|CAPÍTULO 28|
FRESITA
Decidí no contarle a Emily que sospecho que Sam es 1Fan porque luego de pensarlo en clase, deduje que hay más opciones, como que solo estuviera haciendo un favor o algo así, y no quiero crear conflictos sin estar segura de nada y mucho menos ahora que Emily quiso pasarse para su Club como electiva.
Eso y que además en los últimos días ha hablado con el supuesto fan por e—mail y la veo contenta y alegre de charlar con alguien; le sonríe a la pantalla y se ríe a veces como si le estuvieran contando chistes. Su estado anímico ha subido un poco gracias al ser al otro lado de la pantalla y por eso, así supiera con certeza de quién se trata, no se lo diría.
Con todo el asunto de Brenda, le dije a Ems que evitara hacer reclamos a nuestros amigos por todo lo que pudo haber pasado, pero eso no significa que yo no pueda hacer dichos reclamos, especialmente porque me interesa el bienestar de ella y siento que tanto los hermanastros como Ash se están volviendo un mal ambiente para Ems.
Emily ha cumplido con su resolución de alejarse un poco, así que durante el receso manifestó que se iba a ir a ayudar a Sam con no—sé—qué cosa, pero dudo que sea cierto, creo que solo los evita. No me ofrecí a acompañarla porque quiero aprovechar este momento para charlar con los tres, así que les pedí que saliéramos a comer al césped, en la parte trasera y como no le vieron nada malo a eso, accedieron.
—En matemáticas hizo equipo con el rarito —dice Brad, hablando de Emily—. Creo que ese chico también está en el club de Samantha y ahora resulta que son amigos.
—¿El de las camisetas de superhéroes? —indaga Ethan. Brad asiente—. No es muy hablador.
—A mí me agrada —intervengo—. Y no se llama "el raro de las camisetas de superhéroes", se llama Franco. Compartí con él cuando organizamos el baile de San Valentín y una vez que toma confianza es muy agradable. —Miro a Ethan—. Tú también estabas allí, y ni siquiera te aprendiste su nombre.
—Le pedí que fuera mi compañera —confiesa Brad, no dejando que Ethan responda— y me dijo "no, gracias", y se fue con el raro... con Franco.
—Sigue molesta —confirma Ash—. Y está en su derecho.
—Yo ya te expliqué cómo habían sido las cosas —se defiende Brad—. Todo es culpa de Brenda.
Ashley resopla.
—Culpa de quien sea, había dos pares de labios allí y unos eran tuyos.
—Conmigo también está recelosa y yo no le hice nada —añade Ethan.
—Tú la cagaste antes que él —reprocha Ashley—. No te vengas a dar de santo ahora.
Cuando noto cómo se lanzan la pelota de la culpa unos a otros, decido intervenir.
—Es culpa de todos. —Los tres me voltean a mirar y aunque mis mejillas se calientan por lo que voy a decir, no me detengo—: Todos ustedes le han mentido.
La primera que salta a defender, es Ashley:
—Yo no le he mentido.
—¿Cuándo le dijiste que tuviste tu cuento de amistad y algo más con Brenda? —inquiero, algo molesta. Los tres me miran estupefactos, Ash cierra su boca. Observo a Brad—. ¿O que tú saliste con Brenda un tiempo, o que estuviste interesado en el hermano de Ashley? —Miro a Ethan—. ¿O que tú chantajeaste a Brad por estar interesado en otro chico? Todos ustedes tienen sus líos amorosos y desamorosos con Brenda, y ¿qué de todo eso le han contado a Emily?
Noto cómo sus rostros se debaten entre el sonrojo y la palidez. Agachan la mirada pero me analizan nuevamente, quizás esperando que me ría y que les diga que es un chiste. Mantengo el mentón arriba.
—¿Cómo es que...?
Interrumpo a Ethan:
—¿Que lo supo? La pregunta debería ser, ¿cómo es que se lo ocultaron? Emily no ha dicho nada, esperando a que quizás con todo lo que está pasando, alguno deje de verle la cara de estúpida y vaya a decirle la verdad, díganme, ¿alguno tenía eso dentro de sus planes?
