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|CAPÍTULO 13|


He llegado desde esta mañana con la frente tan en alto como puedo, esperando y de hecho rogando al cielo que me ponga a Ethan enfrente para escuchar o ver lo que sea que tenga que decir sobre lo de anoche. Cristina se acostó a dormir rebosante de felicidad e ilusión y aunque estuve tentada en un par de ocasiones de decirle todo, la ira que siento con Ethan es mayor, no quiero dañarle aún las cosas, es más, espero de todo corazón que sea él mismo quien las dañe y si es posible frente a muchas personas y si las estrellas me sonríen, que sea público incluso en el Instagram de Winston para que no le quede de otra que meterse bajo una roca por la vergüenza.

La oportunidad de cruzarme con él no llega sino hasta la hora de receso; ya que Fresita me ha informado que va a usar este espacio para buscar a Samantha e intentar entrar en el comité escolar de eventos como le sugerí, puedo sentarme con tranquilidad en la misma mesa de siempre. Ashley y Brad no han llegado, lo que —supongo— le da valor al moco de acercarse a mí y sentarse en silencio en la silla de enfrente. Lo observo sin expresión alguna de rencor —aunque por dentro ya lo he degollado dos veces— y doy una mordida a mi sandwich comprado acá.

—Hola, Emily.

—¿Qué tal? ¿cómo te trata la vida hoy?

Baja la mirada, con esa actitud de un perro al que han atrapado mordiendo los zapatos del dueño.

—Creo que te debo una explicación.

—Tus creencias me importan muy poco, ¿qué quieres?

Eso, muy bien, que no se note que aún te gusta, Em.

—Sé que yo había hablado de algo contigo, que te había propuesto algo...

—Sí, salir en secreto, como pareja y pensaba que exclusiva —digo, cortante.

—Sí, eso... —Traga saliva y me mira directamente a los ojos—. Quería disculparme... no sabía que Cristina era tu prima.

—¿Es decir que de no ser mi prima igual andarías con las dos sin que yo me enterara?

—¡No! Digo... no, no. No sabía cómo venir a decírtelo, Emily, pero te juro que iba a hablarlo, no pensaba salir con las dos...

—Claro, tus intenciones de hablar conmigo primero fueron super claras —espeto— porque eres pura honestidad.

—Lo siento, ¿de acuerdo? Te juro que mi intención nunca fue mala... Yo quería realmente tener algo contigo... —Mi mente le grita "no lo digas, no lo digas, por favor, no lo digas", prediciendo lo que sé que va a decir, pero igual lo hace—, pero entonces conocí a Cris.

Necesito un manual del adolescente donde diga cómo evitar que ese tipo de palabras me duelan como lo hacen. Guardo silencio y espero ser lo suficientemente neutra con mi expresión para que no se me note el pinchazo en el corazón.

—Y aunque sé que posiblemente me odies —continúa al darse cuenta de que no pienso responder— quiero pedirte un favor.

Mi atención, hasta ese momento en la nada, reflexionando sus palabras, gira de inmediato a sus ojos e involuntariamente mis cejas bajan, frunciendo mi frente.

—¿Un favor? —digo con rencor. Resoplo y me recuesto en el espaldar de mi silla—. ¿Qué se le ofrece a su majestad, don mujeriego Williams?

—No le cuentes a Cristina... —suelta con descaro— de lo que sea que te haya dicho yo o hecho... técnicamente no tuvimos nada, así que no debes mentir, solo omitir...

La gota de "no tuvimos nada" rebosa el vaso de mi paciencia.

—Pues técnicamente no debes preocuparte de lo que yo diga o no, total y no tuvimos nada.

Me levanto de la silla y rodeo la mesa para alejarme, dejándolo con la palabra en la boca.

Camino con rapidez y al salir de la cafetería me dirijo automáticamente hacia mi casillero, no porque lo necesite sino porque no sé hacia dónde más ir. Estando a un par de esquinas de llegar, impacto con alguien a quien no vi por ir a las carreras.

—¿Dónde hay fuego?

Brad sonríe burlón y a su lado Ashley esconde una risita ladeando la cara.

—Tu hermano es un completo imbécil —mascullo, solo con ganas de insultarlo.

—Dime algo que no sepa.

—Agua cien por ciento pura —responde Ash. Ambos la miramos con extrañeza—. Dijiste "dime algo que no sepa". El agua no sabe a nada.

El mal chiste parece disipar momentáneamente mi enojo y Ash sonríe satisfecha. Brad pasa su brazo por mi hombro y el otro por el hombro de mi amiga, y empieza a caminar con las dos a sus lados.

—¿Qué pasó ahora, Rarita?

Resoplo, levantando un par de mechones de mi frente con el soplido.

—Tu hermano, el moco descarado, me pidió que no le contara a Fresita de lo que casi pasa entre nosotros.

—¿Y qué casi pasó exactamente entre ustedes? —pregunta curioso.

Estiro mi cabeza un poco para ver a Ash al otro lado, ella se encoge de hombros, dándome la elección de contarle o no lo que solo ella sabe. Brad se detiene y nos suelta, para ubicarse frente a ambas y cruzarse de brazos, casi exigiendo la información.

—Primero te diré por qué no te había contado —inicio. Él asiente—. Fuiste un tonto en el partido del viernes, fue tu culpa que perdiéramos, desconcentraste a Ethan.

Pensé en primer lugar que iba a negarlo e indignarse pero a cambio, sonríe con satisfacción, tomando indirectamente el crédito y sintiéndose orgulloso de su acción.

—Ni siquiera me disculparé, no me arrepiento. A Ethan lo tienen en un pedestal en este colegio y la verdad es que no lo merece.

—Pero todo el equipo perdió por tu culpa, no solo él. Nos afecta a todos... —Suspiro, decidiendo dejar eso atrás—. No importa, el caso es que estaba enojada por eso. Me sentí usada.

—Fuiste usada —acota Ashley—. Estuvo mal, Brad...

—Como si realmente te molestara que Ethan pierda.

—No. Pero sí que uses a Emily.

—Ya pasó —sentencia—. Ahora, ¿qué no me habías contado?

Comparto una mirada con Ash e inclino mi cabeza, pidiéndole que sea ella quien hable, me sentiré menos estúpida si no lo repito yo.

—Tu hermano le había pedido que salieran a escondidas, según él para que dejaran de sacarles chismes en el Instagram de Winston, yo difiero. El punto es que tenían una especie de relación en sus inicios y...

—Y ahora va a empezar con Fresita —deduce él. Yo asiento—. No sé qué rayos le ven a Ethan, yo admito que no es feo, pero tampoco tan perfecto como para que las mujeres le caigan de esa manera. Perro inmundo.

—Sí, perro inmundo —secundo—. Y ahora estoy enojada.

—Y triste —completa Ash. La observo con los ojos muy abiertos, pidiendo discreción—. Vamos, como si no se notara. Ya le contaste a Brad, yo lo sé, y los dos somos de confiar, ¿para qué negarlo?

—Es más como para no recordármelo en voz alta, gracias.

—Ya sé, podemos...

La frase de Brad se corta cuando un chico, amigo de él, pasa corriendo y le da una colleja. Inmediatamente él sonríe y sale a correr persiguiéndolo, sorteando a las personas en los pasillos y gritando. Chicos.

Con Ashley llegamos lentamente a mi casillero, una nota está puesta en el marco, más hacia adentro y cuando abro la puertica, cae al piso. Ash la recoge, pero a diferencia de las otras veces, no me emociona abrir esta, Ethan me ha desganado totalmente.

—¿Y qué harás? —pregunta Ash, mientras ojea el sobre en mis manos, curiosa (se le nota en la mirada) pero sin intención de obligarme a abrirlo—. Con Fresita, ¿le dirás?

—No —respondo de inmediato—. Ella es la culpable de todo, toda la vida ha sido lo mismo. Íbamos a comprarte esa blusa, pero solo había una y Cristina la vio primero —empiezo a imitar las voces del pasado que siempre la han puesto antes que a mí—. La clase de baile solo tenía un cupo y Cristina deseaba entrar. Vi este bolso, cariño, pero es más del estilo de Cristina, toma una manzana tú. Es que siempre ella me quita todo, Ash, ahora que se banque su relación con el perro.

—¿Quieres que te diga lo que pienso?

Si me está dando la posibilidad de no escucharlo, debe ser porque difiere enormemente conmigo y va a hacerme sentir culpable. Así que niego con la cabeza y a cambio, abro el sobre, desviando el lío por el momento. Ash se ubica junto a mí y ladeo el papel para que leamos al tiempo.

