Día 20: No eras idiota, estabas roto
Esa noche te escuché, te brindé mis oídos, o mis ojos como solíamos decirnos en broma, porque así hablábamos, con los ojos, solo con mensajes que no tenían sonido pero en los que yo podía escuchar claramente tu voz rasgada, cada palabra me mostraba tu dolor, ese que imaginaba que tenías pero jamás pensé que fuera tan grande.
Te escuché y deseé tanto vivir cerca de ti, deseé tanto poder abrazarte, decirte que todo estaría bien, pero solo te escuché, sin hablar, sin escribir, y cuando terminaste, me dijiste algo que me rompió en mil pedazos
–No sabía lo que era desahogarse, nunca había tenido con quién hacerlo, todas las personas de mi vida me habían roto pero tú,, llegaste a sanarme–
–No es así, vivimos en un mundo de personas rotas que actúan como si estuviesen completos.Pienso que quizás esas personas no te han roto con esa intención– te respondí cómo si fuera psicóloga, que tonta que soy.
–Puede ser, pero tú eres diferente–
–Diferente, ¿en que sentido?
–Ya te dije, tú me estás reparando el corazón...
¿Yo, te estaba sanando a tí?
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