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|EPÍLOGO|

Hola .
♥ Les informo que este epílogo está narrado por mí como autora, no por mis personajes. Espero que lo disfruten ♥

Como escritora de romance cursi creo que puedo afirmar que el auge de las novelas juveniles gira en torno a los que las leen siendo adolescentes e imaginan ser los protagonistas y quienes ya no son adolescentes y/o ya tuvieron ese amor y fue tan decepcionante que buscan en las novelas una ilusión de que al menos en la ficción, los finales felices sí existen.

Siempre hay excepciones, por supuesto.

Aunque eso de "finales" suena muy drástico siendo que los dueños de la historia, los que la interpretan son adolescentes. En la ficción, afortunadamente, los amores jóvenes florecen hasta la adultez y por eso es bonito terminar justo en el momento en que el amor está en el aire, porque sabemos que ese amor durará mientras esté escrito e inmortalizado.

A menos que el autor haga una secuela y los mate a todos.

No sabemos qué será de Emily ahora que su punto final ha sido escrito, o eso creo, pero me parece bonito pensar que donde quedó, quedó feliz.

Esta historia se suponía que era un cliché empalagoso y lamento decepcionar a los que querían que quedara con el chico de la cara hermosa y cuerpo atlético de deportista, como era lo esperado; ni siquiera en los clichés puedo pasar por alto la belleza interior.

En una ocasión Ashley dijo que el peor error de la adolescencia llevaba por nombre el del primer amor y eso se debe a que, al menos en las novelas, las personas se dejan llevar tanto por una buena apariencia que al final se estrellan con la realidad del contraste entre el exterior y el interior, pero aún así eligen el exterior.

Fran ha estado desde que la novela comenzó pero nunca hubo una descripción de él —excepto su ausencia de barba— o su nombre y aún así logramos que algunas lectoras empatizaran y se enamorasen de él por sus simples palabras en papeles de colores.

A veces el amor es así, está siempre allí pero necesitamos conocerlo a ojos cerrados para poder recibirlo con los brazos tan abiertos como podamos, a veces el amor está del otro lado de una nota o de una pantalla, aguardando el momento que la vida considere justo para que se dé, para que fluya.

Y no hablo completamente del amor en otra persona; Emily se amó en los últimos capítulos al decidir enfrentar a Brenda, se amó al aceptar y decir que estar con Brad no era positivo en ese momento, se amó al abrazar a Fran y agradecerle sus atenciones pero más que nada, se amó al buscar lo que la hiciera feliz sin buscar aprobación de nadie más que de sí misma.

En estos meses luego de su punto final, el X—box la ha hecho feliz; las clases de matemáticas la han hecho feliz porque ha encontrado una buena relación con el maestro Harry; los recesos la hacen feliz porque comparte con sus amigos; estar con Fran luego de clases en el Club de Sam la ha hecho sumamente feliz y se ha ido más que dispuesta a trabajar en las tardes.

A Fran por otro, o por el mismo lado, Emily lo ha hecho feliz. Verla pelear con los comandos del control del X—box, compartirle la mitad de su merienda, hacer equipo con ella en las clases en las que es posible, verla sonreír con charlas sobre nada importante y acercarse cada día un poquito más, lo han mantenido contento.

Para Fran, una persona con problemas para socializar, un acto que puede lucir tan simple como hacerle un cumplido a Emily de frente, es un paso gigante a la luna y los ha ido conquistando de a poco. Ya se permitió decirle que la ve hermosa, recalcarle de vez en cuando que aún le gusta e invitarla sin vergüenza alguna a su casa a pasar la tarde.

¿Lo ven? Son pequeños pasos, pequeños actos pero que viniendo de la persona correcta resultan grandísimos. Puede que Fran no haga cosas realmente valientes a ojos de otros como ser el alma de una fiesta o liderar un grupo de amigos, pero sí hace cosas pequeñas con significados infinitos como mirar a los ojos a Ems al hablar y explayarse sobre las cosas que le gustan sin temor a que ella lo considere rarito.

Brenda aún no sabe perseguir su felicidad, ella solo es la sombra de su infelicidad y por ahora no tendrá mucho avance al respecto. Una chica de su edad que nunca ha recibido el cariño normal de un hogar, tiende a buscar ese amor en cualquier persona y haberlo canalizado completamente en Ethan, Brad y Ashley y luego haberlos perdido, la ha desequilibrado un poco y hasta que no acepte que la felicidad de los demás no le quita nada a la suya, no podrá cambiar en absoluto... pero bueno, aún le queda año y medio de preparatoria y quizás una historia por contar.

Ethan ya ha visto la luz que Brenda aún no vislumbra, la luz que le dijo que debía cambiar así que con pasitos de tortuga intenta ser mejor persona cada día, intenta ser menos prejuicioso, no ignorar a los que siempre hacía, mostrar amabilidad sin esperar nada a cambio y definitivamente, ha dejado de lado su preferencia por hacer maldades, aunque lo mejor, he de añadir, es que cortó ese tallo espinoso que tenía su corazón unido al de Brenda. Al fin se ha dado cuenta de que ella es dañina y ha preferido florecer con sus amigos que seguirse espinando con un amor vacío. Cada día trata con éxito pero de a poquito, recuperar a su hermanastro y mejor amigo, y en el camino, está empezando a ganarse un lugarcito en el corazón de todos, Ems incluída.

Ashley y Brad siguen siendo tan unidos como han sido siempre, o incluso más que antes, aún son incondicionales a Emily y el uno con el otro, contándose confidencias, problemas y compartiendo los triunfos. Ellos dos son el ideal de amor que se debe perseguir siempre en la vida, ese amor que lejos de ser romántico, es más puro y duradero que todos los existentes.

Y Fresita... mi amada Fresita.

Ella, al ver a Emily feliz, ha decidido buscar su propia felicidad y aunque está casi segura de que la plenitud a largo plazo aún está lejos de hallarla porque es muy joven todavía, sabe que la alegría actual está en unos brazos que la esperan y en cuyos labios sigue pensando al charlar con su dueña cada noche, así que ha decidido irse de nuevo a casa a intentarlo, a lanzarse al vacío y dejar de huir porque el amor no se trata de sonreírle siempre o esperar que nos sonría permanentemente, sino de baches que siempre se encuentran y nuestra manera de afrontarlos... No sabe con certeza qué futuro puede tener con Melissa, si es que algo se da entre ellas, pero ha decidido que nada pierde intentando y que sí puede ganar mucho.

Hoy se está yendo.

El padre de Emily la llevará hasta la estación de buses pero como sería un problema de espacio ir todos a llevarla, Emily se quedará con Fran y las gemelas en casa. Fresita y Emily están en la cocina mientras Fran baja las últimas dos maletas medianas para acomodarlas junto a la puerta.

Ems siente un nudo en la garganta que le oprime la voz así que en lugar de dar un largo de discurso de cariño, abraza a Fresita con fuerza, con ese vigor que se plasma en unos brazos que no quieren dejar ir aunque saben que es necesario e inevitable.

—Prométeme que me contarás cada detalle de tu historia de amor —murmura Emily sin separarse.

Cristina, de cara a la sala, mira a Franco que charla con el padre de Emily sobre la cantidad de equipaje exagerado para una chica como ella; sonríe de lado y aunque su prima no la ve, con picardía.

—Solo si tú prometes contarme los de la tuya.

—Hasta el último detalle —promete risueña—. Te extrañaré muchísimo.

—Y yo a ti. Hablaremos cada día y te mandaré fotos, o haremos videollamadas...

—Todo, Cris. Todo. —Emily la suelta y se limpia entre risas dos lágrimas que se le han resbalado. Fresita hace lo mismo—. Cuídate mucho.

—Cuídate tú también.

—Dios, solo estuviste cinco meses acá, ¿por qué siento que llevas toda una vida y que ahora me abandonas? —Bromea.

—Porque eres dramática.

—Concuerdo.

—¡Llegó el taxi! —grita el papá de Ems. —Ambas se toman de las manos y caminan hasta la puerta—. Ninguna se está muriendo, no sean exageradas.

Ambas blanquean los ojos y el señor les sonríe, dejando claro que no las considera exageradas, que solo las quiere hacer reír. Valery y Nataly, que están en su etapa de aprender a caminar, se acercan a Cris y se cuelgan de ella. Fresita suelta a Emily y se agacha para hacerles mimos a las dos, intentando no soltar más lágrimas.

La hermana mayor toma a cada una de las manos para caminar hacia el taxi; Fran lleva las maletas y con el padre de Ems las acomodan en el maletero. Las bebés se sientan en el césped ya que el día es soleado y se hacen ajenas a la despedida.

Cristina abraza a Fran rápidamente y él le devuelve el gesto junto a una sonrisa y un tímido "que te vaya bien". Emily ya está cansada de despedirse así que se limitan a un último abrazo rápido y la observa partir —luego de la afirmación del señor de que no tardará en volver— hasta que el taxi se pierde por la siguiente esquina.

Fran se acerca a Emily al ver que se ha quedado allí mirando el punto por el que se esfumaron de su vista y sin moverse. Con total confianza le pasa la mano por la cintura y se apega a ella, que ni corta ni perezosa recuesta su mejilla en su hombro.

—¿Estás bien?

—La extrañaré... pero sí. Quiero que sea feliz.

—Lo será, ya verás. —Una brisa fuerte los envuelve y Fran se separa—. Entremos. Tus hermanas se pueden resfriar con estos vientos.

Emily asiente y mira casi con devoción a Fran mientras él, inclinado por su altura, toma a las dos nenas de las manos para ayudarlas a caminar adentro.

Luego de que las cosas se estabilizaran un poco, Emily le contó todo a su padre; le dijo que nunca fue amiga de la porrista más popular, que Ethan era en realidad Brad y que el verdadero Ethan la había plantado en su primera cita. También le contó de Fran y de las notas que le dejaba —sin ser específica sobre qué decían— y aunque su padre le recriminó ser tan imprudente de confiarse a quien en ese entonces era un extraño, terminó sintiéndose bien de que Emily fuera sincera. Ella pensó que lo iba a decepcionar pero él solo se limitó a decirle:

—La vida está llena de altibajos, cariño, solo debes hallar el punto de balance entre los errores y lo que aprendes de ellos.

Le aseguró que estaba muy orgulloso de su fortaleza y luego hablaron de su madre. Lloraron ambos sin tapujos esa tarde pero les sirvió para desahogarse pues a su manera, ambos tenían encerrado ese dolor para intentar mostrar valor ante el otro. Resultó que cuando compartieron la debilidad se hicieron más fuertes.

Emily al entrar a casa lo primero que hace es abrir la puerta del baño donde sus perros estaban encerrados mientras Cris se iba para evitar una alergia que le molestara el viaje. Los tres canes salen contentos y rodean a Nataly y a Valery en la alfombra de la sala.

Fran enciende el televisor como si la casa fuera suya y pone un canal de caricaturas para luego caminar unos pasos hacia la entrada de la cocina, desde donde Emily ha estado solo mirando.

—¿En qué piensas?

Emily tiene una paz tan enorme en la mente, que ni siquiera desea mentir o inventar algo por vergüenza de decir la verdad:

—Solo pienso en lo feliz que me siento de que estés acá.

Hace un par de párrafos dije que Fran ha tomado la confianza de hacerle halagos a Emily pero mentí... bueno, no mentí, omití parte de la verdad.

Y la verdad es que le hace halagos muy seguido, cada vez que puede pero asegurándose de que solo ella los oiga porque sino moriría de vergüenza. Le toma la mano con frecuencia, se abrazan a veces en la cafetería aunque lo hacen más escondidos en su lugar para almorzar en el callejón. Ha tomado la confianza de tocarle el cabello de vez en cuando y se ha sentido orgulloso cuando ha podido sonrojarla. Su cambio ha sido pequeño porque solo lo ha canalizado en Emily y a solas, pero para Emily ha sido un cambio enorme, gigantesco y el que sea solo con ella la hace sentir aún más especial.

Fran se ha ido integrando con su grupo de amigos, sí, pero con la misma timidez que con ella misma al comienzo de su amistad. En fin... a Emily le basta saber que con ella es otro chico, uno más amoroso, más detallista, más sensible, más hablador...

Ah, y su novio, desde hace una semana, casi tres meses después de aquel partido.

Vale, omití mucho de la verdad, ya no son amigos, son mucho más que eso y en este momento se están besando de la manera más tierna y pura, como Fran, él no es de besos arrebatados, él es de besos dulces pero acá entre nos, besa de maravilla... eso piensa Emily.

En resumen, sí hay un final feliz... y seguirá siéndolo cuando vuelvas a leer este epílogo o el resto de la novela. No se sabe si mañana seguirán siendo novios, pero por ahora, mientras escribo estas últimas palabras, lo son y son felices y enamorados y plenos.

No tuvieron su cliché descomunal —ja, publicidad engañosa—, pero sí obtuvieron el pedacito de cliché en el que quedaron felices y comieron perdices. 


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