Me enteré de que tu supuesta novia es en realidad una familiar y como espero de todo corazón que no le vayas al rollo del incesto, he concluído que sigues soltera, ya lo suponía yo, porque ella se ve tan diferente a ti. Ella es hermosa porque se viste con los mejores vestidos y se arregla con mucho esmero, tú eres preciosa sin hacer el mínimo esfuerzo, dime, ¿cómo es posible que dejes de gustarme tanto? A este paso terminaré con el corazón en tus manos y no sé qué haría entonces, quizás seguirte admirando y dejándote notas hasta que te canses de mi insistencia.

1 Fan.

—¿Ves? 1 Fan sí te prefiere.

También a diferencia de las otras veces en que he recibido notas, en esta ocasión no sonrío ni empiezo a imaginar quién puede ser.

—Un fantasma me prefiere, maravilloso. No es justo, si el bendito fan se apareciera, hasta le invito una malteada, pero ni siquiera me dice su nombre. Si es una broma, ya no es graciosa y si es en serio, tampoco es divertido.

—¿Y si es un maestro feo y por eso no se muestra?

—Le invito un café —bromeo—. Vamos, no es un maestro.

—¿Y si es un estudiante pero es feo?

—No importa —respondo—. Muestra... o al menos finge cariño e interés en sus notas, tiene ortografía y sus sobres son lindos. Así sea un niño de primer año o quien sea, si se ha tomado la molestia de escribirme todo eso, se merece una malteada. Si resulta ser el amor de mi vida, de acá a veinte años le echaré cada día en cara el haberme tenido a la espera tanto tiempo.

—¿Se lo seguirás echando en cara cuando tengan hijos feos como él?

—¡Ashley! Qué superficial resultaste. —Blanqueo los ojos y ella ríe—. Tus hijos sí serán feos y será karma.

Me es difícil digerir el hecho de que hace una semana estaba bien con Ethan, sin Cristina y sin la discusión estúpida con Brad por el partido, parece que unos días fueron suficientes para que todo diera una vuelta. Ahora Ethan ya no se interesa en mí y Fresita está a unos metros, supuestamente para acompañarme en mi ensayo con las porristas pero en realidad mirando cada que puede al otro lado del campo, donde el equipo y su príncipe mocoso practican.

Brad y Ashley están en las gradas superiores mirando todo y a la vez nada, en un momento que volteé los vi hablando con el ceño fruncido y Ash gesticulaba, parecía que discutían pero a los dos minutos los vi de nuevo y ya estaban riendo. Debo preguntarles en algún momento cómo fue que se hicieron tan buenos amigos, es algo complejo de imaginar cuando Ethan es hermano de Brad y Ash no le tiene aprecio al primero, además y según lo poco que conozco de ellos, Brad e Ethan eran buenos amigos, así que ¿cómo entró Ashley ahí? Puede que los tres fueran buenos amigos y el problema los distanció y separó así aunque ella me dijo que no sabía el motivo de su pelea. Es un enredo difícil de descifrar.

Toda la tarde ha estado con un cielo encapotado que presagia lluvia y no es sino cuarenta minutos después de empezar tanto prácticas como entrenamiento que empiezan a soltar las primeras gotas suaves y escasas. Mientras no parece necesario suspender actividades, continuamos bajo la llovizna, mas en unos pocos minutos se intensifica lo que parece, será una tormenta.

Se da todo por terminado y algunas porristas y algunos jugadores entran de inmediato para cambiarse e irse, otros con más parsimonia, como yo, andamos con calma, aún no es fuerte la lluvia.

Cristina no espera a que yo me acerque a ella como planeaba sino que se levanta y camina en sentido contrario hasta donde Ethan quien la recibe con una sonrisa. Mi intento de mirarlos fijamente hasta que alguno se fulmine, se corta cuando Brad se me atraviesa enfrente.

—Das lástima, Rarita.

—Gracias por notarlo —ironizo.

—Vamos adentro —dice Ash—, nos estamos mojando y parece que va a llover más duro.

Antes de ceder al muy amigable empujón de Brad para que camine, los miro una última vez, abrazados bajo la lluvia de la manera más romántica que existe y que debería compartir yo con Ethan. Ojalá que cuando escampe los ensucie una paloma.

Brad espera afuera de los vestidores mientras entramos al de mujeres, yo a cambiarme y Ash a acompañarme. Me es imposible no notar las miradas de burla de Brenda y ya que hace unos días era ella quien nos veía a mí y a Ethan, supongo que es acertada su burla. Hasta yo me reiría de haber presumido a cierto nivel de él para que luego se fuera con Fresita.

Mientras me ato los cordones de los tenis, Ashley llama mi atención.

—Brad te estima, ¿lo sabes?

Arrugo la frente por su inesperada pregunta.

—Sí. A su manera lo ha demostrado.

—Y Brad desprecia a su hermano, también lo sabes.

—Eso sí es clarísimo.

—Aunque no lo parezca porque prefiere burlarse de ti, a él le molesta mucho lo que Ethan te está haciendo. Así seamos sarcásticos contigo, sabemos que no es tu culpa haberte fijado en él y mucho menos el que él te pague así.

—De acuerdo... ¿a qué va el tema?

—A Brad no le parece correcto que dejes las cosas así como si nada y que Ethan vea de lejos cómo te duele, le importe o no, así que ha pensado que pueden enojarlo un poco... ya sabes, dándole celos.

—Los celos nacen cuando hay interés, Ash, a menos que Brad vaya a coquetearle a Fresita, no veo qué piensan hacer. Y si de hecho el plan es con Fresita, no sé para qué me incluyen, no quiero saber nada.

—Hace cinco días él estaba prendado contigo, Emily, así Fresita le haya gustado, aún debe tener cierto gusto por ti y Brad piensa que una buena manera de vengarse es que vea que te ha perdido pero que estás bien.

—No entiendo qué pretende.

—Quiere fingir que sale contigo para darle celos a su hermano —suelta.

Su manera condescendiente de decirlo, como si repitiera un recado al pie de la letra, deja en evidencia que a ella el plan no le parece tan bueno pero que cumple con hacérmelo saber.

—Y a ti no te parece.

Los ojos verdosos de Ashley se blanquean a la vez que echa hacia atrás la cabeza, fastidiada.

—La verdad, no. Creo que Ethan no merece tanta cosa, pero no soy tú y tú puedes estar sintiéndote mal y es normal que quieras desquitarte, así que si quieres hacerlo, tienen mi apoyo.

—A mí ni siquiera me atrae Brad.

—Y tú a él tampoco, te lo aseguro, pero Ethan no debe saber eso. Es muy fácil crear y hacer creer chismes por acá. Vamos, te bastó un día para que te tomaran por una lesbiana —argumenta y ríe—, fingir no es complicado. Brad no tiene en este momento a alguien a su lado como tal, así que no sufrirás su infidelidad.

—A menos que llegue alguna otra Fresita a quitármelo también —bromeo.

—Si él llega a hacer eso, le daré una patada donde más le duele. El pacto de amigos es más fuerte que el de amor y si él lo quiebra, se tendrá que cambiar de colegio.

Lo dice con drama y pasión, en total burla pero siendo sincera en la parte de que Brad no me haría eso. Lo considero unos segundos y muerdo mi labio.

—No sé... no me convence mucho eso.

—Yo solo cumplo con decirte. Brad nos espera afuera.

Me parece algo bajo y en cierta medida humillante intentar darle celos a alguien con otro alguien, es engañar y a fin de cuentas, no sirve de nada porque ni Ethan va a volver ni voy a tener algo con Brad. Es como una pérdida de tiempo y energía. Le diré a Brad de todo corazón que aprecio su buen gesto e intención pero que por ahora solo quiero dejar pasar este episodio y seguir con mi vida.

Al llegar a su encuentro, él mira primero a Ashley, esperando la respuesta del recado.

—¿Le dijiste?

—Deja de hablar como si yo no estuviera acá —reclamo. Él ríe—. Y sí me dijo.

—¿Y? ¿Le entras o qué?

—Aprecio mucho el gesto, pero...

Veo en la entrada que Fresita e Ethan apenas están llegando del campo, ambos están bastante más mojados que el resto de nosotros. Él la lleva abrazada y Cristina va temblando del frío, por sus piernas desnudas escurren gotas y su cabello siempre pulcro, luce desarreglado por el agua. Mi ceño se frunce hasta que resulta doloroso y entonces Brad voltea a sus espaldas para mirar el motivo de mi desagrado. Sin dejar de mirar a los tórtolos, hablo de nuevo.

—Sí, le entro al plan.

Logro ver por el rabillo del ojo que Ashley suelta una risa mitad bufido, como si ella supiera que eventualmente yo iba a acceder. Cuando están tan solo a unos pasos de la bifurcación que divide los vestidores de hombres y mujeres y donde estamos nosotros, Ethan levanta la mirada y me observa justo cuando Brad me abraza con fuerza y agacha su cabeza para hacerme cosquillas en el cuello con su nariz. Suelto la risa instantánea por reflejo y lo agradezco luego porque sé que lo hizo para que quitara mi cara de cólico crónica para lucir más como una chica alegre con una nueva conquista. Me inclino hacia atrás por su abrazo pero Brad no permite que me caiga, cuando me estabiliza y ve que ya tengo una sonrisa, mira a Ethan, este nos mira serio. Me deleito con el placer de sonreírle cuando mueve sus ojos hasta los míos.

De repente estoy de buen humor.

Brad viendo que se acercan más, me rodea con su brazo, en la misma posición que vienen ellos y deja un beso en mi mejilla que me hace sonreír. Ethan parece querer decir algo, o al menos saludar pero Brad se apresura a ignorarlo, bajando su brazo y tomando mi mano para entrelazarla con la suya. Ni siquiera soy capaz de reparar en Fresita o pensar en que ella vuelva sola a la casa, nada me interesa más que el gesto de Ethan que me sabe a gloria.

Brad me hala para que empecemos a caminar y accedo sin objetar, salimos tomados de la mano y cuando estamos fuera de la vista de todos, Brad me suelta con una sonrisa de oreja a oreja mientras buscamos la salida; él saca una sombrilla de su maleta. Ashley llega tras nosotros.

—De acuerdo, yo no estaba de acuerdo con esto —empieza ella—, pero la cara de Ethan lo vale.

—Te dije que era buena idea. —Chocan sus manos, victoriosos, de nuevo ignorando mi presencia, aunque esta vez Brad me incluye y pone su mano en alto para que yo haga lo mismo—. Te apuesto lo que quieras a que esta noche me saca el tema y me va a preguntar.

—Gracias, Brad.

—Gracias de nada, Rarita, para mi es un placer fastidiarlo. —Llegamos a la calle, donde debemos partir caminos con Brad y frenamos un momento. Ash también tiene sombrilla, así que ella está adelante y nosotros juntos bajo una—. Ahora dime tú hasta qué punto lo llevamos.

—¿Cómo es eso?

—Sé que tarde o temprano me va a preguntar, así que dime qué le respondo. ¿Estamos saliendo? ¿somos novios? ¿estás embarazada? —El último lo suelta en broma y en medio de una carcajada. Se nota que está pasándolo en grande, tanto así que nos contagia el humor a nosotros.

—Dile lo que te parezca, Brad —confirmo—, menos lo del embarazo.

—O algo que comprometa su dignidad —agrega Ash. Asiento, dándole la razón.

—Así no tiene gracia. —Brad me apretuja con cuidado de no mover la sombrilla (aunque ya la lluvia no está tan fuerte) y luego me suelta, me muevo hasta quedar bajo la sombrilla de Ash—. Confíen en mí. A diferencia de Ethan yo no haría algo para perjudicar a ninguna de ustedes. Al resto sí, pero a ustedes no.

—Qué caballero —dice Ash con sarcasmo. Brad camina hacia adelante dos pasos.

—Me tengo que ir, hermosa —le dice a Ash—... y Rarita. —Me señala con su dedo—. Nos vemos mañana, aún no sé qué le diré a Ethan pero por si acaso mañana ya hay rumores, tú di que sí a todo.

Una vez que se aleja, me cuelgo del brazo de Ash, lo más cerca posible para mojarme lo menos que se pueda.

—Brad es medio loco —comento.

—Es un buen chico a pesar de todo. —Hace una pausa—. Oye, sé que no querías escuchar mi opinión al respecto, pero...

—Ya dila.

—Deberías decirle a Fresita.

—¿Por qué? Ella siempre me quita...

— No te ha quitado nada —repone ella—. Fresita no tenía ningún compromiso real o falso contigo qué quebrantar, en todo caso, bajo el criterio que sea, el único que está mal acá es Ethan. A ella le gusta, perfecto, pero si alegas que no es tu culpa haberte fijado en él, ¿qué la hace a ella culpable de hacer lo mismo? Si el caso fuera al revés, ¿a ti te gustaría que un ser querido, porque déjame decirte que ella te quiere, se le nota, te ocultara algo que eventualmente te va a lastimar? ¿te habría gustado que Brad y yo no te dijéramos nada de Ethan desde un comienzo aún cuando sabíamos cómo es él?

—Se supone que las amigas te apoyan en todo —recrimino, blanqueando los ojos, sabiendo que tiene razón.

—Quizás por eso no tengo tantas —dice con tranquilidad—. Si no lo has notado, paso todo mi tiempo con Brad y ahora contigo, puede que sea una cualidad que no se aprecie mucho, pero yo prefiero la honestidad a la hipocresía. Si no le vas a contar, bien, tampoco te voy a obligar o a delatar o dejaré de ser tu amiga, pero no esperes que te apoye con bombos y platillos a lastimarla. Ethan será lo que sea, pero Fresita sigue siendo una persona y aunque te pese, no es mala.

—Odio que tengas razón.

Luego de mis horas en Sesentas 60's y con el peso de tener que contarle a Cristina todo, llego a mi casa. Abro con cuidado, aunque sé que ella está cerca pues la sala sigue siendo su habitación; efectivamente, ella está sobre el sofá con las gemelas a su lado. Papá en la cocina está con los últimos trajines antes de irse a trabajar. Apenas y me saluda, me pregunta fugazmente cómo estuvo mi día y luego toma su mochila y se va. Me siento junto a Cris, que a diferencia de otros días, no está rebosante de felicidad y teniendo en cuenta la mojada de hoy bajo la lluvia, anda algo desprolija.

—¿Qué tal el trabajo?

—Bien, nada nuevo.

Alzo a Nathalie en brazos y ella se concentra en un programa del televisor. Aclaro la garganta y hablo:

—Cris, quiero decirte algo.

Ladea su rostro, ajena a todo, parece que anda decaída aunque puede ser que su aventura en el mal clima le va a dejar una buena gripa y ya está sintiendo los primeros síntomas.

—Dime.

—Es sobre Ethan —suelto. Ella se endereza en su lugar, como si solo escuchar su nombre la alborotara—. Y sobre mí.

—Te escucho.

—Pocos días después de que llegué a Winston, Ethan me invitó a salir. Esa primera vez me plantó y me enojé, luego yo lo planté a él en otra cita y me arrepentí. El caso es que él decía que yo le gustaba mucho y me propuso que saliéramos sin que nadie supiera, que tuviéramos una especie de relación a escondidas y yo acepté. Eso fue hace una semana. Luego llegaste tú y él se interesó en ti —suelto sin respirar.

Su mirada está de repente vacía, como si le doliera pero no quisiera dejarlo saber.

—¿Por qué no me habías dicho?

Me trago el orgullo que me sabe amargo y respondo con sinceridad, pero sin mirarla a la cara:

—Tenía envidia. Ethan me gustaba mucho y sentí que me lo habías quitado.

—Si yo hubiera siquiera sospechado que tenías un leve interés en él, no me habría acercado.

—Lo sé... ahora lo sé... Mi amiga Ashley es como la voz de la razón y pues me dijo que no era tu culpa. Lamento mucho haberte mentido, no sé si aún deseas alguna relación con él pero te aseguro que no tengo problema con ello. No niego que me duele un poco pero no puedo controlar los gustos de él ni las oportunidades tuyas, Cristina. Si quieres ser su novia, puedes...

De sopetón se acerca y me abraza, con cuidado de no tambalear a Nathalie. Su sorprendente reacción me deja estática y con la boca muy abierta, esperaba que me hiciera sentir culpable con su manera dulce y elegante de reprochar.

—Gracias por decírmelo —susurra, casi en mi oído—. Hoy lo supe. Una chica de las porristas, Brenda, me dijo cuando Ethan se fue que él salía contigo. No le respondí ni para bien ni para mal porque siempre prefiero escuchar las dos versiones de una historia y desde que llegué esta tarde no dejo de pensar en eso; iba a preguntarte, pero te adelantaste.

—En serio lamento no habértelo dicho.

Me suelta del abrazo y queda sentada a mi lado.

—Cuando Brenda me mostró unas fotos en su teléfono de él contigo, no me dolió pensar que él tuviera a alguien, sino que ese alguien fueras tú y que me lo ocultaras. —Su voz se quiebra, anunciando el llanto—. No voy a tener nada con él, Emily, ningún chico es más importante que tú para mí. Sí me gustó y admito que me sigue gustando pero considero que el defecto de ser mentiroso anula cualquier cualidad que le pudiera haber visto. Mañana hablaré con él.

Suspiro de alivio. Definitivamente, ni siquiera yo me merezco el cariño de Cristina.

—Te prometo no ocultarte algo así en el futuro.

—Te creo.

—¿Estamos bien?

Cristina recuesta su cabeza en mi hombro y por primera vez no siento el instintivo rechazo y recelo, es más, me siento bien, me siento cómoda.

—Estamos bien —afirma. 


***

***


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