capitulo 8:fuerza animal
Capítulo 8: Fuerza animal
El pequeño recorrió cada centímetro del establecimiento en busca de un recuadro, una foto, o cualquier imagen de la misteriosa capitana del Séptimo Escuadrón sin su armadura, llegando al punto de preguntarle a cualquier persona que se le interponga en el camino. Incluso le preguntó a su abuelo, quien atinó a sonreír y le dijo que tenía que averiguarlo él solo. En realidad no le molestaba no conocer la cara de Komamura- taichou, pero su curiosidad solo se incrementaba a cada segundo que pasaba con ella en la oficina, ya sea ayudándole con el papelerío o llevándole comida que ingería en los momentos en que el ojiverde se descuidaba por un sonido o cualquier factor externo a su entorno, lo que le provocaba realizar pucheros que sonrojaban a las Shinigamis de la División.
La capitana, por su parte, disfrutaba ver los intentos que Harry hacía con el fin de poder ver cómo era ella realmente bajo sus protecciones, cosa que internamente se negaba a hacerlo por el miedo al rechazo que pudiese sufrir por sus colegas, subordinados y, ahora, principalmente el nieto del Soutaichou. Pero mientras mantuviese su casco, guantes, brazaletes y espinilleras encima, no tendría que preocuparse, gozando el poder pasar una semana con el ojiverde, quien le preguntaba sobre distintas clases de Zanjutsu a ella o al espíritu de su Zanpaku-tō, el cual era un guerrero samurái que no halaba pero de alguna manera se hacía entender con el niño y el espíritu femenino que lo acompañaba en algunos momentos del día.
Los iris verdes esmeraldas, heredadas por el lado materno, seguían desde hace más de quince minutos, el eterno movimiento símil al de un péndulo que era provocado por un apéndice peludo de color marrón claro, casi cremoso. El Potter había estado acomodando unos libros en su mochila, la cual estaba al lado de un armario detrás del escritorio en donde trabajaba Komamura-taichou, de repente algo llamó su atención cuando vio una extremidad que salía de la parte posterior de su alta y acorazada amiga, haciendo que caiga sobre su trasero en el suelo, quedando hipnotizado por el vaivén producido inconscientemente por la mujer.
Los delgados dedos de su mano izquierda rozaban suave y temerosamente el aire que circulaba alrededor de lo que llegó a deducir que era una cola de animal, por lo que no pudo contenerse más y le preguntó a la única compañía que tenía en el momento.
-Sa-chan…oye, Sa-chan- llamó el nieto del Comandante General del Gotei Trece, quien no apartaba ni por un segundo la vista de la cola.
-Mmh? Qué sucede Harry-kun? – preguntó la capitana, con voz grave a causa del casco.
-Ehhh…qué es esta cola? – respondió con otra pregunta el pequeño de pelo cuervo, apuntando al apéndice, lo que paralizó por un momento a la mujer.
-Co-co-cola?! No sé de qué hablas,,,. Nerviosamente contestó la máxima autoridad de la Séptima División, poniéndose de pie y enfrentando a su compañía.
-Sa-chan…no me mientras, eso era una colita- le dijo con un ceño fruncido que no daba miedo si se lo comparaba con la máscara demoníaca que aprendió de Retsu Unohana.
La mujer con armadura se alejó unos metros del niño, quien empezó a acecharla como un depredador a su presa. Pero chocando contra la silla que ocupaba, perdió la estabilidad, haciendo que su cola se mueva frenéticamente y le dé la oportunidad a Harry para tomarla con fuerza. Esa simple acción estremeció a fondo a la capitana, emitiendo un sonoro ladrido mientras quitaba su cola de las veloces manos del ojiverde.
-Acabas de ladrar? – cuestionó el niño, inclinando su cabeza hacia la izquierda.
-Yo…yo…- balbuceó la capitana, tratando de hallar alguna vía de escape.
