Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

|CAPÍTULO 35|

Maratón final 3/3 Último capítulo ♥

Vuelvo al lado de las porristas con el corazón en un puño, aunque ya con el partido ganado, no hay baile que hacer. De las graderías empiezan la mayoría de asistentes a descender a encontrarse con sus hijos y con sus compañeros, entre esa multitud, vienen Ash y Fresita.

—Te vimos hablando con Brad. —Es el saludo de Ash—. ¿Se arreglaron?

—Sí... pero como amigos.

Fresita da un paso al frente y me abraza con fuerza aun sin saber cómo salieron las cosas, supongo que mis ojos rojos y voz ronca le dan una idea de cómo nos fue. No me siento completamente triste, solo tengo esa incomodidad en el pecho luego de sentir que se pierde parte importante del corazón.

—Está bien. Ya verás que con el tiempo todo vuelve a como era antes.

—Eso espero.

Fresita me suelta y mira a mi alrededor por un par de segundos.

—¿Y el fan?

Me encojo de hombros y también miro a las graderías, ahora casi vacías.

—Quizás se arrepintió. —No me es posible ocultar la desilusión en la voz—. Me dijo que yo sabría quién era al verlo, pero no lo vi, entonces... ni modo.

—Oh, bueno, Winston ha ganado y no vamos a amargarnos el día —declara Ash—. Vamos y te cambias y luego nos vamos a celebrar que ya no estás en el equipo de Cher.

—¿Cher?

—Así la llamaremos de ahora en adelante —afirma orgullosa.

—¿Pero por qué? A mi papá le gusta Cher, eso es casi una ofensa —bromeo.

—No por la cantante maravillosa, hermosa, preciosa, diosa de otro mundo —responde en el mismo tono—. Sino por Chernobyl, ya sabes, porque es bien tóxica la loca esa.

Niego con la cabeza en medio de una carcajada.

—Estuvo todo el partido inventando eso —apunta Cris riendo también.

Cada una me toma de uno de los brazos y pretendemos andar hasta adentro para luego ir a los vestidores. Caminamos un par de metros entre la procesión de jugadores y animadoras que llevan la misma meta; voy riendo con mis amigas y entonces, en un lugar alejado de la multitud, veo a 1Fan.

El corazón se me acelera y cuando cruzamos nuestras miradas, la suya luce aterrada y su rostro está pálido, parece querer echar a correr en cualquier momento. Me detengo abruptamente, obligando a los que vienen detrás a rodearnos y mis amigas me miran con extrañeza.

—¿Qué pasa?

—Es él —afirmo, sin dejar de mirarlo.

Como sutiles profesionales, ambas giran la cabeza con la brusquedad y flexibilidad de un búho y lo enfocan también.

—¿Qué? —dice Fresita.

—Debes estar equivocada —añade Ash.

Mi sonrisa no flaquea y niego con la cabeza a la vez que me suelto del agarre de ambas para caminar hacia allá.

—No estoy equivocada. Es él.

No es Samantha. Pero tenía razón al decir que sabría quién era; lleva una camiseta blanca, sencilla como las que casi siempre usa pero en lugar de tener la imagen o el logo de un superhéroe como es usual, tiene estampada una pregunta en letras negras sin florituras: «¿Sabías que el koala puede pasar toda su vida sin beber agua?».

Creo que es la mayor cantidad de tiempo que hemos pasado sin desviar la mirada uno del otro aunque no pienso en eso mientras me acerco, solo pienso en lo que 1Fan representa, en el apoyo, el cariño y la incondicionalidad; también pienso en lo ridícula que me sentí una sola vez que consideré que podía ser él y me recrimino por no haber puesto más empeño en esa corazonada.

Llego hasta Franco, y con una sonrisa sincera, lo abrazo. Como siempre, me devuelve el gesto con timidez, apenas rodeándome por la cintura, con un pie más atrás que el otro reculando el espacio que tendría para huir si fuese necesario.

—Eres tú —murmuro sobre su hombro.

El corazón del pobre va haciendo maratón y logro sentirlo en mi propio pecho.

—Lo siento —murmura con la voz entrecortada. Niego efusivamente con la cabeza aún sin soltarlo—. Lo siento por no habértelo dicho, es que yo...

—No pasa nada, te entiendo.

Para Fran fue difícil desde que nos cruzamos coincidencialmente en la oficina del director apenas saludarme; no sufro de ansiedad social pero viéndolo a él me imagino que es de las características más difíciles con las cuales lidiar en la vida. Él mismo me ha dicho el terror, la vergüenza y la impotencia que siente al tener que entablar conversación con alguien sin importar quién sea, así que no puedo sino entender que haya hecho todo esto desde el comienzo.

De cierto modo el que estemos ahora así es gracias a Brad y a todo lo que ha pasado; de no ser por él no habría casi huido del orfanato para trabajar con Fran, ni habría empezado a charlar por internet con 1Fan pues fue buscando información que comenzamos a intercambiar chats.

Me separo un poco para mirarlo a los ojos y pese a que está colorado y con los ojos llorosos, posiblemente por la presión y tensión contenida en su cuerpo, intenta sonreírme... sin mucho éxito.

—Nada tiene que cambiar entre nosotros —asegura en un susurro—. No quiero que estés incómoda ni dejar de ser tu amigo. Puedes... si quieres, olvida todo lo de mis notas, solo...

—¿Todo en las notas ha sido cierto?

—Cada palabra.

Me ha dicho cuánto le gusto desde el comienzo, me ha halagado y me ha puesto casi en un pedestal que no sé si merezco pero que sí sé que es sincero. Mi gusto por Fran sigue ahí, latiéndome en el pulso dentro de mis venas como chispas pero luego de todo lo ocurrido no voy a ser tan imprudente y tonta de arriesgarme a una ilusión que si bien es honesta, es también pequeña y recién nacida.

El tema de Brad y de Ethan me han hecho pensar que no es una buena idea lanzarse ante un gusto o flechazo que puede ser tan pasajero como el aterrizar de un ave en un tejado, es mejor tomarse todo con calma, paso a paso y dejar que las cosas sucedan; si han de fluir lo harán, y si no, pues no habremos perdido nada.

—Ayer cuando pensé que era Sam, te dije lo que pasaría si en realidad era ella. Y eso aplica contigo. Me has ayudado tanto que no puedo sino darte las gracias y asegurarte que no me alejaré de ti... mientras tú no lo quieras. —Muerdo mi labio y agacho la mirada—. Sin embargo, en este momento no creo que sea prudente empezar...

—¡No! ¡No planeaba eso! —Su rostro adquiere gamas desconocidas de rojo—. Digo... verme... que me vieras no era con la intención de presionarte o de... —Parece que va a hiperventilar—. Sé que no te gusto... yo no... no me molesta eso y si vuelves con Brad está bien, te lo juro... yo... no vine porque crea que tengo una oportunidad con... Dios mío... lo siento.

—Hey, respira. —Pongo mi mano en su hombro y aguardo hasta que normalice un poco su respiración—. No voy a volver con Brad, solo seremos amigos.

—De todas maneras, el resto es cierto... lo que dije... solo no quiero que pienses que...

—¿Sabes qué sé? —interrumpo. Él niega pese a que fue retórico—. Que acabo de descubrir quién es 1Fan, la persona que tanto me ha subido el ánimo con notas y con conversaciones. Y que tengo la suerte de que sea la misma persona que en otros contextos, ha estado también para mí. Aprecio mucho tu valentía en haber venido.

—¿En serio? Llevo una hora en duda, llegué acá desde antes del partido y apenas ahora pude salir. Estaba a dos minutos de dar media vuelta y no volver.

Sus palabras destensan sus hombros y me hacen reír.

—Me alegra que hayas podido.

Me volteo y le hago a mis amigas un gesto de despedida indicando que no iré con ellas; han estado mirando todo el rato y supongo que ya querrán saber todo el rollo de que sea Fran a quien estuve esperando, pero deberán esperar un poco...

Comienzo a caminar hacia la salida con Fran al lado.

—¿No te irás a quitar el uniforme?

—Hoy fue mi último día de porrista, así que no importará si se ensucia un poco más.

—¿Ya no serás porrista?

—No.

—Creí que amabas animar.

Suspiro mientras cruzamos la puerta que da al estacionamiento.

—Hay cosas que simplemente no fluyen con el tiempo. —Ladeo la cara y lo miro, cuando me devuelve la atención, sonríe de lado. Paso mi mano por su brazo y él ahueca ese espacio para que me pueda agarrar bien—. Y hay cosas que de la nada empiezan a fluir.

Andamos un par de pasos más en silencio hasta salir totalmente de Winston.

—Te debo una invitación a jugar X-box.

Sonrío sin mirarlo.

—Invítame entonces.

Casi puedo imaginar cómo su rostro palidece y aprieta su brazo, haciendo que el mío se estruje también contra él. Lo halo suavemente y él vuelve a la presión normal.

—¿Quieres ir a jugar X-box? —susurra.

—Claro, cuando quieras... menos hoy.

