Es imposible negarme al hecho que me hacías feliz, pero así como tenías la capacidad de hacerme brillar hasta en la noche más oscura, también tu indiferencia comenzó a jugarme una mala pasada.

Si, yo te amaba, ya había aceptado que tú no eres un príncipe azul ni nada por el estilo, que no eres el más romántico del mundo, pero no es que eso hiciera falta ¿verdad?, si las miradas y las caricias son el cuño del amor que se lleva sobre la piel, pero exactamente eso, ¡tampoco me lo dabas!

Yo había aceptado, había asumido el riesgo de romperme el corazón en dos, sabiendo que no usarías anestesia para ello
–¿pero y si lo sanabas en vez de romperlo más?–Pensaba para mí.

¡Que ilusa es la mente cuando quiere algo!

Sabes, aún aceptando todo eso, cuando pasa el tiempo uno necesita más atención, más cariño, y tú, aunque se veía que me querías, aunque yo deseaba pensar que me querías, me di cuenta que las miradas también mienten.

No parecias avanzar, seguías estancado en el mismo lugar, y aunque sé que no corríamos al mismo tiempo, mientras yo intentaba trotar para ir a tu paso, tú decidiste sentarte a pensar si querías continuar la carrera...
–¿Enserio decidiste ponerte a pensar si de verdad me querías después de haber iniciado la cuenta regresiva en mi corazón? ¡IDIOTA!– Decía para mis adentros y deseaba gritartelo a la cara, pero jamás lo hice.

Mis fuerzas comenzaron a agotarse, así como se avería la cuerda de un reloj que está en desuso, y he de admitir que eso me hizo muchísimo daño, era mejor que te alejaras y me lastimar yo misma por un amor no correspondido, a qué te quedarás frente a la puerta con la indesicion, a qué te quedarás frente a la puerta pensando si volver a entrar o marcharte.

En esta, nuestra historia, parecía ser yo la protagonista de un cuento dónde la damicela, se queda sola, simplemente porque al principe le daba miedo la responsabilidad de salvar un corazón de la oscuridad, porque en mi torre nunca existió un dragón que la custodiase, porque así lo deseó el escritor y si hubiera llegado a existir, creo que ni siquiera la armadura hubieses usado.

Comencé entonces a ser mi propia antagonista, heroína y villana de una historia que deseaba continuara y a la vez, quería destruirla con todas mis fuerzas, antes que esta, me destruyese a mi.