Las manos me tiemblan por estar en la posición acusatoria, pero mantengo mi espalda recta, sin estar dispuesta a dejar que me mientan también a mí. Sus miradas me dicen que no, que ser sinceros no estaba en planes.
—¿Saben algo? —continúo—. Ustedes se culpan unos a otros y más aún, culpan a Brenda, pero de todos, solo ella ha sido sincera. A Brenda no le agrada Emily pero se lo ha hecho saber y le ha hecho cosas malas, pero nunca ha sido hipócrita.
—Nosotros no somos hipócritas —masculla Brad.
—Pero sí mentirosos. Y están dejando a Emily en medio de todo y no sé si estaban creyendo que ella era demasiado ingenua para enterarse de todo, o si estaban seguros de que no le iba a importar que le pasaran por encima.
—¿Por qué te pones de repente en nuestra contra? —espeta Ash.
—No estoy en contra de ustedes, estoy del lado de Emily, sin importar quién esté al otro. ¿Quién cree que la ha escuchado sentirse estúpida por su culpa? ¿o quién la consoló cuando se sintió traicionada e ilusa por culpa de Brad? ¿ o de Ethan? —Me levanto del césped y tomo mi mochila—. Piensen para ustedes mismos en qué posición tienen a Emily en su vida. Y si es una buena, sean sinceros y díganle la verdad, y si no, déjenla en paz porque sea como sea, ella los quiere mucho a los tres. —Miro a Ash a los ojos—. En especial a ti.
Cuando me retiro de allí, no escucho sus voces, se han quedado callados. No estoy segura de si hice lo correcto o si Ems se va a molestar conmigo, pero prefiero pedirle perdón después y no arrepentirme por quedarme de brazos cruzados.
Emily
Franco me mira, casi disculpándose aunque mi gesto es completamente neutro, incluso agradecido.
Le pedí que se quedara conmigo a la hora del receso alegando que no tenía ganas de charlar con Brad —lo que es cierto—, y él no hizo más preguntas, solo dijo que estaba de acuerdo. Luego le dije que no quería comer en la cafetería donde inevitablemente iba a ver a mis amigos, así que dijo que tenía un lugar para comer y luego caminó conmigo hasta la parte trasera izquiera de la preparatoria que es un pequeño callejón, ancho como un salón de clases y encerrado; las tres ventanas que hay en las paredes que se elevan tres pisos y que nos rodean corresponden a la de la oficina del director, a la de la sala de maestros y una pequeña que da al baño de docentes. Nunca había venido y ni siquiera sabía que este espacio estaba acá.
—No es lo que se dice súper cómodo para comer pero...
—Pero suficiente para no ver a nadie más —completo. Él asiente, aún avergonzado—. Está bien, creo que es perfecto. Es muy silencioso.
—Creo que pocos saben que este huequito está acá. Yo lo sé porque lo vi desde la oficina del director, ya que estoy mucho tiempo allí ayudándolo en varias cosas.
En la entrada del callejón, que es casi de una calle de largo, hay dos contenedores de basura, pero como entramos hasta el fondo, no alcanza a ser incómodo el olor. Hay una banca de madera simple en la que caben dos o tres personas y nos sentamos aquí.
—¿La banca ya estaba acá?
—No —responde—. O sea, hoy sí ya estaba acá. Me refiero a que nosotros los del Club de organización la trajimos hace unos meses. De vez en cuando vengo con Lisa o con Sam, pero a ellas no les gusta. Prefieren un salón con techo y ya sabes... lejos de la basura.
—A mí me gusta.
Franco abre su mochila y saca un sándwich de allí; sin preguntarme siquiera, lo parte en dos —ya que es grande— y me tiende la mitad. Hago un gesto de que me voy a negar porque no quiero quitarle su comida, pero él se apresura a insistir:
—Mi mamá no mide bien las porciones pese a que sabe que no como en esas cantidades. Tómalo, es mucho para mí.
—De acuerdo.
Le doy un mordisco y está delicioso. Es un sándwich de pollo y lechuga con alguna salsa secreta que no sé qué es pero que sabe deliciosa. Saco de mi mochila la botella de jugo que papá me dejó desde anoche en la nevera y lo destapo, pasándoselo a Franco.
—A cambio, tomas del jugo o me sentiré mal.
—De acuerdo —repite mi respuesta.
Hace un rato en matemáticas hice equipo con él primeramente para eludir a Brad que había pedido ser mi compañero cuando Levison dijo que el trabajo era en parejas, pero luego lo agradecí internamente porque Franco, pese a ser bastante reservado, es muy aplicado y me ayudó en varias cosillas que no entendí de los ejercicios. Fuimos los terceros en terminar y nos permitieron salir. Allí le dije que si quería estar en el receso conmigo y solo se encogió de hombros.
Me gusta de él que aunque no somos grandes amigos, no se molesta en quedarse conmigo. De hecho, sé muy poco de él ya que no es muy hablador, no creo que podamos llamarnos "amigos", pero es un compañero que es amable sin condición alguna, así que es genial.
—¿Y... vives lejos? —pregunto, en un intento de romper el hielo y no convertir esto en algo incómodo.
Franco mastica y traga lo que tenía en la boca y luego habla sin mirarme.
—No mucho. Me voy a pie todos los días.
—¿Con quién vives?
—Vivo con mi hermanita y mi mamá. Mi papá trabaja lejos, pero viene seguido, aunque no considero que eso signifique que vive con nosotros. O sea, están juntos con mi mamá, pero eso de las relaciones a distancia, no me gusta mucho.
—¿No han pensado en irse todos a donde tu papá?
—No. Mi mamá tiene toda su familia acá en esta ciudad, y de todas maneras mi papá vive muy ocupado, no valdría la pena. Yo llevo toda la vida estudiando en Winston y mi hermana ya ha empezado su escuela en la sede de primaria. Tenemos toda la vida acá.
—Así como yo en mi antigua ciudad. Empezamos de cero este año.
—¿Por el trabajo de tu padre?
—No. —Tomo otro poco de mi sándwich, intentando buscar palabras claves que no inciten más preguntas—. Fue una decisión de mi papá y mía. Queríamos alejarnos de malos recuerdos, así que solo empacamos los buenos y nos vinimos con mis hermanas. Mi madre falleció hace un año, así que estamos solo nosotros.
—Lo lamento.
—Está bien.
—¿Supiste que al final a Brenda solo le cantaron el cumpleaños como seis personas? —dice, y le agradezco con una mirada que cambie de tema.
—Pero si en la fiesta había mucha gente.
—Luego de que pasó... lo que pasó con Brad, la mayoría se fueron al poco tiempo que tú y tus amigos salieron.
Ya que he evitado hablar con cualquier persona de la fiesta o del acontecimiento que pasó allí, no sabía qué había sucedido después y me siento mala persona de sorprenderme gratamente y con felicidad.
—¿Por qué?
—A muchos no les pareció lo que pasó con Brad. Puede decirse que tú y él eran una pareja idealizada, así que al ver cómo se rompía eso, no quisieron estar allí. Y otros puede que solamente ya no quisieran estar en esa casa y aprovecharon que Ashley hizo abrir la puerta para poder irse.
—Eso explica por qué no recibí tantas burlas al lunes siguiente —admito, más hablando para mí misma—. Esperaba que todos se rieran de que me habían engañado los dos chicos más idealizados de Winston.
—Quizás si hubiera sido con otra persona y no Brenda, les habría causado gracia. Pero ya todos están tan acostumbrados a las andanzas de esos tres, que nada les sorprende de su parte.
—¿Sabes lo curioso? Algunas personas me advirtieron de Ethan, y no hice caso, por cierto, pero nadie me advirtió de Brad.
—Es que él no es mala persona, pero sí se equivocó.
