Nunca me había sentido en el espacio, pero es que si fueras capaz de ver tus ojos y tu sonrisa, como los veo yo, entenderías todo, entenderías el por que deseo una eternidad para seguir perdiendome en ellos.

Esas horas a tu lado, fueron maravillosas, a pesar de que actué como una completa idiota, y todo por el miedo a tu rechazo, pues sabía que esa probabilidad aún seguía presente.

Y bueno, no podías quedarte para siempre, llegó la hora de tu partida, y no sé si notaste la expresión de tristeza en mi rostro, no sé si te diste cuenta que quería algo más que solo verte, así que antes de marcharte te acercaste a mi rostro y me diste un beso, un tímido beso en la mejilla, luego me dijiste adiós y viraste la espalda.

No sabes cuántas ganas tenía de detenerte, pero no lo hice, sabía que debías marcharte, aunque siendote sincera, temía que ese momento no se reoitiera, pero aquel beso, tú beso en mi mejilla, aquella inesperada despedida, me hizo olvidar todos mis miedos.

Y si, me quedé con unas ganas enormes de ir tras de ti, pero debía tener paciencia, aunque la verdad, pensé que todo sería más bonito después de eso, que al fin seríamos como las otras parejas; pero la verdad nunca lo fuimos, ni lo somos.

Porque el amor no es como un pastel que ponemos en un molde y esperamos que todos salgan iguales, el amor es impredecible, como tú, como nosotros, porque amar es aceptar que dos piezas destrozadas pueden unirse a formar la más bella escultura, eso somos nosotros...

Una obre de arte, desastrosa, pero muy hermosa.