Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16.- Las reglas están para romperse

Carina.

Por alguna razón, tengo la sensación de que Alessandro no está siendo del todo sincero. Una parte de mí siente continuamente que hay algo sobre lo cual no está diciendo la verdad, aunque no puedo saber con precisión qué.

Soy bastante consciente de que cuando volvemos a la mesa, el ambiente entre mi familia y Alessandro es incómodo, él responde cuando alguien intenta conversar con él pero es como si toda la atmósfera de convivencia, se hubiese esfumado por completo.

A pesar de eso, intento no darle mucha importancia. No necesito algo más de lo cual preocuparme ahora, bastante tengo con el hecho de que Alessandro parece no estar del todo bien como intenta hacerme creer.

Trato de repetirme que este no es el mejor momento ni lugar para los cuestionamientos que me llenan la mente, es la boda de mi hermano, y no debería lucir como si no supiese como interactuar con el hombre a mi costado.

—Cari —su voz llamándome me hace voltear, sus ojos se posan sobre los míos mientras una sonrisa ladeada se apodera de sus labios —te he preguntado si te apetece bailar.

—Oh, lo siento, estoy un poco distraída —sonrío levemente. —Claro, ¿vamos?

Asiente levemente antes de incorporarse de su asiento, y tender la mano hacia mí. No me pasa desapercibida la manera en la que todos mantienen su atención en nosotros, no le doy demasiada importancia, y simplemente camino detrás de Alessandro cuando él nos conduce hacia la pista en donde todas las personas se encuentran.

—¿Ha pasado algo mientras no estaba? —pregunto cuando estoy bastante segura de que no hay ningún conocido cerca que pueda escucharnos.

—No, ¿por qué habría de pasar algo? —su cercanía comienza a ponerme nerviosa aunque trato inútilmente de esconderlo.

—Es demasiado evidente que todos están incómodos ahí —hago un gesto con la cabeza en dirección a nuestra mesa —y no me sorprendería en realidad que alguien haya dicho algo, cualquier cosa.

Sandro sonríe levemente, voltea hacia la mesa por algunos segundos antes de centrar su atención en mí.

—Tu tío cree que es mucha coincidencia que sea amigo de Dave, y que ahora esté contigo —admite —tengo la sospecha de que creen que estoy contigo porque busco algún beneficio para los casinos de Dave. Soy socio, ellos saben eso y sugirieron que podría tener motivos ocultos, ya sabes, lo normal.

—¿Lo normal? —arqueo la ceja —eso no es normal, y les dejé bastante en claro que no toleraría que estuviesen metiéndose en mi vida. Parece que no pueden respetar ni una sola petición.

Me siento más molesta de lo que debería, pero no es algo que pueda evitar, ¿hasta cuando las personas estarían metiéndose en mi vida como si aún fuese una niña?

—No importa —su voz me hace mirarlo otra vez —está bien, era normal que sospecharan, no prevenimos eso.

—No es normal —ruedo los ojos —ellos son así todo el tiempo, creyéndose con el derecho de involucrarse en la vida de los demás, pero detestan tanto que lo hagan con las suyas. ¿Es por eso que pareces tan tenso?

Su mirada duda por un par de instantes, no me mira y prefiere centrar su atención en otra cosa, huyendo de mí. Estamos lo suficientemente cerca como para que no pueda permitirle escapar, así que en un movimiento casi involuntario, mi mano viaja hasta su mandíbula.

Mis yemas tocan su piel cuando lo obligo a mirarme otra vez.

—¿Sandro?

—Lamento si estoy siendo un asco de novio justo ahora —dice bajando la vista por un par de segundos —es solo que no me siento muy bien.

—Podemos volver —sugiero captando su mirada otra vez —no tenemos que quedarnos, estoy segura de que a Jacob y a Marcella no les molestará.

—No —sacude la cabeza levemente —todo el asunto de nosotros como pareja se debe a esto ¿no es así? —hace un circulo con su dedo índice como si hiciera referencia a nuestro alrededor —no podemos irnos cuando la fiesta todavía está comenzando.

—Pero...

—Sin peros —esta vez me sonríe con un poco más de fuerza —tenemos que convencerlos, ¿no es cierto?

—Dudo mucho que podamos hacerlo si pareces un zombi —una carcajada brota de sus labios, echa la cabeza hacia atrás mientras ríe, luego da un paso hacia adelante, y mi respiración se corta en el segundo en el que su mano se coloca a la altura de mi cintura.

—Entonces dejaré de parecer uno —dice casi en un susurro.

Es como si de alguna manera, mi cuerpo reaccionase ante él. Su cercanía me provoca una sensación que hace muchísimo tiempo no sentía, como si con un solo toque fuese capaz de despertar todos los sentimientos que creí marchitos.

La música nos envuelve, y tal y como lo hicimos aquella noche en el bar, olvidamos que estamos rodeados de gente, y solamente nos concentramos el uno en el otro. Sonrío cuando noto la forma en la que sus caderas se mueven, como su mano se entrelaza con la mía y sirve de guía para cada uno de los movimientos que hace. Pronto nos encontramos moviéndonos por la pista, como si esto fuese algo habitual en nosotros, como si llevásemos años bailando juntos, tanto que sabemos como reaccionar ante los movimientos del otro.

Conforme el tiempo pasa, nos adaptamos a cada ritmo que el dj coloca, Alessandro parece haber vuelto a su habitual energía porque ríe y baila con entusiasmo, en cierto punto debido a la temperatura que hace, se quita el saco quedando simplemente con la camisa blanca y la corbata, se arrolla las mangas hasta la altura de los codos, y me siento atraída por lo firme de sus brazos, por como parecen envolverme y yo encajar en ellos a la perfección.

No sé en realidad cuanto tiempo pasamos en la pista, bailando y riendo, pero cuando volvemos a la mesa, la cena se ha servido y tenemos que tomar nuestros lugares para poder comer.

Con la información sobre lo que ocurrió entre Alessandro y mi familia, decido que tendré que mantener una conversación con ellos, parece que a papá se le olvidó por completo su promesa de que se mantendrían en el límite.

—Le he dicho a Alessandro antes, que es extraño que hayas accedido a una reunión con Dave Ricci —la voz de papá inicia una conversación que esperaba no mantener ahora —creí que no te agradaba lo suficiente.

—Y eso no ha cambiado, sigo creyendo que es un idiota —Sandro a mi costado ríe levemente —fue en realidad una reunión casual, no fue íntima ni profesional, coincidimos en el mismo sitio y el hecho de que apenas y tolere la presencia de Ricci, no es sinónimo de que sea mal educada.

—Claro —papá parece un poco más aliviado —aunque supongo que las negociaciones podrán ser más...pacificas ahora, ¿no es cierto?

—Imposible —resoplo —mi relación con Alessandro es independiente de los tratos que apenas estamos negociando con los casinos de Ricci. Y él no está detrás de mi dinero.

Mi tío Antoni eleva la vista cuando pronuncio eso último.

—Creo que es bastante desagradable que alguien sugiera que tu pareja, va detrás de tu dinero, ¿no es cierto, tío?

—Lo es, pero...

—Y creo que son muy conscientes, de que soy una mujer que puede defenderse por si misma —sentencio —agradezco que se preocupen, pero aprovecharé esta oportunidad, ahora que estamos todos —señalo al resto de mi familia que se encuentra en la mesa —para dejar en claro que no voy a tolerar que pasen los límites de mi vida privada, no soy una niña, puedo cuidarme sola.

—Nadie tiene duda de eso, Cari, pero no está de más que las personas sepan que tienes a personas que van a defenderte, sin dudarlo.

—Lo sé, señores Lombardi, créanme —Alessandro sonríe educadamente —no voy a lastimar a Carina, eso es en realidad lo último que deseo. Si estoy aquí, es porque quiero hacer las cosas bien, y sé que Carina es bastante capaz de patearme el trasero si me equivoco.

Soy consciente de la mirada satisfecha que papá tiene, y como mamá intenta retener la sonrisa. Tal vez después de todo, si me equivoqué, y el Alessandro que tengo ahora, no es el mismo chico que conocí en aquel casino clandestino.

Ha cambiado, aunque ahora, no puedo tener idea de cuánto, ni lo que esos cambios significan en realidad.

Pasamos varias horas más en la fiesta, son casi las cinco de la mañana cuando al fin volvemos a nuestra habitación, y siento como si fuese capaz de dormirme justo ahora sin preocuparme por nada más.

Sin embargo, me tomo el tiempo para apoderarme de la ducha, y hacer toda mi rutina de skincare antes de siquiera atreverme a tocar el colchón. Cuando salgo, ahora es Alessandro quien ingresa y a pesar del sueño que tengo, no consigo dormirme hasta que él ha salido, y se ha acomodado a mi lado en la cama.

—Deberíamos ir al médico —él gira la cabeza hacia mí cuando hablo —por si tu malestar continúa.

No me da una respuesta de inmediato, a pesar de la oscuridad de la habitación, soy bastante capaz de notar sus rasgos, la forma en la que sus labios se curvan hacia arriba en un gesto sonriente, y sus ojos se mantienen conectados con los míos.

—No es necesario, estaré bien.

—Sí, siempre dices eso —me giro sobre mi costado, quedando justo frente a él —pero igual recuerdo que eres un muy buen actor, y mentiroso.

—Debería ofenderme —dice girándose también sobre su costado para quedar frente a mí, la distancia que nos separa es prácticamente escasa, si me inclinara tan solo un poco más...

—Solo estoy diciendo la verdad —lo molesto —no lucías completamente bien.

—Nadie luce completamente bien luego de devolver el estómago —arruga la nariz —pero ya pasó, en serio.

—Sandro...

—No tienes de que preocuparte, de verdad. ¿Me has visto enfermo desde que nos reencontramos?

—No, pero...

—Ahí lo tienes, fue solo pasajero, estaré bien.

Si algo he aprendido, es que mientras más le insistes a una persona que no quiere reconocer algo, más lo negará. Y justo ahora lo que menos quiero, es acabar en una discusión con él.

Estoy harta de discutir, de pelear, solo quiero hablar con él y poder sentirme como en la noche del bar, y como esta noche mientras bailábamos.

—¿Crees que funcionó? —inquiero en un susurro —creí que sería más complicado.

—Claro que funcionó, no estoy seguro de que tu familia me adore, pero creo que hemos hecho un buen trabajo.

Una corta risa me invade.

—No cantes victoria, que aún nos faltan cuatro días más de convivencia familiar, luego, veremos.

—¿Veremos? ¿Qué quieres decir con eso? —eleva la cabeza y flexiona el codo, sosteniéndola con la mano en forma de puño. —¿Te desharás de mí cuando volvamos a Milán?

—Oh, ¿has olvidado nuestro acuerdo? Aún queda poco más de dos meses, no puedo deshacerme de ti tan rápido.

—Ah, sí. Eso debe de ser completamente una tortura para ti —dice con una sonrisa arrogante —¿has pensado como fingirás estar destrozada por nuestra ruptura? Porque el buen actor aquí, soy yo.

—Ugh, no planeo seguir elevándote el ego —extiendo la mano y golpeo su pecho con ligereza —supongo que me ocuparé de ello cuando el momento llegue.

—¿Sigues sin querer verme luego de esto? —su tono se ha vuelto repentinamente serio.

—¿Por qué lo preguntas?

—No lo sé, supongo que quiero tomar la decisión correcta en esta ocasión —susurra lentamente —quiero estar seguro de que mis acciones, sean lo que tu desees esta vez.

—¿Eso haría alguna diferencia?

—Joder, claro que sí, regina. —su voz suena casi torturada, lo suena tan de pronto que me desconcierta —claro que haría la diferencia, si me dices que quieres que desaparezca y que no quieres volver a verme, lo haré. Tienes mi palabra.

Lo examino a pesar de la oscuridad, sí, por mucho tiempo pensé que deseaba no volver a verlo, creí que realmente eso era lo que deseaba.

No encontrarme con el chico que destrozó mi corazón.

Pero eso fue hace ocho años, éramos unos críos, un par de adolescentes que no sabían absolutamente nada sobre el amor.

¿Somos diferentes ahora? Claro que sí. Él es diferente, yo soy diferente. Lo sé, es demasiado evidente, y él desear no volver a verlo...

—No quiero que hagas nada de eso —me atrevo a confesar —no quiero que desaparezcas otra vez.

Las palabras brotan de mí con rapidez, sin darme tiempo a arrepentirme. Él lo nota, y la forma en la que sus ojos parecen iluminarse, me roba por completo el aliento.

De pronto, sin siquiera darme una oportunidad para reaccionar, se acerca. Lo hace con rapidez, sin dudar, se sostiene con una de sus manos mientras que con la otra, me toma del cuello para atraerme hacia él.

Sus labios chocan con los míos y una corriente eléctrica me sacude por completo, mi cuerpo entero reacciona, sus labios se mueven contra los míos y es como si hubiese perdido el control de mi misma porque pronto lo estoy besando de vuelta también.

Sus labios me roban el aliento, me hacen sentir una explosión por dentro y miles de sensaciones que no parecen tener lógica. Antes de que pueda perder por completo la razón, se aparta.

Estoy demasiado aturdida como para reaccionar, veo el arrepentimiento cruzar por sus ojos, como parece darse cuenta de lo que ha hecho y estoy segurísima de que dirá algo al respecto, pero no lo hace. Sino que se queda en silencio, en uno que se prolonga y se prolonga más y más.

—Acabas de romper las reglas —susurro cuando es evidente que él no dirá nada. —Creí que no las olvidarías.

—Y no las he olvidado —responde —solo que no podía seguir resistiéndome, he querido besarte desde la noche del bar, he querido hacerlo desde entonces y no debería desear hacerlo otra vez pero...

Esta vez soy yo quien lo interrumpe, quien acuna su rostro entre mis manos y se apodera de sus labios. Él tarda un microsegundo en responder, sus manos se aferran a mi cintura mientras me apega a su cuerpo, como si necesitara sentirme más cerca.

Mi cuerpo reacciona, las sensaciones explotan y pronto tengo un deseo casi incontrolable de él, de lo que significa. No debería estar haciendo esto, me prometí que él nunca tendría esta clase de poder de nuevo sobre mí, pero cuando se trata de Alessandro Santori, no puedo ser lógica, ni sensata.

Cuando se trata de él, mi corazón siempre tendrá la última palabra.

—Cari... —sus labios se apartan de los míos —esto no era parte del trato. Las reglas...

Tiene la respiración entrecortada, y sus ojos son un mar de emociones que reconozco bien, porque me he sentido de la misma manera.

—Las reglan están para romperse, ¿no es eso lo que dicen?

Una sonrisa se extiende por sus labios, sus manos siguen aferradas a mi cintura, como si quisiera asegurarse de que no vaya a ningún sitio. Y quiero decirle que no tiene que hacerlo porque no planeo ir a ningún otro lugar.

—La última vez que rompimos las reglas, todo fue un desastre —hay cierto grado de culpa en su voz, y eso me regresa a la realidad tan de golpe...que reacciono.

Recuerdo que nos ha traído hasta aquí, recuerdo el porqué estamos aquí. Él lo nota, veo el arrepentimiento en sus ojos y como está dispuesto a componerlo porque hace el ademán de hablar, pero es tarde.

Me aparto, la calidez de sus manos abandona mi piel y lo extraño, a pesar de que solo lo he sentido por unos segundos.

—Carina...

—Sí, tienes razón, cuando se trata de nosotros, siempre es un desastre —susurro recurriendo a la distancia para poder recomponerme, para tratar de volver a la normalidad aunque sé que eso es imposible.

—No quise decirlo de ese modo, pero no quiero arruinar las cosas.

—¿Hablas de nuestro acuerdo?

—Hay cosas que están fuera de mi control, Cari —dice lentamente —y que me temo pueden ser más poderosas de lo que me gustaría admitir.

—Debes dejar de hablar con tanta filosofía —mascullo —alguien debería enseñarte a ir al grano.

Cierra los ojos, un suspiro derrotado brota de sus labios y vuelve a recostarse en la cama.

—Algún día entenderás porque hice todo —susurra volviendo a mirarme —siempre he querido tu bienestar, aunque haya escogido métodos equivocados para demostrarlo.

Su comentario me molesta y no sé en realidad el porqué. Lo miro por largos segundos debatiéndome en si merece darle o no una respuesta.

—Todos merecemos tener la oportunidad de elegir, y no que alguien más decida por nosotros.

No me molesto en ver su expresión, simplemente me giro sobre la cama, dándole la espalda. Me cubro con la sábana y espero inútilmente que él diga, o haga algo más. Pero no lo hace, al contrario, al cabo de unos minutos, él también se mueve y la distancia entre nosotros vuelve a creer.

Alessandro tiene razón, cada vez que nos hemos saltado las reglas, todo termina en desastre. Ya pasó una vez, y sé que si continuamos por ese camino, volveremos al mismo sitio.

No sé si alguna vez entienda a Alessandro Santori, pero lo que realmente me estruja el corazón, es no saber si en verdad quiero entender, o prefiero seguir así, fingiendo que absolutamente nada ha ocurrido. 

______________________________________________________________________________

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro