Capitulo 1: Extraño encuentro
En un rincón de Grecia, en las profundidades del Monte Olimpo, se manifestaba una inmensa y gélida oscuridad en la que se delineaban celdas en forma de espiral. En su interior, se encontraban los restos de quienes habían fallecido de manera cruel. Sin embargo, en una de estas celdas había un aspecto singular: una persona permanecía con vida. Sus muñecas y talones estaban encadenados de extremo a extremo de la celda, suspendidos en el aire. Su vestimenta, deteriorada y sucia, contrastaba con su piel, marcada por heridas y cicatrices. Su cabello, suelto y descuidado, ocultaba su mirada.
El silencio dominaba aquel lugar, donde la soledad era la única compañía de la persona encadenada, que permanecía inmóvil en su posición, como si sus pensamientos estuvieran atrapados en el pasado. De repente, se escucharon pasos resonando en el entorno, acercándose gradualmente a la celda hasta detenerse frente a ella. Al otro lado de las rejas, se podía distinguir la figura de un encapuchado de presencia imponente y oscura, que permanecía en silencio, observando con atención el interior de la celda.
—Vaya, parece que los años no han sido demasiado generosos contigo. Aún estás aquí, con vida, lo cual es un tanto sorprendente dado todo lo que has enfrentado. Es una pena que no hayas podido alcanzar aquello que te impulsó a seguir adelante: la venganza.
El individuo encapuchado se acercó aún más a las rejas de la celda, observando con atención el interior. Luego, levantó ligeramente su mano, iluminándose con un tenue resplandor rojizo. Mientras tanto, la persona encadenada permaneció en silencio, sin atreverse a alzar la mirada. Una risa sutil escapó de los labios del encapuchado, quien disfrutaba en silencio del desdén mostrado por el prisionero, antes de apuntar hacia él con su palma.
—¿Sabes? Es bastante irónico que tú, alguien que alguna vez fue tan leal y honorable, haya terminado aquí, en el desprecio, consumiéndose en la oscuridad por aquellos a los que ofreciste una devoción absoluta.
El encapuchado se rió aún más mientras se acercaba a la celda, iluminando el lugar y revelando cómo la persona encadenada apenas podía apretar sus puños y bajaba la mirada, mientras emitía un leve gruñido. El encapuchado continuó riéndose, desestimando el gruñido, mientras con su cosmo lograba abrir la puerta de la celda y avanzar hasta quedar frente a la persona encadenada. La tomó suavemente de la barbilla con una mano.
—Sé exactamente lo que deseas: anhelas venganza, ajustar cuentas con quienes te traicionaron y te culparon injustamente, especialmente con esa diosa—Murmuró el encapuchado con un tono malicioso y provocativo—. Permíteme ofrecerte mi ayuda para que logres lo que has deseado a lo largo de los siglos: vengarte de Athena.
El aura del encapuchado se tornó cada vez más oscura e imponente, hasta el punto de resultar intimidante. Sin embargo, esto no fue suficiente para disuadir al prisionero, quien apenas levantó la mirada, revelando unos ojos colmados de profunda rabia y rencor, en medio de un ambiente que se volvía cada vez más sombrío y tenso.
Por otro lado, en las afueras del santuario, en Star Hill, la luna estaba en su punto culminante. Su hermosa luz iluminaba en su totalidad el entorno, acompañada por el brillo de las estrellas. El viento soplaba suavemente, envuelto en un profundo silencio. En aquel lugar se encontraba Shion, el Caballero de Aries, quien actualmente ocupa el cargo de patriarca, tras haber sido designado por la misma Atena hace dos años, antes de que ella y Pegaso desaparecieran. Durante ese tiempo, la situación no ha sido sencilla para Shion, quien aún se adapta a su nueva responsabilidad como patriarca. Además, se ha dedicado a la reconstrucción del santuario y las armaduras de los caballeros, así como a restablecer la orden y la paz en la región y sus alrededores.
Un suspiro escapó de los labios de Shion, quien se encontraba de pie en el centro del templo. Observaba con atención y seriedad las estrellas, dedicando sus oraciones y reflexiones, como era parte de su rutina como patriarca. La noche transcurría con tranquilidad y normalidad, mientras que los recuerdos de sus amigos y camaradas caídos inundaban los pensamientos de Shion. Con nostalgia, una ligera sonrisa se dibujó en su rostro al rememorar los gratos momentos vividos junto a sus aliados. Mientras Shion se sumía en sus pensamientos, comenzó a notar que algunas constelaciones se desvanecían con la llegada de la oscuridad nocturna. Este fenómeno activó de inmediato su alarma interna, ya que no entendía lo que estaba sucediendo. Sin previo aviso, la tierra empezó a temblar con gran intensidad, lo que generó en él una profunda confusión y preocupación. Levantó la mirada hacia las estrellas, en busca de respuestas, cuando, de repente, una voz resonó en su mente.
—Shion, ¿qué está sucediendo? ¿Qué significa todo esto? —preguntó Dohko, con un tono de preocupación.
—No lo sé, Dohko. Todo esto es confuso incluso para mí. Puedo sentir un cosmo oscuro que inunda toda Grecia, pero no logro discernir su ubicación exacta —respondió Shion, algo frustrado y serio, mientras se comunicaba a través de su cosmo.
La tierra comenzó a temblar con una gran intensidad, hasta que se dejó escuchar una poderosa explosión. Esta situación generó preocupación y confusión en Shion, quien, al girar la mirada hacia la dirección del santuario, quedó sorprendido al percibir un intenso resplandor que iluminaba el lugar.
En el Santuario, se podía apreciar un resplandor intensamente azul emanando del lugar, mientras el suelo y las paredes se agrietaban y colapsaban lentamente. Desde las sombras, emergió una figura encapuchada, rodeada por su cosmo, cuyo avance provocaba la destrucción de todo a su alrededor. Este individuo continuaba avanzando con pasos firmes y deliberados, manteniendo la mirada fija al frente en dirección al templo de Atenea. Los escasos soldados y aspirantes a caballeros, al percatarse de la amenaza, se lanzan con gran valentía a atacar al encapuchado con el objetivo de detenerlo. No obstante, son rápidamente repelidos por un potente cosmo que los arroja a una distancia considerable.
—Athena... ¿Por qué? ¿Por qué me abandonaste en ese lugar?
Esas eran las palabras que resonaban en la mente del encapuchado una y otra vez mientras avanzaba. Su cosmos se tornaba cada vez más oscuro y colmado de rabia, provocando una creciente destrucción a su alrededor. Los soldados y caballeros, a pesar de no presentar heridas graves, se levantaron del suelo, completamente adoloridos, observando con sorpresa y terror el poder que emanaba de aquel desconocido. Ninguno de los presentes podía comprender cómo un individuo encapuchado podía poseer un poder tan abrumador, capaz incluso de intimidar con su mera presencia. Todos se sentían impotentes ante su capacidad de desatar el caos; sin embargo, no se rendirían fácilmente. Una vez más, los escasos caballeros y soldados del santuario se lanzaron contra el desconocido en un esfuerzo por detenerlo, llevando a cabo todo lo posible para lograr su objetivo. En ese instante, el cosmos de aquel individuo explotó con una fuerza y agresividad descomunal, arrasando todo a su alrededor y lanzando lejos a todos los presentes. Tal era su poder que incluso la capa que lo cubría comenzaba a consumirse por el mismo cosmos. En ese momento, emitió un rugido poderoso que intensificó aún más su cosmos de manera agresiva. Fue entonces cuando se formaron a su alrededor paredes de cristal, las cuales detuvieron la destrucción y contenían el cosmos del individuo.
—Es suficiente. No permitiré que destruyas este santuario. No sé quién eres, pero reconozco que tu poder es considerablemente abrumador. Por ello, te exijo que detengas tus acciones o me veré obligado a tomar medidas drásticas.
Se comenzaron a escuchar unos pasos metálicos que se acercaban al cubo de cristal. Era Shion, ahora luciendo su armadura dorada de Aries, quien había utilizado su cosmo para detener al individuo. A pesar de no poder distinguir con claridad la figura detrás de la pared de cristal, debido al cosmo aún activo de este, pudo observar unos ojos azules que lo miraban fijamente, lo cual le provocó un escalofrío en la espalda. Sin embargo, Shion intentó mantenerse firme a pesar de aquella extraña sensación. Ignorando la advertencia y la determinación de Shion, el desconocido continuó elevando su cosmo con gran agresividad, hasta el punto de que las paredes de cristal comenzaron a agrietarse. El Caballero de Aries, sorprendido por la situación, intentó incrementar la resistencia de las estructuras, pero ya era demasiado tarde para detenerlo. Una potente explosión resonó en el lugar, haciendo que fragmentos de cristal cayeran al suelo mientras una densa nube de polvo se levantaba. Shion reaccionó de inmediato, alejándose con un ágil salto y observando atentamente la nube, que pronto fue dispersada por la fuerza del cosmo del individuo presente. A medida que el polvo se asentaba, se reveló la figura de una joven con cabellos negros, piel morena y ojos azules que brillaban con intensidad, llenos rencor.
Los ojos de Shion se abrieron con sorpresa y una pizca de incredulidad ante la apariencia de aquella joven. No lograba comprender cómo alguien como ella podía manifestar un cosmo tan abrumador, al mismo tiempo que dejaba entrever su rabia. En ese instante, la joven se lanzó contra Shion, atacándolo con sus puños impregnados de cosmo. Instintivamente, Shion erigió un muro de cristal para protegerse del asalto. En ese instante, el puño de la joven impacta contra la pared, generando una poderosa explosión que destruye por completo la defensa de Shion, quien logró detener el puño de la joven con su palma a escasos centímetros de su rostro.
—¿Quién eres? ¿Por qué actúas de esta manera? ¡Responde! —inquirió Shion con un tono autoritario y serio, manteniendo su agarre firme en el puño de la joven.