—¿Por qué?

Pongo en mi mente uno de los tantos chats que tuvimos y no quepo de la emoción al pensar que tengo al lado al que estaba siempre respondiéndome.

—Ya me dijiste quién eres, te debo una malteada ¿recuerdas? Vamos.

Asiente complacido y seguimos caminando.

Mi problema desde que llegué a Winston fue que en mi intento de encajar y de hacer una vida de nuevo luego de la partida de mi madre, me apresuré con todo. Creí que haciéndome amiga de Brad, y aceptar la invitación de Ethan me iban a dar un lugar en Winston, un círculo en el cuál pasearme y olvidarme de lo malo que me pasaba. Quise tanto recrear la historia de amor de mis padres que terminé cometiendo los errores que ellos no hicieron... pero está bien, mi mamá siempre decía que ni siquiera los errores pasaban por error, que estos también estaban para enseñar y para completar la vida.

No puedo decir que todo lo ocurrido con los hermanastros o con mis amigas fue una fila de error tras error porque de todos saqué una experiencia. Ethan me enseñó a nunca confiarme de un cuerpo bonito con voz dulce porque hasta el diablo tiene cara de ángel; Brad me enseñó sobre la paciencia y la lealtad más que nadie que haya conocido antes; Fresita me enseñó el valor de la familia y Ash la importancia de una buena amiga que sepa decir las verdades aunque duelan. Incluso de Brenda aprendí que no siempre se da lo que recibe porque los demás no dan en reciprocidad sino que ofrecen lo que hay en sus corazones y no en todos hay bondad o buenas intenciones, de hecho algunos están solo plagados de resentimiento y desprecio.

A la vez, de todos aprendí que mi capacidad de confiar y de ser ingenua no debe ser siempre un defecto o una debilidad; sí, en ocasiones la confianza en todos nos puede perjudicar pero me siento tranquila de saber que siempre di lo mejor de mí, o que al menos lo intenté, con errores incluídos.

Así que en realidad no me arrepiento de nada y aunque sí he divagado sobre lo que sería si no hubiera conocido a ninguno de ellos, de poder elegir, lo haría de nuevo tal cual, con mis errores y mis malas y buenas decisiones.

Y de Fran... bueno, de él he aprendido que las apariencias engañan. Que debajo de un ser callado y tímido puede albergarse un tesoro de persona porque su valor nace en su corazón y en todo lo lindo que puede decir, y no me refiero a los halagos, sino a su manera de aconsejar y tocar esa fibra del alma que no todos alcanzan a acariciar.

Es una paradoja que aún cuando no es de mucho hablar, tenga una manera casi mágica de saber exactamente qué palabras decir cuando se necesita.

De paso también quiero llevar las cosas con él con calma, con paciencia.

Estar día a día con él en los recesos y en el Club de Sam han hecho que tenga un gusto pequeño por él; gusto, que admito, ha crecido ahora que sé que él es el dueño de las notas, y puedo asegurar que ese crecimiento paulatino y lento de mi flechazo por él ha sido más placentero que el gusto arrebatado que tuve por Ethan o por Brad. Siento que con ellos dos la llama se encendió tan pronto que asimismo se apagó, y quiero que con Fran, si se ha de encender algo, que sea tan lento que sea luego difícil o imposible el apagarlo.

—Me gusta tu camiseta —comento, mientras esperamos la malteada.

—Super sutil, ¿no te parece?

—Super apropiada. Quiero una parecida, es muy ingeniosa.

—Tengo el diseño, te la daré algún día.

—Me la debes entonces.

Nuestras malteadas llegan y ambos bebemos de nuestro respectivo pitillo y aunque él tiene su mirada en la crema batida de la parte de arriba, yo la tengo en él. De repente ya no lo veo con los mismos ojos... o bueno, sí, pero ahora se suma a mi percepción de él la percepción que tenía de 1Fan y la combinación me gusta, me resulta atractiva y cálida.

—¿Qué? —pregunta, un tanto incómodo.

—¿Recuerdas lo que me dijiste de que todos los días tenemos un poquito de perfección?

—Sí.

—Tú eres mi perfección del día de hoy, Fran.

Esta vez no hay sonrojo, pero sí una sonrisa sincera y tímida, justo como él.

Mi historia de película no tendrá una porrista y un capitán de fútbol americano como la de mis padres, pero no me cierro a la posibilidad de que tenga a una chica torpe que se hizo conocida por una camiseta de Orgullo LGBT y a un chico callado que decidió mandarle cartas para decirle lo mucho que le gustaba.

Sí, eso suena bien para mí. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro