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capitulo 5

Capítulo 5: Madame Morte ayuda a curar gente

La mujer de pelo trenzado sobre su pecho corría desesperadamente al interior de su escuadrón, dirigiéndose inmediatamente a donde se encuentran las camillas de la sala hospitalaria.

La razón? Pues al parecer, mientras ella esperaba que su diminuto invitado de pelo cuervo y ojos verdes llegase a verla por una semana completa, se descuidó en sus pensamientos sobre qué harían durante todo ese tiempo y no vio cuando Harry apareció corriendo velozmente con sus cortitas piernas sin ver donde pisaba. Lo que ocasionó que tropezase con una roca que había en el camino y caiga al suelo estrepitosamente, lastimándose las rodillas.

El grito que dio el niño, el cual él quiso evitar para demostrar que no es un niño, alertó a la capitana de la Cuarta División, provocando en forma natural que salga corriendo hasta él y lo abrace fuertemente contra su pecho y diciéndole palabras de confort.

-Harry-kun! Te encuentras bien? Ven, déjame que te lleve a curarte- exclamó la mujer de pelo negro, alzando al niño en sus brazos y llevándoselo al interior del cuartel.

-Sí, Retsu-chan, estoy bien! Mira, no estoy llorando! No soy un niño- replicó el mago, haciendo un puchero lo que hizo que la mujer le bese las mejillas por creer que se veía tierno.

-AWWWW! Mi Harry-kun es tan valiente, pero ahora necesito curar tus heridas, no queremos que se infecten, o no? – preguntó Unohana, dándole una versión light de la mirada de la muerte que poseía, haciendo que el niño asienta fervientemente con la cabeza, pero no de miedo, sino por la sonrisa que ella llevaba.

Él no podría negarse a nada que ella le pidiese si a cambio ella le sonreía de esa manera. Cada vez que la veía, sentía el mismo calor en su carita que son Suì-Feng y Gin.

-Ajá, vamos por favor Retsu-chan- pidió Harry, enlazando sus bracitos alrededor del cuello de la mujer, apoyando su cabeza en su pecho, provocándose risitas debido a que se hacía cosquillas con la trenza de la dama.

El fulgor verde que emanaban las delicadas y tersas manos de la máxima autoridad del Escuadrón número Cuatro llamaban toda la atención del pequeño nieto del Soutaichou.

Fascinación era todo lo que podía describir en este momento lo que el niño sentía. Podía ver como lentamente, las heridas que se había hecho cuando se cayó, estaban cerrando y cicatrizando de manera efectiva. Perdiéndose en la habilidad que Retsu dominaba.

La mujer, por su parte, veía con diversión y asombro como su amor platónico, aunque nunca lo diga en voz alta, analizaba minuciosamente cada movimiento de sus manos sobre sus rodillas. Se dio cuenta que, al parecer el arte de Kidō Curativo le había atraído.

-Ocurre algo Harry-kun? - preguntó la pelinegra, dándole un beso en el lugar que había curado, para luego retirar sus manos de las rodillas del niño y llevándolas hacia su pelo, sintiendo la sedosidad que poseían.

-No! – chilló inmediatamente Harry, al ver que había sido sorprendido en pleno acto de estupefacción, por el brillo verdoso que las manos de la capitana brindaban.

-Entonces qué sucede? Por qué estás tan calladito? – Retsu preguntó, deteniendo sus caricias a la cabeza del niño, cosa que él respondió con un ligero fruncimiento del ceño.

-Yo…- comenzó el mago, solo para agachar la cabeza y tomar las suaves manos de la mujer entre las suyas, sin darse cuenta que eso hizo ruborizar a la fémina.

-Harry-kun? Te sientes mal? Quieres que llame al Soutaichou? – más preocupada, empezó a cuestionar la capitana.

El chico meneó la cabeza de forma negativa, atrayendo aún más la atención de su acompañante, solo para que ella se quede con la boca abierta ante las próximas palabras que saliesen de su boca.

-Puedes enseñarme a curar? – con la voz más aterciopeladamente posible, le pidió, mientras alzaba su cabeza, dejando ver sus ojos esmeraldas, los cuales estaba utilizando como ayuda luego de ver a Yoru-chan hacérselo a él para tener más leche.

Cosa que funcionó a la perfección. Ese día tomo leche hasta hartarse, y luego lo pagó con un dolor de estómago que la dejó tirada en la cama de Harry por todo un día. Alma Rey la había castigado por su codicia, así ahora tan solo utilizaba sus ojos para que Harry le rascase la espalda.

Volviendo al presente, la capitana de la Cuarta División, se encontraba completamente anonadada por lo que escuchó. Algo dentro de ella se llenó de orgullo, orgullo provocado por aquel pequeño de ojos verdes que conoció tiempo atrás.

-Qué dijiste? – replicó una vez más de mujer, totalmente sorprendida, pero fue malinterpretada por el joven, que al escuchar su pregunta pensó que había dicho algo mal y se estaba preparando para recibir su castigo.

-Na-na-nada, Unohana-san- dijo él, soltando su agarré sobre las manos delicadas de su acompañante y retirándose lentamente hacia atrás.

Dicha acción llamó inmediatamente la atención a la capitana, quien, al tener rápido pensamiento se dio cuenta que su pregunta no había sido tomada como ella lo pensaba. Haciendo que rápidamente estire sus brazos y envuelva al peli cuervo contra su pecho una vez más en el día. No lo admitiría en voz alta, pero le agradaba la sensación que le daba la respiración del muchacho contra su cuerpo, ocasionando que se imagine escenarios donde ella y una versión adulta de Harry hacían cosas mayores de…dieciocho? O era veintiuno? No, no…era dieciséis…Agh! Ahora no viene al caso saber eso, cualquier cosa, se lo preguntaría luego a la teniente Matsumoto.

-Perdón…- murmuró por lo bajo el niño.

-Ara? Y por qué pides disculpas? – interrogó nuevamente la pelinegra.

-Por preguntar algo que no debía. Lo siento, no me pegues! – haciéndose para atrás y cubriendo su cara con sus bracitos, cosa que hizo con tanta naturalidad que a Retsu le enfadó a más no poder.

Una parte oculta de ella quería salir a flote e ir a buscar las almas perdidas de esos bastardos. Aquella antigua personalidad que tenía antes de hacerse cargo del Cuarto Escuadrón.

Su lado Kenpachi quería salir a Hueco Mundo, hallar las almas de los malditos que hicieron daño al pequeño de ojos esmeraldas, y desgarrarlos miembro por miembro mientras saborea la sensación de la sangre sobre su cara.

Se aproximó muy despacio a Harry, tratando de no asustarlo más de lo que ya estaba, y estiró sus brazos hasta sus manitos, tomándolos y retirándolos de su cara. A lo que el niño reaccionó por tratar de hacerse un ovillo, causando que al final, Retsu se levante de su lugar y se posicione a espaldas del ojiverde, alzándolo rápidamente y sentándolo sobre su regazo, pasando sus manos sobre su estómago, apretando su espaldita contra su generoso pecho.

-Así que te gustaría aprender a curar gente? Mmh…puede que te enseñe, pero para eso deberás ser mi aprendiz, lo que significa que pasarás mucho tiempo conmigo…quizás hasta toda tu vida. Te gustaría estar conmigo hasta ser viejos como el Soutaichou? – lúdicamente le preguntó, sin saber que una mujer ya le había hecho esa misma propuesto dos semanas atrás.

Lo que produjo como consecuencia que, en los interiores del Tercer Escuadrón, Gin estornudara ruidosamente mientras trabajaba en su papeleo, ocasionando que todos ellos vuelen por el aire provocándole un mini infarto.

-No lo sé…- comenzó a decir Harry.

-Ara? Y eso por qué? – inclinando hacia un costado su cabeza, le preguntó.

-Porque le prometí a Gin-chan que estaríamos juntos hasta ser viejitos y arrugaditos…Pero ahora tú quieres lo mismo, y yo quiero prometértelo…pero Gin-chan se enojará conmigo y ya no querrá estar conmigo- totalmente abatido comentó el niño, sin saber cuántas implicaciones tenían sus palabras.

Desde el momento en que se durmió luego de la reunión introductoria que tuvieron hace un tiempo, todas las capitanas y tenientes habían quedado de reunirse todas las semanas en la Asociación de Mujeres Shinigamis (o mejor llamado AMS), para discutir sobre Harry y todo lo que estaban aprendiendo de él. Tanto pasaban hablando que, un momento dado, llegaron a la conclusión que todas estarían de acuerdo en compartir a Harry una vez que crezca, para que todas pudiesen estar satisfechas.

Obviamente, nadie dejó en claro que podían competir entre ellas para hacerse de la favorita del pequeño de ojos esmeraldas.

-Oh…pero eso no es nada de lo que tengas que preocuparte. A fin de cuentas, todas habíamos quedado de acuerdo de estar contigo hasta ser viejitos y arrugaditos, tal como tú dices. O acaso eso es un problema para ti? – le cuestionó, girándolo sobre su regazo, cosa que sus piernitas queden a cada lado de su cadera, mientras llevaba sus manos a su cara tu picaba sus mejillas, haciendo que se retuerza.

-N-n-no! Basta, Retsu-chan! Me haces cosquillas! – replicó el niño, moviéndose de un lado al otro, con tal de escapar de las burlas de la capitana.

-Umh…creo que lo pensaré, Harry-kun. Te soltaré si solo aceptas ser mi aprendiz…y si me das un beso- indicó la pelinegra, llevándose su dedo índice a su mejilla izquierda, esperando el accionar de su platónico amor.

Él la miro fijamente, tratando de idear un plan para vengarse de ella más tarde por hacerle cosquillas en sus cachetes, pero al no ocurrírsele nada interesante por el momento, se fue a lo seguro. Estiró sus manitos hasta la cara de la dama, y de manera imprevista la tomó por sus mejillas y empezó a tirar de ellas, ocasionando que Retsu aullé de sorpresa mientras intentaba liberarse de la propia trampa que ella había hecho al principio. Solo para que caiga de espaldas con el pequeño encima de ella, donde aprovechó y le dejó un beso rápido en su cara, permitiéndose así escapar del lugar mientras se reía.

La jefa médica y capitana de la División Número Cuatro de la Soul Society se quedó tirada en el suelo de madera que comprendía el edificio, sintiendo el fresco aire que entraba por una de las ventanas y oyendo el lejano carcajeo del niño que la había puesto en tal situación. Había oído que tenía un genio muy grande, y que no debían de burlarse de él, o la pasarían mal. Un claro ejemplo fue cuando se enteraron lo sucedido con el teniente Ōmaeda. Y ahora, por no oírlo, estaba en el suelo, con su cara roja debido a que el niño se vengó de lo que ella le había hecho minutos atrás, y su pecho agitándose por el beso que le había dado luego de su travesura. Ella tan solo cerró los ojos y dejó que su imaginación vague lejos, en un futuro donde ella era completamente aceptada por él, tanto su lado de médica como el de primera Kenpachi.

Por otra parte, Harry, el pequeño de pelo cuervo y ojos esmeraldas, nieto del Soutaichou, estaba corriendo a toda velocidad hasta su habitación, en donde reside con su abuelo, para buscar la mochila con la cual llegó a este mundo. Últimamente había pasado el tiempo libre leyendo los libros que Petunia le había arrojado antes de marcharse, en donde, gracias al nuevo conocimiento que es un mago, estaba practicando toscamente la manipulación y el control. Los cuales había mejorado a pasos agigantados con las enseñanzas que le daba su abuelo.

Con sus 6' 1'' de estatura, Isane no sólo era una de las mujeres más esbeltas, sino que es una de las que más se destaca. Algo que parece tenerla algo acomplejada, pues siempre era objeto de burla sutil cuando estaba en una reunión de la AMS. Suele tener en su rostro una expresión preocupada o melancólica, y unos grandes ojos tristes, de color grisáceo. Llevaba el pelo corto, de un color plateado ligeramente malva, aunque del lado derecho de la cabeza le caen sobre el pecho dos pequeñas trenzas adornadas y sujetas con cuentas redondeadas.

Así era la mujer que cargaba con una pila bastante grande de papeles, los cuales llevaba a la oficina de su superiora inmediata, es decir, la capitana Unohana.

Sin mirar por donde iba, se llevó la consecuencia de tropezar con un distraído Harry, el cual cargada una mochila de igual tamaño que él, en donde llevaba sus libros y a una gatita durmiente, la cual se había colado en cuanto supo que volvía a irse. Y ella definitivamente quería ir con él, debido a que tendría su dosis diaria de caricias.

Volviendo al punto de la historia…ambos cayeron al suelo, ya sea que Isane tropezó con Harry haciendo que todos los papeles volaran por el aire, o que Harry al ser chocado por Isane cayó de espaldas con la cara en las piernas de la alta mujer, siendo asfixiado. Gracias al rápido pensamiento de la mujer, se levantó apenas sintió algo cálido filtrándose por sus ropas, lo que resultó ser la respiración del ojiverde, el cual peleaba por tener una bocanada de aire fresco.

-Lo siento mucho, no veía por donde iba. En serio, lo siento! – empezó a disculparse la alta dama, mientras ayudaba a levantarse a Harry, el cual todavía estaba confundido debido al choque.

-Qué? Estaba caminando para ver a Retsu-chan y de repente todo se puso negro y no pedía respirar…qué paso? – atontado el peli cuervo preguntó, a la vez que empezaba a recoger los papeles que habían a su costado, pues supuso que pertenecían a la mujer bonita que estaba pidiendo perdón.

-Retsu-chan? Espera…te refieres a Unohana-taichou?! – completamente alarmada preguntó al niño, tomándolo de sus hombros y moviéndolo de lado a lado de una manera muy chistosa, provocando que quede totalmente despeinado y con los lentes torcidos.

-Yo…creo…que…me…siento…mal…Retsu…chan…ayuda…- con la voz entrecortada por los zamarreos rogó el mago, para luego desmayarse por todo lo sucedido, pero ni aun así evitando que Isane siga sacudiéndolo.

Sin que nadie se hubiese dado cuenta, momentos antes del choque, Yoruichi se había despertado debido al movimiento de la mochila, lo cual aprovechó para asomar su cabeza negra por una abertura y observar su antiguo hogar. Justo en el momento que avistó a la alta teniente de la Cuarta División, quiso avisarle a su pequeño agolpamiento, pero se dio cuenta que ella nunca le había hablado por una persona, sino como un gato, por lo cual tuvo que desechar ese plan. Al ver que la colisión era inevitable, se escapó velozmente de la mochila y corrió en dirección a donde su amiga Retsu se encontraba. Ya no le importaba si tenía que explicar demasiadas cosas, ya lo había hecho frente a Yamamoto luego de que Harry se fuese a ver a Ichimaru, por lo que ya no le molestaba. Solo necesitaba avisarle a Retsu de lo que estaba a punto de pasar.

Pasos presurosos se oían en los corredores del establecimiento, una mujer con una trenza sobre su pecho y una gatita negra sobre su hombro estaban yendo en dirección a donde había sucedido el incidente. Solo para encontrarse con el pequeño mago siendo zamarreado de lado a lado por una completamente nerviosa y asustada teniente, la cual no se había dado cuenta que el niño había perdido la conciencia.

-Isane-chan, puedo saber qué estás haciéndole a Harry-kun? – con una dulce pero escalofriante sonrisa le preguntó Retsu a su subordinada.

-Eh! Qué? Harry-kun? Ese no es el nombre del nieto del Soutaichou? Espere un momento…ahora que lo recuerdo, creo reconocer su car…- comenzó a decir la teniente, solo para percatarse de lo que había hecho y las consecuencias que podrían llegar a traerle, por lo que hizo lo que cualquier persona en su lugar haría.

Desmayarse.

Lo hizo de tal manera, que cayó de espaldas con Harry sobre su pecho, el cual también se hallaba inconsciente. La escena era tan hilarante que Yoruichi no pudo evitar reírse a carcajadas en su forma de gato, mientras que Retsu Unohana estaba tratando de controlar un pequeño resquicio de celos que se formaban dentro de ella.

-Aún me parece gracioso que Harry-bo siempre termine en situaciones como esa, y casi siempre lo hace dormido- entre risotadas comentaba la ex capitana del Segundo Escuadrón.

-A qué te refieres con eso Yoruichi-san? – con un ligero temblor en su ceja derecha y una cara inocente, preguntó, haciendo aparecer una vez más la máscara de demonio a sus espaldas.

-Bueno, supe que mi pequeña abejita solía sostenerlo contra su pecho luego de entrenar o jugar todo el día, mientras que Ichimaru-san lo tomaba en sus brazos cuando estaba dormido y compartían el calor. Sin contar obviamente lo que me dijo el viejo Yamamoto, que al parecer la querida Kyoraku-chan intentó asfixiarlo con sus pechos- explicó la gata mientras se recuperaba e iba a donde se hallaba el ojiverde.

-Oh! Eso es algo que ellas no compartieron en las reuniones de la AMS…creo que deberé citarlas más tarde para tener una pequeña charla- susurró la pelinegra, mientras que, a su vez, dos capitanas de los Escuadrones Dos y Tres sufrían unos terribles escalofríos, como si fuese una señal para que corran por sus almas.

La gata solo atinó a suspirar, aceptando el hecho que la mujer delante de ella era muy posesiva y celosa con respecto a Harry, lo que se hizo preguntar si debió de haberse quedado un tiempo más despierta el día que lo conoció. Pero viendo que esa acción, llevaba como consecuencia llevarlo a la tienda de Kisuke-chan, ella hizo mejor viniendo con él directamente a la Soul Society, aunque fuese una fugitiva buscada. Lo que tuvo que agradecer luego a Harry por conocerlo y salvarle, o habría muerto al primer momento de ver la cara del viejo Soutaichou.

Aprovechando que Retsu estaba farfullando sobre recetar mal los medicamentos para dos ciertas capitanas, ella fue hasta donde estaba Harry y mordiendo del cuello de su shihakusho, empezó a quitarlo de encima de la teniente de gran estatura.

Posicionándose sobre su pecho, empezó a lengüetear su nariz, provocando que el niño se retuerza bajo el tratamiento de la gata. Claro, ella hacía todo esto sin percatarse de la creciente furia que estaba acumulando la capitana de dicho escuadrón que estaban habitando. Era como un volcán a punto de estallar. Lo único que la calmaba era el simple hecho de que ella podría hacer lo mismo con el ojiverde, pues se convertiría en su aprendiz.

Se acercó a paso presuroso la capitana, tratando de esfumar sus pensamientos mientras veía como su futuro pupilo/ pareja/ esposo?, era baboseado por una fugitiva de la Soul Society que tenía como fetiche desnudarse delante de cualquier hombre o mujer con tal de burlarse de ellos.

De un veloz movimiento, tomo a Yoruichi por la piel de su cuello, provocando que maúlle en forma de queja, y tomando la cabeza del peli cuervo, depositándola en su regazo. La gata solo la miraba con odio en sus dorados ojos, pero comprendió lo que ella sentía. Se sentía amenazada, de ser relegada de los sentimientos puros del niño. Sentimientos todas las mujeres importantes de la Sociedad de Almas querían compartir.

Fue solo por ello, que la fugitiva se movió a donde se hallaba la teniente de Unohana, y procedió a golpear su cara con las almohadillas de su pata para que se despierte.

-Uh?...Qué sucede? Un gato? – balbuceó la teniente al despertarse ante tal vista.

-Meow- respondió perezosamente el animal, mientras movía su cabeza en dirección a donde se hallaba la pareja.

-Oh! Ya lo recuerdo…- dijo ella, solo para volver a desmayarse, haciendo suspirar de disgusto a la fugitiva.

-Entonces Harry, entiendes el procedimiento de Kidō Curativo? Estás listo para ayudarme en la enfermería, pues parece que mi colega de la División Once ha mandado a algunos heridos- pregunta diligentemente la capitana a su nuevo aprendiz, el cual prestaba atención cada palabra.

-Sip! Ya estoy listo para estar a tu lado! – inocentemente comentó Harry, sin darse cuenta del doble sentido de sus palabras.

Retsu sonrió pacíficamente, tomando la mano del niño y guiándolo hasta la bahía médica, donde los esperaban los supuestos heridos provenientes de la división de la actual Kenpachi. Los minutos pasaban, y Harry trataba de disimular su nerviosismo tras moverse de un lado al otro por toda la habitación, lo que hacía que su amiga se ría por lo bajo.

Harry solo volteó a verla e hizo un puchero que tan solo ganó una serie de cosquillas y burlas por parte de la pelinegra. Las cuales duraron hasta que el primer batallón de heridos entró por la puerta.

Filas y filas de sujetos con cortes, abrasiones, moretones, raspaduras, e incluso huesos dislocados o rotos. En un principio Retsu pensó que el ojiverde se horrorizaría ante tal espectáculo, pero para su sorpresa, el niño mantuvo toda la calma, casi como si no le afectase en lo más mínimo. Estaba empezando a preocuparse porque el pequeño tuviese algún tipo de gozo por ver el estado actual de esa gente, pero lo descartó inmediatamente al ver los ojos que poseía.

Aquellos hermosos ojos que tanto apreciaba, ocultaban algo más que ese verde atrayente e hipnótico. Eran por momentos, los ojos de un anciano. Casi como los de su abuelo. Era casi imposible de creer que un pequeño de cuatro, casi cinco años, tuviese una mirada tan madura. Ser obligado a crecer tan joven debería ser un castigo para cualquiera que lo imponga en un niño.

-Eh…no es por ser un desagradecido Unohana-taichou, pero podemos saber por qué él está aquí? – preguntó con total curiosidad uno de los heridos, el cual tenía prácticamente su brazo dislocado y podría utilizarlo de ventilador.

-Ara, ara…parece que después de todo las palabras no corren tan rápido como pensaba. Harry-kun está aquí para ayudarme a curarlos, después de todo está instruido en las artes de Kidō Curativo. Así que, por favor, les pido que no hagan tanto ruido y vayan recostándose en sus camillas mientras nosotros procedemos a curarlos- con toda la paz posible les dijo, claro, todo eso sin dejar de lado la máscara de demonio que había a su espalda.

-Es-es-es-está bien taichou- respondieron todos los pacientes unísonamente, haciendo que Harry incline la cabeza hacia un costado, confundido por la reacción que tenían.

Para sorpresa de todos, Harry resultó ser un muy buen aprendiz, cosa que los hacia felices a todos. Ya sea Unohana, porque no lo separarían nunca de su lado, aunque pasen los años, por el trato de maestro/aprendiz. Y para los pacientes que no tenían que sufrir ante la presencia de la máscara de demonio, ya que el niño los distraía inconscientemente con preguntas sobre la Onceaba División y los métodos de cómo manejar una espada.

Al pasar las horas, la gente iba saliendo muy contenta de la Cuarta División, algo que dejaba atónito a cualquiera que se les cruzase por delante, ya que lo usual era que estuviesen eufóricos y moviendo sus espadas de un lado al otro mientras buscaban con quien pelearse.

Las palabras llegaron inmediatamente a Yamamoto, el cual tuvo que ser asistido rápidamente por su teniente, pues casi le da un infarto ante lo que oyó. Pero luego de recapacitar y descubrir que todo lo sucedido era debido a su nieto, se relajó. Al menos hasta que escuchó que ahora Unohana había declarado que el pequeño Harry era su aprendiz en el arte del Kidō Curativo por el resto de su vida, cosa que él celebró dentro de su cabeza con fanfarrias pues al menos una mujer ya estaba completamente asegurada. Si su esposa estuviese viva, se debatiría entre golpearlo y festejar a su lado, en reclamo de que tendrán bisnietos.

De regreso a los cuartos ya vacíos del Escuadrón Número Cuatro, se podía ver como Isane se retiraba semidormida a su habitación, mientras que Harry descansaba su cabeza en el regazo de la capitana a la vez que continuaba leyendo los libros que había traído en su mochila, el cual curiosamente se trataban de hechizos curativos, los cuales pensaba mostrarle a su amiga para que esté orgullosa de él.

-Oye, Retsu-chan, mira esto- dijo el pequeño, moviendo su cabeza solo para descubrir que la dama se había quedado dormida, recostada sobre el suelo de madera sin que él se dé cuenta.

Al ver lo sucedido, Harry no pudo evitar erguirse de su lugar y ver como dormía plácidamente la mujer de pelo trenzado. Con sus ropas monocromáticas, su piel pálida, sus pestañas arqueadas, su respiración acompasada y la sedosidad de su pelo azabache, el niño no pudo evitar sonrojarse por ver a una mujer tan bonita y que tuviesen una amistad.

Pero hubo algo que realmente captó su interés. La llamativa trenza que llevaba sobre su pecho. Por lo general, Harry sabía que las mujeres utilizan un peinado así, pero siempre era hacia un costado o en sus espaldas. Pero la mujer que se hallaba delante de él la usaba distinto. Cuando ella movió su cabeza a un costado, mientras balbuceaba entre dientes, el ojiverde pudo ver que debajo de la trenza había una marca. De esas similares que él llevaba luego de que Vernon lo castigase.

Algo dentro del niño hizo que todas las cosas que había en la habitación empezasen a flotar y temblar en el aire. Harry trataba de controlarse tal como su abuelo le había enseñado, pero le resultaba demasiado difícil al saber que su amiga estaba herida. Sin prestar atención, se acercó a ella y viendo que su trenza se estaba empezando a desarmar, él simplemente la deshizo. Dejando que el cabello fluya libremente hacia los costados, aumentando exponencialmente la hermosura innata de Retsu Unohana. Sin darse cuenta de cómo la gente podría tomar la siguiente acción si los viesen, llevó su manito derecha hacia la cicatriz y la rozó con un dedo suavemente.

Quería gritar, todas esas veces que sufría a manos de Vernon le habían enseñado que él nunca sería igual. Pero lo más importante, que nunca dejaría que alguien paso por lo mismo. Pero ahora se hallaba delante de ella, de su Retsu-chan, tocando aquella marca que oculta tras su pelo.

En un intento desesperado de querer borrarla y hacer feliz a su amiga, empezó a aplicar Kidō Curativo sobre ella, pero por más que lo intentaba, no cerraba. Ocasionando que lágrimas empezasen a caer de sus ojos verdes, llorando por no poder hacer nada aún, por ser un niño que aún no puede ayudar a su amiga. Retiró su mano de la cicatriz y se la llevó a su propio pecho, donde descansaba el collar con las fotos de sus padres. Lo cual le dio una idea, una que había estado leyendo bajo la supervisión de su abuelo, mientras practicaba con los libros de magia.

-Geminio- susurró con tal de no despertar a la pelinegra, viendo como en su mano se formaba un nuevo collar.

Quería saltar de felicidad por toda la habitación, quería despertar a Retsu para mostrarle lo que había logrado. Pero nada de eso fue lo que hizo, él tan solo se volvió a acercar hasta la mujer y procedió a poner el collar alrededor de su cuello mientras trataba de no moverla mucho. Hasta que lo logró. Lo había hecho, había puesto el collar de tal manera que tapase la cicatriz que tanto arruinaba la belleza de la capitana.

Feliz de su trabajo, bostezó tan tiernamente que por poco se convertiría en un Dementor. Percatándose de su cansancio, Harry tan solo llegó a recostarse al lado de Unohana, con su cara muy cerca, durmiéndose en el acto y perdiéndose así el abrir de los ojos de la mujer, revelando que todo ese tiempo había estado despierta.

Retsu Unohana, capitana de la Cuarta División, no sabía que pensar específicamente. Primero se había dormido en el suelo de su habitación mientras Harry leía tranquilamente con su cabecita apoyada en su regazo. Solo para despertarse cuando dejó de sentir su peso, haciendo que cierre inmediatamente sus ojos y simular su estado de sueño para no alertar al niño.

Pero lo que sucedió después, casi hace que abra los ojos de par en par. Harry había desatado su trenza y estaba observando la cicatriz que obtuvo a manos de Zaraki, para que inmediatamente sienta como toda la habitación se movía de un lado al otro, casi como un terremoto. Hasta que cayó en cuenta, que era esto a lo que se refería Yamamoto-soutaichou cuando le explicó en privado a todas las capitanas que, si Harry sufría alguna emoción fuerte, algo por el estilo podría pasar.

Quería despertarse y abrazar al peli cuervo cuando sintió el Kidō Curativo sobre su pecho. Quería amarlo por su inocencia, por su alma de infante puro. Definitivamente iba a esperar diez años para estar, de manera segura, al lado de él.

Cuando se percató que el niño se había retirado nuevamente, se preocupó pensando que se había disgustado, pero al momento que un toque frío metálico rozó su pecho, se puso alerta. Esperando al momento en que él se durmiese, cosa que no demoró mucho, pues sentía su respiración contra su oído derecho, provocándole una sonrisa.

Luego de esperar pacientemente diez minutos, Retsu se levantó lentamente en su lugar, hasta quedar sentada, llevándose una mano al pecho y examinando lo que el niño le había dado. Descubriendo así una copia del collar que él llevaba. Le había dado algo para cubrir aquella marca que recibió hace tanto tiempo, con tal de seguir teniendo su pelo suelto. Quizás él no lo haya expresado con palabras, pero era bastante simple la conclusión de la situación. Después de haber sentido en cambio de emociones de su platónico amor, se sentía completamente halagado por el regalo, y ella pensaba honrarlo por ello.

Quitándose el haori blanco con el número cuatro, lo estiró completamente y lo utilizó para cubrir el cuerpecito de Harry junto al suyo, evitando así que escape el calor corporal que compartían en el suelo de la habitación con la ventana abierta en la noche de verano, próxima al otoño. Poniendo su cara en el pequeño pecho de su compañero, ella cerró los ojos buscando la calidez que el cuerpo de Harry emanaba, adormeciéndola instantáneamente con un solo pensamiento en su cabeza. Tendría que empezar a buscar otro peinado a partir de mañana.

Isane Kotetsu acababa de despertarse en su cuarto, totalmente sudada y temblando por los escalofríos. Sus dientes castañeaban y sus ojos se llenaban de lágrimas.

Una vez más había tenido esas malditas pesadillas que no la dejaban descansar.

El Kamaboko. El famoso pastel de pescado que no la dejaba dormir, debido a las pesadillas constantes.

-Gracias a dios que fue solo un sueño- comentó la chica, agitada por la conmoción.

-Qué debo hacer? –

-Estoy muy asustada, así que no puedo volver a dormirme-

-Debería ir a ver a la Capitana? –

-Es demasiado tarde, ella podría enojarse conmigo si la despierto-

Todo eso comentaba la teniente entre dientes, dando vueltas en círculos en su cuarto, cosa que si duraba dos minutos más iba a crear un hoyo.

Saliendo en silencio de su habitación, se dirigió a donde se encontraban Retsu y Harry durmiendo. Asomándose por el borde del umbral, pudo ver claramente, bajo la luz de la luna, como su superiora descansaba su cabeza sobre el pecho del niño. Pero lo más le llamó la atención, fue que la pelinegra tuviese su pelo suelto, cosa que nunca en su vida había visto.

Estaba tan perdida en su descubrimiento que no se percató del cambio de respiración en la capitana, que se volteó ligeramente desde su lugar y la llamo.

-Isane-

-SI! – exclamó ruidosamente, aunque a pesar de ello, Harry no se despertó.

-Fue un día difícil, no lo crees? Por favor, ven aquí y relájate. Para mañana estarás mejor– tranquilamente ordenó su superiora.

-Está bien- fue lo único que respondió, solo para luego recostarse cuidadosamente al otro lado de Harry, mientras los tres compartían el calor bajo el haori de Unohana.
Omake

Una vez más, en las catacumbas ocultas que se depositan en las profundidades de la Tercera División, se podía ver como un grupo cada vez más numeroso de hombres esperaban pacientemente (algunos más que otros) la llegada de su contacto (el cual fue obligado) de la Cuarta División.

-Es que acaso no piensa llegar más ese inútil!? – exclamó furibundo Madarame Ikkaku.

-Aguarda unos minutos, a lo mejor tropezó con una roca y se desmayó- complementó Iba, tratando de ocultar su frustración.

Luego de unos interminables quince minutos, donde todos insultaban y planeaban distintas formas de torturar al contacto, este llegó.

-Dónde carajos estabas metido! Nos mantuviste en espera casi tres horas! – Iba gritó mientras zamarreaba al recién llegado.

-Habla, maldito seas! Viste algo que nos debas informar! – Sasakibe preguntó, a pesar de saber información a medias por parte del Soutaichou.

-Unohana-taichou e Isane-fukutaichou estaban durmiendo en brazos de Potter-san…- murmuró nervioso Hanatarō Yamada, ocasionando que toda la sala quede en silencio.

-Qué? – preguntó Hisagi, tratando de entender lo que escuchó.

-Dije que tanto la capitana como la teniente estaban durmiendo en los brazos de Potter-san- repitió una vez más el contacto, solo para empezar a retroceder cuando vio la turba enojada que se le acercaba.

-ESTABAN DESNUDOS!? –

-CÓMO ESTABAN POSICIONADOS!? –

-SONREÍAN!? –

-…-

-…-

-…-

-AGHHHH! YA CÁLLENSE! YAMADA, VISTE ALGO MÁS APARTE DE ESO!? – reclamó harto el calvo del Escuadrón Once.

-Bueno…- comenzó el cuestionado.

-BUENO QUÉ!? – gritaron todos.

-Unohana-taichou…bueno…ella estaba con su pelo completamente suelto- declaró Hanatarō, para así liberar un grito de miedo y salir corriendo cuando toda la gente en el lugar perdió el control y comenzaron a chillar.

-LO OISTE!? –

-DIJO QUE TENÍA EL PELO SUELTO! -

-EL NIÑO LOGRÓ LO QUE NADIE NUNCA PUDO! –

-ES UN DIOS! –

-OÍ QUE VA A HACER QUE UNOHANA-TAICHOU E ISANE-FUKUTAICHOU SE VISTAN DE ENFERMERAS PARA ÉL! –

-YO ESCUCHÉ QUE CADA VEZ QUE SE SIENTE MAL, ELLA LE DA UN TRATAMIENTO ESPECIAL! –

En medio de todo el griterío, Sasakibe se acercó al altar que últimamente había estado remodelando, y se arrodilló mostrando sus máximos respetos. Los demás al ver lo que hacía, decidieron imitarlos. Estuvieron casi una hora, orándole a la imagen del niño de ojos verdes, pidiendo porque algún día puedan llegar a ser como él.

-OH GRAN HARRY POTTER! BENDÍCENOS CON TU PODER PARA SER ALGÚN DÍA COMO TÚ! TODOS ADOREMOS AL GRAN HARRY POTTER! –

Omake 2

-Bienvenido al Control de Criaturas Mágicas Señor Malfoy, qué puedo hacer por usted hoy? – preguntó una empleada del ministerio.

-Verá, por algún motivo, el elfo de mi familia ha estado congestionado por alrededor de cuatro a cinco semanas. Lo traje para que pudiesen ver si era algo que nos afectaría como una gripe, o algo por el estilo- la voz sedosa y arrogante del líder Malfoy habló.

-Mmh…eso es algo nuevo y a la vez raro. Podría hacerme el favor de decir dónde está el elfo para comenzar a investigar? – cuestionó la mujer, solo para ver como el rubio platinado fruncía el ceño y con un dedo indicaba hacia su derecha.

-Tan solo siga los estornudos y lo hallará. Buena suerte señorita- y dicho eso, procedió a desaparecer lo más rápido posible del lugar.

-Estornudos?...-

-ACHÚS! ACHÚS! ACHÚS! Ohhh...Dobby ya no quiere estornudar más. Dobby se siente mal. ACHÚS! –

Bien, aquí acabó el quinto capítulo de esta historia. Espero que les haya sido de su agrado.

Por favor déjenme sus comentarios y críticas, ya que con ellas podré mejorar la historia.

Hasta la próxima!

Por si acaso ya regre ya que la proxima semana voy a subir varias cap de las historias solo esperen los okey

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