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Tercera parte

Senku no podía creer lo que tenía delante de sus ojos.

Hace unos segundos, había encontrado a su leona luego de que se escapara de él por un malentendido, la había convencido de volver (o eso creía, ya que estaba tan loco que una parte de él le atribuía personalidad al animal) y le había hecho unos cariñitos como cualquiera haría con un gato, incluido un beso en la frente por puro impulso, pero ahora... su leona ya no estaba.

Hubo un destello cegador, y ahora tenía frente a él a una persona, una chica... que para colmo estaba desnuda y por alguna razón andaba a gatas y tenía el cabello tan despeinado que parecía una melena.

Y la chica se veía muy, muy confundida.

La chica parpadeó lentamente, mirándolo confundida, luego mirando a sus alrededores, para luego mirarse a sí misma.

De inmediato jadeo y se acurrucó en el suelo abrazándose a sí misma para cubrir lo más posible su desnudez, esto mientras tanteaba el suelo con desesperación en busca de una piedra que pronto le arrojó a Senku directo entre ceja y ceja.

Por suerte, era una piedra muy, muy pequeña, pero incluso así por la fuerza de su lanzamiento hizo que Senku gruñera de dolor.

—¡Pervertido! —le gritó llena de furia—. ¡¿Quién eres y qué demonios me has hecho?! ¡Pervertido! ¡Depravado!

—¡Yo no te hice nada, mujer loca! —le gritó también lleno de irritación, poniéndose de pie mientras se frotaba la frente.

—¡JA! ¡¿Y entonces me quieres hacer creer que mágicamente aparecí aquí en medio de la nada y desnuda contigo?!

—¡SÍ! ¡Eso es exactamente lo que pasó! —La señaló acusadoramente, pero luego escuchó movimiento entre las hojas y volteó con pánico al bosque que rodeaba el claro.

—¡Eres una escoria mentirosa! ¡Te voy a matar, te vas a arrepentir de...!

—¡SHH! —Le chitó con fuerza, estirando una mano hacia su ballesta y apuntándola hasta los arbustos.

—¿Qué haces con eso? ¡¿Crees que me podrás intimidar con esa arma y así me someterás?! ¡JA! ¡Pues ni creas que me vas a poner tus asquerosas manos encima y que no voy a luchar! —Aún tratando de cubrirse lo más posible, se puso en pie y adoptó una pose de combate.

—¿Podrías cerrar la boca? —Volteó a verla con irritación—. Este bosque está lleno de depredadores, y sin mi leona aquí somos presa fácil.

—¿Leona? ¡¿De qué rayos hablas?!

—Mira, no tengo ni idea de quién eres ni qué haces aquí, pero si sigues gritando vas a atraer a las malditas hienas y ambos acabaremos siendo abono para plantas.

—¡¿Hienas?!

—¡Qué dejes de gritar!

—¡Tú también estás gritando!

—¡Pues vamos a cerrar la boca los dos! —Volvió a mirar a los arbustos, pero no vio más movimiento—. Tenemos que procurar pasar lo más desapercibidos posible hasta que logré encontrar a mi leona. Habló muy en serio, hay muchos depredadores por aquí.

—¿De qué diablos estás hablando? ¿Eres un domador de circo o algo así? —Lo miró con el rostro en blanco, olvidando de cubrirse para cruzar los brazos por debajo de su pecho, haciendo que Senku se sintiera muy incómodo de repente.

—Tsk, esto es ridículo. —Se quitó sus bolsos y descolgó el par de lanzas que había traído por precaución para poder quitarse la camisa, luego se la tendió rápidamente a la chica desconocida—. Ten. Vístete de una vez.

Ella lo miró extrañada, como dudando de sus intenciones, pero pronto tomó la camisa y se la colocó mientras Senku miraba a los arbustos.

—Ja, aunque me dieras ropa, todavía creo que eres un pervertido —dijo al terminar de arremangar las mangas, viendo que la camisa por suerte llegaba a cubrirla hasta los muslos—. No entiendo cómo... —Calló cuando un sonido parecido a una rama quebrandose sonó muy cerca, haciendo que ambos se tensaran y miraran a todas direcciones.

Senku volvió a colocarse sus cosas, manteniendo la ballesta en alto.

Maldición. ¿Cómo era posible que la leona hubiera desaparecido? ¿Y de dónde había salido esta chica? No estaba entendiendo nada...

Volteó a ver a la chica, viéndola muy alerta mirando a todas direcciones, y no pudo evitar volver a fijarse en sus ojos azules...

Él conocía esos ojos...

De repente, la respuesta a todas sus incógnitas lo golpeó, y sus ojos se ampliaron hasta casi salirse de sus cuencas al seguir mirando a esa desconocida, a esos ojos azules y a ese cabello dorado tan despeinado que parecía una melena de león... o de leona...

Ella estaba parada en el exacto mismo lugar en el que su leona había desaparecido, hubo un destello, típico de las transformaciones mágicas, y ella tenía los mismos ojos...

—¿Tú eres mi leona?...

—¿Eh? —Ella lo miró con completa incredulidad y hasta un poco de repulsión—. ¿Por qué sigues hablando de leones? ¿Me estás diciendo que parezco una leona? —De repente pareció sumamente ofendida—. ¡Pues tú pareces un... un... un cebollín o algún vegetal raro!

Él estaba demasiado aturdido para siquiera contestarle, pero que gritara volvió a preocuparlo por los depredadores.

—Mira, por ahora lo mejor será ir al castillo... —dijo con tono apenas audible, todavía sin poder creer que esa chica posiblemente era la leona.

Bueno, posiblemente no, muy probablemente sí lo era.

Los hechizos de convertir a la gente en animales tampoco eran tan raros, según tenía entendido, sabía que una vez Lillian convirtió a Byakuya en sapo por accidente y que duró así tres días hasta que logró volverlo a la normalidad.

El volver a escuchar un ruido extraño lo hizo volver a la realidad.

—Hay que irnos ahora —insistió, a lo que ella no pareció del todo convencida.

Claramente no confiaba en él, pero acabó asintiendo, con rostro resignado, y dio un paso en su dirección, solo para casi caerse debido a la perdida de equilibrio.

Senku vio con curiosidad como tenía dificultades para caminar, estirando los brazos frente a ella como si sintiera el impulso de caminar a cuatro patas.

¿Cuántos años llevaba siendo una leona? ¿Quién pudo haberle hecho algo así?

Intentó acercarse para ayudarla, pero ella lo empujó lejos como si fuera un muñeco de trapo, tirándolo al suelo.

—¡No te me acerques, pervertido!

Él gruñó, indignado.

"Tal vez no sea la misma después de todo, mi leona no me trataría así".

Una vez ella se acostumbró más a caminar, se dirigieron al castillo lento pero seguro, con Senku apuntando la ballesta nerviosamente a todas partes y a cualquier cosa que se les acercara, incluso a una mariposa, muy consciente de que ahora eran dos indefensos y apetitosos humanos en medio de un bosque lleno de depredadores.

Antes era intocable al estar acompañado por su leona, pero ahora solo tenía a su aparente versión humana que era una chica indefensa y de mal carácter. Y malagradecida.

Mientras caminaban, la chica pareció cada vez más cómoda en sus dos pies y empezó a dar saltitos y hacer unos movimientos de calentamiento raros, pero Senku prefería ignorarla y centrarse en vigilar que no los siguieran ni que los emboscaran.

Sin embargo, ella pronto le habló.

—¿Y cómo te llamas?

Senku se detuvo por un momento, reflexionando en que hace mucho no se presentaba... hace mucho que no hablaba con ningún ser humano, de hecho... estaba acostumbrado a tener conversaciones unilaterales con su leona y algún que otro animalito que se quedaba a curiosear sus inventos.

—Ishigami Senku —contestó lentamente, y de repente sintió la urgencia de saber su nombre, recordando la vez que trató de ponerle nombre a la leona—. ¿Tú cómo te llamas?

