Flashback
Capítulo I
—Buenos días, chicos.
La aburrida y monótona voz del profesor se hizo presente en el aula; no hubo dejado su maletín sobre el escritorio cuando la mayoría de los alumnos ya se encontraban en un estado somnoliento, todos excepto Erick, quien estaba sonriente viendo hacia la cabellera rubia que se encontraba frente a él.
—Se te va a caer la baba —le susurró Emily divertida (ella estaba sentada a su lado derecho) haciendo sobresaltar al chico.
—¡Emily! —reclamó bajito mientras se trataba de esconder en su sweater en un intento desesperado por ocultar su sonrojo.
La chica se aseguró de que el profesor estuviese lo suficientemente distraído como para poder seguir con la plática— ¿qué te ocurrió ayer?, parecer muy animado a pesar de que haya sido... —hizo una leve pausa y agitó sus manos en el aire—... «el terrible día».
—¡Señorita Giovani! —llamó el profesor en tono de advertencia haciendo que uno de los alumnos que yacían en el fondo de la clase se despertara de golpe y Emily se removiese incomoda en su asiento.
—Lo siento —se disculpó la castaña en cuanto el profesor le hubo llamado la atención. La muchacha le dirigió la mirada a su amigo quien ya había vuelto a concentrarse en la cabellera de Hally, largando un suspiro atontado.
«Solo te estás haciendo», pensó Emily sintiéndose mal por su amigo, pero su mueca de tristeza y preocupación se vio interrumpida cuando desvió la mirada a Peter, quien le lanzaba una bola de papel a Hally.
Hally sonrió en cuanto hubo leído el contenido escrito en la bola de papel, escribió algo y luego la volvió a lanzar en dirección del alemán, el chico más alto le guiñó un ojo en respuesta y escondió el papel en su mochila.
Emily volvió su atención hacia Erick... el chico ni se había dado cuenta de lo que había pasado, estaba perdido en el olor a vainilla y canela de la rubia, o como ella le llamaba «perdido en HallyLandia».
«Necesita ayuda con carácter de urgencia», pensó mientras se dedicó a pensar el resto de la clase en cómo podía desenvolverse la situación hasta llegar al peor escenario.
***
—... y terminamos por hablar el resto de la noche —Erick terminó de contarle lo que había sucedido la noche anterior con la rubia y como ese evento le había levantado los ánimos—. Emily, ¡Hally estaba preocupada por mí!
La castaña pestañeó varias veces mientras asimilaba lo que su amigo le acababa de contar, no sabía que responderle, había quedado pasmada en su lugar— bueno... —intentó hablar la más baja mientras dejaba su sándwich en la servilleta, ya le había perdido el sabor luego de que Erick le contase esta historia—... es tu amiga, es lógico que le preocuparas.
—¿Crees que eso signifique que aun tenga oportunidad? —preguntó el pelinegro ignorando por completo las últimas palabras de su amiga.
Emily sintió como el frío invadió su cuerpo, a pesar de llevar ropa de invierno— ¿qué?
—Ya sabes... seguramente al demorarme tanto en confesarle mis sentimientos pensó que no me gustaba y por eso acepto salir con Peter.
—No lo creo —negó Emily lentamente. No podía creer que luego de las lágrimas que había derramado el chico por la rubia aun buscase una oportunidad con ella—, creo que te estas precipitando —terminó sutilmente mientras buscaba la forma de decirle a su mejor amigo que había perdido la oportunidad y que dejase tranquila a la pareja sin ocasionar problemas mayores, claro, sin hacerle sentir mal.
Erick frunció las cejas— creo que tú te estas precipitando al decir que «no» sin siquiera pensarlo.
La palabra «precipitar» había hecho repercusión dentro del chico, el jamás se precipitaba, al contrario; su costumbre de meditar mucho las cosas y plantearse las opciones era exactamente lo que le había llevado a esa situación, entonces el pensamiento que más le carcomía volvió a surcar su mente: «tal vez si le hubiese dicho antes...».
Erick largó un suspiro cansado interrumpiéndose a sí mismo; bajó la mirada hasta su cuaderno que tenía la tarea a medio hacer— puede que, de alguna manera, tengas razón —«de todas formas ya Hally tenía novio», pensó. «Y es nada más y nada menos que mi amigo Peter Vogel», ese último pensar hizo que su sangre hirviera y maldijera la existencia de su «amigo».
—¡Volvimos! —la alegre voz de Hally llegó hasta sus oídos, Erick pareció alegrarse en cuanto la vio, pero apartó la mirada con el mayor disimulo que pudo en cuanto vio a Peter tomado de la mano con la rubia.
—¿Qué hicieron en nuestra ausencia? —preguntó Peter divertido mientras subía y baja las cejas, hecho que Emily notó y le hizo sonrojar, pero Erick no se percató ya que su tarea parecía mucho más interesante que cualquier cosa que pudiese salir de los labios de alemán.
Emily se sonrojó levemente y se dedicó a degustar su sándwich, el cual le dejó un agradable sabor en el paladar.
—Nada —respondieron los dos amigos mientras se distraían en sus actividades.
—Pues yo si les tengo noticias —dijo Hally mientras tomaba asiento junto a su novio—. Dentro de poco será mi cumpleaños y haré una pequeña reunión en mi casa, obviamente están más que invitados. De hecho, me gustaría que me ayudasen con algunas cosas.
Sus amigos asintieron en respuesta, ayudarse entre ellos con sus fiestas era uno de los mejores momentos que podían compartir.
—¿Ya estamos en diciembre? —preguntó Peter desconcertado. Erick sonrió internamente en cuanto el «chico alemán perfecto» hubo pronunciado aquellas palabras. Emily pasó la mirada rápidamente por los presentes, la mesa quedó sumida en un incómodo silencio en el cual nadie sabía exactamente qué decir.
Sin embargo, el pelinegro trató de no sonreír en cuanto el más alto hubo cometido la equivocación, es como si hubiese estado esperando toda su vida a que eso sucediera.
—Peter —sonrió Emily tratando de romper el silencio con buenas vibras—, el cumpleaños de Hally es el 27 de noviembre.
El alemán pareció sentir como una corriente eléctrica pasaba por su cuerpo, le recorría desde la cabeza hasta los pies, supo que su cara estaba roja en cuanto esta le comenzó a arder— l-lo siento... soy muy malo para las fechas —murmuró sin poder ver a su novia directamente a los ojos, se había sentido terriblemente mal.
—Pero es tu novia, la conoces desde años, ¿cómo podrías olvidar algo así? —Erick arrastró las palabras con el mayor gusto que podía. Las chicas intercambiaron miradas y observaron a su amigo sorprendidas. Peter asintió y se levantó de la mesa.
—Tienes razón, disculpen —pronunció y tan rápido como terminó la frase emprendió camino para adentrarse a la escuela.
—Peter —murmuró Hally viendo como su novio se iba, sabía que si gritaba llamaría la atención de los demás alumnos; se volteó bruscamente para encarar a Erick, su amigo—. ¿Por qué dijiste eso? —le reclamó. Emily estaba encogida en su asiento tratando de ser obviada en la discusión—, sabes que incluso olvida su propio cumpleaños.
Erick no dijo nada, se quedó en silencio mientras observaba como la rubia partía detrás de Peter. Emily no pronunció nada y se dedicó a observar al pelinegro.
En cuando el chico sintió la mirada de su amiga frunció el ceño— ¡¿y tú qué me ves?! —le preguntó el chico de mala gana llamando la atención de otros estudiantes.
Sin avisar se levantó de la mesa y dejó a la castaña sola y con un nudo en su garganta... la chica se sentía expuesta, vulnerable, su amigo le había gritado sin motivos; los varios estudiantes enfocaron su vista en ella cuando se hubo quedado sola en la mesa.
Se sentía como un pequeño ratoncito enjaulado bajo las inquietantes miradas de los alumnos, de repente, perdió el apetito.
***
El timbre que indicaba el final de clases se hizo sonar por toda la escuela, el cuarteto de amigos, por primera vez en mucho tiempo, se fueron por separado. Un hecho transcendental que no pasó por alto entre los alumnos y el profesorado.
Peter acompañaba a Hally silenciosamente hasta su casa, ninguno parecía de ánimos para iniciar una conversación. La rubia estaba triste, su amigo Erick había logrado que Peter se sintiera mal el resto del día.
Peter estaba frustrado, solía olvidar todo y el que se lo hubiesen recordado con la fecha de cumpleaños de Hally no lo ayudaba en absoluto.
—Lo anoté con marcador permanente —murmuró sin pensar. Hally se detuvo y volteó para buscar los ojos de Peter.
—¿De qué hablas? —le preguntó en cuanto ambos se detuvieron.
—T-tu fecha de cumpleaños —tartamudeó logrando que la tensión en Hally disminuyera—. La escribí con mascador permanente, mira —el chico levantó la manga de su abrigo, dejando que la rubia observase el conjunto de letras y números.
—«Cumpleaños de Hally, 27 de noviembre. Recordar repasar con marcador» —leyó en voz alta—. Peter... —logró decir, pero al querer continuar con su oración él la interrumpió
—No fue mi intención —pronunció rápidamente mientras despegaba la mirada del suelo para verla a los ojos... esos ojos verdes que ahora se encontraban brillantes producto de las emociones. La mirada de la chica lo hizo debilitarse, tembló en su lugar y sintió como el corazón le amenazaba con salirse de su lugar— ¡En serio no quería olvidarlo!, lo lamento tanto.
Hally se lanzó para abrazarle, sabía cuánto le afectaba al chico olvidar las cosas. Sin dudar ni un segundo, Vogel la envolvió con sus brazos, apegándola más a su pecho mientras apoyaba su barbilla en la cabeza de la más baja.
—No es tu culpa —dijo la chica sin moverse—, en serio no lo es, no te disculpes innecesariamente... incluso has anotado la fecha en tu brazo.
—Hally... —susurró Peter dejando las palabras en el aire en cuanto ella levanto su cabeza y le dirigió la mirada con esos que le encantaban.
—Incluso yo debería pedirte disculpas —Hally deslizó sus manos hasta las mejillas de Vogel, sintiendo como el leve calor que emanaba del rostro del chico envolvía sus manos—. Lamento que mi fecha de cumpleaños te haya hecho pasar un mal rato.
Peter sonrió con las mejillas sonrojadas, definitivamente amaba a Hally, como si hubiese imanes implantados en ellos sus rostros se comenzaron a acercar, sus corazones bombeaban más rápido de lo usual y el frío parecía hacerse cada vez más distante, cuando sus labios parecían haber encontrado el camino correcto el estruendoso sonido de un claxon le hizo sobresaltar.
—¡Oiga! —se quejó Hally mirando al auto que se encontraba a un lado de ellos.
El vidrio que yacía en la puerta del piloto comenzó a bajar, por el espació que quedó se asomó el rostro de un adulto— ¡Necesito entrar a mi casa! —exclamó.
La pareja se dio vuelta y se encontraron de pie al lado de un portón, rápidamente pidieron disculpas y huyeron tan rápido como pudieron hasta llegar a una heladería. Hally sonrió y tiró de la muñeca de Peter en dirección del local.
—¿Qué haces? —le preguntó el chico divertido mientras la seguía.
Hally se detuvo una vez llegaron a la fila para comprar los helados— dicen que los sabores y los olores ayudan a recordar —sonrió y avanzó en cuanto la fila se movió—, tal vez así recuerdes el día en el que tomaste la decisión de anotarte mi cumpleaños.
Peter contempló a Hally en silencio, quien sonreía sincera «me lo tatuaré de ser necesario», pensó. Cuando hubieron llegado al frente Peter sacó su billetera para pagar los helados, pero la de ojos verdes lo detuvo con la excusa de que era un regalo de su parte para él.
—Yo debería invitarte el helado —sonrió el chico.
—Deberías tomarte más en serio la igualdad de género —bromeo Hally sacando el efectivo—, además, el dinero se lo he quitado a mi hermano... será mejor gastarlo antes de que se dé cuenta.
Finalmente, Peter rio, Hally siempre solía salirse con la suya, especialmente cuando se trataba de sus hermanos. Una vez que tomaron los helados se sentaron en una mesa del local.
—Y el día del claxon —comentó Peter dejando confundida a Hally.
—¿De qué hablas?
—Dijiste que así recordaría el día que anote tu fecha de cumpleaños —explicó—, y también recordaré el día en el que un señor nos amenazó con atropellarnos si no nos quitábamos de la entrada a su estacionamiento.
Por alguna extraña razón (que Peter no entendía) Hally comenzó a reír. La rubia no tardó en tener disculparse para ir al baño. El alemán aprovechó que la chica se había ido y abrió su mochila, sacó el marcador negro y levanto la manga de su brazo sin rayar para escribir la fecha actual, con la intención de recordar el día en el que Hally le compró un helado para recompensar su pequeño esfuerzo.
Peter no sabía si sus sentidos lo ayudarían a recordar, o si la psicología aplicada por Hally tendrían efecto en él, pero se esforzaría porque así fuese.
***
Erick se encontraba viendo el hoyo en su ventana, le recordaba a Hally... había sido grosero con ella durante el almuerzo, debería ir y pedirle disculpas, debía ser lo más racional posible.
«Sí, eso haré», pensó desviando la mirada hasta el par de gomas que se pondría para salir.
Abrió la puerta de su habitación y salió de ella, algunas veces pensaba que los escalones eran innecesarios, especialmente cuando se saltaba la mayoría de ellos.
—Hijo —llamó su madre cuando vio que este abría la puerta principal—. ¿A dónde vas?
—A casa de Hally —respondió dándose vuelta para encarar a su madre. A la señora Williams no debía extrañarle que Erick fuese a visitar a la rubia, de hecho, desde tiempos inmemorables solían visitarse y pasar el rato en sus casas—. Solo pasaré a dejarle algo, volveré para la cena —avisó.
El poder de una madre es incuestionable, ella asintió indicándole que tenía permiso para salir, sin embargo, sabía que su hijo le mentía de alguna manera... especialmente porque no llevaba nada en sus manos para entregar.
—Erick —llamó la señora a su esposo en cuanto su hijo se fue.
—¿Sí? —respondió el señor Erick Williams desde la cocina.
—Algo le pasa a Erick —habló mientras pasaba a la cocina donde se encontró a su esposo cerrando apresuradamente el frasco con nueces que se había estado comiendo a escondidas— ¡Erick! —le regañó para que le prestase atención y dejase de ocultar el evidente crimen que había sucedido.
—Yo lo veo normal —respondió rápidamente mientras se daba la vuelta.
—Deberías tratar de hablar con el —advirtió.
El señor Williams asintió rápidamente— claro.
—Y ya deja esas nueces en paz.
—¿Cuáles nueces?
***
Erick y Hally vivían cerca, cuando hubo llegado a la casa de la rubia no dudó en tocar la puerta, esperó unos segundos y la risa de Hally Werling se escuchó desde detrás de la madera.
—¡Erick! —saltó alegre al encontrarse a su amigo pelinegro.
Cuando el chico se dispuso a hablar otra persona apareció detrás de Hally impresionando bastante al muchacho.
—¡Erick! —sonrió Peter en cuando lo hubo divisado—, ¿por qué lo dejas afuera, Hally? —preguntó el alemán.
—Lo siento —se disculpó la rubia—. ¿Quieres pasar?, Peter ha hecho ponche de huevo y...
—¡Si! —exclamó Peter feliz—, es la primera vez que lo hago —se tambaleó un poco y levantó su vaso—. La señora Werling dice que me ha quedado buenísimo, ¿quieres?
Algo se removió dentro de Erick, un impulso de esos que solo se podían sentir antes de comenzar una discusión— la verdad es que no —respondió tratando de serenarse. El creía que los chicos estaban pasándola tan mal como el, pero se equivocó, fue un estúpido otra vez—. Solo venía a pedir disculpas por el mal rato que te... que les hice pasar a ambos durante el almuerzo, lo siento.
Los tres se quedaron en silencio durante un par de segundos.
—Tranquilo —le sonrió Hally—. Luego de meditarlo hasta me ha llegado a parecer tierno el que te preocupes por detalles como esos... eres un gran amigo, gracias.
Erick se quedó estupefacto, su cuerpo simplemente se congelo, había practicado un discurso entero e incluso argumentos en caso de que la situación se descontrolase.
—Exactamente, Erick —prosiguió Peter—. Eres el mejor amigo que podría desear... por suerte no vives en una piña debajo del mar —el alemán comenzó a reírse de su propio chiste y Hally miró a Erick un poco apenada—, ya sabes... no puedo respirar bajo el mar —y volvió a reír.
—Puede ser que haya bebido mucho ponche —le dijo la rubia a su amigo en un susurro.
—De verdad lo siento —repitió Erick viendo únicamente a Hally.
—¿No quieres pasar? —preguntó la de ojos verdes.
El pelinegro desvió la mirada hasta su amigo más alto y fornido que reía de sus propios chistes, de un momento a otro el alemán ya se había ido (tal vez a contarle sus chistes malos a los hermanos de Hally).
Erick meditó un momento. ¿Debería aceptar?
***
Erick se había ido a casa, aparentemente se sentía mejor condigo mismo luego de haberse disculpado con todas las personas que había hecho sentir mal aquel día (o eso pensaba el).
Con su cuerpo más relajado centro su vista en el agujero de la ventana, la noche había traído lluvia consigo y el agua comenzaba a filtrarse. Largó un suspiro y buscó un poco de papel y cinta, con cuidado de no cortarse comenzó a tapar el hoyo.
—Es todo lo que puedo hacer por ti ahora —murmuró viendo con pena a la ventana.
En breve el recuerdo de ver a Hally y a Peter muy contentos en la casa de su amiga lo invadió, debía admitirlo, estaba celoso de su amigo. Competir contra el alemán era una idea absurda, Vogel venía de una buena familia, era un chico demasiado amable como para enojarse con él.
«¿Por qué le hablé ese día?», se preguntó mientras se acostaba boca arriba en su cama, «no tuviese el problema de ser el amigo feo», se dio vuelta mientras se torturaba con sus pensamientos.
—Maldita sea con Emily y su fascinación por robar borradores en primaria —murmuró Erick molestó mientras se recordaba el día que hoy lamentaba.
*
—Nadie saldrá del salón hasta que aparezca el borrador de su compañero Peter —había hablado la maestra observando a todos sus alumnos de pie.
La mirada de todos se detuvo en Emily, quien con su ceño fruncido se cruzó de brazos y cerró los ojos.
—Emily, ¿hay algo que nos quieras decir? —preguntó la maestra.
La pequeña Emily que solía llevar dos coletas bajas frunció los labios y luego abrió un ojo para observar al chico nuevo, Peter.
—Está bien, yo lo tomé... pero no sabía que era de él —dijo lo último un tanto apenada—. Lo encontré en el suelo.
La castaña sacó el borrador de su pantalón y caminó en dirección al rubio.
—Lo siento —murmuró sin mirarle.
Peter recibió el borrador con algo de recelo. La maestra había pedido que nadie hablara del asunto o si no recibirían una reprimenda por parte de ella.
Al salir del salón las pequeñas tres versiones de Erick, Hally y Emily se sentaron a comer juntos, mientras la rubia regañaba a su amiga la castaña centró su vista en el alemán.
El pequeño se encontraba comiendo solo, eso había hecho sentir mal a Emily, era el chico nuevo, venía de otro país, le robaron el borrador el primer día, ¡y si no fuera suficiente debía comer solo! Los ponys que solía ver la pequeña de dos coletas estarían muy decepcionados de ella.
—Debería invitarlo a comer con nosotros —dijo de repente ocasionando que Erick la mirase confundido y Hally asintiera.
—Es una excelente forma de disculparte —corroboró la rubia.
Erick no decía nada, solo observó cómo Emily se levantó con las manos apretadas y se dirigió hasta donde se encontraba el alemán, observó como el chico se encogió un poco en su lugar y pareció dudoso.
Luego de lo que parecieron los segundos más largos Emily se acercó hasta su grupo de amigos con el que se convertiría en su nuevo integrante.
—H-hola —saludó Peter temblorosamente.
—Hola —saludaron los otros dos que estaban sentados.
—Me gusta mucho tu lonchera —dijo Erick viendo en dirección de Peter haciendo que las dos chicas lo observasen sorprendidas, en ese entonces el chico no solía hablar mucho.
—G-gracias —tartamudeó Vogel mientras se sentaba y dejaba el objeto sobre la mesa—. Me gusta mucho Spiderman —sonrió.
—¡A mí también! —saltó Erick mientras abría su lonchera y saca un termo del superhéroe.
—¡Genial! —observó Peter.
Emily y Hally intercambiaron miradas y se encogieron de hombros sonrientes, habían encontrado a un nuevo amigo y lo sabían.
*
—Traicionero —murmuró Erick acostado en su camamientras recordaba aquel día.
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