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Una peticion nada inesperada

El día que Kristoff y Anna eligieron para pedir mi bendición para su boda, fue un día de fiesta y celebración....
Cuando desperté ese sábado por la mañana, lo primero que detecte fue el aroma de un delicioso olor a chocolate con una combinación de  mermelada de fresa y pan recién horneado, se me hizo agua la boca.
-Buenos días hermana!- dijo con demasiado entusiasmo Anna tras lo cual se lanzó en un abrazo de oso y un beso en la mejilla, demasiado rápido ya que aún no me atrevía a tener demasiado contacto físico con ella con temor a congelarla de nuevo, a ella y cualquier persona a mi alrededor, hay algunos hábitos que no se pueden dejar y en algunas ocaciones es mejor conservar.
-¿A que se debe tanto entusiasmo? Y de donde proviene tan delicioso aroma !!- dije alejándome un poco de mi amada hermana y poniendo un par de guantes de piel sobre mis manos.
-Es que no puedo traerle el desayuno hasta la cama a mi adorada hermana !!- dijo un poco nerviosa, llevando hasta mi una mesilla con un delicioso desayuno, con demasiada comida para dos personas, decidí que por el momento lo dejaría pasar, de todas formas, si algo tramaba mi hermana pronto lo averiguaría.
-Esta bien, pero sabes no que no me gusta desayunar sola-  un segundo después estaba mi bella Anna sentada a mi lado tomando un pan untándolo de mermelada.
Desayunamos en silencio, en gran parte debido a que mi hermana estaba demasiado nerviosa para hablar de cualquier cosa y por qué estaba realmente bueno el desayuno, huevos revueltos con un delicioso chocolate caliente, sin olvidar el crujiente pan con mermelada.
- Estas muy callada, ¿sucede algo?- dije una vez terminamos nuestro desayuno.
-Eh!.. Aaah no jaja par nada !, ¿hay algo planeado para el día de hoy?- dijo con las mejillas sonrosadas por la sorpresa de la mi pregunta.
-No, soy toda tuya, a menos que tengas planes con Kristoff-
-Eso es perfecto, podríamos ir a la colina y hacer minis Olaf de nieve!
-Pues así será! Ponte ropa abrigadora, nos vamos antes del medio día.
Siempre que íbamos a la colina cerca del castillo le pedía a mi hermanita que se abrigara bien, ya en una ocasión se había resfriado por andar tan "primaveral" por jugar en la nieve.
Encontramos a Olaf y a Sven a las afueras de castillo jugando con un par de niños.
-Hola me llamo Olaf y me gustan los abrazos!- decía persiguiendo a los niños que iban montando a Sven mientras agitaba sus pequeños brazos al son de su nevada personal.
-Olaf, Sven, vamos a la colina, ¿nos acompañan?- Les dije mientras Anna abrazaba al reno y le susurraba algo en la oreja.
-Claro Elsa, vamos Sven, vallamos hacia una aventura !!- dijo con entusiasmo mi querido muñeco de nieve. Sven hizo ademán de preferir quedarse, negando con la cabeza, eso fue demasiado raro, puesto que jamás se perdía una oportunidad de jugar conmigo y mi hermanita.
-¿Estas seguro Sven?- dije algo sorprendida.
-Es que está un poco cansado, han estado jugando toda la mañana y el pobre no puede más- Anna se compadeció y Sven hizo cara de estar exhausto. 
-Esta bien, vamos Olaf.
Ya en la colina hice aparecer una pista de hielo y el clima adecuado para hacer minis Olaf, estas criaturitas eran exactamente como nuestro amigo nevado excepto que eran la mitad de grandes que el original y corrían persiguiendo a todo aquel que estuviera en su radio de alcance, agitando sus diminutas ramitas que hacían de brazos y gritando "Hola me llamo Olaf y me gustan los abrazos"
Cuando se acerco la hora de la comida regresamos al castillo, a la puerta de este nos encontramos con Sven, traía en el hocico un par de ramos de flores silvestres, le dio uno a mi hermanita y el otro a mi, hizo un movimiento de cabeza hacia el interior de nuestro hogar para que lo siguiéramos.
-Que bien, una sorpresa!- dijo Olaf lleno de alegría.
-Que es lo que sucede Anna- dije lo más calmada posible, pero mi hermanita solo se quedo callada mientras que sus mejillas se pintaban de un inocente carmín.
Sven nos guió hacia la sala de estar y me indicó que me sentara en la única silla que estaba visible. Supe de inmediato que era lo que se había estado cocinando desde en la mañana en el momento en que apareció Kristoff con un traje modesto pero formal.
-Reina Elsa- dijo mientras tomaba de la mano a mi dulce Anna -Desde hace cuatro años cortejo con respeto a su presente Anna, la amo con devoción y estoy dispuesto a darle un hogar que este humilde servidor puede ofrecer, prometo amarla, respetarla y procurar siempre su bienestar y felicidad hasta mi último aliento. Con respeto y devoción pido su bendición para efectuar nuestra unión en sagrado matrimonio.
Silencio dramático, respiración contenida, y emoción ante la respuesta, esa era la atmósfera del momento.
-En cierta ocasión mi hermana pidió mi bendición para casarse y en ese entonces le di un no por respuesta- dije mientras me levantaba con deliberada lentitud, tratando de mantener un gesto serio -Y el día de hoy, ante tal acto de amor mi respuesta en sí, tienen mi bendición. Olaf comenzó a dar saltos de alegría mientras Sven relamía el rostro perplejo de Kristoff, el pobre había quedado en shock, mi Anna por otra parte no perdió ni medio segundo en envolverme entre sus brazos y darme un cálido beso.
-Oh Elsa, no sabes lo feliz que me haces al decir que si, te amo hermana mía! Muchas gracias por aceptar!- al segundo después todos estábamos envueltos en un abrazo.
-Solo con una condición
-La que tú digas hermana!
-Que haya una fuente de chocolate en la fiesta!
-Oh hermana, te prometo que habrá una solo para ti!
Más tarde tuvimos una cena de celebración en el jardín, era el final perfecto para tan espera propuesta

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