supuesto.
—Bien, entonces guarda este secreto —me inclino hacia ella —voy a casarme con Carina, no sé cuándo, ni cómo. Pero no estoy dispuesto a dejarla ir, no importa cuantas locuras tenga que hacer para asegurarme de eso.
Florence me observa con una sonrisa en los labios, algo en su mirada cambia y parece casi orgullosa.
—Ese es el Alessandro que esperaba ver —dice casi enternecida —ya te había echado de menos.
Ambos nos reímos, pero sabiendo que mis palabras son verdad. Puede que esto se sienta como un amor a primera vista, pero esta muy lejos de serlo.
Sé que estoy enamorado de la chica que siempre ha sido dueña de mi corazón. Y ella necesita a alguien que no tenga dudas sobre si mismo, ella es tan brillante que yo tengo que aprender a brillar de nuevo.
Tal vez no recuperaré mi vida, pero si voy a crear una nueva.
Y sin duda alguna, Carina Lombardi estará en la página principal.
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Hola Hola, quedan cerca de cinco/seis capítulos para el final + 1 extra.
Así que intentaré hacer un mini maratón antes de tener el maratón final de 3 caps, Espero que estén disfrutando la historia tanto como yo.
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