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10.- Secretos

Carina

He hecho muchas cosas difíciles en mi vida. He enfrentado situaciones que me han puesto los nervios de punta, pero creo que nunca antes me he sentido de la forma en la que estoy experimentando ahora.

—¿Te estás arrepintiendo? —volteo cuando la voz de Alessandro me saca del trance en el que he entrado. Tiene una ceja arqueada, y si está nervioso por eso, no lo demuestra en lo absoluto.

—Estoy considerando que esto puede ser una mala idea —confieso apoyando la cabeza en el asiento del auto —¿has pensando en una escapatoria por si nos descubren?

Deja un golpecito sobre el volante, y se acomoda mejor en el asiento. Lleva puesta una sencilla polo azul que combina perfectamente con sus ojos, y unos pantalones ajustados de un azul mucho más oscuro. Su cabello se encuentra revuelto, pero eso no hace que sea menos atractivo.

Y sí, no debería de estar pensando en lo atractivo que es ni en lo mucho que le favorecen sus prendas, pero parece que son pensamientos que no puedo controlar.

Que no quiero controlar.

—No nos van a descubrir, al menos, no por ahora.

—¿Por qué estás tan seguro?

—He pasado algunos momentos complicados con mi familia, así que si son inteligentes, no serán demasiado indiscretos. Es probable que hagan una o dos preguntas básicas, preguntas que ya hemos practicado, así que estarás bien.

Volteo hacia la casa que se encuentra a un par de metros. Por las descripciones que Alessandro ha hecho de su familia, creí que vivirían en uno de las colonias más exclusivas o lujosas de Milán, pero por el contrario, se encuentra justo en el centro de un barrio de clase media, la casa no parece una mansión, se le acerca mucho a la definición de "casa familiar" de lo que siquiera esperé.

—¿Vamos?

No tengo tiempo para responder, él ya está bajando del auto así que me veo obligada a hacerlo también. Tomo un par de inhalaciones convenciéndome de que podemos hacer esto, si conseguimos que salga bien...la boda será pan comido.

No hablamos mientras atravesamos la calle hacia la entrada de la casa, Alessandro me deja pasar primero, siento su mano en mi espalda baja mientras me guía por el camino de piedras que hacen que nuestros pasos suenen, y tengo que retener el impulso de alejarme.

Somos una pareja felizmente enamorada.

Me repito la frase una y otra vez mientras llegamos a la puerta principal, y Alessandro toca el timbre. Se escuchan voces al otro lado, algunos gritos de niños y risas, no me pasa desapercibida la tensión que hay el cuerpo de Alessandro y la cual parece dispararse apenas la puerta se abre.

—¡Cielo, has venido! —me aparto levemente cuando la mujer que no aparenta tener más de sesenta años se lanza hacia Alessandro para abrazarlo. —Tu padre y yo pensamos que no te veríamos por aquí hoy.

—Dije que vendría —me intriga el porqué parece demasiado tenso delante de su madre, y sin duda alguna el porque se ve en la obligación de sonreír con falsedad.

Cuando la mujer se aparta de su hijo, al fin recae en mí. Soy muy consciente de la mirada iluminada que posee tan pronto como tengo su atención.

—Mamá, esta es Carina —Alessandro coloca la mano en mi espalda baja y se apega a mi cuerpo.

—¡Oh, encantada! —no tarda mucho tiempo más en venir para abrazarme también —todos estábamos muy ansiosos por conocer a la chica que nuestro Alessandro traería con él. Soy Mirella, la madre de Alessandro.

—Encantada —planto la mejor de mis sonrisas —Alessandro me ha hablado mucho de ustedes...

Un golpecito en mi costado me interrumpe, por la expresión que su madre coloca, sé que ha sido una mala respuesta.

—Soy Carina, pero puede llamarme Cari —intento romper la repentina tensión que he creado, y parece funcionar cuando Mirella sonríe de nuevo.

—Vengan, todos estamos en el jardín trasero.

Mirella se adelanta y cuando intento seguirla, Alessandro me detiene.

—¿Qué parte de que he pasado momentos complicados con mi familia no entendiste? —dice entre dientes —por favor, no vuelvas a decir nada como eso.

—Momentos complicados no quiere decir que no hables de ellos —objeto —para la próxima, sé más claro.

