11.- Apuesta
Alessandro.
¿Qué es lo que estoy haciendo?
Carina me observa como si no entendiera mi comportamiento.
—¿Un jet privado? —inquiero girándome hacia ella —¿de verdad?
—¿Qué? ¿Nunca has viajado en uno? —sonríe levemente —anda, sube, no seas miedoso.
—No soy miedoso, solo me sorprende que decidas usar un Jet privado en vez de un vuelo...
—Oh, si lo que quieres es viajar en un vuelo comercial, adelante —me interrumpe cruzando por mi lado para encaminarse a las escaleras —no soy quien para detenerte.
Me apresuro a alcanzarla, casi puedo adivinar la sonrisa que tiene en los labios cuando llego detrás de ella para subir los escalones que nos permitirán abordar el avión.
—Ni siquiera sé porque me sorprende en realidad —insisto cuando estamos a bordo del avión. Carina camina hasta los asientos de en medio, que quedan justo a lado de la ventana —un Jet privado, supongo que estás acostumbrada a usarlo siempre.
—No suelo viajar, contrario a lo que crees —se acomoda en el asiento, cruzando las piernas y opto por sentarme justo frente a ella —pero cuando tengo que hacerlo, prefiero la comodidad.
—Claro —asiento levemente, examinando lo que me rodea.
El silencio cae sobre nosotros, no hemos hablado mucho desde que estuvimos juntos para la comida con mis padres, que salió terriblemente mal, cabe aclarar. Nos hemos limitado a intercambiar algunos mensajes recordándonos los compromisos, y ahora estamos aquí, en un vuelo que nos llevará directo a Santorini.
Creí que tendría más tiempo para esto, pero lo cierto es que cuanto menos deseas que algo suceda, muchísimo más rápido ocurre. En menos de dos días conoceré al resto de la familia Lombardi, y Carina y yo tendremos que hacer la mejor actuación de nuestras vidas.
—¿Estás nervioso?
Cuando miro a Carina, tiene una pequeña sonrisa en los labios. Se ha recogido el cabello en una coleta alta, y un par de mechones caen a los costados de su rostro. Lleva un ligero maquillaje, con los labios pintados de un rosa casi pálido pero que combina perfectamente con su tono de piel.
—¿Por qué lo estaría? —inquiero apoyándome en el respaldo del asiento —solo tengo que fingir ser tu adorado novio delante de tus siete hermanos.
Una risa divertida brota de sus labios.
—Bueno, agradezco que admitas que estás nervioso —dice entre risas —pero te aseguro que son fáciles de convencer.
—No lo sé —chasqueo la lengua —¿has pensado en un plan b si nos atrapan en medio de la mentira?
—Tal vez pueda desaparecer —se encoje de hombros —porque no toleraré ser la burla familiar por el resto de mi vida.
Esta vez es mi turno de reír. Carina me observa con curiosidad y me descubro a mi mismo admirando lo bella que luce. Carina Lombardi es bellísima, lo ha sido siempre. Desde el momento en el que la conocí, recuerdo haber pensado que era la chica más hermosa que había visto, ahora...ocho años después, solo luce muchísimo más de lo que mi mente podía recordar.
—Así que, ¿estamos haciendo esto porque tu familia no cree que puedas tener una relación? —recuerdos breves de la conversación que tuvimos en el auto se me cruzan por la mente —eso no parece demasiado grave como para orillarte a hacer algo como esto.
Un corto suspiro brota de sus labios.
—Es más complicado de lo que parece.
—Bueno, tenemos dos horas por delante —me cruzo de brazos —y soy bueno escuchando.
—Forma elegante de decir que eres un chismoso —masculla —pero supongo que no puedo ocultarle la verdad a mi "novio".
Me causa gracia la forma en la que pronuncia la palabra "novio", pero no digo nada al respecto. No quiero que me bote del avión en pleno vuelo.
—No quiero que las personas duden de mi capacidad, en el mundo de los casinos ser mujer es sinónimo de ser débil. Los clientes creen que pueden seducirte y que caerás ante ellos, mi padre constantemente dice que no desea que mi vida se resuma solo al trabajo, el hecho de que crea que no puedo tener una vida sentimental porque no puedo, en vez de que no quiero es casi agotador.
Cierra los ojos brevemente y toma una corta inhalación.
—Si hago esto, les dejaré saber que soy capaz de manejar todos los aspectos de mi vida, y que estar soltera, es una decisión. Y eso no tiene absolutamente nada de malo, no me hace menos capaz de manejar el imperio que se me confío.
—Es absurdo que alguien cuestione tu capacidad profesional solo porque no tienes una pareja.
Una sonrisa casi triste se filtra en sus labios.
—En un mundo dominado por hombres, una mujer soltera y exitosa significa un problema.
—En un mundo dominado por idiotas, querrás decir. No todos los hombres opinamos lo mismo, eres consciente de eso, ¿cierto?
—En el mundo de los casinos es difícil reconocer que una mujer puede manejar un imperio sola. Aún en pleno siglo veintiuno, te sorprendería la cantidad de idiotas con los que puedes toparte.
—No deberías de permitir que la opinión de los demás defina quien eres —sus ojos se encuentran con los míos —nadie vale tanto la pena como para darle ese poder.
Esta vez la sonrisa que cruza por sus labios es genuina, es un gesto tan natural pero que consigue causar una revolución que no entiendo. ¿Cómo una sonrisa puede tener un efecto tan grande?
—A veces das buenos consejos —dice rompiendo el silencio. —Me agradas cuando no estás siendo un idiota.
Una carcajada brota de mis labios ante su confesión. Su celular suena nuevamente interrumpiéndonos y cuando mira la pantalla, resopla.
—¿Mensaje no deseado?
—Solo es mi familia tratando de obtener pistas —dice rodando los ojos.
—¿Crees que tu padre les haya dicho algo?
—No lo sé, papá puede ser impredecible, aunque mi madre es seguro ya lo sabe porque entre ellos nunca hay secretos.
—Bueno, entonces son dos personas menos de las cuales tenemos que preocuparnos, ¿Qué hay de tus hermanos?
—No hay mucho que pueda decir, mis hermanas mayores, Antonella, Bella y Lía, no son demasiado problemáticas, así que ellas creerán lo que digamos, aunque claro no podemos bajar la guardia con Bella, es demasiado...perspicaz.
Se acomoda en el asiento y apoya la cabeza contra el respaldo.
—Jacob por otro lado, no cree que sea verdad, por lo que es probable que se muestre un poco...incrédulo. Siempre ha sido muy observador, por lo que tendremos que tener cuidado con él, pero estará demasiado entretenido en su propia boda como para prestarnos especial atención.
El piloto avisa que el despegue está por comenzar, así que guardamos silencio y noto brevemente como Carina aprieta los brazos de su asiento mientras el avión comienza a moverse.
—¿Qué hay de los demás? —me mira un tanto nerviosa, aclarándose la garganta.
—Mis otros dos hermanos, Mateo y Taddeo, somos trillizos y eso ha hecho que tengamos algo así como una conexión especial. Son demasiado sobreprotectores, no dudan mucho en mostrarse amenazantes pero no tienes que preocuparte por ellos, no harán nada. Mateo es un abogado renombrado en Milán, tiene dos bufetes y Taddeo ha abierto su restaurante hace apenas unos meses.
—Vaya que tienen una gran familia —me rio —¿falta alguien?
—Dante, es mi hermano menor pero mierda que el chico es demasiado inteligente, no por nada es el mejor analista financiero de Italia, es una máquina con los números —se ríe levemente sacudiendo la cabeza —es quien descubría todas nuestras mentiras y es mejor tenerlo de aliado, créeme, porque una palabra de ese hombre y mi padre hará cualquier cosa. Siempre decimos que Dante es su consentido, pero no es algo que nadie vaya a aceptar nunca. Es tranquilo, pero no debes confiarte, intentará ser tu amigo para que confíes en él y en la primera oportunidad, conocer la verdad.
—Debe ser complicado haber crecido con tantos hermanos. Quiero decir, ¿alguna vez tenías privacidad?
—Por difícil que parezca, sí —una leve sonrisa permanece en sus labios y me pregunto hasta que grado es importante su familia que se ha obligado a llevar a un novio falso a la boda de su hermano. —¿Qué hay de ti?
Su pregunta me toma desprevenido.
—¿De mí?
—No mencionaste que tuvieras un hermano —sus ojos me miran curiosos y me siento incómodo, no, claro que no hablé sobre Román. Y el hecho de que ahora ella esté preguntando sobre él me pone entre la espada y la pared.
—No hay mucho que decir —me encojo de hombros —no crecimos unidos.
Mentira.
Carina eleva la ceja, claramente esperaba una mejor respuesta.
—Ya veo.
—Es solo que Román y yo nunca fuimos la clase de hermanos que seguramente fuiste tú con los tuyos —y sigues mintiendo —no hay mucho que pueda decir sobre él, tiene meses que no nos vemos siquiera.
—Las relaciones de hermanos a veces son complicadas, créeme, lo sé mejor que nadie. Con siete hermanos, he aprendido la lección. Pero supongo que es bueno tenerlos cerca, los hermanos son pilares importantes...
—No todos los hermanos.
Deduzco que Carina entiende que hago referencia a mi hermano, pero lo cierto es que probablemente, entre los Román y yo, el hermano de mierda soy yo.
—¿Sabes? Has cambiado mucho en estos ocho años —sus palabras consiguen darle toda mi atención —quiero decir, evidentemente todos cambiamos pero no parece que quede rastro alguno del chico rebelde que conocí en aquel casino clandestino.
—Apenas y nos frecuentamos por unas pocas semanas, Carina, no puedes conocer a alguien en tan poco tiempo.
—El tiempo no es un factor —se encoje de hombros —a veces después de años, terminas descubriendo que las personas no son como tu creías.
—Han pasado muchas cosas en todos estos años, tú tampoco pareces la chica que apostaba sin miedo en aquel casino, ahora eres más reservada, la Carina de hace ocho años me hubiese lanzado un tacón a la cabeza si me hubiese visto otra vez.
Una carcajada brota de sus labios.
—No estés demasiado confiado, tal vez lo haga.
Su celular suena antes de que tenga la oportunidad de responder algo más, se incorpora para tomar la llamada así que desvío mi atención hacia la ventana.
"No parece que quede rastro alguno del chico rebelde..."
Cierro los ojos cuando las palabras se repiten, claro que no queda rastro de ese chico. Desde la noche que me fui sin mirar atrás... ese chico se quedó ahí, en aquella cabaña. Cuando volví a casa luego de semanas de estar fuera...todo fue...diferente.
Es como si durante las semanas en las que estuve en ese casino, durmiendo en hostales hasta que conocí a Dave...hubiesen cambiado algo en mí que nunca pude identificar. Pero a partir de ese momento, me alejé de todos, de mis padres, de mi hermano, de absolutamente todos.
—¿Sandro? —abro los ojos de golpe cuando escucho su voz —¿todo en orden?
—Sí, ¿llamada importante?
—Mi madre, quiere saber la hora en la que llegaremos, enviarán un auto por nosotros para llevarnos a la finca en donde se celebrará la boda. Y no perdió la oportunidad de recordarme que todos están ansiosos por conocerte.
Una sonrisa tira de mis labios.
—No te preocupes, voy a encantarles, ya verás.
Soy consciente de como intenta apretar los labios para retener inútilmente la sonrisa.
—Idiota...
—Hey, hey —muevo el dedo índice delante de ella —deberías comenzar a practicar tus palabras cariñosas.
Esta vez no se detiene y se ríe antes de darme un puñetazo en el hombro.
—¡Oye!
—No seas idiota, y mejor prepárate, que nos espera un día divertido...cariño.
Me dedica un guiño antes de levantarse del asiento, y la sonrisa que adorna mis labios...no puede ser más grande.
Dos horas y media más tarde, estamos aterrizando en Santorini. Tal y como Carina lo dijo, hay una lujosa camioneta negra esperando por nosotros apenas bajamos del avión. Un par de guardias nos ayudan a meter las maletas en la cajuela, y unos minutos después estamos camino a la finca en donde toda la familia Lombardi nos espera.
Carina retuerce los dedos sobre la tela de su pantalón, es como si intentara ocultar su nerviosismo pero este es demasiado evidente.
—Si sigues haciendo eso con las manos, nos descubrirán apenas bajemos.
Voltea casi de inmediato y sus manos se detienen, sus cejas se fruncen y parece levemente irritada.
—Gracias por tu consideración con mis nervios.
Una corta risa brota de mis labios.
—Escucha, déjame el trabajo difícil a mí, soy yo quien debe convencerlos, ¿no es cierto? Ya he hablado con tu padre, ¿qué tan difícil puede ser?
—Hablar con mi padre no es lo mismo que enfrentarse a toda mi familia —objeta —y solo estoy nerviosa porque no sé como es que ellos vayan a actuar, ¿de acuerdo? No quiero que todo sea un caos.
Parece no darse cuenta que ha comenzado a retorcer de nuevo las manos, así que en un movimiento rápido, extiendo la palma para colocar la mano sobre las de ellas.
—No tienes que estar nerviosa, haré mi mejor actuación, lo juro. Casi tan buena como la que tu diste delante de mis padres.
Esta vez una sonrisa sincera se filtra en sus labios.
—No creo que puedas superarla.
—¿Quieres apostar?
—Soy una mujer de casino, las apuestas son lo mío.
—Bueno, entonces hagamos una apuesta. ¿Qué ganaré si consigo superarte?
—Oh, vamos —sacude la cabeza —¿qué pretendes?
—Si gano, me da el derecho de reclamar algo en el futuro —me inclino levemente hacia ella —cualquier cosa. Si tú ganas, aplica lo mismo.
—¿Cualquier cosa?
—Cualquier cosa.
Parece pensárselo por varios segundos, pero al final termina asintiendo.
—De acuerdo.
No volvemos a intercambiar palabras, permanecemos en completo silencio durante los siguientes veinte minutos, no es un silencio tenso, parece incluso como si ambos tomásemos este momento como preparación para enfrentar el "encuentro familiar".
—La boda será dentro de dos días —la voz de Carina rompe el silencio —pero Marcella quiso hacer algunas actividades antes de la boda, ya sabes, lo normal. Así que es probable que mientras esté con Marcella, mis hermanos quieran que tú estés con ellos. Si es problema para ti...
—En lo absoluto —sonrío levemente —sobreviviré.
No sé muy bien como debo tomar la mirada que me dedica, pero no tengo mucho tiempo para hallar una respuesta cuando reconozco por la ventana del auto la finca a la que llegamos. Un gran arco de piedras nos da la bienvenida, luego un camino rocoso que hace que el auto se sacuda levemente, rodeado por metros de campo.
—Bienvenido a una de las fincas familiares —Carina habla cuando nos detenemos —¿listo?
Las puertas del auto se abren, Carina baja y yo la sigo casi de inmediato. Frente a nosotros se alza una majestuosa casa de dos plantas, el enorme jardín delantero está lleno de diversas flores, y una gran piscina delantera me da la tentación de lanzarme de inmediato.
