Esa fue tu primera respuesta, creo que en ese entonces nos odiabamos, y ahí comenzaron los mensajes donde nos ofendiamos mutuamente, pero todo quedaba como un juego de niños tontos.
Cada día las conversaciones fueron más largas, tanto así que se volvió una costumbre abrir mi whatsapp y verte ahí, siempre presente,
en medio de todo el caos que estaba viviendo, tu empezabas a convertirte en mi calma, aunque a veces la calma puede ser el inicio de una tempestad mayor y sino sabemos medir la dirección del viento, podemos perdernos en el camino.
Lo bueno de todo fué que por más perdidos que estuviésemos, siempre terminabamos encontrándonos.
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