-Sa-chan? – dijo nuevamente Harry, acercándose a ella y tomando su mano siniestra para llevarla al sofá, haciendo que tome asiento.
La cola que la mujer quitó de las manos pequeñas anteriormente, ahora estaba entre sus piernas mientras ella temblaba levemente. Quiso detener al joven, que amaba por cómo era, de quitar las secciones de su armadura hecha de paja comprimida en gruesas trenzas. Por un breve segundo, él se detuvo cuando quitó la pieza que cubría su extremidad inferior derecha, descubriendo una delgada pero musculas pierna y pie con largas uñas como las garras de un can. Luego de ello, no se detuvo cuando repitió lo mismo con el izquierdo, admirando por un instante la suposición que mentalmente estaba haciendo el mago luego de recordar lo que había leído en los libros.
Sus dedos finos tiraron de los nudos que mantenían firmes en su lugar los guantes, dejado a la luz un par de manos sumamente delicadas pero con largas garras en punta que le servían para defenderse, así como sus antebrazos mostrando un poco de pelaje espeso, haciendo que Harry sonría jubilosamente y dé unos saltitos mientras entrecruzaba sus falanges con los de ella, ruborizándola y confundiéndola por el estado de ánimo que él tenía.
-Harry-kun? No tienes miedo de lo que estás viendo? – gravemente resonó la voz de Sajin Komamura, negándose a creer que su amor secreto esté tan feliz.
-Nop! Porque ahora sé lo que eres! Y no, no me da miedo porque desde que llegué hace dos días, tú me cuidas y juegas conmigo! – confesó el pelinegro inglés, sentándose en su regazo y estirando sus brazos, alcanzando de forma efectiva el casco.
Lentamente, el proceso de extracción se llevó a cabo, mostrando la piel blanca cremosa del cuello, siguiendo un mentón redondeado y unos labios finos de color rosa suave. Una nariz respingada y unos pómulos definidos, continuando con un par de ojos amarillos como dos girasoles, y finalmente un largo cabello lacio, que estaba enroscado para caber dentro del yelmo, del mismo color que la cola. Pero lo que más atrajo la atención del nieto de Yamamoto, fueron las orejas alargadas que tenían un rastro de pelo en la parte superior, tentándolo a acariciarlas cada vez que se movían.
-Eres una mujer lobo muy bonita! Por qué te escondes? – alegre pronunció el ojiverde, para luego fruncir el ceño.
-Gracias, Harry-kun. Me esconde porque no sé cómo reaccionará la gente. Por cierto, cómo saber que soy una mujer lobo? – dijo ella, sintiéndose mejor mientras lo abrazaba contra su pecho para que él no vea el sonrojo que le produjo.
El infante se movió tan velozmente, que dio la impresión de nunca haberse movido del regazo de la mujer adulta, exceptuando por el pequeño detalle que llevaba un libro en sus manos e indicaba una página donde salía detalladamente las especificaciones de los Hombres Lobos.
-Quiero que dejes de usar esas cosas! Y si alguien te dice algo, te defenderé! – exclamó ahogadamente el muchacho cuando volvió a ser abrazado, haciendo que la mujer se estremezca al sentir el aire caliente en el valle de sus pechos tras haberse corrido un poco su shihakusho.
El teniente Tetsuzaemon Iba estaba realizando su rutina diaria de llevar los papeles a su superiora, donde actualmente había estado esperando por más de cinco minutos en la puerta de la oficina, esperando a que alguien le abriese, teniendo que resignarse a hacerlo él solo y pidiendo disculpas en caso de ser necesario.
Casi dejó caer su cargamento cuando halló al joven Harry sentado en el sofá con la cabeza de una hermosa mujer en su regazo mientras él rascaba sus orejas, alargadas que se ubicaban a los laterales de su rostro como una persona común, y su estómago. Vio como una cola se movía de lado a lado, como si de un perro se tratase.
Pestañeó una, dos, tres veces para asegurarse que no se había muerto o estaba alucinando con alguna comida de las que hacía Matsumoto, solo para descubrir que a unos metros de la pareja habían partes de una armadura que su capitana siempre usaba, atando rápidamente cabos e instintivamente dar media vuelta y huir del lugar lo más silenciosamente posible para ir a entregar esta noticia a los demás.
La dama con rasgos lobunos solo podía sonreír alegremente mientras su cola se balanceaba frenéticamente de un lado al otro cuando posicionó a su compañero sobre su torso, ubicando su cabeza repleta de cabellos azabaches en medio de sus pechos. Su olfato con sentidos mejorados se embriagó con el aroma del shampoo y hojas de libros que Harry poseía naturalmente, pero luego de diez segundos frunció el ceño y empezó a gruñir, revelando algunas facetas animales cuando percibió un resquicio de tufillo felino, asó como pequeños pelos negros enganchados al kimono del ojiverde, por lo que lo apretó un poco más fuerte contra su cuerpo y empezó la exigente tarea de quitar cada uno de los vellos oscuros para reemplazarlos con su propios claros, como si se tratase de un caso de posesión territorial contra un enemigo que no conocía.
El pequeño solo gemía suavemente cada vez que su amiga lo apretujaba, hundiendo su cara en un par de cojines esponjosos y calentitos, tratando de controlar su problema de babear o morderlas, tal como Muramasa le había advertido mientras por alguna razón se masajeaba el pecho y tenía un rubor en su rostro, confundiéndolo profundamente. Movía sus brazos de manea somnolienta, en su extraña cama, abrazando lo que parecía ser una gigantesca almohada, enroscando sus piernas alrededor de ella, pero despabilándose un poco al oír un quejo que le hizo abrir sus ojos y descubrir a la capitana que lo miraba fijamente, atinando a hacer una mueca alegre y volver a dormir como si nada.
Le costaba caminar derecho con todo el peso que tenía encima, llevándolo a tropezarse cada cinco pasos que daba, atrayendo la atención de los miembros de la Séptima División, quien solo podían abrir la boca enormemente mientras que otros aprovechaban y tomaban fotos desde todos los ángulos posibles. Necesitaba utilizar toda su fuerza cada vez que tenía que ponerse de pie para empezar a escapar de nuevo al sentir el reiatsu de la mujer que secretamente lo amaba, tomando cada giro en los pasillos que cruzaba con el fin de distraerla mientras oía gritos de asombra una vez más, haciendo que el pequeño se riese por lo bajo al saber que todo el Escuadrón estaba viendo lo bonita que era ella.
-Harry-kun! Detente ahora mismo! Ya no puedes escapar! – exclamó la shinigami que dirigía el establecimiento tras alcanzar al joven niño escurridizo en el patio de entrenamiento.
-Mientras no me atrapes, siempre me puedo escapar! – se burló el nieto del Soutaichou, llevando sus manos hasta su nuca.
-Dame mi armadura de regreso, Harry-kun! Es una orden de tu superiora! – intentó mandarle, pero su cara poco seria no la favoreció, ya que estaba disfrutando el sentir el calor del sol contra su piel.
-Harry-kun…- dijo la mujer lobo, utilizando un tono serio ahora.
-Sa-chan…- replicó el infante, inclinando hacia delante la cabeza.
-Muy bien, tú te lo buscaste! – expresó la capitana, dirigiéndose directamente a Harry, quien rápidamente sacó un palo que tenía escondido en sus ropas y comenzó a silbar.
-Sa-chan! Sa-chan! Mira el palo! Mira el palo! – habló efusivamente el ojiverde.
Komamura Sajin solo pudo alzar una ceja de forma antipática al ver lo que el menor delante de ella intentaba hacer, pero cada vez que volvía a escuchar el silbido y las palabras de su futura pareja, en conjunto con el hipnótico movimiento que realizaba con el palo, ella comenzaba a sentirse más emocionada y movía su cola de lado a lado para demostrarlo. El resto del Escuadrón Número Siete veía desde las ventanas lo que parecía ser el duelo de voluntades que su capitana e invitado estaban teniendo. Estaban en shock todavía por la noticia que recibieron al ver el aspecto natural de quien dirigía el lugar, pero lo dejaron de lado rápidamente para saber cómo iba a terminar la discusión.
-Vamos, Sa-chan! Ve y búscalo! – exclamó Harry, arrojando el palo con todas sus fuerzas a su izquierda.
La reacción no se hizo esperar entre los miembros del Escuadrón, quienes miraron con los ojos abiertos cómicamente al ver como la persona que los mandaba sucumbió ante la artimaña del joven mago, el cual esperaba triunfadoramente en su lugar a que Komamura-taichou regresase con el palo en sus manos, lo que todos ellos agradecieron tácitamente ya que hubiese sido muy vergonzoso si lo llevase en su boca como cualquier otro canino.
-Buena chica! Muy buena! Quién es la mejor? Quién lo es? Sí, Sa-chan! Eres tú! – empezó a decirle el niño de ojos esmeraldas, acariciando su cabeza cuando la mujer lobo se agachó para devolverle el madero.
Ella estaba profundamente feliz, sonriendo ampliamente y sacudiendo su cola, tomando por la cintura al mago y alzándolo mientras hundía su nariz en su cuello, solo para detenerse abruptamente. Se giró lentamente, aún con el risueño jovencito pelinegro en su cintura, descubriendo a todos los miembros bajo su mando mirándola en silencio. Un mutismo que inundó toda la División Número Siete en el patio, faltando únicamente una brisa que levantase un poco de polvo del suelo. Komamura se sonrojó al darse cuenta que ahora todos sabían cómo era en realidad, pudiendo reaccionar de la única forma que se le ocurrió en el momento.
-Iba-san, vulva a completar el papeleo! Los demás, a entrenar! – exclamó ella, para que a continuación utilice Shunpo y desaparezca de la vista de todos.
Un par de orbes doradas acechaban en silencia a la figura dormida de su enamorado, acercándose lentamente hasta rozar sus extremidades con su cola mientras un notable ceño fruncido decoró su rostro. Sin despertarlo, se puso encima de él, posicionando su nariz en el hueco de su cuello, percibiendo un aroma que provocó de manera inconsciente que saque sus garras, enganchándolas en los bordes de su ropa mientras que los pelos de su espalda se erizaban.
-Maldita, cómo se atreve a querer ofuscar todo el perfume que dejé en mi Harry-kun? – murmuró con una voz grave la gata.
Recorrió velozmente la habitación que la dirigente del Séptimo Escuadrón le había otorgado al niño, buscando cualquier indicio de subordinados que vigilen, suspirando de alivio cuando no sintió señal alguna de reiatsu excepto el de ella y su futuro amante.
-Si esa cara de perro cree que me voy a quedar de brazos cruzados y rendirme solo para dejar que se apropie descaradamente de mi futuro esposo…está muy equivocada- volvió a hablar sola Yoruichi.
Dicho eso, la shinigami fugitiva se paró en medio del cuarto, generando una explosión de humo cuando se transformó en su aspecto humano, revelando un cuerpo sumamente atractivo y de piel oscura con rastros de pelo púrpura, mientras que el factor más importante era que estaba completamente desnuda.
Sin esperar un segundo más, utilizó su paso flash para meterse bajo el pequeño cuerpo del nieto de Shigekuni Yamamoto Genryūsai, subiendo las sábanas finas para cubrirlos y, envolver sus brazos y piernas posesivamente alrededor del Potter. Un rubor invadió las mejillas color chocolate de la antigua capitana de la Segunda División al sentir que el pelinegro hundía su cara en su pecho y empezaba a morder suavemente su piel sedosa, teniendo que controlar el impulso de hacerlo suyo ahí mismo, recordando la advertencia que había recibido del abuelo de este, de tener que esperar un mínimo de diez años, por lo que tenía que conformarse con fantasías picantes y duchas a base de agua a un nivel extremadamente helado con el fin de bajar el calor de su cuerpo.
Komamura Sajin caminaba imponente y detenidamente delante de la larga hilera de subordinados que tenía, mirándolos fijamente a cada uno de ellos con sus ojos amarillos, aterrándolos ya que gruñía por lo bajo, sin prestar demasiada atención a la mirada confundida que un ojiverde le daba desde el pequeño rellano que separaba el patio de entrenamiento con el edificio principal.
Harry no entendía el motivo del enojo que tenía su amiga luego de que la abrazase en la mañana, pero se dio cuenta inmediatamente que ella no pensaba perderlo de vista después de que le preguntase si había entrado alguien a su habitación durante la noche, cosa que él negó con tanto ímpetu que terminó despeinado, solo para que la dama de rasgos salvajes le enseñe unos finos cabellos púrpuras que estaban enganchados en sus ropas.
-Taichou…Ocurre algo? – el teniente Iba cuestionó, viendo temerosamente la imponente y bella figura mortal de la mujer lobo.
-Una persona ingresó anoche a la habitación de Harry-kun, por lo que ahora estoy corroborando que ninguno de ustedes haya sido, porque si uno lo hizo…yo misma me encargaré de llevarlos al Nido de Gusanos, comprendieron? – dejó en claro la mujer, acercándose hasta donde esperaba el niño británico, para así alzarlo.
-Sí, Taichou! – exclamaron todos los miembros, ya que si antes le tenían miedo por la enorme armadura, ahora su naturaleza semi animal los paraliza.
La máxima autoridad de la División Número Siete, Komamura Sajin, solo emprendió su camino hacia su oficina. Teniéndose que para por momentos aleatorios cuando el niño de orbes esmeraldas se dedicaba a soplar su oreja izquierda, provocando que esta genere un leve temblor de manera refleja, lo que lo hacía reir.
Fijándose que no hubiese nadie a su alrededor, miró directamente a los ojos verdes del niño, tratando de ignorar el notorio hecho de que sus mejillas estaban poniéndose de un tono carmín con el simple hecho de pensar en lo que estaba a punto de hacer, recibiendo una curiosa mirada de su amant…ejem, compañero! Antes de que el pequeño inglés pudiese pronunciar algo, fue sorprendido cuando la mujer lobo lamió su mejilla, haciendo que se retuerza en su lugar e intente alejarse entre risas, sin comprender que todo eso lo hacía ella con el fin de eliminar el aroma felino que él llevaba impregnado.
Su cola se movía de lado a lado sin para , demostrando la emoción de ella al realizar algo que de a poco iba nublando su mente y dibujaba una sonrisa en su cara. Estaba tan concentrada en lamer el rostro de su visita que no se dio cuenta de la presencia de varias mujeres que portaban un kimono blanco y mirabas que prometían una muerte lenta.
-Ehhh…puedo ayudarlas en algo? – dudosa dijo Komamura luego de detener su impulso animal.
De a poco, cada una de ellas empezaron a blandir sus Zanpaku-tō, por lo que la capitana del Escuadrón Siete se vio obligada a dejar en el suelo al ojiverde y pararse delante de él, protegiéndolo de cualquier amenaza que pudiese recibir de sus colegas.
-Sa-chan? Necesitas ayuda? Quieres que hable con ellas? – en una impresionante muestra de seriedad heredada de su abuelo, dijo Harry.
-No será necesario, Harry-kun. Por qué no vas a mi oficina y me esperas? – le preguntó la mujer de pelo marrón claro, a lo que recibió una afirmación.
-Está bien…pero si algunas de ustedes le hace algo a Sa-chan, pasaré otra semana más con ella, entendieron? – esta vez se dirigió a las demás capitanas, quienes se estremecieron un poco ante el pensamiento que tener que sufrir la larga espera.
Apenas vieron que el pequeño pelinegro había ingresado a la dicha oficina de la mujer lobo, todas las capitanas apuntaron con sus katanas a la garganta de la alta sospechosa de actos ilícitos con un menor.
-Con que lamiendo a mi Harry-kun…- Suì-Fēng dijo por lo bajo, teniendo su Shikai listo en su mano.
-Creo que alguien se ha estado comportando como una perra…- Ichimaru Gin comentó, alzando su Zanpaku-tō a la altura de los ojos de la mujer lobo.
-Komamura- taichou, usted necesita una esterilización de manera urgente…- con una suave sonrisa le dijo Retsu Unohana, haciendo aparecer una demoníaca máscara detrás de ella.
-Qué pasa? Alguien me lo puede decir? – Kaname Tōsen preguntó, girando su cabeza hacia los costados, esperando una respuesta.
-No deberías apropiarte de cosas que no son solo tuyas… - Kuchiki Byakuya pronunció regiamente, aún herida por no haber compartido su debido tiempo con el ojiverde.
-Habíamos llegado a un acuerdo de compartirlo entre todas, Komamura-san…- Sōsuke Aizen habló, tomando lentamente la empuñadura de Kyōka Suigetsu.
-Oigan, es en serio. Alguien me puede decir que estaba haciendo? – volvió a preguntar la capitana de la Novena División.
-Alguien va a dormir en su caseta el día de hoy…- acomodándose el sombrero de paja que siempre llevaba, dijo Shunsui Kyoraku.
-Acaso has entrado en temporada de apareamiento? – la voz enojada de Tōshirō Hitsugaya se oyó entre todas la mujeres, también enojándose ya que no podía ver con definición a su próximo objetivo.
-Es solo un niño, cómo puedes abusar tan impunemente de su inocencia? – la mandataria de la Decimotercera División, Jūshirō Ukitake, sentenció.
-Con que una mujer lobo…siempre podemos decir que sufrió un accidente y terminó en mi laboratorio…- la científica con pintura blanca en su cara, Mayuri Kurotsuchi, dijo mientras sostenía una libreta donde anotaba sus futuros experimentos.
-Ya, por favor. Que alguien me diga que le estaba haciendo…y por qué huele a perro este lugar ahora? – la no vidente dirigente del Escuadrón Número Nueve interrogó una vez más, confundida por la situación que las demás la había arrastrado.
-Yo opino que nos deshagamos de ella y luego le digamos al enano que se fue en una misión! – impertinentemente exclamó, Kenpachi Zaraki.
Komamura Sajin solo podía verlas en silencio, con una vena palpitando en su frente y gruñendo amenazantemente a las personas que tenía delante por estar quitándole tiempo de diversión con su futuro alf…compañero.
-Meow? – el maullido de Yoruichi resonó en la vacía oficina, esperando a que su futura pareja haga acto de presencia luego de sentir las marcas de reiatsu perteneciente a todas las capitanas en el pasillo.
-Hola, Yoru-chan! Cómo estás pequeña? – dijo Harry cuando ingresó a la habitación, agachándose al costado de una silla, donde la gata esperaba ansiosa moviendo su cola y enroscándola en la muñeca del niño.
-Meow!...Meow? – volvió a decir la felina shinigami, deseando más que nada poder hablar como debería, pero teniendo que mantener la farsa para no asustarlo.
-Sa-chan ha estado un poco enojada hoy. Parece que alguien entró cuando yo dormía y dejó unos cabellos morados en mis ropas. Tú tienes alguna idea de quien puede ser? – preguntó el Potter a su amiga.
-Meow…- maulló la ojidorada, inclinando la cabeza hacia un costado mientras en su mente se sonrojaba ante el recuerdo de sus mordidas.
-Mmh…ella es buena y muy bonita, pero me gusta más cuando está delante de los demás y se pone seria como un lobo a punto de atacar. Ahora mismo está con las demás, así que podemos jugar hasta que llegue, qué te parece? – entusiasmado le interrogó el pelinegro a la minina.
-Meow! – alegre respondió la fugitiva, lamiendo las mejillas del niño tras percibir un aroma canino en ellas, sacando a lucir sus celos.
Su cola peluda hacía cosquillas en la cara del infante cuando ella logró derribarlo al suelo luego de insistir, con su lengua áspera se dedicaba a lamer su nariz y por breves momentos cuando Harry se distraía sus labios, cosa que la ruborizaba en verdad pero no se notaba gracias a su aspecto.
Yoruichi Shihoin se derritió una vez más en su estadía como amiga del nieto de Yamamoto, sintiendo como los hábiles deditos del niño masajeaban sus orejas y mentón, dándoles ronroneos como única respuesta. Su pequeño cuerpo felino hizo un ruido similar al de un motorcito cuando empezó a ser la receptora única de unos castos e inocentes besos en su hocico, los cuales ella regresó con ímpetu.
Un sonido perteneciente a la puerta corrediza de la oficina los despabiló del momento privado que ambos tenían, viendo como una desaliñada Komamura Sajin ingresaba. Sus ropas estaban rasgadas, pero no llegando al punto de lucir indecentemente. Parte de su cabello estaba desparejo, como si se lo hubiesen cortado, así como algunas mordidas en sus brazos y piernas. Básicamente lucía como una loba que se había inmiscuido en una riña y regresaba triunfante si la sonrisa en su cara lo mostraba.
Una mueca alegre que le duró poco a la capitana cuando descubrió a la causante del aroma extranjero en su compañero. Empezando a gruñir salvajemente de nuevo y apuntando con su espada a su objetivo.
-Harry-kun, aléjate de esa gata- entre la ira y el desconcierto le dijo la mujer lobo.
-Qué pasa, Sa-chan? Ocurre algo con Yoru-chan? – preguntó el niño, poniéndose de pie y dejando que la shinigami con forma felina salte al escritorio con sus garras listas ante cualquier ataque.
-Meow…- maulló la ojidorada de manera amenazante.
Para el Potter toda la situación era extraña, ya que en síntesis estaba presente frente a una pelea entre felinos y caninos, entre una mujer adulta y una linda gatita. No podía reaccionar coherentemente, solo ser espectador de una pelea fantasiosa, donde Komamura Sajin daba espadazos al aire tratando de matar al animal, mientras que Yoruichi arañaba su cara cada vez que podía.
-Ya basta ustedes dos- dijo el ojiverde, haciendo un puchero al ver que las sillas y pilas de papeles caían al suelo.
Obviamente las dos mujeres con rasgos animales no le prestaron atención y continuaron con su disputa, empezando a agotar la paciencia del niño pero no al mismo nivel que la capitana del Sexto Escuadrón logró llevarlo.
-Dejen de pelear por favor! – exclamó Harry, pero aun así era ignorado.
Las dos féminas continuaban su lucha, destruyendo todo la mueblería de la oficina, así como desordenando todo aquello que el mago inglés se había esforzado en ubicar antes.
-YA BASTA! INMOBULUS! – gritó el niño, extendiendo sus manos y logrando que su magia suspenda en el aire a las dos peleadoras.
-Meow? – maulló Yoruichi, preocupada por haber hecho enojar a su platónico amor.
-Harry-kun? – cuestionó la capitana del Escuadrón Número Siete.
-SILENCIO! SENTADAS! – mandó imperativamente el británico, utilizando la misma mirada que su abuelo.
La magia reaccionó a las palabras enojadas del infante, obligándolas a obedecer su pedido, quedando Komamura de rodillas y la gata sobre sus patas traseras, sudando al ver el rostro y los ojos verdes venenosos que solo habían presenciado una vez antes en Yamamoto, cuando quemó la mitad de su patio de entrenamiento después del primer día de llegada de Harry a la Soul Society.
Dicho niño se acercó al escritorio, tomando un vaso con agua y un sujetador de papeles, solo para posteriormente caminar hasta las castigadas y pararse frente a ellas con sus nuevos instrumentos de tortura. Ubicó el vaso con agua en la frente de la mujer lobo, quien solo se pudo quedar tiesa y concentrarse en no derramar una simple gota, haciendo caso a su instinto animal. Por otra parte, Yoruichi recibió el clip en el cogote, quedando congelada sin poder mover ninguna parte del cuerpo, como si estuviese hecha de mármol.
-Por desobedecerme se quedarán allí hasta que vuelva! Espero que eso les sirva de lección y no vuelvan a pelear frente a mí! – indicó entre enojado y decepcionado el chico de orbes esmeraldas, retirándose del lugar con el ceño fruncido.
FIN DEL CAPITULO
OMAKE 1
-Todo esto es tu culpa…- la voz gruesa de la fugitiva sonó en la oficina.
-Y cómo es eso, Yoruichi Shihoin? – Komamura Sajin le preguntó.
-SI no me hubiese atacado, Harry-kun nunca me hubiese castigado…- se quejó la gata.
-Lo dice la mujer que debería pudrirse en el Nido de Gusanos por traidora- murmuró la capitana.
-Yamamoto-Soutaichou ya sabe toda la verdad, así que no me mandará allí. Además, yo fui quien salvó a Harry-kun de un Hollow la primera vez- orgullo pronunció la ojidorada, tirada en el suelo, tiesa.
-Je! Como si eso fuese posible! – se burló la mujer lobo.
-Agradece que no puedo moverme o te rasguñaría toda tu cara…- farfulló Yoruichi.
-Tú da las gracias que no puedo quitarme este vaso de la frente o me haría unos hermosos guantes con tu piel…- replicó Komamura.
Ambas mujeres guardaron silencio cuando nuevamente la puerta corrediza mostró la presencia del Comandante General del Gotei Trece, quien las miraba con una leve sonrisa y un brillo lúdico en sus ojos verdes.
-Así que Harry-kun no estaba mintiendo cuando me dijo que ustedes dos habían comenzado a pelearse delante de él…creo que este es un buen escarmiento para ambas. Dejaré que mi nieto decida cuándo es propicio liberar. Hasta luego- se despidió el anciano, dejando a las culpables del desastre en unas posiciones raras mientras llamaban al mago para implorarle perdón.
OMAKE 2
-Vamos…dilo de nuevo Iba-san- Abarai pidió de nuevamente.
-Harry-san descubrió que mi capitana es una mujer lobo…una hermosa y caliente mujer lobo…y la domesticó! – exclamó el hombre de anteojos oscuros.
-…-
-…-
-…Tengo que admitir que nunca me esperé que algo así sucediese – Madarame comentó, anonadado por la noticia.
-Además, parece que una mujer visita a Harry-san por las noches! Komamura-taichou estaba completamente furiosa tratando de hallar a la culpable! – Iba dijo, haciendo que los demás abran la boca cómicamente.
-NO! –
-NO ME LO CREO! –
-ESE NIÑO ES UN DIOS! –
-…-
-…-
Sin que pudiesen pronunciar algo más para realzar la grandeza del ojiverde, decidieron acercarse de rodillas al altar del susodicho y rezar con lágrimas en sus ojos.
-TODOS ADOREMOS AL EXCELENTÍSIMO HARRY POTTER! AQUÉL QUE DOMESTICA ANIMALES SALVAJES Y SE ACUESTA CON DISTINTAS MUJERES POR LA NOCHE! LOADO SEA SU NOMBRE! -
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