17.- Un corazón roto
Carina
Alessandro no está a mi lado en la cama cuando despierto la mañana siguiente, no sé en realidad como es que fui capaz de concebir el sueño cuando apenas y pude dejar de pensar en lo que ocurrió hace unas horas.
Un suspiro cansado brota de mis labios, a pesar de las horas que dormí, es como si no lo hubiese hecho en lo absoluto, es probable que todos se encuentren durmiendo ahora, así que no me preocupo demasiado por mi familia ni por tener que fingir algo que ahora claramente no puedo tolerar.
Para mi desgracia, tengo los recuerdos demasiado frescos, la sensación de sus labios contra los míos, y la manera en la que mi cuerpo entero reaccionó ante él, una parte de mí se siente culpable por haberle entregado de nuevo el poder de una forma tan rápida, pero la otra todavía tiene la necesidad de seguir explorando un sitio que claramente es peligroso.
Decido levantarme cuando es claro que quedarme en cama solo será peor, ignoro mi celular y voy directo hacia el cuarto de baño, no hay rastro de Alessandro en la habitación así que supongo que debe encontrarse fuera, y eso me da tan solo un poco de alivio.
Tengo unas ojeras demasiado notorias para mi gusto, así que espero que el agua esté con la temperatura adecuada antes de meterme debajo, mi cuerpo parece relajarse con el contacto, dándome una sensación de paz, que me permito tomar por los minutos que tengo delante.
No sé en realidad cuanto tiempo es que permanezco debajo del agua, no me preocupo por darme prisa, simplemente tomo todo el tiempo que requiero para intentar que mi mente no termine siendo un completo caos, aunque sé que una ducha mañanera no será de mucha utilidad cuando al fin tenga que enfrentarme a Alessandro.
Me coloco las cremas en el rostro, y decido emplear un poco de maquillaje para mejorar mi aspecto, salgo después de casi treinta minutos y cuando lo hago, aún no hay rastro de Alessandro. La casa está silenciosa mientras salgo de la habitación y voy hacia la cocina, el olor a café llega hasta mí despertándome el apetito.
—Parece que nadie vive en esta casa —mascullo mientras me acerco a la cafetera para servirme un poco del líquido, tomo una de mis tazas favoritas que suelo usar en todas las veces que estamos aquí, y decido ir hacia el jardín.
Solo cuando me acerco lo suficiente, reconozco las risas que vienen del exterior, y la voz del hombre que se combina con ellas. Me detengo al llegar al ventanal, Alessandro está fuera, jugando con Camila, la hija menor de mi hermana Antonella, y con Ángela, la hija menor de Bella.
Una sonrisa crispa mis labios cuando Alessandro tropieza y las dos niñas se lanzan sobre él. Estoy demasiado concentrada mirándolos, que no me percato de la presencia que tengo detrás.
—Es adorable, ¿no crees? —la voz de mi madre me sobresalta. Apenas y soy capaz de equilibrar la taza para no terminar derramándome todo el líquido encima.
—Lo es —me obligo a sonreír —creí que todos estarían durmiendo.
—Es poco más de medio día, Cari. Tampoco somos tan perezosos —una sonrisa cálida es lanzada hacia mi dirección —¿está todo bien?
Los ojos de mi madre se estrechan, me siento repentinamente tentada a decirle la verdad. Mamá siempre ha sido demasiado buena para darse cuenta cuando algo está sucediendo, es capaz de calmar los caos de esta familia con tan solo unas cuantas palabras, pero sé bien que hablarle con la verdad, no es algo que pueda hacer.
—Sí, solo estoy cansada, apenas y dormí —me excuso —¿en dónde está papá?
—Ayuda a tu hermano con el equipaje, se marchan esta noche —me recuerda —aún se quedarán unos días, ¿no es verdad?
—Sí, tal y como prometí —sonrío levemente —con Jacob fuera, espero que todo sea más sencillo.
Regreso mi atención hacia Alessandro, él ya se ha incorporado y ahora dice algo hacia las dos niñas que lo miran con atención.
—Me hubiese gustado conocerlo antes —mamá vuelve a hablar —parece un buen chico.
Me abstengo de responder.
—Deberías hablar con él —añade —las discusiones se resuelven de ese modo, ¿sabes?
—¿Qué? —giro hacia ella —¿Cómo...?
—Cariño, llevo más de veinte años casada con tu padre, ¿realmente crees que no me daré cuenta de lo que ocurre? —se ríe —habla con él, ningún problema vale la pena como para ignorarse por siempre.
No me da tiempo de dar una respuesta. Sale al jardín y eso es suficiente para que mis sobrinas, y también Alessandro, reparen en nuestra presencia. Mis sobrinas corren hacia mamá en cuanto la ven y ella intercambia un par de palabras con Alessandro antes de mirarme sobre su hombro.
Por la sonrisa que me dedica, sé que pretende.
Mamá se aleja con Camila y Ángela, y solo entonces Alessandro se acerca.
Lleva puesto una camisa blanca ajustada que deja demasiado en evidencia su cuerpo trabajado, y unos pantalones cortos de mezclilla. Su cabello está revuelto y cuando está a una corta distancia, una sonrisa se cruza por sus labios.
—Hola. —lo observo, la sonrisa que tiene en los labios titubea un poco antes de mirar a los lados —Esperaba que pudiéramos hablar.
—No hay nada de que hablar —sentencio —anoche todo quedó muy claro.
—Cari...
—Tenías razón, y lo entiendo. Así que no tenemos nada más que tratar —fuerzo una sonrisa —olvidaremos lo que pasó y...
—No —sacude la cabeza —anoche... no debí decir aquello. No encontré como expresarlo y lo hice de la peor forma posible. Pero tienes que entender...
—¿Entender qué? —reto —lo único que entiendo es que nunca has estado dispuesto a dejarme entrar en tu vida, nunca vas a permitirlo. Y no voy a obligarte, no lo hice en el pasado, mucho menos lo haré ahora.
—Créeme, Carina, no quieres entrar en mi vida —dice casi con amargura —tal vez no me crees, pero más adelante me lo agradecerás.
—Sí, en eso tienes razón —asiento —porque no creo poder ser feliz con un hombre como tú.
Mi comentario le ha dolido, lo sé por la forma en la que sus ojos se oscurecen, como parece tensarse de inmediato pero no hace nada para contradecirme. Mamá dice que las discusiones se resuelven hablando, ¿pero cómo haces eso con alguien que no está dispuesto a compartir lo que ocurre en su mundo?
—Sigamos las reglas esta vez, Sandro, y nadie acabará lastimado —no espero una respuesta, le doy la espalda y me alejo de él tratando de apagar el dolorcito en el pecho que amenaza con volverse cada vez más fuerte.
Dije que nadie acabaría lastimado, pero ya es demasiado tarde, porque sé que cuando esto llegue a su fin, inevitablemente habrá una herida...que no estoy segura de que alguna vez pueda sanar.
(...)
Despedimos a mi hermano esa tarde, Marcella y Jacob se irían de luna de miel por algunos meses en un viaje en donde recorrerían una lista de países que ambos siempre quisieron visitar, así que estarían lejos bastante tiempo.
A pesar de lo molesto que es, no puedo evitar ponerme nostálgica al tener a mi hermano lejos, Jacob no pierde oportunidad para hacer sus habituales bromas, y Alessandro y él se despiden amigablemente cosa que me deja saber que parte de nuestro plan, ha funcionado.
Luego de la despedida de los recién casados, Bella y yo salimos de paseo al centro de la ciudad, no sé en realidad si mi hermana se sospecha algo, pero él hecho de que ella sepa la verdad, me da la libertad para sentirme relajada, sin presiones.
—Me he dado cuenta de que algo pasa —dice cuando nos detenemos frente a una de las fuentes más famosas de la ciudad —¿quieres hablar de ello?
—¿Es por eso que me invitaste a dar un paseo? —cuestiono con una sonrisa —ya decía yo.
Bella ríe.
—Creo que necesitas hablar de eso con tu hermana mayor.
Tomo un corto suspiro, observo a mi alrededor, a las personas cruzando, a las parejas riendo y compartiendo momentos genuinos, momentos felices. Los niños de la mano de sus padres, ancianos comiendo helado...todos ellos parecen tan...felices. Tan en paz.
—Creí que lo tenía todo bajo control —suspiro con pesar —pero comienzo a creer que se me ha salido todo de las manos.
—¿Ha ocurrido algo?
La miro, le basta eso para entender.
—¿Tuvieron sexo? —inquiere arqueando la ceja y suelto un jadeo.
—¡No! —exclamo —¿Cómo preguntas eso?
—Bueno, no sería extraño —se encoje de hombros —si no fue sexo, ¿por qué tienes esa cara?
Resoplo.
—Porque nos besamos, y luego...luego él dijo que no podía hacerlo porque todo siempre terminaba en un desastre —admito con rapidez —yo...yo creí que no lo sé, tal vez podríamos llegar a algo, pero me equivoqué y ahora no puedo mirarlo sin recordar ese momento y es tan agotador sentir que no puedo tener un momento real con él porque todo el tiempo parece estar fingiendo algo que no es.
—¿Crees realmente que está fingiendo? —ladea la cabeza —¿por qué?
—No lo sé, Bell —suspiro —es como si ocultara algo pero no puedo saber que, dice que hace las cosas por una razón pero sinceramente no lo comprendo, ¿qué razón puede haber detrás de un comportamiento como ese?
—A veces las personas enfrentamos ciertas situaciones de la mejor forma que creemos posible —dice con comprensión —y eso no quiere decir que sean culpables. No conozco mucho a Alessandro, pero no parece un chico que hiciera las cosas solo por lastimarte, Cari.
—¿Por qué, entonces? —echo la cabeza hacia atrás —es como si cuando la idea de compartir algo más allá de una farsa, le pareciera imposible.
—¿Y tú quieres compartir algo más que eso? —inquiere con curiosidad —creí que solo sería temporal.
—Si, es decir, no lo sé —sacudo la cabeza —esto fue una mala idea.
La risa de mi hermana capta mi atención y me irrita casi inmediatamente después.
—¿Qué te parece tan gracioso?
—A ti realmente te gusta —dice con una sonrisa —ni siquiera intentes negármelo, que no actuarías así si se tratara de un simple novio falso.
—Yo no...—cuando arquea la ceja, sé que no tengo oportunidad de convencerla de lo contrario. —Estoy en un gran lío, ¿no es cierto?
—Lo estás —concuerda —y me temo que solo podrás salir de eso siendo sincera contigo misma. ¿Aún sigues sintiendo algo por él?
El silencio cae sobre nosotras, ¿tener sentimientos por Alessandro Santori? No soy capaz de responder, o no sé si en realidad quiero hacerlo.
Después de ocho años, ¿se pueden revivir sentimientos que antes creía muertos? ¿O es que tal vez nunca dejé de sentirlos?
—Habla con él —dice Bella con una sonrisa —y dile que no aceptarás nada más que la verdad. Estoy segura de que tiene una explicación.
Quiero decirle que Alessandro parece completamente dispuesto a ignorar toda petición de hablar con la verdad. Lo que oculta, parece ser lo suficientemente importante como para no poder revelarse, los secretos tienen peso, y no sé cuánto significa el que Alessandro carga consigo.
Cuando volvemos a la finca, Bella me lanza una mirada que se traduce como: sabes lo que tienes que hacer, y yo tengo que obligarme a mi misma a enfrentarlo.
Alessandro está sobre la cama cuando entro, sus ojos se apartan del celular casi de inmediato para posarse sobre mí.
—Tenemos que hablar —las palabras brotan de mis labios casi de inmediato.
Él aparta el celular, lo deja a un costado mientras se incorpora y asiente con lentitud.
—Estoy de acuerdo.
—Esto no va a funcionar si seguimos así —comienzo —necesito confiar en ti para que esto pueda tener el final que esperamos, pero no puedo hacerlo si te cierras todo el tiempo conmigo.
—Carina...
—No —lo detengo antes de que pueda tener cualquier excusa —ya huiste una vez, no lo hagas ahora.
—No estoy huyendo —dice acercándose con lentitud —sigo aquí.
—Sabes que no me refiero a eso, necesito confiar en ti. Dijiste que querías enmendar tus errores del pasado pero es como si decidieras que no vale la pena el riesgo.
—Nunca —responde con firmeza —estás muy equivocada si crees eso, es porque quiero enmendarlos, que no puedo permitirme hacer lo mismo otra vez. No volví para eso, Carina...
—¿Entonces para qué volviste, Sandro? —mi voz brota llena de dudas, llena de una incertidumbre que no sé como llenar.
—Volví por ti —mi respiración se corta —volví para poder arreglar lo que rompí, para asegurarme de que esta vez, haría las cosas bien. Volví porque has estado en mi mente todos estos años, Carina, y no he sido capaz de dejarte ir, no sé si alguna vez sea capaz, pero quiero enmendar mi error, quiero...
—No puedes enmendar algo que hace años lleva roto —susurro interrumpiéndolo —y si esta es tu idea de enmendar, no quiero que continúes. Hicimos un trato y pusimos reglas, teníamos un plan, ¿por qué entonces tienes que hacer todo tan complicado?
—Carina...
—Dijimos que no más mentiras, así que ahora, justo aquí dime si estás dispuesto a continuar con esto —exijo —o si tengo que decirte adiós justo ahora.
Parpadea sorprendido con la firmeza de mis palabras.
—Yo dije que no deseo que desaparezcas de mi vida cuando acabemos con esto, y es la verdad, pero tampoco quiero que te quedes si todo el tiempo vas a estar a la mitad, porque eso no es estar. Yo no necesito mitades, Sandro. No necesito que alguien repare algo por mí, porque soy perfectamente capaz de hacerlo por mi cuenta. Así que dime... ¿qué es lo que realmente quieres?
No hay una respuesta, los segundos corren y de pronto...
De pronto tengo sus manos acunando mi rostro, y sus labios apoderándose de los míos.
De pronto, Alessandro Santori me está besando con una intensidad que roba todo de mí.
De pronto, tengo la respuesta que necesito.
De pronto, sé que esto solo va a acabar de una forma, y creo saber exactamente cuál será.
Mi corazón va a romperse inevitablemente, y no hay nada que pueda hacer al respecto.
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