—¿Lo estás defendiendo? —inquiero, un poco a la defensiva.
—No precisamente —dice, tanteando mi reacción—. Repito, si hubiera sido con cualquier otra chica, Brad sería el culpable al cien por ciento, pero con Brenda... bueno, habría que escuchar ambas versiones.
—En ninguna versión el culpable va a aceptar su error.
—¿Lo intentaste? —pregunta—. Hablar con Brad, me refiero. Quizás no para que todo vuelva a ser como antes como si nada hubiera pasado, pero sí escuchar su versión.
Quisiera enojarme porque Franco esté indirectamente de su lado, pero la verdad es que no puedo; no quise nunca escuchar la versión de Brad porque sabía que el final iba a ser el mismo, fuera la historia que fuera, terminaría en un beso con ella luego de haberse besado conmigo.
—¿Tú estuviste en la fiesta de Brenda? —pregunto.
—Sí.
—Así que viste la escena de la terraza.
—Sí. Luego de eso me fui.
—Vale, y tú que eres tan observador con todos, ¿crees que de alguna manera Brad sea la víctima acá?
—La víctima principal eres tú —responde de inmediato. Ladea su cuerpo hacia el medio, pero no me mira directamente por más de dos segundos seguidos. Respira hondo y sacude la cabeza—. Perdón, no es asunto mío realmente. Sé que fuiste tú la que llevó la peor parte y sé que no lo mereces.
—A veces creo que sí por ser tan ingenua.
—No es suficiente. Ser ingenua o no, no compite con la buena persona que eres y ese corazón que tienes basta para saber que no mereces que un chico te haga eso, independientemente de quién sea.
Se le han pintado un poco las mejillas de rojo y evita hablar muy alto, como si quisiera decir todo eso pero esperase que el viento borrara sus palabras antes de que llegaran a mis oídos. Estoy empezando a apreciar mucho a Franco; sabe escuchar, habla poco pero lo que dice, lo dice con sinceridad y transparencia; su voz resuena en mis oídos como si la hubiera escuchado toda la vida, como si fuéramos amigos y compañeros de confidencia desde siempre, como si pudiera contarle mis secretos con la certeza de que no se reirá ni sentirá lástima ni me ignorará.
—Debí haberme cruzado contigo el primer día de clases y no con Brad —murmuro, siguiendo el hilo de mis pensamientos—, ni con Ethan.
—Tal vez no te hubiera hablado —confiesa—. No soy el mejor haciendo amigos.
—Ya hiciste una conmigo.
Por primera vez me mira a los ojos por muchos largos segundos y luego me sonríe con tal franqueza que me hace sonrojar.
El timbre, que desde acá se oye un poco lejano, suena y nos levantamos. Sacudimos las migajas de pan de la ropa y en la salida del callejón, tiramos el envoltorio en la basura. Ingresamos por la puerta que da a la cancha de juego y al llegar a una bifurcación de pasillos, nos detenemos.
—Me voy por allí. —Señala a su izquierda.
—Yo por allí. —Señalo a la derecha—. ¿Te veo a la salida?
—Claro. ¿Nos vemos acá?
—Sí. —Nos quedamos quietos ahí en el pasillo, no sé exactamente esperando qué, hasta que reímos al tiempo—. Bueno, hasta luego.
—Sí.
Dando un par de pasos de espaldas, nos alejamos y por mi parte, camino más animada a mi salón de clase.
Luego de salir de clase, decido caminar hacia el lugar donde quedé de verme con Franco, esperando no cruzarme con nadie que pueda distraerme o sacarme tema de conversación. En el mismo lugar donde se dividen los pasillos, está Franco recostado contra unos casilleros y jugando distraídamente con uno de los hilos de las pulseras de su muñeca derecha. Cuando llego hasta él, se despega de los casilleros. Ya tiene su mochila en su hombro.
—¿Qué tal la clase? —pregunta.
—No estuvo mal. Estar de buen humor me ayuda a recibir la información con facilidad.
