
Lo mío es tuyo...
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Mobius, 15 de Agosto de 2015
Querido Shadow:
¿Qué tan cliché es el amor a primera vista?...
... ¿Cuántas veces lo hemos escuchado a lo largo de la historia?
... A lo largo de todas las historias más lindas refiriéndonos a literatura...
Siempre él es el punto principal en la trama, mostrando la magia que una simple mirada puede lograr.
... Demostrando que el amor se encuentra en el lugar donde menos se espera.
Así es cómo una historia más comenzó, esa fue la forma en la que me topé con ese chico que se volvió parte de mí.
Así fue cómo te conocí...
¿Recuerdas?
Un día normal, como cualquier otro. Sólo una misma rutina que seguir, nada más allá de éso.
Cada persona en su propio mundo, en sus propios asuntos; cada quien sus problemas.
Cada quien caminaba con un rumbo especifico, yendo de un lado a otro, ignorando su alrededor.
Ambos íbamos al mismo sitio, con motivos tan distintos...
... Uno para tratar y otro para ser tratado...
Nuestro enfoque va dirigido a un erizo, de brillantes púas azules y mirada verde. Caminaba presuroso, como si con el simple hecho de detenerse todo su mundo se le viniera abajo. Con su mirada posada en su reloj de mano y algunas veces en su teléfono celular.
Sólo intentaba acortar su camino entre distracciones, pasando una de éstas más allá de lo querido. Un golpe fuerte fue el que resonó a las afueras del hospital Esperanza, dejando a la vista sobre el piso a este mismo erizo y otro de oscuro pelaje. Ambos recién retomando conciencia de semejante golpe que se habían dado al chocar.
Lo primero que me topé al verte fueron tus ojos, dos ojos que difícilmente olvidaría...
... En ese momento juré que dónde fuera que mirara ese par de ojos los llegaría a reconocer.
... En cualquier lugar... En cualquier instante...
... Fue algo... mágico...
— ¡L-lo lamento! —exclamó primeramente el de más baja estatura, siendo este el erizo azul, levantándose y tendiendo su mano hacia el erizo contrario. Negro y rojo cubrían sus púas —. No sabes cuanto lo siento, de verdad, venía tan distraído q-que no me fijé —soltó un jadeo tembloroso, obteniendo una risilla del contrario al por fin éste haberse levantado.
— Oye... oye —le calmó entre ademanes, sacudiendo después sus ropas —, tú tranquilo. Nadie nos vio, ¿tú estás bien? —el azul asintió — yo igual, ¿ves? No pasó nada.
— Vale, vale —una risilla nerviosa se escapó de los labios del erizo azul, sacudiendo sus prendas blancas, con la intención de que el polvo cayera de ellas, más habían quedado un tanto percudidas —. S-si hubiese algo para compensar semejante golpe, no dudes en decirlo —atinó a decir aquél que vestía uniforme, mientras comenzaba a caminar de espaldas para seguir ese mismo camino que desde un inicio seguía. El erizo, ése que parecía un par de años mayor, caminó frente a él, siguiendo el mismo recorrido.
— Ya que, si estoy en lo correcto, eres enfermero, podrías hacerme compañía hasta el hospital —respondió el mayor con una sonrisa mostrada en una casi perfecta línea recta —. ¿Es posible?
El menor mordió su labio yendo a un costado del contrario para caminar de frente y evitar chocarse de nuevo. Miró su reloj de mano una vez más, dando un pequeño suspiro. Ya iba tarde con un par de minutos, ya por muy temprano que llegara recibiría una desmonetización bastante grande, eso le daba tiempo de sobra, literal.
Sería el más veloz del hospital, pero igual era muy perezoso al momento de despertar ya que las jornadas nocturnas en el hospital le agotaban.
— Claro que lo es, tengo todo el tiempo que resta ¡hasta para arrojar al cielo! —rió suave mientras acomodaba su mochila de bolso a un costado de su cadera y metía sus manos a los bolsillos de sus pantalones blancos —. Y ¿por qué asistes al hospital? ¿algún familiar internado o una cita de rutina?
— Algo así como una cita de rutina —respondió el moreno mientras seguía su caminar mirando sus pies, con una suave sonrisa en sus labios —. Padezco de una enfermedad cardíaca desde que tengo memoria, así que debo asistir a chequeos casi semanales. —el azul le miró con cierta preocupación al escuchar las palabras dichas por el azabache.
— Lo lamento mucho —comentó el más bajo llevando igual su mirada a sus pies.
— Descuida, ya hasta se podría decir que me acostumbré a estar enfermo —rió negando suavemente —. Es... es curioso, nunca te he visto en el hospital en lo que llevo de asistir a él, creéme, poco no ha sido —giró su mirada carmín al chico de blanco, observándole con bastante curiosidad. El cobalto rió.
— Soy recién egresado de la carrera de enfermería, una amiga mía me ayudó a tomar trabajo en el hospital hace un par de meses, así que he estado asistiendo en el turno nocturno desde entonces. Puede que ésa sea la razón de que no sea muy obvia mi presencia cuando tú asistes. Estoy en la sala de emergencias, bastante alejado de la sección de consulta —siseó encogiéndose de hombros, devolviendo la suave sonrisa que el mayor todavía mantenía—. ¡Por cierto! Mi nombre es Sonic, Sonic Klein, un gusto y si en algún momento llegaras a necesitar ayuda, no dudes en pedirmela. —extendió su mano hacia el moreno, en forma de un saludo un tanto más cordial, el contrario estrechó dicha mano con gusto.
— Un gusto, Sonic, llámame Shadow, Shadow Schmidt, para más formalidades. —un momento se mostró pensativo, sonriendo con bastante ímpetu antes de volver a tomar la palabra —. Exactamente ¿cómo podría pedir tu ayuda?—preguntó con cierta inocencia hacia el enfermero, el cual hizo un pequeño moín antes de sonreír ante una idea.
— ¿Te molestaría tomar mi número?, ya sabes, en caso de alguna emergencia—le sonrió el de ojos verdes mientras tomaba su teléfono móvil de nueva cuenta. El moreno negó presuroso, sacando igual su celular para registrar dicho número telefónico.
Y claro, si a las sin fin de llamadas que desde ese momento tuvieron el tiempo de compartir y mensaje tras mensaje que solían enviarse se podría llamar emergencias, sí que las tuvieron. Muchas, muchas a las cuales el cobalto acudió feliz a resolver.
Ese momento lo sigo considerando único, no sé, cómo que fue hecho ese accidente con la intención de vernos, conocernos y llevarnos un buen rasguño de por medio...
... Dicen que todo pasa por algo... siempre de su forma tan singular y en su momento indicado...
... Bueno, por lo menos agradezco que no terminé topándome con algún asesino serial, digo, le di mi número y todo...
— Y bien, Shadow, ¿eres de aquí?—preguntó el menor con una sonrisa mientras se acercaban más y más a las puertas del hospital. Conversando, felices... Sabiendo muy en el fondo que pronto serían muy buenos amigos...
(...)
Poco a poco fuimos sabiendo más del otro, llegando a tratarnos como amigos de años...
Era el más grande de los placeres hablar contigo. ¡De verdad me encantaba!
Una página nueva comenzó a escribirse en el libro de ambos desde ese día, una que uniría ambas vidas.
Ambos habían comenzado a hablar, compartir gustos, disgustos, interesarse por nuevos temas, descubrir y responder dudas ajenas; hablaban inclusive hasta altas horas de la noche a través de llamadas, hasta habían ido a desayunar un par de veces.
El único que llevaba cuenta de los grandiosos días que habían pasado era el calendario, llevando casi un año así...
Ambos compartían un mar de cosas en común, lo único que los diferenciaba notablemente eran sus actitudes. Uno era extrovertido, alegre y energético, mientras el otro se comportaba introvertido, tranquilo y un tanto reservado y serio. Eran dos mundos por completo distintos, pero al mismo tiempo eran como dos gotas de agua.
Hechos el uno para el otro...
A veces me sorprendías tanto que llegaba a pensar que los años te dobleteaban, tu sabiduría era fuera de lo común, me sentía un completo analfabeta a tu lado, ¡un niño que recién comenzaba a escribir y hacer garabatos en las paredes!
Te admiraba mucho, llegué incluso a decir que en algún momento de mi vida quería llegar a saber una cuarta parte de lo que tú conocías. De verdad, eras una maravilla ante mis ojos.
Pero cuando llegaban esos momentos en los que la debilidad te vencía y te obligaba a permanecer en cama, me daba cuenta que tenía que cuidarte de cualquier daño físico cómo tú lo hacías conmigo en referencia a alguna situación personal y mental...
... Ambos nos mostrábamos tan indefensos de distintas maneras...
... Por eso, nos complementamos de la mejor forma...
El primero que se mostró con una gran aceptación por relaciones del mismo sexo y que incluso se mostró como uno de esos incomprendidos por la sociedad fue el menor de ambos, ése de ojos esmeraldas, dejando por un largo tiempo al contrario pensando. Éste estaba chapado a la antigua, creyendo aún que eso era algo fuera de lo normal.
Y hubiera seguido con tales pensamientos si un par de orbes esmeraldas, un esponjoso pelaje azul, una suave tez melocotón y una radiante sonrisa no le hayan hecho cambiar de opinión...
Sin querer había tomado el tiempo suficiente para mirar a ese erizo que solía acompañarle casi a diario e interpretar su compañía de otra manera. Sin poder evitarlo, ese chico no se había vuelto un hermano para Shadow, sino, un confidente, un verdadero compañero... un compañero de vida...
... Y él mismo decidió que así sería... Se encargaría de que ambos se mirarían así siempre...
Pero en cierto punto hubo algo...
... Esa actitud se esfumó dejando ver otro tú...
De un momento a otro cambiaste, pero no de mala forma...
Sentía que intentabas sorprenderme, que querías impresionarme de alguna forma. ¿Te digo algo? Siempre lo lograste. Siempre me impresionó todo lo que te dedicabas a hacer; siempre porque sabía el esfuerzo que te costaba llevarlo a cabo.
Mas nunca hubo ni la más mínima necesidad de que intentaras hacer cosas grandiosas, el simple hecho de estar a tu lado volvía dichosa mi vida...
La tarde se envolvía en una atmósfera colorida gracias a los radiantes tonos que cubrían el cielo por el atardecer, ambos caminaban tranquilos por uno de los casi interminables senderos del parque central; la suave brisa les golpeaba en una caricia a cada segundo que permanecían allí, causando que con los cuellos de sus abrigos intentaran tapar sus bocas y narices de esos penetrantes aires de otoño, muy próximos a convertirse en vientos de invierno.
Se detuvieron en una de las colinas más altas del sitio, posando ambos su mirada sobre aquella preciosa escena digna de una estampilla, mientras el crepúsculo les maravillaba. El azul sonrió gustoso, hace meses que juraba no ver una puesta de sol tan hermosa, el trabajo no se lo había permitido con anterioridad.
Shadow le miró de reojo mientras la tenue luz que los escasos rayos de sol les iluminaba; el menor permanecía sin separar su brillante mirada de tan lindo paisaje, dejando sus brazos a los costados de su cuerpo al ya no interesarle el calante frío que daba contra su nariz. El moreno bajó la mirada hacia aquella mano desnuda que escapaba de la manga del abrigo del azul; la fue tomando de a poco, desde su dedo meñique hasta el indice, hasta tener sus dedos entrelazados con esa mano melocotón.
Sonic bajó la mirada a ese par de manos en el instante en que sintió el tierno tacto, llevando después ese mirar verde a ese par de carmines que le dedicaban una mirada suave, tierna... enamoradiza...
Todavía recuerdo ése, uno de los mejores días que me permitiste vivir; lo recuerdas ¿no es así? Ese día cuando ante la única mirada del sol y el cielo rojizo, me hiciste la mejor petición de todas...
El moreno se giró de costado al igual que el menor lo hizo, quedando ambos frente a frente. Shadow llevó su mano libre a la mejilla fría del azul, dando una suave caricia asemejando a ese tacto suave que sólo se solía tener con la porcelana. Las pómulos del cobalto pasaron de tener un color sonrosado por el frío a un fuerte rojizo ante las acciones del contrario.
— Shadow...-
— Sonic... ¿Sabes?, no soy mucho de tener siempre las mejores palabras en situaciones como éstas, pero al tratarse de ti, haré mi mejor esfuerzo... —alzó junto a su mano la del menor, dando un suave beso en los nudillos de esa mano melocotón. El azul se encogió cohibido en hombros, mordiendo su labio inferior con fuerza. Esa mirada carmín no se apartaba de la suya —. Desde ese día en el que chocamos, había tenido la sensación al despertar que no sería uno más en mi rutina, presentía que había algo demasiado especial en él; no sé, como si entre todo lo malo que me había ocurrido hasta ese momento algo que de verdad valdría la pena se toparía conmigo, y sí, así lo fue.
» En cualquier otro momento de mi vida en esa situación hubiera reaccionado de la peor forma, tú muy bien lo sabes, pero algo al verte así de asustado me hizo ceder por mis impulsos, calmarme e incluso ser amable; supe desde ese instante que tú serías ese alguien maravilloso que llegaría a cambiar mi vida. Sin pensar o siquiera sentirlo, te volviste un elemento esencial en mi existencia, alegraste mis días, velabas mis sueños... te dedicabas a realmente verme feliz y bien. Fuiste como un ángel caído del cielo, un ángel que no quisiera perder en ningún momento... Por eso, Sonic, quisiera hacerte una pregunta muy importante...
Un suspiro escapó de los labios del moreno mientras tomaba ahora la otra mano del azul, alzando ambas a la altura de su pecho, como queriendo darse un poco más de apoyo ante las palabras que no podían salir de sus labios.
— ¿Aceptarías ser mi novio? —una sonrisa nerviosa se formó en sus labios al terminar de decir aquello, mirando atento la reacción que el contrario fuese a tener. Y no miento al decir que llegó a dudar...