Suelto un chiflido, esperaba encontrar una finca lujosa pero no pude imaginar hasta que grado. Hay varias construcciones más al fondo, lo que son probablemente más habitaciones y lo confirmo cuando Carina las señala.
—Cuenta con tres alas, una de ellas es ocupada por mi tío Antoni y su familia, la otra por mis padres y mis hermanos, y la tercera por los mejores amigos de mi padre. Nosotros estaremos en esta y...
Antes de que pueda seguir dándome la información, una voz la interrumpe.
—¡Cariño, han llegado!
Una mujer aparece de inmediato y el parecido con Carina me deja saber de inmediato de quien se trata. Daphne Lombardi, su madre. La elegancia brota de la mujer quien no pierde el toque mientras casi corre hasta su hija y la envuelve en un abrazo.
—Hola mamá.
—¿Cómo estuvo el viaje? Llegaron más pronto de lo que pensamos. Tu padre estará encantado de ver que llegaste antes.
—Bueno, no quería someterme a cientos de llamadas —Carina ríe levemente antes de mirarme —mamá, este es Alessandro Santori.
Doy un paso hacia adelante, los ojos de la mujer se estrechan cuando me mira, es evidente que sabe quien soy porque trata de ocultar una sonrisa pícara.
—Tú debes de ser el misterioso chico —dice con una sonrisa entusiasta.
—Señora Lombardi, es un placer conocerla —extiendo la mano, ella la toma tan solo por un par de segundos antes de
—Solo Daphne, por favor —dice con una sonrisa encantadora que me recuerda mucho a la de su hija —lo de señora me hace sentir vieja y aún no lo soy tanto.
—Encantado de conocerte, Daphne. Cari me ha hablado mucho sobre su familia, estaba ansioso por conocerlos a todos.
—¿Ansioso dices? —Daphne se ríe levemente —vaya, supongo entonces que te habrá advertido sobre sus hermanos, no te preocupes, ya son adultos que se saben comportar.
—Eso último déjame dudarlo —interviene Carina —¿Sandro, vamos dentro? Debemos desempacar todo para estar cómodos...
—Vaya, vaya. Pero si es la señorita Lombardi que se ha dignado a aparecer —Carina cierra los ojos, la miro tensarse de inmediato y comienzo a sospechar lo que está a punto de ocurrir —y miren, vino acompañada, ¿el novio entonces era real?
Cuando elevo la mirada, me encuentro con cuatro chicos delante de nosotros, el que ha hablado aparenta ser algunos años mayor, así que deduzco que es Jacob. Detrás de él, los otros tres chicos nos miran con diversión.
—¿Por qué me sorprende que no se sepan comportar? —Carina parece haberse recompuesto con mucha rapidez —¿qué fue lo que te dije?
—¿No vas a presentarnos? —inquiere de nuevo el que creo que es Jacob.
—Por supuesto, Sandro, ellos son mis cuatro hermanos de los cuales te hablé, chicos, él es Alessandro Santori, mi novio.
—Carina habló mucho de ustedes, estaba ansioso por conocer a los chicos que le hacen imposible la vida a mi chica —doy un paso hacia un costado y coloco la mano en la espalda baja de Carina —Jacob, Mateo, Tadeo y Dante —digo los nombres al aire sin señalar a ninguno para no equivocarme —que gusto conocerlos.
Es entonces cuando la sonrisa de los chicos se borra de inmediato, y me miran distinto. Bueno, Carina dijo que serían amenazantes, pero no esperé que lucieran como si pudiesen darme una paliza ahora mismo.
—Mierda —dice y sacude la cabeza —definitivamente es real.
Bueno, eso fue rápido. Volteo hacia Carina con una sonrisa satisfecha que le deja muy en claro, quien fue el ganador.
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¡Hola, hola!
¿Cómo creen que les vaya a nuestros chicos con la complicada Familia Lombardi?
¡Me encanta leerles en comentarios!
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