Día 18: Solo una fachada
En ese momento llegué a pensar que eras un poco tonto, bueno... sigo pensando que lo eres, aunque ahora me pareces más bien tierno, pero debo admitir que en ese momento, eras totalmente irritable.
A veces no entendías lo que yo te quería decir, a veces no entendías que yo necesitaba un abrazo, una palabra de apoyo y mucho menos sabías pedir ayuda, eso es lo que más me molestaba, sentir que yo no era parte de vida, porque nunca me contabas tus problemas.
Siempre he pensado que sino estoy en los malos momentos de mis seres queridos, ¿Qué derecho tengo a estar en los buenos?
La respuesta es: ninguno.
Quizás por ello recuerdo con anhelo esa noche, esa en la que me mostraste tus debilidades por primera vez, esa en la que te abriste en canal y dejaste que mi río llegara a tu mar, esa en la que me diste la oportunidad de conocer a ese niño frágil que escondías bajo la fachada de idiota descerebrado.
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