El cobalto soltó un jadeo cargado de sorpresa ante la reciente declaración, no sabiendo si gritar o llorar de la emoción. Asintió insistente del simple hecho de no sentir que alguna palabra pudiese salir de su boca. Sus ojos terminaron rozándose, abrazando primeramente al moreno antes de sentir sus mejillas humedecerse.
De todas las cosas maravillosas que en mi vida hubiese soñado, ésa era la que ni en el mejor de mis sueños haya imaginado. Era demasiado lindo para ser verdad...
¡Era un sueño hecho realidad!
No sabes cuán emocionado estaba, me sentía un niño en ese instante, habiendo recibido la mejor de las sorpresas...
Nunca... nunca supe explicarte mi felicidad con simples palabras...
Tal vez si una sonrisa y el brillo de un par de ojos ilusionados hablara, expresaría en poesía los más hermosos pensamientos... Mas sólo quedaba el admirar ambas acciones en aquellos dos. Admirar el amor mutuo que sin duda alguna ambos se tenían.
En ese instante las palabras no harían más que estorbar... era un instante para obsequiarse sólo una mirada y una sincera sonrisa...
(...)
Por un momento el cielo sonrió para ambos...
... Por un momento todo pareció mejorar...
... Por un simple instante creí que de verdad la alegría nos acompañaría...
Lamento haber hablado antes de tiempo...
— ¡Doctor, lo estamos perdiendo!—exclamó una de las múltiples enfermeras que se amontonaban a los costados de la camilla. El moreno estaba en el centro de ella, con los ojos cerrados y el cuerpo por completo suelto; máscara de oxigeno y la mayor cantidad de atenciones posibles a su alrededor.
— Información sobre su estado—exigió el médico mientras entraba junto a un cardiólogo a la sala rodeada de cortinas.
— Presión baja, pulsaciones lentas y con riesgo de un paro cardíaco. No tiene mucha circulación a sus extremidades.
— Entuben...
— ¡Doctor, dejó de respirar! —interrumpió otro de los chicos mientras intentaba la reanimación, el médico se acercó presuroso junto a su compañero, yendo hacia desfibrilador que preparaba otro de los enfermeros.
Mientras que, Sonic se mantenía unos pasos adelante de aquella camilla, a los pies de ésta. Miraba todo con completo pavor... a pesar de que haya vivido una escena así mil veces antes, del lado de aquellos que luchaban por salvar la vida del paciente, ahora que estaba del otro lado y el saber que ahora el que se encontraba en esa camilla era la persona que más quería, le aterraba.
Le aterraba pensar siquiera en que llegaría a perderle...
— Date la vuelta, Sonic, no lo haré mientras mires —rogó el médico sosteniendo ambos aparatos en sus manos, tallándolos entre sí —. ¡Despejen! —el cobalto acató la orden anterior mientras cerraba los ojos, bajando sus orejas al escuchar el sonido que hacia la corriente eléctrica al impactar contra aquel cuerpo azabache.
Él había rogado estar junto al moreno en cada momento, siéndole dado este permiso gracias a su experiencia y trabajo en el hospital, a pesar de no estar de guardia aquel día.
Sus ojos se abrieron cuando escuchó como el monitor—que recién era conectado al brazo del roji-negro— pasaba de sonar en un largo pitido a varios más cortos y repetitivos. Su pulso se estaba regularizando poco a poco.
— Entubenlo antes de que algo más ocurra, se hará estudios posteriores para saber el por qué de su recaída—habló aquel especialista mientras se encargaba de tomar los signos vitales del moreno, mirando de reojo al azul. Éste estaba pálido por el reciente susto—. Chico, podrías explicar ¿qué pasó?—preguntó mientras giraba por completo su rostro a donde el menor, el cual se encogió un poco.
— Hace varios días que había comenzado a sentirse más decaído, pero nunca creí que llegaría a... esto—explicó sobando su codo, mordiendo su labio al terminar de hablar.
— ¿Por qué no acudieron antes, Sonic?, conoces perfectamente el cómo se pone cada que recae, no pueden arriesgarse así—le dijo, más como un regaño, el otro médico, respectivo jefe del azul. Éste bajó la mirada sintiendo esa culpa recaer sobre sus hombros, agobiándole en mayor medida.
Era verdad que ambos chicos ya llevaban varios meses en una relación formal, pero justamente esos meses se habían vuelto pesados, no sólo para el erizo que padecía tan grave mal, sino también para el chico que terminaba su guardia y proseguía a velar a su amado. No había descansado nada últimamente y éso le tenía muy mal de manera mental y física.
El menor se abstuvo de responder, soltando un jadeo lleno de cansancio, no se sentía en el derecho de quejarse y decir sus razones, ya que todos en aquella sala pasaban por lo mismo al estar trabajando en un hospital pero, de igual manera, no pretendía mentir.
— No... no supe reaccionar—respondió mientras posaba su mirada contra la del doctor general que estaba frente a él—. Mi mente se bloqueó por completo. —respondió rascando su nuca con pena, sintiendo suaves punzadas en sus sienes.
Éstas se habían vuelto muy recientes por tantos desvelos y pocas horas de sueño.
— Una situación así de nuevo y Shadow no la cuenta —dijo una de las enfermeras, justamente esa amiga la cual le ayudó a Sonic a conseguir el empleo en ese hospital—. Sonic, ya llevas días así, ido, como si tu mente se apagara de un momento a otro.
— No he dormido bien, sólo es éso.
— Si tu rendimiento no es apto para las desveladas, puede que no estés hecho para ser enfermero—comentó el especialista mientras cerraba un pequeño frasco de sangre, el cual no hace más de un minuto había extraído del brazo del moreno.
El azul se encogió cohibido, ya era la décima persona que le decía aquello.
Siguió a los presentes mientras trasladaban al azabache en una camilla a una de las habitaciones en terapia intensiva, colocándose un tapabocas y después una bata azul que le había sido entregada con anterioridad por concepto de higiene.
Se abstuvo de siquiera comentar algo sobre su situación o el estado del azabache, ya sentía que había comentado bastante a los presentes aquel día...
No tienes ni la menor idea del miedo que sentí ese día...
Creí que te perdería por mis descuidos.
Gracias a Chaos no fue así, tenía forma de ahora sí dedicarme por completo a ti.
Haría todo lo que estuviese en mis manos para que estuvieras bien...
— Lo lamento mucho, Sonic, pero no podrás quedarte con él —dijo esa misma enfermera, de nombre Ames Rose. El azul bajó las orejas en cuanto escuchó aquello, obteniendo la mirada de ambos médicos presentes. Igual negaron.
— Pero, necesito estar con él, por favor —rogó con temor, haciendo pequeños ademanes con ambas manos, como si eso fuese a ayudarle en algo —. Y-yo puedo estar al pendiente de su estado durante la madrugada.
— ¿Mañana crees poder estar al cien las veinticuatro horas que tienes de guardia? —cuestionó su jefe mientras junto al otro doctor se dirigían a la salida de la habitación; el moreno ya se encontraba estable aunque en un estado bastante delicado.
— Estoy seguro que lo estaré, no hay que preocuparse por eso—se apuró a responder mientras les obsequiaba una sonrisa a los presentes, rogando en su interior porque le dieran el permiso de quedarse con su pareja.
— Bien, chico, procura no despertarlo y cualquier cosa acudir a alguno de los enfermeros o uno de nosotros dos, no intentes asistirlo sin ayuda, recuerda que no estás de guardia para hacerlo —dijo el especialista mientras abría la puerta, dejando pasar primeramente a los enfermeros y después al doctor restante—, descansa un poco, sabes que lo necesitarás mañana.
— Lo haré, gracias.
Esa noche me dediqué a mirarte cada segundo que pasaba...
... Tus labios pálidos...
... Tu tez descolorida...
... Tus manos heladas...
... Saber que tu corazón luchaba en cada palpitación por mantenerte con vida...
Por un momento me imaginé estar en tu lugar... Saber que si yo era el que llegara a estar en una camilla tú dejarías de sufrir.
Desde esa noche rogué al cielo, a quien fuese el que me escuchara allá arriba que me hiciera el favor más grande en mi vida...
... Que tomara mi vida por la tuya...
Juro que en ningún otro momento de mi vida deseé algo con tanto anhelo...
El sol de nuevo resplandecía, habían pasado casi doce horas desde que el azabache fue internado y hasta ese momento aún continuaba en los constantes chequeos y cuidados de médicos y enfermeros, en especial de su enfermero personal.
El azul se daba paseos cada cierto tiempo por aquella habitación al ya estar en guardia, teniendo a su pareja más que bien atendido; por completo mimado más que nada.
— Tengo que irme de nuevo —comentó por décima vez en el transcurso de unas cuantas horas mientras estaba sentado en la orilla de la camilla; el moreno negó divertido, sonriendo suave... una sonrisa dedicada únicamente para ese erizo que tanto amor le obsequiaba...
— No descuides tu trabajo, yo estaré bien—apretó con pocas fuerzas la mano melocotón que sostenía entre las suyas. El azul le miró algo apenado, de verdad no quería alejarse de su lado, pero era verdad lo que el otro decía, tenía que trabajar.
— Vendré en la primera oportunidad que tenga —se levantó besando presuroso los labios del moreno, yendo rápido a la salida de aquel cuarto.
Shadow rió y volvió a acomodarse en aquella camilla de sábanas blancas, cerrando sus ojos; estaba demasiado cansado como para seguir un momento más consciente. Había sido una noche agotadora para él más que nada, su corazón tardó bastante en normalizarse y eso causó que su cuerpo se debilitara demasiado.
El menor comenzó a caminar por los pasillos del hospital, dando pequeños vistazos a los pacientes que estaban en peores condiciones, entre ellas ancianos y desahuciados, era parte de su rutina.
Se detuvo un momento en una de las sillas que estaban en una perfecta fila a los costados de la puerta de una de las habitaciones, apoyándose sobre una de sus rodillas al sentir como las punzadas que le llevaban atormentando desde la noche anterior aún continuaban y poco a poco aumentaban. Para él eran de lo más normal esos dolores, los asociaba a la falta de descanso y al exceso de emociones que se le amontonaban ciertas veces a la semana o incluso al día.
Suspiró rendido, volviendo a erguirse para volver por el camino que seguía hacia uno de los elevadores; pasaría de estar en el tercer piso hasta la primera planta.
Subió cuándo éste se detuvo, sintiendo un pequeño mareo ante el movimiento que él mismo hizo antes de que las puertas se cerraran. El primero que le saludó al interior del ascensor fue uno de sus mejores amigos, Miles Power llevaba por nombre, Tails para los amigos.
— Te miras pésimo, amigo—comentó otro de los chicos, un erizo albino llamado Silver, el cual recién comenzaba sus prácticas en el hospital. Sonic gruñó al escucharlo, mirándole con cierta seriedad, no se sentía en condiciones de soportar comentarios de ese tipo.
— Concuerdo con Silver, Sonic, te miras mal—se apresuró a hablar el zorrito mientras ladeaba su cabeza un poco al colocarse de frente con el cobalto, éste le ignoró. Odiaba que le dijeran cosas de ese tipo, para él significaban ser frágil, débil y un inútil, lo cual, él no era.
— Imaginan cosas, chicos, estoy perfecto—respondió con tono arrogante y bastante duro—, se podría decir que incluso estoy mejor que nunca. —musitó con bastante burla, sacando pequeñas risas de sus compañeros.
Mas hubo algo que le hizo ceder ante su propio comportamiento, provocando algo de sorpresa en sus compañeros. Su cabeza volvía a doler con bastante insistencia y con un tanto más de fuerza que hacía un rato.
El azul se sostuvo contra una de las paredes del elevador, soltando un suave gruñido y siendo auxiliado por su amigo de dos colas, el cual le miró preocupado.
— ¿De nuevo las migrañas?—cuestionó retirando con sus dedos las púas traviesas que se colaban en el rostro del cobalto, éste asintió ante la pregunta.
— Llevo años padeciendo de ellas, no deberían... sorprenderte. —gruñó al sentir otra fuerte punzada, la cual le aturdió, al punto de hacerle caer de rodillas. Silver se apresuró a igual socorrerlo, apoyándole contra su pecho para que diera un pequeño respiro.
— No entiendo como siquiera vienes a trabajar cuando estás asív—le regañó el blanco mientras sentía el cuerpo del azul soltarse entre sus brazos. No hubo respuesta. Eso le asustó bastante, a lo cual se apresuró a tomar del rostro del ojí-esmeralda, tacto que ni se inmutó en eliminar, era extraño, después de todo, Sonic siempre había sido muy quisquilloso.
El zorrito se dedicó a observarle por unos segundos, teniendo en cuenta que los ojos del cían se hallaban cerrados, negó y miró a su otro compañero; éste le devolvió la mirada con el mismo nerviosismo.
— Se desmayó, Silver.
— Tenemos que llevarlo a descansar un momento.
— No creo que sea cuestión de reposo—dijo el zorrito rozando las yemas de sus dedos en las mejillas pálidas de su mejor amigo. El albino hizo un pequeño gesto con la cabeza antes de colocarse de pie sosteniendo el cuerpo ajeno y que el ascensor se abriera, varios más esperaban a las afueras de éste para ir a su destino.
El pequeño amarillo fue el primero en salir seguido del par de erizos, ganando las miradas curiosas de varios enfermeros y entre ellos el par de médicos que igual pasaban por allí. Se miraron entre sí y siguieron el camino que los otros habían dejado.
...
Recuerdo bien que ese mismo día en el que tú agravaste, sentí como si a aquel al que le había rogado que te curara me hubiera respondido...
... Desde ese día supe que la nuestras vidas cambiarían...
— El neurólogo descartó que el desmayo haya sido causado por las migrañas—decía el zorro mientras hablaba con su amigo de pelaje blanco. Sonic recién abría los ojos después de casi dos horas de haber caído inconsciente en el elevador. Estaba en una de las camillas de la sala de emergencia, con un suero conectado a su brazo el cual, según los médicos, le ayudarían a sentirse mejor.
Se apresuró a cerrar los ojos cuando sintió las luces de techo calar contra ellos, provocando que esos dolores aumentaran y un fuerte quejido escapara de sus labios, llamando así la atención de sus amigos y de los médicos que estaban a un costado de la camilla; se sentó en ella mientras aún sostenía su cabeza, dando suaves gruñidos, como si eso fuese a ayudar para que el dolor cediera.
— Chico, te vas a casa, no puedes continuar en ese estado aquí —sentenció rápido el doctor general, dejando una pequeña receta sobre el regazo del menor; éste entre abrió los ojos para ver dicha hoja, provocando que sus orejas se bajaran —. Andando, no tienes nada que hacer aquí.
— Pero, Shadow, él...
— A menos de que quieras hacerle compañía en terapia intensiva en un estado similar o peor que el suyo, te aconsejo que vayas a casa, descanses y mañana a primera hora vengas. Si continúas así afectarás el rendimiento de tus compañeros—interrumpió el médico en un tono serio, característico de su persona. El menor suspiró rendido, lo menos que quería era estar mal para descuidar a su novio —. Te haré estudios antes de que te retires, eso que dijo el neurólogo no siento que sea verdad.
El menor asintió mientras seguía con las suaves caricias en sus sienes, intentando calmar el dolor. Sería algo rápido: una resonancia magnética y varios estudios de sangre.
...
Aquella noche me fue imposible conciliar el sueño... Habían sido ya tantos días y tantas noches en los que me quedaba dormido después de besar tus labios y escuchar tu voz que, en esa ocasión me fue imposible...
Fue una pesadilla... Lo peor que haya imaginado hasta el momento...
Y en ese instante me puse a pensar en que, no resistiría si algún día esas fueran mis noches y tú no estuvieras para compartir las horas que tenían mis días...
No sabes cuántas lágrimas derramé en esa ocasión al no sentir tus brazos envolverme, al no escuchar tus susurros tranquilizarme... Al imaginar una vida sin ti...
El moreno estaba de vuelta en su casa, con el azul sentado a un costado de la cama, arropándole desde los pies hasta ese blanco mechoncito que escapaba de la pijama que vestía. Le tenía acurrucado contra las blancas sábanas, con una esponjosa almohada sosteniendo su cabeza y un suave cobertor sobre su cuerpo. Procuraba hacer todo lo posible para mantener caliente el cuerpo de su amado, ya que éste, por sí sólo, no podía mantenerse tibio a causa de las irregularidades que presentaba su corazón.
El azabache rió mientras admiraba cada acción de su pareja, provocando de éste una mirada algo confundida pero, igual algo burlesca.
— ¿Qué pasa?, ¿acaso te coloqué de nuevo la playera del pijama al revés?—preguntó bajando una de sus orejas, apenado de solo recordar las varias veces en las que ya había cometido tal error; Shadow negó divertido, tomando una de las manos del azul para frotarla contra su mejilla, dando después un suave beso en el dorso de ésta. Sonic le miró con pena y una suave sonrisa.
— ¿Por qué haces esto?—inquirió de repente el moreno, jugueteando con aquella mano de color porcelana que sostenía. Sonic ya estaba más que descolocado, no tenía ni la más mínima idea de la actitud que mostraba el mayor.
— ¿Te refieres a la manta?, sabes, si está muy pesada puedo buscar otra...-
— No, Sonic, no me refiero a los objetos sino, a tus acciones. ¿Por qué te esmeras tanto en cuidarme?
— Porque eres importante para mí, Shadow, por eso y por un millón de razones más. Te has vuelto una de mis razones de vivir. —se apoyó contra uno de sus brazos en la cama, inclinándose hasta tener su rostro cerca del moreno. Shadow se dedicó a mirar sus ojos con ternura, notando ese resplandeciente reflejo que sólo cuando a él le miraba aparecía; adoraba mirar ese par de esmeraldas brillantes, las sentía llenas de un espíritu noble... de intenciones inocentes.
Pasó una de sus manos por las mejillas claras del azul, acariciando éstas con las yemas de sus dedos, apreciando la tersa textura de su piel.
— Cada vez que te miro, estoy más que seguro que eres un ángel que llegó a cambiar mi vida —siseó frotando su nariz con la del cían en un tierno beso esquimal. Sonic negó al escucharle, cerrando sus ojos para disfrutar aquel gesto.
— Si lo fuera, no hubiera permitido que terminaras así —bajó la cabeza en gesto de culpa, evitando mirar los ojos ajenos. El azabache dio un suspiro decaído; sabía que aunque su novio no hubiera dicho algo hasta hacía unos momentos atrás, él se culparía de todo, sin importar las verdaderas razones.
— Sabes perfectamente que esto no fue tu culpa, no hay posibilidad de que tú lo hayas llegado a causar o detener.
— Es que, si tan sólo yo... hubiera reaccionado antes, desde que comenzaste a decaer... sé que no hubieras llegado hasta estos extremos— sus ojos se cristalizaron, causándole bastante irritación en ese par de esmeraldas. El moreno negó tomando a su novio del mentón, haciendo que alzara la mirada hacia él, sintió algo romperse dentro de su pecho al momento de ver a su niño comenzando a llorar.
Se apresuró a abrazarle con la poca fuerza que tenía, siendo ésta la suficiente para que el menor cediera ante esos brazos e igual le correspondiera. Ya le hacía mucha falta un abrazo por parte del mayor, de verdad que lo necesitaba.
— Creí que te perdería...
(...)
No recuerdo cuándo ni cómo fue que todo comenzó a irse abajo.
De un momento a otro tus visitas al médico se hicieron aún más frecuentes; tus estudios todavía no llegaban y aun así te eran realizados más y más.
Todos me aseguraban que estabas mejor, que no debía preocuparme...
... Sentía que todos los doctores y enfermeros me ocultaban las cosas, que evitaban decirme lo que en realidad ocurría...
No seré el más atento, pero tampoco el más tonto. No sabían ocultar las cosas, no lo conseguían tan fácilmente conmigo.
Fue hasta que llegó mi último cumpleaños cuando todo pasó...
... Cuando por fin supe el porqué de que todos ocultaran lo que ocurría...
En ningún momento se tomó el tiempo de decir lo que pasó...
No se dedicó a quejarse cuando los dolores de cabeza volvían...
No quiso que su amado tuviera más cosas en mente que sentirse mejor... O luchar para por lo menos imaginarlo...
Todo había tardado demasiado...
Caminaba por la acera que encaminaba al hospital, ese día era su descanso así que no se apuraba por llegar a una hora exacta. Los resultados por fin habían llegado, tanto los suyos como los de su pareja.
Se detuvo un momento al estar ante las puertas principales, en donde un cristal grueso le separaba del interior; dio un suspiro y empujó dicho vidrio para entrar, sintiendo ese característico olor de una sala de hospital. Ese amargo y metálico tan representativo.
No podía mentir y su rostro lo reflejaba, desde el momento en que salió de casa se sintió nervioso, con un fuerte presentimiento presente en su corazón. Sabía que algo pasaría, mas aún desconocía de qué se trataba.
Se dedicó a caminar lento a través de los pasillos del hospital, siendo saludo por varios enfermeros y pacientes que le conocían, regresando el saludo en dicho trayecto.