No tiene oportunidad de debatir porque ingreso a la casa, siguiendo a su madre quien ya se nos ha adelantado por varios pasos. Cuando conseguimos alcanzarla, nos guía hasta el jardín trasero el cual puede verse por las puertas corredizas de cristal.

Un amplio jardín está a la vista, hay una piscina en donde un par de niños se encuentran nadando. Hay todo tipo de flores, que me recuerdan a mi madre y a mi tía Sally cuando deciden pasar tiempo con sus rosales, una especie de asador se encuentra al fondo, y una gran mesa con comida de todo tipo.

—Familia, miren quien ha llegado —la atención de todos pasa a nosotros, hay expresiones de sorpresa que me hacen deducir que hace mucho tiempo que mi novio falso no convive con su familia.

—¡Sandro! —una chica se acerca con rapidez, es joven, probablemente uno o dos más joven que yo, y tiene una larga trenza que le cae sobre el hombro. Porta un sencillo vestido amarillo con flores blancas, y parece ser la única con la que Alessandro no está tenso.

—Florence —saluda con una sonrisa devolviéndole el abrazo —sabía que te encontraría aquí.

—Nunca me perdería una comida con tu familia —objeta, luego desliza su atención hacia mí y su sonrisa se amplia —y tú debes de ser la misteriosa chica.

—Carina Lombardi —me presento —mucho gusto...

—Para ser una pareja, parece como si apenas toleraran estar juntos —dice interrumpiéndome, Alessandro y yo nos miramos —deberían esforzarse más.

—Nosotros...

Antes de siquiera poder terminar la frase, Florence toma la mano de Alessandro y la mía y las coloca una sobre la otra, luego me toma de los hombros y prácticamente me empuja hacia su amigo.

—Procuren estar así todo el tiempo, o tus padres pensarán que se odian.

—No estarán muy equivocados —mascullo apartándome un paso.

Escucho a Alessandro decir algo por lo bajo en el momento justo en el que un hombre se acerca.

—Carina, ya conoces a Florence y a mi madre —señala a las mujeres —él es mi padre, Mattias y aquellos terremotos, son mis sobrinos. Los conocerás cuando decidan abandonar la piscina.

Trato de recordar si mencionó a algún hermano o hermana pero ahora mismo no consigo recordarlo, puede que tal vez haya más cosas que Alessandro no se atrevió a decir.

—Es un gusto al fin conocerte —habla su padre —Alessandro no quiso decirnos realmente con quien vendría, así que es una sorpresa.

—Nos gusta mantener nuestra privacidad —sonrío levemente —tuve que insistir demasiado para que decidiera traerme a conocerlos, ¿cierto, cariño?

Alessandro me lanza una mirada desconcertada y presiono levemente el agarre que une nuestras manos.

—Bueno, pues nos alegra que vinieran —dice el hombre —adelante, vengan a la mesa con nosotros.

Florence nos lanza una mirada divertida mientras nos acomodamos alrededor de la mesa, intento parecer tranquila, y serena. Lo último que deseo es que mis nervios terminen delatándonos porque parece que Alessandro no tiene ninguna intención de esforzarse.

—¿Tienen mucho tiempo saliendo? —Mirella me observa con detenimiento cuando deja un plato con un corte de carne frente a mí.

—Tres meses —sonrío tomando los cubiertos.

—Oh, a mi me encantaría escuchar la historia de cómo se conocieron —Florence nos mira con picardía —seguro es interesante.

—En realidad no —dice Alessandro ganándose todas las miradas —fue un encuentro casual, fue en una gala que organizaron los casinos de los cuales Carina es dueña.

—Ya nos conocíamos, en realidad —aclaro —cuando éramos más jóvenes, coincidimos por amigos en común.

—Así que, ¿han hecho su relación oficial? —el entusiasmo en la voz de su madre me hace dudar sobre la respuesta.

—Estamos intentando que lo sea —dice Alessandro con la voz tensa —pero no venimos a que nos cuestionen, ¿o sí?

Me aclaro la garganta, el padre de Alessandro le lanza una mirada que no puedo descifrar y su madre parece arrepentida. Florence parece ser la única que no se ve afectada por la conversación.

—Sandro mencionó que su familia se dedica a la industria farmacéutica —mi comentario consigue romper un poco la tensión formada —¿llevan mucho tiempo en el mercado?

Mi pregunta hace que la atención deje de estar posada en nosotros, Alessandro no parece demasiado interesado en formar parte de la conversación así que se limita a estar en silencio. Es por su padre que me entero de prácticamente todos los detalles que mi "novio" omitió, como que tiene un hermano mayor que se ha quedado en estados unidos para coordinar el puesto que Alessandro dejó, que su línea de farmacias es exitosa en el extranjero pero no tiene demasiada presencia en Italia, y que hace en realidad meses que no ven a su hijo.

Cuando terminamos de comer, me ofrezco a ayudar a levantar la mesa pero Mirella me lo impide, así que termino sentada con Florence, mirando a los niños nadar en la piscina.

—Alessandro dijo que sabes la verdad —me atrevo a mencionar cuando no hay nadie cerca.

—Sí, pero no tienes que preocuparte, no diré nada.

—Sí, eso dijo —sonrío levemente —nosotros no...

—Lo sé —me mira y sonríe con algo parecido a ironía —eres la chica que le ganó la motocicleta, ¿no es cierto? Habló mucho de ti, cuando supe que eras tú con la que planeaba tener una relación falsa, realmente no lo creí.

—¿Habló mucho de mí?

—Lo hizo, somos amigos desde los quince años, cuando escapó de casa fui la única que supo en donde estaba. Así que claramente supe de ti.

Me pregunto si también sabe todo lo que pasó entre nosotros, y si sabe que su amigo es en realidad un idiota. No menciona nada al respecto, y yo no tengo intención alguna de preguntar.

—Debes pensar que hemos perdido la cabeza al hacer esta locura, ¿no es verdad?

La risa que brota de ella me hace mirarla.

—Alessandro ha cometido muchas locuras, no me sorprende en realidad, y sé que a pesar de todo, lo hace por una buena causa.

—¿Por una buena causa?

Esta vez no hay sonrisas divertidas, ni irónicas. Es un gesto que casi parece...triste.

—Supongo que lo sabrás cuando el final llegue.

No tengo tiempo de preguntar a que se refiere, Florence se levanta y me deja sola, con mas de una duda flotando en mi interior.

Pasamos prácticamente todo el medio día con la familia de Alessandro. Las preguntas sobre nosotros no volvieron a surgir y eso fue en realidad un alivio. Él no parecía demasiado cómodo con mi cercanía delante de su familia y eso cada vez conseguía irritarme más, ¿por qué querer llevar a una novia a una comida familiar si al final no vas a desear su cercanía?

Cuando llega el momento de irnos, me quedo en la sala de la casa mientras la madre de Alessandro cambia a los niños de seis y cuatro años a los que recién he conocido. Florence se ha marchado hace una hora aproximadamente así que solo estoy yo, intentando no curiosear demasiado en mi alrededor.

Pero es bien sabido que no soy una mujer que pueda quedarse con la curiosidad. Así que me levanto, y me paseo por la estancia.

Hay varias fotografías familiares colgadas en las paredes, reconozco a Alessandro en varias de ellas, y al otro hombre unos años mayor quien deduzco es Román, su hermano. En todas, Sandro parece varios años más joven, y no parece haber ni una sola reciente.

Avanzo lentamente por el pasillo, y me detengo cuando escucho las voces viniendo de algún punto, son claramente Alessandro y su padre, y no debería escuchar conversaciones que no me corresponden pero...

—¿Así que eso es lo que pretendes? —me detengo frente a una de las puertas, donde el sonido se escucha con mayor claridad —no vienes por meses, y cuando decides aparecer de nuevo, pareces alguien completamente distinto.

—Solo vine porque mamá insistió.

Una risa sin gracia se escucha.

—¿Por qué tu madre insistió? ¿Es así como nos pagas todo lo que hemos hecho por ti? ¿Dándonos miserias de tu tiempo? ¿Y que hay de esa chica? Dios, Alessandro, parece que ni siquiera la conoces. ¿Quieres fastidiarnos más? ¿Es eso?

—¿Fastidiarlos? —la indignación en la voz de Alessandro es completamente evidente —¿crees que estoy haciendo todo esto para fastidiarlos? ¿Crees que me tomé la molestia de sacar tiempo, y venir solo para fastidiar a mis padres?

—Sandro...

—Lo único que quiero es hacer feliz a mamá, por eso he venido, por eso hice que Carina viniera, porque mamá merece ver que he continuado con mi vida, nunca he querido fastidiarlos, pero si es eso lo que crees, tal vez no deba de volver a aparecerme por aquí.

No soy demasiado rápida para apartarme, cuando Alessandro abre la puerta, me encuentra justo al frente. Sus cejas se juntan con la confusión que mi presencia le provoca, pero le toma un par de segundos recomponerse y tomar mi mano.

—Nos vamos.

—Pero...

—Dile a mamá que la llamaré —es todo lo que dice mientras me arrastra por el pasillo, sin darme tiempo de despedirme, apenas consigo tomar mi bolso del sillón antes de correr detrás de él. No se detiene hasta que llegamos al auto.

Se mete sin perder tiempo y azota la puerta. Me quedo en el exterior, considerando si es buena idea entrar con él, o debo darle espacio para calmar lo que sea que lo haya hecho explotar.

Al final, luego de un par de minutos, termino entrando con él.

—¿Qué ha sido eso? —un suspiro es lo que obtengo como respuesta.

El silencio se queda entre nosotros, Alessandro tiene los ojos cerrados y las manos cerradas alrededor del volante.

—Lamento haber espiado tu conversación, pero...

—No pasa nada —masculla —tal vez no tengamos que volver nunca.

—Creí que la razón de esto era porque querías impresionar a tu familia.

Nuevamente el silencio se hace presente y comienzo a preguntarme que es lo que en realidad pasa con el chico a mi costado.

—Sandro... ¿qué ocurrió?

—Hace aproximadamente un año que no veo a mis padres, y te he mentido, estuve en Estados Unidos pero no dirigiendo las empresas familiares, lo hice por un par de meses pero luego...renuncié. Eso enfureció a mi padre, y si quise inventarme esta relación es porque quería que ellos supieran que mi vida no era un completo desastre.

—Así que en realidad no tienen una buena relación.

Sacude la cabeza en una negativa.

—Y eso es solo mi culpa. Porque soy yo quien ha rehuido a todo contacto con ellos, porque hay cosas que prefiero mantener ocultas.

Sonrío levemente.

—Mis padres piensan que no soy capaz de tener una relación —su mirada se posa en mí, dándome su atención —creen que estoy demasiado centrada en mi trabajo y que no he sido capaz de encontrar un equilibrio en mi vida. Mi padre fue un hombre exitoso, casado con mi madre, con muchos hijos, y una vida maravillosa. Y luego estoy yo, todos creen que no soy capaz de mantener una relación porque prefiero mi trabajo.

—Eso es ridículo.

—Lo sé —me giro por completo para poder mirarlo de frente —pero me he dado cuenta de que las expectativas que las otras personas tienen de nosotros, no es culpa nuestra.

—Es sencillo decirlo cuando tu vida no es un desastre. Eres la directora de los casinos más exitosos, tienes una fortuna a tu nombre, tu vida...—un suspiro tembloroso brota de sus labios —tienes absolutamente todo, Carina. Yo no tengo nada, he cometido estupidez tras estupidez, error tras error y eso solo hace que otras personas paguen el precio. Tú lo sabes mejor que nadie.

—Tal vez mi vida no sea tan desastrosa, pero eso no quiere decir que sea menos difícil. Mi padre siempre dice que nuestro destino no está escrito, siempre podemos tomar la flecha y conducirlo hacia algo mejor. Creo que eso es lo que estamos haciendo.

—¿Crees que estamos mejorando nuestro destino al fingir ser una pareja?

—Creo que queremos arreglar algo que no es nuestra responsabilidad, pero lo hacemos por las personas que amamos.

Sus ojos permanecen sobre mí, no dice nada, simplemente se queda en silencio, así que me atrevo a hablar otra vez.

—Solo nosotros sabemos el precio de nuestros secretos, Sandro. Y solo nosotros podemos saber si mantenerlos ocultos, es mucho mejor que dejarlos salir.

Su mirada adquiere una fragilidad que nunca antes he visto. Ni siquiera hace ocho años, pero ahora está ahí, y me deja saber que probablemente Alessandro Santori, tiene más secretos de los cuales ni siquiera el mismo quiere admitir. 

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