Cuando trató de nombrarla, ella le había negado con la cabeza a todos los nombres, él había creído que estaba loco por creer que ella asentía o negaba, pero ahora se daba cuenta de que todo este tiempo, de seguro ella entendía todo, o al menos más que un simple animal salvaje. ¿Qué tanto nivel de consciencia tendría en su forma de bestia?

—Hizashi Kohaku —contestó ella, de repente comenzando a jalar del cuello de su camisa.

—Kohaku, ¿eh?... ¿Y de dónde eres? ¿Tienes familia? ¿Cómo era tu pueblo? ¿Recuerdas como llegaste aquí?

—A eso último... no. —Rascó su cabeza con confusión—. Soy hija de un Lord que protege un pueblo a las afueras del Imperio del Oeste, el nombre de mi padre es Hizashi Kokuyo. Tengo una hermana mayor también, Ruri-nee. Y pues... mi pueblo era mayormente de guerreros y cazadores, creo, también había algo de agricultura, supongo...

—¿Qué más sabes? —insistió él, volteando a verla, solo para casi atragantarse con su saliva al verla apretarse los pechos con una mirada curiosa.

—¿Qué más sé?... Pues, éramos como cuatrocientas personas y... las casas eran mayormente de madera y... teníamos problemas con las hienas y los rattos a veces, pero la gente sabía defenderse —contestó mientras seguía apretándose los pechos.

Senku ahora quería ser el que la acusara de pervertida, pero entonces se le ocurrió otra pregunta importante.

—Kohaku... ¿qué edad tienes?

—Yo... —Se miró a sí misma con confusión, finalmente dejando su pecho—. Recuerdo que... tenía diez años, pero... no me siento como de esa edad... —Se llevó la mano a la frente, claramente confundida—. Siento como si hubiera olvidado mucho de mi vida...

Senku frunció el ceño, pensativo.

Esto confirmaba su teoría. Sin duda era su leona, y sin duda no recordaba haber sido una bestia, pero debía llevar como cinco o seis años transformada en un animal, lo cual quizás había contribuido a que poco a poco hubiera perdido su consciencia humana y pasado a ser dominada por instintos salvajes, y quizás al convivir con él poco a poco volvió a recuperar la humanidad... o al menos eso era una teoría que explicaría varias cosas.

Otra teoría era que... quien sea que hubiera maldecido al pueblo, de seguro la había maldecido a ella también, eso explicaría muy bien la presencia de una leona sin manada en un castillo en ruinas. ¿Pero por qué solo a ella? Si era solo una niña de diez años cuando fue transformada, ¿por qué alguien le habría hecho algo así?

Prefirió guardarse sus preguntas para sí mismo por el momento, y siguieron caminando.

Al poco tiempo llegaron a las cercanías del castillo, y Senku notó el brillo de reconocimiento en los ojos de Kohaku al verlo.

—Es el castillo de mi familia... aquí vivía con mi familia, pero... está muy diferente... —Quiso acercarse, pero entonces notó hienas cerca de la entrada y retrocedió de inmediato, haciéndole una seña a Senku, que rápidamente levantó su ballesta.

—Maldición, son tres y solo tengo dos flechas... —Chasqueó la lengua, de repente extrañando aún más a su leona.

Ella se hubiera desechó de esas alimañas en un parpadeo, pero ahora en cambio solo tenía a una gruñona e indefensa chica débil que...

—Tomaré esto. —Kohaku de repente tomó sus dos lanzas y corrió hasta las hienas.

—¡¿Está loca?! —Casi se le sale el alma del pecho al ver a esas fieras lanzarse contra ella, y trató de controlar sus nervios y apuntarles con la ballesta para salvarla, pero...

Ella esquivó los zarpazos de las hienas a una velocidad absurda, dando malditas volteretas, logrando cortarlas con las lanzas y hasta dándole jodidas patadas que fueron tan fuertes que las lanzaron lejos, logrando que finalmente huyeran espantadas.

La mandíbula casi se le cae hasta la quinta capa del subsuelo.

—Despejado. —Le tendió las lanzas de regreso.

¡¿Qué clase de chica era esta?!

—Vaya, sí que eres toda una leona...

—¡Que no lo soy! —Le arrojó las lanzas a los pies, haciéndolo sisear, pero seguía estando demasiado impresionado para protestar.

Leona o humana, ella seguía salvándole el culo.

Con las hienas lejos, entraron al castillo y Kohaku observó boquiabierta lo diferente que estaba.

Ya no era un castillo en ruinas, Senku lo había modificado bastante, pero aun así probablemente no era nada a como había sido antes.

Mientras ella miraba impresionada todos los cambios, Senku fue a buscar algo de cuero que tenía almacenado, aguja e hilo y se lo entregó, ganándose que lo mirara con confusión.

—Hazte un vestido o lo que sea, y devuélveme mi camisa luego de que lo hagas, es la única que me queda desde que jugando arañaste toda mi... eh, desde que la leona destrozó las otras.

—Otra vez con eso, ¿de qué leona se supone que hablas? Porque es obvio que de mí no. —Lo miró mal mientras comenzaba a examinar el cuero.

"Oh, pero resulta que habló completamente de ti..."

Pero... ¿debería decirle la verdad?

Tomó aire, antes de rascar su oído con fastidio.

Ella parecía reaccionar muy mal a que la llamara leona, así que quizás sería mejor esperar un poco a que se calme, ya que todavía seguía muy desconfiada por creerlo un pervertido.

—Te explicaré todo luego... Por mientras, creo que terminaré el almuerzo.

—¡Oh, genial, tengo hambre! —Lo miró con ojos brillantes y emocionados que lo hicieron alzar una ceja.

No dijo nada y volvió al área que había instalado como su cocina, y allí se decidió por preparar algo de ramen, cambiando su idea anterior de hacer solo carne al horno para la leona y hacerse un platillo más elaborado solo para él.

Mientras cocinaba, no pudo evitar seguir sorprendiéndose por todo lo que acababa de pasar.

Nunca habría esperado que su leona fuera en realidad una humana hechizada, aunque quizás debió haberlo sospechado ya que ella asentía o negaba a sus preguntas, ¡eso de hecho debió haber sido un gigantesco indicador! Pero por desgracia él creyó que era una simple señal de locura y soledad.

Además... ¿Acaso ella había vuelto a la normalidad por... por el beso en la frente? Sonaba ridículo, pero en realidad era un cliché de cuentos de hadas, y sabía que algo parecido existía para romper hechizos reales, pero... aún así no lo entendía.

La magia era un maldito dolor de cabeza, por eso prefería diez billones de veces más la ciencia.

Cuando tuvo todo listo, decidió darle una rápida limpieza a su mesa de trabajo y dejó los cuencos con ramen allí, también le dejó la única silla que había hecho para que ella se sentara y él solo apiló dos cajas y se sentó allí, llamándola para que viniera a comer.

Ella fue más que emocionada, ya con un nuevo vestido que más bien era una pieza grande ajustada a su cuerpo con costuras torpes y un lazo en la cintura para que no se deslizara por su cintura, y además había usado dos sogas para hacer de tiritas del vestido. Ahora, además se había atado el cabello en una coleta desordenada que aún así se veía como la melena de un león.

—¡Oh, ramen! —Le devolvió su camisa rápidamente y se lanzó a comer a dos manos, con el mismo salvajismo que cuando era un animal.

Vaya... sin duda era una leona en todas sus facetas...

Sonrió para sí mismo mientras volvía a ponerse la camisa, antes de comenzar a comer también.

—¡Mmm! ¡Esto está delicioso, Senku! —lo felicitó hablando con la boca llena.

—Eh, gracias...

—¡Gracias a ti! ¡Siempre te he querido agradecer por...!... —Se calló de repente a mitad de la frase, con una mirada confundida—. Eh... Agh. —Se llevó una mano a la frente—. Me duele un poco la cabeza...

Senku la miró boquiabierto.

¿Había estado a punto de decirle que... siempre quiso agradecerle por cocinarle?...

Por alguna razón, le había pegado especialmente fuerte el saber que ella siempre quiso darle las gracias...

Sin embargo, no era tiempo para sentimentalismos ilógicos, no cuando ella no dejaba de sisear por el dolor de cabeza.

—¿Estás bien? Puedo preparar una receta mágica de mi madre para aliviar el dolor si te sientes muy mal...

—E-estoy bien. —Tomó aire y siguió comiendo, esta vez más lentamente—. Es raro, pero... tengo ciertos... recuerdos borrosos... siento como si... como si te conociera desde antes...

Senku la miró muy seriamente.

¿Era este un buen momento para decirle la verdad?

Bien, al diablo, ni que le gustara irse con rodeos.

—La verdad... es que desde hace casi tres años estoy atrapado en este pueblo maldito... junto contigo...

—¿Eh? —Lo miró confundida.

—Y tengo la sospecha... de que tú estás maldita también...

—¿De... qué estás hablando?...

—¿Recuerdas la leona a la que mencioné? Pues... tardé un poco en darme cuenta, pero... en realidad sí estaba hablando de ti...

Ante la mirada aturdida de Kohaku, le contó todo, toda la verdad sobre cómo había llegado allí, cómo la había encontrado y se habían hecho aliados, y como había descubierto la cúpula invisible que rodeaba su pueblo, dejando a cualquier ser entrar, pero a nadie salir, y que el centro era el castillo.

Además, le contó de las casas quemadas hasta los cimientos que encontró no muy lejos del palacio.

Y le contó que el palacio también había tenido rastros de haber sido quemado, que cuando llegó estaba medio derrumbado y en ruinas.

—Entonces... ¿alguien quemó a mi pueblo? Y cuando llegaste ¿solo yo estaba aquí, transformada en animal? —Lo miró horrorizada—. Entonces... mi familia podría estar... —Se llevó las manos a los lados de su rostro, con los ojos llenos de miedo.

Senku la miró con tristeza.

—Estos años... tú me protegiste... me mantuviste a salvo de todos los peligros de la cúpula. Por eso, y porque yo también quiero salir de aquí, daré todo de mí para romper la maldición del pueblo, y así seguro que podremos averiguar qué fue lo que le pasó a tu familia mientras buscamos a la mía.

Ella lo miró sorprendida, y también esperanzada.

—¿Realmente... es posible romper maldiciones como esta?

—Soy absurdamente débil, pero tengo muchos conocimientos, más que nada científicos, pero gracias a que mi madre es una hechicera sé algunas cosas. Y sé cómo romper maldiciones. —Sonrió confiado, pero luego se enserió—. Para romper esta maldición, tenemos que averiguar qué tipo de maldición es, porque dependiendo del tipo hay distintos modos de romper la maldición.

—¿Y no podemos intentarlos todos?

—Si fuera tan fácil, ya lo habría hecho. —Rascó su oído con fastidio—. Si fuera una maldición hecha por tres hechiceros, por ejemplo, tendríamos que reunir otros tres hechiceros que la rompan. Si fuera una maldición centrada en un objeto, habría que destruir el objeto. Si fuera una maldición vengativa, habría que descubrir el motivo detrás y hacer una pócima de purificación dependiendo el motivo. Y solo dentro de ese tipo de maldición, hay distintas formas de resolverla, con distintas pócimas que llevan distintos ingredientes dependiendo el motivo, que puede ser un motivo de injusticia, desamor, decepción, etc.

Kohaku lo observó con el rostro en blanco.

—E-en verdad que es muy complicado...

—Te lo dije. —Volvió a rascar su oído con irritación—. La verdad la más fácil es la del objeto, pero para una maldición tan grande como esta dudo que sea el caso. Envolvieron el pueblo completo, son varios kilómetros los que están dentro del radio de la cúpula.

—¿Y tienes alguna teoría de cual podría ser el tipo de maldición más probable?

—Esperaba que tú puedas ayudarme con eso. —La miró seriamente—. Si lograras recordar algo de lo que te pasó a ti o a tu pueblo... podríamos estar mucho más cerca de saber qué tipo de maldición es. ¿No puedes recordar nada? ¿Lo que sea? ¿Qué es lo último que recuerdas, al menos?

Ella se llevó una mano a la frente, luciendo frustrada.

—Yo... recuerdo que estaba entrenando con Kinro y Ginro... Creo... Creo que mi padre estaba en una reunión... una reunión importante. —Cerró los ojos con fuerza, ahora llevándose ambas manos a la cabeza—. Y entonces... creo que escuché a mi hermana, ella... estaba gritando... —Abrió los ojos de golpe, llena de miedo—. El pueblo se estaba quemando... ya lo recuerdo... alguien estaba quemando el pueblo...

Senku escuchó cada palabra con mucha atención.

—¿Recuerdas si era un ejército, un hechicero o varios? ¿Puedes recordar algo de eso?

Kohaku volvió a cerrar los ojos con fuerza, de nuevo sujetando su frente, tanto que Senku se sintió culpable de estarla presionando tanto.

—Mira, no es necesario que recuerdes todo de golpe... quizás vayas recordando poco a poco, y de todos modos, esta información es valiosa. —Le sonrió, sorprendiéndola—. Ahora sabemos que quien sea que te hizo esto no llegó de la nada a lanzarles la maldición, primero intentó métodos más violentos y que requerían menos magia. Con esto, podemos deducir que el hechicero o los hechiceros que maldijeron el pueblo no tenían tanto poder como para lanzar maldiciones tan fácilmente, quizás la maldición fue producto de que fracasó intentando derrotar al ejercito de tu padre —dedujo, pensativo.

—I-increíble, eres muy listo al deducir eso con tan poco. —Lo miró boquiabierta.

—Solo es una suposición, pero nos da un lugar donde empezar a buscar. —Le sonrió una vez más—. En mis búsquedas entre las ruinas del pueblo, encontré rastros de lanzas y cascos, seguro del ejercito de tu padre. Si desenterramos todo y hacemos un análisis de los restos, quizás podamos tener una respuesta más clara de lo que sucedió.

Ella siguió mirándolo con la mandíbula desencajada, sorprendida de que fuera tan inteligente, aunque a Senku le parecía bastante lógico y no tan complicado.

Lo que sí sería complicado sería examinar una escena del crimen tan enterrada y deteriorada, tendría que ser muy cuidadoso al examinar cada pequeña pista.

—Bu-bue-bueno, ¡me gusta el plan! —Ella pronto le sonrió con entusiasmo, apretando los puños con determinación—. ¡Entonces, vayamos de inmediato!

—Ah, no es buena idea ir ahora... por más que aún tengas una fuerza absurda digna de una leona, ya perdiste la piel gruesa que te protegía de los rattos, y en pocas horas va a atardecer y los dos seremos presa fácil para esas alimañas, el bosque está infestado.

—No me digas leona, ya no lo soy. —Lo miró con rabia.

—Ah, es cierto. —Frunció el ceño—. Bueno, mañana temprano, entonces.

—Bien, por mientras, ¿qué tal si me ayudas a hacer otra pala y otras herramientas útiles? Aprovecharé tu fuerza y tus pulgares para tener algo de mano de obra. —Sonrió maliciosamente.

—Suenas como escoria... —Lo miró con disgusto, pero de todos modos no protestó y empezó a ayudarlo en todo, siguiendo sus instrucciones de forma muy eficiente.

Hmm... era agradable tener compañía humana, de hecho...

Después de trabajar todo el día, él hizo una cena rápida y luego de comer juntos se preguntó si debería ofrecerle dormir en la cama y él usar su saco de dormir que normalmente reservaba para sus expediciones (podía quitarle la capa con púas), pero vio que ella se le adelantó yendo directo a la única habitación.

—Esta solía ser mi habitación —le dijo con nostalgia, sorprendiéndolo bastante.

—Bueno, fue la única habitación que quedó en pie...

—Ja, aun así está muy cambiada. —Se sentó en la cama con toda confianza.

—Sí, también le hice modificaciones...

—Ya veo... —Se acurrucó en una bolita, durmiéndose de inmediato.

Wow, ni siquiera tuvo que proponerle nada, ella solita tomó la decisión de quedarse con la cama... Bien, mejor ir por su saco de dormir.

Aún no terminaba de reparar del todo los agujeros en las otras habitaciones, así que no sentía la suficiente confianza para dormir en otro lado, por lo que se recostó al lado de la cama y se durmió allí.

En medio de la noche, sin embargo, se despertó al sentir unos brazos jalándolo.

Abrió los ojos, adormilado, viendo con sorpresa a Kohaku jalándolo fuera de su saco de dormir y metiéndolo a la cama con ella.

—¿Qué diablos...?

—Ja, llevamos dos años durmiendo juntos aquí, no te quejes ahora. —Lo acostó rápidamente, los cubrió a ambos con las sábanas y se acurrucó en su pecho como siempre lo hacía en su forma de leona.

Senku se quedó con los ojos muy abiertos, pero ella se volvió a dormir rápidamente.

¿Estaba haciendo esto por la costumbre? Eso debía ser... pero igual era muy raro.

Aun así, no podía negar que su calidez era reconfortante... además, en esta forma ella no pesaba casi nada a comparación de lo que pesaba como leona, y su piel suave rozando contra sus brazos le provocaba una sensación agradable... pero en serio, igual seguía siendo muy raro.

Mejor no pensar en eso y dormirse.

Cerró los ojos y se despertó a la mañana siguiente... al sentir un aplastante peso hundiéndolo por completo en el colchón y sacándole todo el aire.

—¡Maldita sea, leona! —Se la sacó de encima de inmediato, empujando con todas sus fuerzas, no logrando moverla casi nada, pero al menos pudo despertarla y ella sola se le quitó de encima.

Mientras luchaba por recuperar el aliento, de repente se congeló al mirarla.

Kohaku... ¡era una leona otra vez!

¿O acaso todo había sido un sueño?...

Apartó las sábanas, viendo el vestido de Kohaku con las costuras mal hechas rotas, por lo que se había roto y ahora estaba hecho bola a su lado.

Se le secó la boca, volteando a ver a la leona con preocupación.

Ella parecía tan tranquila como de costumbre, sin embargo, lamiendo su pata como si nada hubiera pasado.

Él ladeó la cabeza.

¿Acaso no recordaba nada de haber vuelto a ser humana?

Tragó saliva, sentándose en el borde de la cama y pasando una mano por su rostro con confusión respecto a toda esta confusa situación.

De pronto, ella comenzó a darle sus típicos cabezazos cariñosos, haciéndolo reír un poco.

—Ok, admito que esto si lo extrañe... —murmuró para sí mismo, para luego apartarla y mirarla seriamente—. ¿Recuerdas lo de ayer? —Ella ladeó un poco la cabeza, viéndose confundida—. ¿Tú... me entiendes de verdad, no es cierto? —Ella pareció más confundida, pero asintió—. ¿Recuerdas... haber sido humana?... —Cuando dijo eso, ella pareció sorprendida y de repente se alejó de él, comenzando a dar vueltas por la habitación.

Cuando empezó a estrellar la cabeza contra la pared, Senku gruñó y corrió hasta ella para frenarla, sintiendo todavía más culpa por seguir presionándola.

—¡No hagas eso! —La sostuvo del cuello—. Lo siento, lo siento, supongo que... las cosas son más complicadas de lo que pensaba. —Y más confusas de lo que pensaba—. Pero... te tengo otra pregunta... una vez traté de ponerte nombre y no te gustó ninguno, pero... ¿te gusta el nombre "Kohaku"?

Ella de inmediato asintió, parándose sobre sus dos patas traseras, colocando sus dos patas delanteras sobre sus hombros y comenzando a darle todavía más de esos cabezazos cariñosos, arrancándole una risa incrédula.

En verdad no fue ninguna clase de sueño, en verdad ella siempre fue una persona... y ahora tenía que encontrar la forma de salvarla de esta maldición, pero no solo de forma temporal, sino de una vez y para siempre, también deshaciendo la maldición sobre el pueblo, para que así los dos pudieran ser libres de una vez por todas.

Continuará...

Holaaaa :D

Muchas gracias a mi querida Ariel por pedir este cap como comisión *o*

Todas las gracias a ella :'D

Lamento el retraso con este fic xP Fue muy divertido volver a escribirlo, la verdad OwO

Ojala que les haya gustado! :3

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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