Se detuvo al encontrarse por fin frente al consultorio del doctor, director del hospital e, igual, su jefe. Abrió asomando su cabeza, llamando la atención del hombre, el cual con una sonrisa le hizo pasar al interior de aquel cuarto blanco.
— Buenos días, Sonic, toma asiento, en un momento te leeré los resultados—dijo el doctor mientras se retiraba sus anteojos y dejaba varios documentos en el archivero que tenía abierto a su costado. El azul acató lo dicho por el mayor, tomando asiento en uno de los pequeños sofás que estaban delante del escritorio.
El hombre buscó entre los papeles sobre su mesa un par de sobres, cada uno con el respectivo nombre de su dueño.
— ¿Qué resultado quieres saber primero?—cuestionó colocando ambos sobres frente al menor; Sonic dio un suave suspiro mientras apuntaba al sobre que pertenecía a su pareja. El médico asintió tomando éste y un abrecartas de su lapicero—. Bien, veamos de qué se tratan.
Leyó la hoja al momento en que la sacó del sobre. Esos estudios eran de compatibilidad con varios tipos de sangre, niveles de azúcar, hierro y mucho más. Eran varios en un sólo sobre, además de otros más que el médico guardaba en su computador.
Pasaron los minutos mientras el hombre sostenía una sonrisa, parecía por fin haber buenas noticias.
— Chico, parece que la enfermedad de tu pareja tiene cura—siseó colocando las hojas de los resultados sobre el escritorio, apoyando sus codos a ambos lados de dichos papeles. El cobalto sonrió feliz cuando escuchó aquello. Tantos que habían asegurado lo contrario y ahora por fin una buena noticia aparecía —, solo que hay un detalle en ello: Se trata de un trasplante de corazón. —la sonrisa del menor se borró al instante, provocando que sus orejas igual se agacharan. Sabía lo que eso significaba y no era nada bueno, la demanda de órganos para la cura de enfermedades era gigantesca y muy pocos lo conseguían antes de que su tiempo se terminara.
— Oh no, Shadow...
— Sé lo que has de estar pensando, pero si se tiene fe pueda que llegue un corazón—explicó el doctor mientras volvía a tomar las hojas y las guardaba en el sobre donde hasta unos minutos estaban; se lo entregó al menor, prosiguiendo a tomar el otro que ya se encontraba un tanto abierto de uno de sus costados—. ¿Estás listo para saber de tus resultados? —preguntó mirando hacia el cobalto, éste dio un suave suspiro antes de asentir—. Espero no te moleste, pero me tomé el tiempo de verlos antes de que llegaras.
Sacó la hoja blanca que guardaba el sobre, mostrando aquella imagen de la resonancia magnética que le había sido realizada. El doctor bajó un poco la mirada, extendiendo dicha hoja sobre el escritorio, dejando que el azul igual la mirara.
— Conoces perfectamente cómo se muestra la migraña en una resonancia magnética, así que estarás de acuerdo que estas deformidades no son debido a ella—aclaró el médico apuntando con su dedo índice cada pequeño bulto que se mostraba a lo largo de las cuatro imágenes. Sonic jadeó al verlos, parpadeando varias veces a causa de la sorpresa.
— Son... son tumores...
— Creemos que se traten de tumores malignos, parece que varios de ellos los has tenido desde hace años y varios más se formaron en los últimos meses—se dedicó a mirar al azul, el cual aún permanecía confundido, demasiado sorprendido; sus ojos estaban comenzando a irritarse, ya reaccionaba por el susto—. Tu cerebro está muy inflamado a causa de ellos, eso es lo que causa tus dolores y desmayos. Por desgracia no se puede hacer mucho... Irán causando poco a poco ceguera y por último el coma.
— ¿No...no hay cura?—atinó a decir volviendo sus ojos hasta topar con los del médico, aterrado por completo.
— Está muy avanzado. Lo lamento mucho, Sonic...
El silencio se apoderó por un momento de todo el consultorio, el hombre procuraba darle el tiempo suficiente para que el cían reaccionara y comprendiera la situación en la que se encontraba. El menor miró sus manos, pasando después el dorso de uno de sus brazos sobre sus ojos, retirando las pequeñas gotas saladas que se habían acumulado en ellos. Sonrió.
— Yo se lo daré.
— ¿Disculpa? ¿A qué te refieres?—preguntó el médico algo descolocado ante la repentina declaración. Pensaba escuchar algún llanto por parte del chico, ruego, suplica, algún tipo de insulto o maldición... Algo tan típico como todos sus pacientes solían reaccionar, mas ése no fue el caso. Él parecía feliz, incluso hasta emocionado.
— En cuanto muera, quiero que mi corazón sea trasplantado a Shadow... Quiero y doy mi permiso total de que me sea practicada la eutanasia y estoy dispuesto a donar mis órganos... Sólo... pido un poco más de tiempo...
...
Volvería alrededor de una hora después, con ambos sobres en las manos, con la mirada ida y sus pensamientos recién pudiendo tomar cada uno su lugar. No mentía si decía que llevaba cada segundo absteniendo el llanto en su interior, con las inmensas ganas de preguntar al cielo porqué... Mas el simple hecho de recordar aquella suplica que hizo semanas atrás le hizo abrir los ojos y darse cuenta... Su tan anhelado deseo sí se cumpliría... tal cual como él lo había pedido...
Abrió la puerta de la pequeña casa que compartía con su pareja, ignorando la hora, el día que fuera y quien estuviera a su alrededor. Ignorando que aquel fuese su cumpleaños...
Pronto en el interior de aquella casa se escuchó el conjunto de gritos de los amigos del azul, asustando al pobre y felicitándole por aquella fecha, siendo sorprendido con un beso y un fuerte abrazo por parte de su pareja. Fue suficiente para que toda tristeza se difuminara y se dedicara a sus amigos y amado por completo...
Ese día... ese, su último cumpleaños sería sin duda alguna el mejor que haya pasado...
Uno de los mejores momentos de su vida...
Parecía que ahora los demás procuraban que no estuviera yo mal, como si eso me fuera a dañar más de lo que ya estaba. Todos me ocultaban las cosas por "mi bien"...
En ese justo momento supe lo que tú debiste de haber sentido cuando yo no te conté las cosas que me pasaban...
Cuando te respondía "estoy bien" a pesar de estar muriendo de las punzadas que atacaban mi cabeza...
Que mentía al decir que me quedaba dormido en el sillón cuando en realidad me desmayaba allí...
Mentía al no querer hacer las cosas, cuando de verdad mi vista fallaba y no tenía la forma de hacerlo por mi cuenta...
Le mentí a mis amigos al decir que algún día volvería a trabajar junto a ellos...
Me mentí a mí mismo cuando juraba soportar cuidarte por las noches... Me mentía al darme fuerzas y ánimos de seguir adelante para pasar el mayor tiempo a tu lado.No quería despedirme...
Pero, al momento de ver tus ojos cuando te dije que había alguna cura, de admirar esa alegría que tu hermosa sonrisa reflejaba y como tus hoyuelos se marcaban, quedé convencido que lo haría...
Que no importaba el sufrimiento que costara, lo único que quería era verte bien, feliz...
Aunque esto implicara no estar a tu lado para que así fuera...
(...)
Ahora el moreno era de quien hablábamos; éste se encontraba en el hospital en otra de sus rutinarias visitas, siendo ahora acompañado no solo por el cardiólogo, sino también, por el director del hospital. Shadow sabía bien de qué hablarían, después de todo, Sonic ya le había adelantado un poco sobre la cura que había para su enfermedad.
Shadow miraba a ambos médicos de manera expectante, dispuesto a escuchar lo que el par tuviera para contar. El primero que tomó la palabra fue el especialista:
— Shadow, creo que ya debes de estar enterado que sólo un donante logrará salvarte la vida —siseó mientras formaba una sonrisa pequeña en sus labios, el moreno asintió sin entender muy bien el porqué del gesto que el contrario de la nada mostró —. Con respecto a esto, ya hay un donante.
— ¿En serio? —inquirió presuroso, casi que interrumpiendo al doctor.
— Sí, se trata de un joven varón de aproximadamente 22 a 24 años, fue declarado desahuciado a causa de un varios tumores cerebrales detectados como cancerígenos, él dijo que en el momento de morir donaría...
— ¿Por qué justamente a mí? —cuestionó confundido, bajando una de sus orejas por la duda—. Tengo entendido que no soy el único en dicha situación, hay cientos detrás mío, así que, ¿por qué a mí cuando alguien más puede estar necesitándolo?
— Muchacho, no quisimos abordarlo de preguntas ni agobiarlo, sólo toma esto como el último deseo de un moribundo...
Tal vez fueron las palabras o la forma en la que el médico dijo aquello que logró convencer al azabache de lo dicho, estando aún con esa enorme duda. No quería ni podía comprender porqué a él le había llegado dicha suerte.
— ¿Podría conocer al chico? —cuestionó esperanzado, sonriendo con un tanto de lástima a los presentes. Ambos se miraron entre sí no sabiendo qué hacer.
— Eh... verás, muchacho... él...
— Prefirió mantenerse anónimo, ya sabes, no quiere pasar un rato triste, ni hacer que tú pases por uno igual. Espero comprendas a lo que me refiero —explicó el doctor general con una sonrisa muy similar a la que el moreno les había obsequiado hacía unos momentos. Shadow asintió dando un suspiro lleno de cansancio; no obligaría a hacer las cosas a nadie.
— El chico indicó la fecha de la operación para dentro de tres meses, en la cual el corazón se te será trasplantado en ese justo momento. Mientras tanto, pedimos que sigas con varias indicaciones que te serán dadas a continuación y que estés al tanto de los posibles riesgos que se podrían presentar durante la intervención quirúrgica. Es necesario que te mantengas en reposo mientras tanto y sigas con los cuidados establecidos hasta este momento —el especialista anotó varias cosas en el computador que estaba al costado contrario de donde se encontraba su compañero, mirando de reojo al moreno antes de seguir con lo suyo.
— Descuiden, tengo quien me ayudará a seguir con todo al pie de la letra —sonrió suave mientras bajaba la mirada hacia sus manos; ambos médicos se miraron por un momento mientras compartían una mirada lúgubre y después dedicaban dicha mirada al rojinegro, quien estaba demasiado ocupado recordando aquel par de ojos esmeraldas que tanto adoraba.
En cuanto marqué mi tiempo todo pareció detenerse a mi alrededor...
Todo iba tan rápido y al mismo tiempo tan lento.
No quería que los días pasaran, sólo deseaba estar contigo, a tu lado cada segundo, disfrutándote, platicando de todas mis dudas contigo... cuidándote.
Mas en todo el tiempo que transcurrió no volviste a ponerte mal, tu salud mejoró cada día... Parecía como que con el simple hecho de saber que te curarías ya tuvieras una razón más por la cual sonreír.
Todavía recuerdo las innumerables veces que me dijiste todo lo que haríamos y pasaríamos juntos en cuanto estuvieras bien.
Los viajes que tendríamos...
... Los pequeños que adoptaríamos...
... Incluso me juraste que si todo llegaba a salir bien, me pedirías matrimonio saliendo de la operación, sin importar que tan torpe estuvieras por la anestesia...
Dibujaste con palabras una vida perfecta, una vida que sólo me llegué a imaginar a tu lado... Una vida que te tocaría compartir con alguien más...
Cada vez que te escuché me tocó contener las lágrimas, no pudiendo hacer nada más que escucharte y ayudarte a hacer más grande esa ilusión. Ayudé a crear una mentira cada día de mayor magnitud.
Y hubo momentos en los que me llegué a arrepentir.... Pero ya era demasiado tarde...
... El día había llegado...
El azul sostenía su teléfono celular, miraba con lo poco que le quedaba de vista una de las fotografías que se había tomado junto a Shadow. Se giró al escuchar a éste salir del baño de la pequeña habitación del hospital vistiendo esa típica bata que le eran asignadas a los enfermos. Sonic sonrió mirando sólo la silueta del moreno sobresalir del fondo blanco del que estaba pintado el cuarto.
Se acercó dejando su teléfono sobre la mesita de noche que descansaba a un costado de la camilla. Abrazó a su novio de forma desprevenida para éste, aferrándose a su dorso, evitando dejar salir un sollozo desde lo profundo de su garganta. El moreno negó enternecido, abrazándole de igual forma, apapachándole al sentir el cuerpo del contrario temblar.
— Mi niño ¿qué pasa?—cuestionó preocupado ante el repentino gesto, separando un poco el cuerpo del menor para tomar el mentón de éste y alzarlo para admirar ese par de esmeraldas; logró ver reflejado en esas pupilas un notorio tono claro, creyendo que éste se trataba por el reflejo de las paredes de la habitación. Besó la frente de su novio y le miró de nuevo.
— Tengo miedo, Shadow, ya sabes, si la operación llega a terminar mal...—se encogió en hombros, quería despedirse de alguna manera del azabache, de la forma más disimulada para el mayor —. Tú y yo no nos volveremos a ver... —sus ojos se cristalizaron al sentir de nuevo esas insistentes ganas de llorar, las cuales ya llevaba tanto resistiendo.
El azabache negó tomando las mejillas del azul entre sus manos, acariciando de forma suave esos pómulos pálidos con sus pulgares. Le parecía aquel comportamiento bastante exagerado, pero no podía mentir, igual sentía temor... temor porque algo llegara a terminar mal.
— Mi amor, calma, todo saldrá bien, no digas tonterías—besó los labios del azul de forma casta, mas el menor se apresuró a unir de nuevo sus labios con los del contrario.
No quería separarse...
... No quería que aquel acto terminara así de rápido...
... Ya que sabía que ése sería el último beso que compartirían ambos...
Sólo quería disfrutarlo un poco más...
Se separó mientras bajaba su mirada, siendo llamados por el ruido de la puerta que les hizo girar a dicho sitio. Una de las enfermeras, Ames para ser más exactos, se asomaba detrás de ésta; en su rostro se mostraba cierta tristeza nada propia de su persona.
— ¿Listo?—preguntó mientras Shadow daba un suave suspiro. Miró una última vez a su amado, dando un último beso en el dorso de la mano del cobalto, envolviendo dicha mano con las dos suyas.
— Nos vemos cuando termine la operación—le sonrió y caminó a la puerta mientras la rosada abría ésta para dejarle salir, mirando por un momento al azul que se derrumbaba de a poco a causa de ese llanto que tantas veces rezagó en su garganta, culpando de ver la ilusión en ese par de ojos rojos.
Sabía la pena que causaría en aquella alma que tanto apreciaba, pero él lo hacía por el bien de ambos... Por el bien de su amado Shadow...
Pronto la chica se alejó mientras acompañaba al rojinegro y detrás de ella se introducía a la habitación el pequeño zorro y el erizo albino, ambos miraron a su amigo antes de acercarse para que el menor le abrazara y después el de extraño peinado.
Tenían las enormes ganas de regañarle, interrogarle o hacerle ver las cosas de diferente manera, pero ya ellos sabían que ése ya no era el momento; era demasiado tarde, no serviría de nada intentar convencer a su amigo.
Tal vez lo que más les dolía a los chicos es que Sonic nunca les haya contado sobre lo que pasaría, que no haya tenido el valor suficiente para intentar disminuir un poco el dolor que sus amigos sentirían; pero él siempre buscó hacerlo de otra manera y para él, ocultar la verdad era la decisión acertada.
Pronto la rosada les hizo compañía de nuevo en la habitación, yendo hacia el azul a quien le golpeó el pecho sin mucha fuerza pero sí con bastante molestia, causando que el llanto que el cían mantenía aumentara. Amy se detuvo y se apresuró a abrazar a su amigo con bastante fuerza, llorando sin poder evitarlo.
Las cosas no debía de terminar así...
Nadie merecía que así fuese...
Ninguno había sido tan malo como para merecer tal castigo...
El azul se separó de la joven mientras con el dorso de su brazo retiraba aquellas perlas de agua salada que habían cubiertos sus mejillas. Forzó una sonrisa al momento en que el trío de chicos le dedicaron una mirada triste, él a pesar de todo seguía seguro de todo lo que haría.
— Nunca olviden que los quise mucho y que fueron mi única familia —sonrió de manera amarga; de nuevo un par de brazos se aferraron a su dorso, y los otros dos pares a sus costados, volviendo aquel el más grande gesto de cariño que los chicos le hayan obsequiado.
De nuevo aquella bella escena fue interrumpida por una presencia en la puerta. El doctor, dicho jefe de todos ellos, se asomaba para llamar de una vez por todas al azul.
— Es hora...
Tal vez hasta aquí pueda llevar recuento de lo ocurrido...
Esta fue mi manera de agradecerte... Contarte cada momento más importante que pasé a tu lado, a pesar de saber que como estos, hubo miles de situaciones que hicieron mi vida una de las mejores aventuras.
Y sé que en el momento que esté escribiendo esto desconoceré todo lo que llegará a ocurrir...
Pero estoy seguro, que ésta fue la decisión más acertada que he tomado a lo largo de mi vida...
Caminaba por los pasillos que en algún momento llegó a recorrer acompañando las camillas de heridos...
Vestía aquellas batas con las que solía vestir a los enfermos a lo largo de su trabajo...
Admiraba aquellas lamparas blancas que muchos miraban antes de que sus corazones dejaran de latir...
Y abrió esas enormes puertas que siempre fueron prohibidas para las demás personas...
Esta vez no iba a cuidar y tratar... En esta ocasión no sería el héroe de innumerable cantidad de pacientes... Hoy sería el héroe de uno sólo...
Hoy seré uno contigo...
Hoy, amado mío, te entregaré algo muy importante para mí...
— Fuiste grande, muchacho—dijo el médico antes de colocar aquella máscara de oxigeno en la boca del azul; éste sonrió mientras daba un último vistazo a sus amigos y compañeros que intervendrían en aquella operación y giraba su cabeza hacia ése, el erizo que tanto amaba y el cual ya se encontraba sedado, ignorando todo lo que ocurriese a su alrededor.
Ambos estaban en la misma sala, esto para agilizar la operación y no desperdiciar tiempo importante.
Una pequeña lágrima se escapó de las esquina de uno de sus ojos antes de recobrar su postura y suspirar. La anestesia pronto haría su respectivo trabajo y la última mirada que tendría sería el de esa lampara, con su luz blanca, asimilando a la radiante estela que, cuentan, te acompaña al otro mundo...
La operación no tardó en comenzar...
Me iré a buscar la verdad que hay atrás de la muerte...
Admiraré ese lugar tan hermoso que muchos cuentan...
Iré en busca de un pequeño pedacito de nube en cual te estaré esperando, feliz, emocionado... Aguardando el tiempo que sea necesario y, por mí, tarda todo lo que quieras...
Varios años después...
Pero, mientras tanto, no quiero que me recuerdes con lágrimas en los ojos, mucho menos en los peores momentos.
No...
... Quiero que tengas siempre presente esas veces en las que logré hacerte reír, en las que jugamos y nos divertidos como si fuésemos niños pequeños...
Quiero que me recuerdes mostrando alegría, que poses tu mano en tu pecho y recuerdes que yo estoy allí...
Quiero que cada que nuestro corazón lata mires tus manos y recuerdes las caricias que solías dedicarme...
Los besos que solías darme...
Y las hermosas palabras que pensabas y recitabas solo para mí...
Te ruego que cada que mires una fotografía nuestra la admires con orgullo y no con tristeza... Quiero que seas feliz...
Porque mientras tú tengas una sonrisa en el rostro, yo me regocijaré y compartiré tu felicidad...
Si tú eres feliz, yo igual lo seré...
No quiero decir adiós porque sé que ésta no será la última vez que nos lleguemos a ver, sino, hasta pronto, mi amor...
Con cariño: Sonic, tu niño.
°~•♦•~°
Dejó la carta sobre su escritorio al terminar de leerla una vez más, sorbiendo su nariz y apretando la quijada. Alzó la vista hacia un retrato de ambos frente a él. Lo tomó en sus manos y sonrió al ver la sonrisa de su niño...
La dejó en su lugar y se levantó mientras pasaba una de sus manos a su pecho, donde debajo de la playera se notaba una cicatriz y a pesar de ella se lograba sentir el insistente latir de un corazón sano.
Un corazón lleno de vida, de emociones, de experiencias... De esas intenciones inocentes que una vez miró reflejadas en los esmeraldas ojos de su amado...
Pero a pesar de la tristeza que fuera a adueñarse de su mente, agradecía aquel enorme gesto que su tan amado erizo había hecho, no sólo porque a él le salvó la vida, sino igual lo hizo con muchos más que necesitaron de su ayuda, de una parte del azul...
Porque en ocasiones, de la manera que uno menos se lo espera, es cuando se puede hacer la más grande diferencia... Inclusive después de que el corazón deje de latir...
«Y sé que hubieras preferido esperara, incluso si no llegara quien te diera un corazón, pero ten en cuenta que yo supe los alcances de mi enfermedad... Supe que más no hubiera podido resistir. Sé que si no hubiese sido yo, ahora ninguno de los dos estuviera vivo... Créeme, a pesar de todo, no me arrepiento...»
ƒíղ
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