—Athena… —murmuró la joven con un leve matiz de molestia.
El ceño de Shion se frunció, sintiéndose confundido y frustrado por el murmullo de la joven. ¿Cuál era la relación entre Athena y aquella joven? ¿Por qué parecía esta última albergar rencor hacia la diosa? ¿Podría ser que la joven representara una enemiga más en la vida de Athena? Un sinfín de preguntas invadieron la mente de Shion, y sin poder evitarlo, la joven liberó su cosmo con gran agresividad, causando destrucción a su alrededor y empujando a Shion, quien fue estrellado brutalmente contra una pared de rocas. Un gruñido de dolor brotó de los labios de Shion, quien, con esfuerzo, levantó la mirada. Su cuerpo estaba completamente adormecido por el impacto y observó cómo la joven se acercaba a él, con los puños irradiando cosmo y una expresión sombría en su rostro. La frustración y la impotencia se reflejaron en la mirada de Shion, que intentó moverse, pero su cuerpo no respondía debido al intenso dolor que afligía cada una de sus partes. De sus labios escaparon gemidos y gruñidos mientras luchaba por reincorporarse.
—Presta atención. En este momento, mi único objetivo es encontrar a Athena y devolverle lo que me hizo. Te aconsejo que no te interpongas más, ya que no deseo tener que eliminarte —dijo la joven con un tono serio y frío mientras se acercaba al caballero.
Aquellas palabras generó una sensación de molestia en Shion debido a la actitud de la joven, aunque al mismo tiempo se sentía intrigado por ella y su conexión con Athena. Ignorando la advertencia de la joven, Shion se interpuso en su camino hacia el templo de Athena, lo que provocó el descontento de la joven. Sin dudarlo, ella se lanzó hacia él para atacarlo con su cosmo. Shion se adoptó rápidamente una postura de guardia y contraatacó a la joven utilizando su técnica de polvo estelar. Los dos ataques colisionaron, provocando un temblor en la tierra y creando grietas bajo sus pies. La magnitud del impacto los empujó en direcciones opuestas, dejándolos a ambos sorprendidos y frustrados por la formidable capacidad del oponente. La tensión en el ambiente se hacía cada vez más palpable.
—Escucha, desconozco cuáles sean tus motivos para querer ver a Athena, pero debo advertirte que si intentas actuar en su contra, seré quien se encargue de detenerte. Te lo reitero: te exijo que te detengas. No obtendrás ningún beneficio al generar este caos— declaró Shion, con un tono serio y autoritario.
—¿Acaso crees que eso me importa? Lo único que deseo es enfrentarme cara a cara con esa mujer. Si no quieres más destrucción, te sugiero que te apartes de mi camino, caballero de Aries —respondió la joven con un tono de molestia, frunciendo el ceño.
Shion simplemente movió ligeramente la cabeza ante la obstinación y negativa de la joven, quien aprovechó la distracción de Ariano para lanzarse contra él con la intención de poner fin a la batalla. En ese momento, la armadura dorada de Aries comenzó a resplandecer intensamente, sorprendiendo a ambos oponentes. Sin embargo, eso no detuvo el ataque de la joven hacia el pecho de Shion, pero en ese instante un cosmo se manifestó a un costado de ambos.
—¡Los cien dragones de Rozan!
Varios dragones de energía cósmica se lanzaron directamente hacia la joven, quien, sorprendida y sin tiempo para reaccionar, fue golpeada con brutalidad, lo que la hizo salir volando y caer al suelo. Los ojos de Shion se abrieron con asombro y a la vez con alivio al observar cómo aquel ataque derribaba a la joven, y luego dirigió su mirada hacia el responsable.
—Te agradezco, Dohko. Lamento que hayas tenido que venir desde tan lejos para ayudarme, especialmente considerando tu condición —comentó Shion con un tono animado y lleno de gratitud, lo que provocó las risas de Dohko, quien se acercó a él.
—No te preocupes, ese es precisamente nuestro labor. Después de todo, sigo siendo un caballero, gran Patriarca —respondió Dohko con un tono divertido, sonriendo de manera juguetona.
Aquel comentario provocó una ligera sonrisa en Shion, quien se sintió aliviado de contar con la presencia de su viejo amigo en aquella situación. Sin embargo, los quejidos de dolor de la joven atrajeron la atención de ambos caballeros, quienes se volvieron hacia ella y se dieron cuenta de que había desaparecido del lugar.
—¿Quién era esa enigmática mujer? —comentó Dohko, con un tono curioso y grave—. Pude percibir un cosmo bastante violento en ella.
—No estoy seguro. Sin embargo, tengo la certeza de que ella regresará, y cuando eso suceda, es posible que no pueda detenerla—respondió Shion con un tono serio y algo frustrado.
Esa respuesta provocó que Dohko soltará un pesado suspiro, preocupado por su amigo y también confundido por aquel extraño encuentro con aquella mujer.
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