—Te entiendo. Cuando algo me incomoda, siento que los maestros me hablan en chino.
—¡Exacto!
Nos unimos al mar de estudiantes que se hacen un espacio en el pasillo que da a la puerta para poder salir. Sam nos dijo que hoy no era necesario hacer nada, así que me alegra saltarme el Club por hoy. Al llegar al estacionamiento, seguimos caminando hacia la salida peatonal; ya que tengo tiempo, puedo pasar del autobús.
—¿Y qué haces las tardes en que no estás acá en el Club? —pregunto.
—Llego a mi casa a mirar televisión o a jugar en el X-box. ¿Y tú?
—Lo mismo, pero sin X-box. Solo me siento en el mueble mientras es hora de ir a trabajar. —Recuerdo que tal vez no sepa que trabajo, así que sin que me pregunte, me explico—: Trabajo en una cafetería medio tiempo.
—¿Te gustaría jugar X-box? Mi mamá está en casa hoy y si quieres, puedes venir y...
Su invitación, dicha con toda la informalidad y que suena apetecible en mi cabeza, se interrumpe cuando se escucha mi nombre a nuestras espaldas de la voz de Ethan. Ambos nos detenemos y mi sonrisa se diluye. Cuando nos alcanza, Ethan mira a Franco y luego a mí.
—Hola.
—Hola, Ethan. ¿Conoces a Franco?
—Sí, estuvimos juntos en la organización del Baile de San Valentín.
—Es cierto —concuerda Fran—. Hola, Ethan.
Este apenas y mueve su mentón a modo de saludo.
—Oye, Ems, quiero hablar contigo sobre algo.
—Vale, mañana me dices.
—¿No puede ser hoy?
—De hecho, ya tenía planes... —Miro a Franco, que asiente, dándome la razón—, y más tarde trabajo, así que puede ser mañana...
—Es importante —insiste. Mira un segundo a Franco, y luego habla en tono más bajo—. Es sobre Brad.
—No quiero hablar de él.
Ethan, de forma grosera considerando que estamos con Fran al lado, se acerca y pone su cara junto a la mía para hablarme al oído.
—Es sobre Brenda también.
Me quito de su cercanía.
—No me interesa —digo pausadamente.
Como último recurso, Ethan me da una oferta que llama la atención:
—Y sobre Ash. Quiero hablarte de todo lo que ya sabes sobre nosotros.
En unos segundos, las imágenes del Instagram de antes de que yo llegara y las confesiones de 1Fan se me arremolinan en la cabeza. Mi necesidad terca de saber de la boca de algunos de los implicados sobre todo el rollo extraño y poligámico o adúltero, me inclinan la balanza a decirle que sí. Me da vergüenza con Franco cambiar de planes así no más, pero parece que mi gesto es bastante convincente y necesitado de respuestas, por lo que él mismo habla:
—Está bien, Emily. Podemos ir otro día a jugar, el X-box lo tengo siempre.
Me sonríe sin pizca de recelo ni enojo.
—¿Seguro? Discúlpame.
—Sí, está bien. Tenemos todos los días.
Suspiro agradecida y me tomo el atrevimiento de acercarme para despedirme de Fran con un beso en la mejilla. Este no se sorprende mucho ni para bien ni para mal, se limita a poner su mano en mi brazo y asentir. Luego se aleja.
Vuelvo a Ethan que ha estado en silencio y que tiene una mezcla de seriedad, disculpa y satisfacción en el rostro.
—¿Me contarás todo?
Empezamos a caminar en la otra dirección.
—Sí.
—Vale.
**********
INSERTE ACÁ SU CALIFICACIÓN CLICHENÓMETRO
¡Hola, amores Mazorcos!
Muchas gracias por la paciencia con este capítulo que me costó un montón, así que ojalá haya valido la pena.
Un agradecimiento porque hemos alcanzado los 7,000 seguidores acá en Wattpad, y eso para mí es muchísima gente Mazorca, así que gracias por ser uno de ellos <3
Los loveo un montón <3
N o s l e e m o s
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro