13.- Redención
—No creí que estuvieses hablando en serio —Carina me observa con una sonrisa tirando de sus labios. —Aunque quiero dejar en claro, que no considero esto una cita.
Aprieto los labios tratando de retener la sonrisa. Es bien sabido que la señorita Lombardi no es alguien a quien se pueda satisfacer con facilidad.
—Considéralo como un tiempo compartido entre amigos.
Se gira hacia mí por completo.
—¿Somos amigos? —coloca la mano sobre su pecho con fingida sorpresa y tratando inútilmente de esconder la sonrisa.
—Claro que somos amigos —objeto —¿vas a negarlo?
—No lo sé —admite encogiéndose de hombros —teniendo en cuenta que apenas podemos tener una conversación sin terminar discutiendo, creo que puedo dudarlo.
—Todos los amigos discuten —me encojo de hombros —y debes de admitir que es lo divertido en nuestra relación.
—Tienes un serio problema si crees que las discusiones son divertidas —señala —¿qué clase de persona eres?
—La misma clase de persona que accede a ayudar a una chica que necesita un novio falso, ¿no crees que estamos en la misma categoría?
—Fuiste tú quien insistió en esto, ¿lo has olvidado? Así que no quieras colocarme en el mismo sitio que tú.
—Oh, vamos, ¿realmente estamos discutiendo ahora? —inquiero echando la cabeza hacia atrás —creo que puedes cooperar y hacer de nuestra cita, un momento agradable.
—Que esto no es una cita.
Resoplo, si creí que tratar con Carina Lombardi sería sencillo, no tenía ni una maldita idea.
—Creo que tienes un serio problema con las citas.
—No tengo problema con las citas, solo con las personas con quienes las tengo.
Apenas hemos comenzado a caminar hacia la zona de restaurantes del centro de Grecia, cuando me detengo. Carina va unos cuantos pasos adelantada, pero se para cuando nota que he detenido mi andar.
—Creí que habíamos dicho que nada de discusiones —me cruzo de brazos —porque veo muy complicado el fingir delante de toda tu familia, si tengo la idea de que me odias.
Se acerca, una sonrisa falsa se pose en sus labios mientras imita mi postura, y también cruza los brazos sobre su pecho.
—Créeme, no solamente tienes la idea.
Abro la boca para darle una respuesta, pero ella ya me ha dado la espalda y se aleja caminando con tranquilidad. Tengo que recordarme que discutir con ella no nos llevará a ningún sitio, y que si estoy aquí ahora, no es para esto.
—Solo por esta vez, la dejaré pasar —concedo cuando la alcanzo —para que te des cuenta de que realmente quiero llevar la fiesta en paz, al menos por esta noche.
Me mira curiosa, decido no hablar más y simplemente avanzamos hasta la zona de establecimientos que se encuentran justo en el centro de Grecia, según internet, los mejores bares estaban por aquí, con el suficiente ambiente como para darnos una noche divertida.
Sin decir nada, elevo la mano y señalo el lugar que he escogido por sus cuatro punto siete estrellas en Google.
—¿Siempre llevas a tus citas a bares?
—Creí que habías dicho que esto no era una cita.
Resopla, aprieto los labios tratando de retener la sonrisa porque sé que eso solo conseguiría cabrearla mucho más, y no creo que sea buen momento para tener a la señorita Lombardi enojada.
—No lo es —debate —pero no respondiste la pregunta.
Sonrío. —No, en realidad, no soy un hombre de citas, yo prefiero pasar a la acción.
Carina rueda los ojos y luego me lanza una mirada que descifro muy bien.
—No me mires como si fuese un cabrón, solo estoy siendo honesto.
—Es por eso que prefiero no tener citas en mi vida, los hombres solo están interesados en llevarte a la cama, fingen todo un personaje para poder tener lo que desean.
—Creo que es injusto que coloques a todos los hombres con un estereotipo, ¿no lo crees?
—Solo hablo con base en mi experiencia —se encoje de hombros.
—Tus hermanas parecen felices...
—Mis hermanas son la excepción —dice eso sin mirarme —ellas creen en cuentos de princesas, y finales felices. Han soñado siempre con la idea de una familia, esos no son mis sueños.
Carina me mira, hay una determinación en sus ojos que me deja saber que lo que dijo, va muy en serio.
—¿No quieres casarte nunca? ¿Una familia? ¿Hijos?
—No, tengo otros planes para mi vida. No creo que eso sea para mí en realidad—sacude la cabeza y sonríe —adelante, puedes juzgar todo lo que quieras.
—¿Juzgarte? ¿Por qué lo haría? Creo que cada quien debe de hacer lo que le haga feliz —me encojo de hombros —nadie tiene el derecho de juzgar las elecciones de otras personas.
Noto como sus hombros se relajan. Asiente levemente antes de desviar la mirada hacia la entrada del local, y luego volver a mirarme.
—No eres del todo un idiota.
Una leve sonrisa aparece en mis labios, es increíble como esta mujer puede pasar de ser una fiera, a la amabilidad hecha persona.
—Gracias por el cumplido. —le doy un corto asentimiento, y con eso, nuestra conversación parece haberse cortado.
Al menos hasta que parece recordar que estamos frente a un bar al cual debemos de entrar ya.
—¿Entramos? —le hago el gesto con la mano, y ella se encamina hasta la entrada, la sigo de cerca, el lugar nos recibe con una música fuerte y luces de colores que cambian a cada segundo.
Nos acomodamos en una de las mesas libres, Cari deja su bolso sobre la superficie de madera y decido ser lo suficientemente caballeroso como para ir por las bebidas.
—¿Algo en especial?
—Un Gin Tonic —dice sin pensarlo mucho.
Asiento mientras me aparto de la mesa para ir hacia la barra, él chico que se encuentra a cargo me atiende casi de inmediato, y pido la bebida de Carina, y un agua mineral para mí.
Cuando vuelvo, ella arquea la ceja al mirar la botella que sostengo en la mano.
—¿Vienes a un bar y no consumes alcohol?
—Alguien tiene que ser un conductor responsable esta noche —respondo con una sonrisa —además, con lo sobreprotectores que son tus hermanos, no quiero arriesgarme a llegar con aliento a alcohol y terminar durmiendo en un hostal.
Mis palabras le roban una carcajada y se apoya un poco más sobre la mesa.
—Hay algo que he querido preguntarte —confiesa —¿realmente piensas irte cuando nuestro acuerdo acabe?
Parece genuinamente interesada, una sensación casi dolorosa se me clava en el pecho cuando considero la opción, el mismo sentimiento que he tratado de ignorar.
—Aún no estoy seguro, pero no considero que pueda quedarme mucho tiempo. ¿Por qué? ¿Vas a extrañarme?
Resopla.
—No tienes tanta suerte.
Sonrío levemente.
—Venga, vamos a bailar.
No me pienso mucho en levantarme y rodear la mesa para llegar hasta donde ella se encuentra, Carina intenta protestar pero termino por tomarla de la mano y arrastrarla hacia el espacio en donde todas las demás personas se encuentran moviéndose al ritmo de la música.
—Según recuerdo, eres muy mal bailarín.
—Tus recuerdos están alterados entonces —objeto —porque claro que soy un buen bailarín.
Su mirada parece encenderse cuando una música movida llena el ambiente, su cuerpo se pega al mío y lucho con la sensación de ardor que se instala en mi pecho. Mi mano descansa en su cintura, y tengo que aplicar toda mi fuerza de voluntad para no lanzarme hacia ella.
Carina, aún después de años, sigue causando un maldito revuelo en mi interior que no entiendo, una sensación muy parecida a la locura que me consume la mente, que no me deja pensar con claridad cuando la tengo cerca.
Y me repito que debo tener autocontrol, pero cuando ella comienza a moverse, cuando sus caderas se balancean y su cuerpo acaricia al mío, mando a la mierda mi cordura.
Una parte de mí sabe bien porque estoy aquí, es muy consciente de los motivos que me arrastraron a estar en esta situación, a tener que fingir delante de todos los Lombardi, que estoy absolutamente enamorado de Carina.
Ella no se detiene, se mueve al compás de la música y no puedo hacer otra cosa que no sea seguirle el ritmo, sujetarla contra mi cuerpo en un intento de que la distancia no exista.
Carina Lombardi sigue volviendo tan malditamente loco. Y nos sé que carajos hacer al respecto, porque no se supone que esto deba sentirse así.
No sé cuanto tiempo pasamos en esa pista, una canción tras otra, pero es hasta que nos falta el aliento y estamos cubiertos de sudor, que decidimos que hemos tenido suficiente. No sé como he sido lo suficientemente cuerdo como para no abalanzarme hacia ella y besarla.
Porque joder, creo que realmente he perdido la cabeza al querer saborear sus labios y confirmar si siguen siendo tan exquisitos como lo recuerdo.
Nuestras bebidas se han calentado, así que voy a la barra de nuevo y pido exactamente lo mismo para luego volver hacia la mesa en donde Carina se encuentra.
—No creí que tomaras la responsabilidad tan en serio —murmura con una sonrisa —lo del conductor designado, quiero decir. Aunque siempre podemos pedir un Uber para volver a casa, si quieres disfrutar también.
—En realidad, he vetado al alcohol de mi vida desde hace mucho tiempo —confieso —así que no te preocupes por mí, puedo divertirme perfectamente sin necesidad de estar borracho.
Sus ojos se estrechan y sé entonces que su mente está trabajando, formando muchas preguntas que sé que lanzará, tal vez no ahora, pero si algo caracteriza a Carina Lombardi, es que nunca se queda con la duda.
Y esta no va a ser la excepción.
Solo me pregunto si cuando el momento llegue, estaré listo para darle todas las respuestas, o huiré tal y como siempre lo he hecho cuando llega el momento de enfrentar cara a cara la verdad.
—Se que últimamente he estado demasiado borde contigo, y sinceramente, creo que no lo mereces del todo.
Le doy un sorbo a mi botella, sintiendo el agua refrescarme por completo.
—¿Del todo?
—Sí, porque desgraciadamente sigues siendo el idiota que recuerdo —dice con una sonrisa —pero has mejorado, tengo que admitirlo.
—Vaya, ¿hoy es noche de cumplidos?
Una carcajada brota de mis labios al darme cuenta de la manera en la que me observa. Ya he dicho que acabar con la paciencia de Carina es uno de mis pasatiempos favoritos, pero comienzo a considerar los riesgos.
—Eres imposible —expresa —estoy intentando ser amable, deberías ser agradecido.
—Y no me mal entiendas, lo estoy —aclaro con una sonrisa de suficiencia —pero es agradable escucharte decir cumplidos hacia mí, deberías practicar más, después de todo, somos una pareja, ¿no es cierto?
Evidentemente comienza a cabrearse, pero lo disimula bastante bien porque se recompone con rapidez.
—Estoy hablando en serio, Sandro.
El tono casi dulce que emplea para hablar, hace que la seriedad vuelva a nuestra conversación. Aún soy capaz de escucharla a la perfección a pesar de la música, y de todas las voces a nuestro alrededor.
—No tienes que disculparte, en realidad, ha sido mucho mejor de lo que esperé.
—No tienes que decir eso para hacerme sentir mejor...
—Lo sé, pero quiero decirlo. No deseo disculpas, no puedo pedir que actúes como si no hubiese pasado nada, porque no es así. Solo quiero que podamos hacer que esto funcione, te lo dije antes, lo necesito tanto como tú.
Permanece callada por un par de segundos, baja la vista y se concentra solamente en mirar el vaso de vidrio en donde se encuentra su bebida.
—Lo sé, es solo que... —sus palabras se desvanecen, y cuando eleva la mirada otra vez, sé que lo que viene será como un golpe que no puedo parar —es solo que ya no confío en ti, Sandro. No sé quien eres, nunca lo he sabido.
Quiero decirle que ni yo mismo lo sé, que en los últimos años me he sentido tan perdido que no creo poder recuperarme jamás. Quiero suplicarle que vuelva a confiar en mí, pero sé de sobra que es algo que nunca va a pasar.
—No soy tan egoísta como para pedirte que lo hagas, pero al menos, dime que confías en mí para hacer esto —nos señalo —porque si no lo haces, no creo que alguien pueda creer algo que ni nosotros mismos acabamos por creer.
—No sé si pueda...
—Solo inténtalo —pido —si queremos que esto funcione, debemos ser un equipo. Sé que mis acciones del pasado no te dan confianza, pero te prometo que quiero que esto salga bien. Necesito que resulte bien.
Extiendo la mano a través de la mesa para tomar la suya, de pronto, mi mente se golpea con cientos de recuerdos que acuden uno tras otro sin darme oportunidad de ignorarlos.
—No soy el mismo Alessandro de hace ocho años —susurro en un intento de hacer que confíe en mí lo suficiente como para conseguir lo que he venido a hacer. —Déjame demostrártelo, regina.
Sus ojos chispean con un sentimiento que hace años no veo ahí, con el mismo sentimiento con el que dos adolescentes se miraban el uno al otro, pero que nunca supieron admitir. Que nunca supe admitir.
Un sentimiento que así de rápido como apareció, se esfuma.
—Está bien —susurra y por primera vez desde que nos volvimos a encontrar, Carina me sonríe con sinceridad.
Con ese gesto encantador que me eclipsa y que amenaza con quitarme todo, Sonríe y con ese simple gesto sé que cada vez estoy más cerca de mi propósito, de alcanzar lo que realmente vine a hacer.
Redimirme ante ella.
Aunque Carina Lombardi no tenga ni siquiera la más mínima idea.
__________________________________________________________________
¡Hola, hola!
¿Creen que Alessandro tenga un plan en mente?
¿Qué creen que pase ahora? ¡Me encanta leerles en comentarios!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro