Parte I: San Valentín
Notas antes de leer:
- Este fic sucede cuando todos están en segundo, así que hay algunos de otras clases (Tetsutetsu, Shiozaku, Shinzou, Monoma, Honenuki) han pasado a la clase A, y algunos chicos que estaban en la clase 1-A han pasado a clases inferiores, pero es de acuerdo a mi criterio, así que cuando vean a alguno de estos personajes durante la historia (Tetsutetsu y Monoma mayormente) no se confundan
- El fic se dividirá en dos partes, la primera que la estoy colgando hoy en el día de San Valentín, y la siguiente la estaré colgando en la fecha del Día blanco que es el 14 de marzo
- Este fic va Dedicado a Noe Sweetway primero como una primera parte para su regalo de cumpleaños y segundo como para cumplir el reto de la "Publi del diablo" XD amoe i love u ‹‹3 ya tenía pensado hacer esto desde hace tiempo y ahora te lo voy a dedicar a ti u3u ojala te guste ;3;)9
- No tuve tiempo de betearlo así que me voy disculpando desde ya ;w;
- Disclaimer: BNH es propiedad de Horikoshi-sensei
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Un chocolate para ti
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Parte I: San Valentín
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– 14 de febrero. 8:05 am –
El primer pensamiento de Kirishima sin duda es algo como "esto no está pasando" pero, el asunto es que sí está pasando.
No tiene tiempo de hacerle caso a los gritos sorprendidos de Kaminari y Sero que están detrás de él, observando también lo que acaba de sacar del cajón donde guarda sus zapatos.
La cosa es que ha llegado como todos los días (quizás ahí estaba mal, olvidar que ese no era un día cualquiera) y ha abierto el casillero para cambiarse de zapatos, y entonces, la ve.
Una bolsita un poco pequeña, pero no tanto, hecha por papel satinado con diseño militar, pero de color rojo. Si no estuviera bastante sorprendido ya, se preguntaría de donde rayos alguien saca un papel tan genial, pero ese no es el jodido punto. El punto es que alguien le ha dejado un chocolate envuelto en su casillero antes de que llegara. Un chocolate por el día de San Valentín.
—Viejo, ¡es un chocolate hecho a mano! ¡Tiene que serlo!
Es Kaminari quien habla mientras saca el chocolate de encima de sus zapatos y lo toma en sus manos para mirarlo mejor.
—Wow, en serio tu persona se ha esmerado.
Su persona. No sabe muy bien que pensar con respecto a las palabras de Sero así que se va por lo obvio. Alguien que gusta de él (tal vez mucho, quien sabe) se había infiltrado en la escuela para dejarle ese paquetito rojo y dulce. Y ni siquiera sabe cómo reaccionar, ni que decir.
—¡AH! ¡A Kirishima le dieron chocolates!
Esa es Ashido, que llega recién desde un lado de los corredores, con un enorme bolso colgando de su hombro aparte del maletín de la escuela.
Ha logrado llamar la atención de varios de sus compañeros que iban llegando también.
—¡¿Una admiradora secreta?! —se atreve a decir Deku llegando junto a Iida.
—Eh, ¿supongo?
—Vaya, el chico Kirishima logró llamar la atención de alguien —dice Monoma con las manos en los bolsillos y caminar relajado—. Sin embargo, ¿solo un chocolate? Por favor.
Entonces camina dos pasos hasta su propio casillero y abre la pequeña puertita, dejando caer cinco cajas de chocolates de diferentes chicas, al parecer, provocando que sonría victorioso.
—¿Quién podría darte chocolates a ti? —cuestiona Kaminari entre confundido y asqueado, mientras Todoroki entraba al lugar directo a su respectivo casillero.
—Qué les puedo decir, las chicas aman un carácter retorcido —responde el chico rubio calmadamente.
—¡Que lo admitas es igual de repugnante!
—¿A quién mierda le importa? Le están dando mucha importancia a esta cosa.
Ese es Bakugou, que recién llega porque se quedó dormido un rato (hubiera llegado junto a Kirishima y a los demás, pero para cuando fue a tocar su puerta el rubio lo mandó a la mierda), caminando entre todos ellos hasta su casillero, que quedaba junto al de Todoroki.
Entonces ambos abrieron sus casilleros y más de uno quedó boquiabierto, preguntándose acerca de leyes de física y otras cosas, porque cuando los chicos abrieron sus casilleros empezaron a caer docenas de paquetes de chocolates al suelo, creando unas pequeñas montañas de colores.
Todos los presentes, incluso los que no los conocían tanto e iban pasando, se quedaron callados y observando el montón de chocolates. Monoma decidió retirarse en silencio. Kirishima y Sero entrecerraron los ojos.
—No me sorprende de Todoroki...
—Pero de Bakugou...
—Oh, es cierto que a las chicas les gusta el carácter retorcido entonces.
Ese último es Deku, que lo dice como si fuera un descubrimiento científico. Entonces Bakugou no puede hacer más que mirarlo mal y con cara de querer golpearlo (el pan de cada día, piensa Kirishima, que ya estamos en segundo y estas cosas no cambian) pero entonces, como si lo que hubiera dicho Deku hubiera sido la clave para que se desatara el mal, una marea de chicas de primer año llenó el recibidor, con chocolates en mano y dirigiéndose hacia Bakugou y Todoroki.
—¿Pero qué-?
De un momento varios chicos se ven envueltos en esa oleada de féminas enamoradas (la mitad por Bakugou seguro porque no tienen idea de cómo es él en realidad) y tienen que luchar por sus vidas para salir.
Kirishima y sus amigos lo logran, pero han dejado a Bakugou atrás nuevamente, no ha podido salvarlo. Iida logra arrastrar a Deku también que tiene varios chocolates entre las ropas, a lo mejor de una que otra admiradora suya también.
—Pobre Bakugou —dice Mina.
—Pobres chicas incautas —refuta Kaminari entonces—. Por cierto, ¿Qué hay en la bolsa?
Señala el enorme bolso que Ashido trae consigo, entonces la chica sonríe y saca dos cajas chocolates de ahí, que parecen ser comprados de una tienda de dulces, es decir chocolates de compromiso. Se los da a Kirishima y a Kaminari a la vez.
—En el otro lado del mundo este día también es conocido como el día de la amistad, así que —ensancha su sonrisa, toda alegre y rosa como siempre—, feliz día.
Kirishima y Kaminario sonríen enternecidos y tienen ganas de saltar a abrazarla, pero entonces Sero se pone delante de ellos.
—¿Y no hay chocolates para mí? —pregunta señalándose el pecho, con un tono un tanto indignado.
—De hecho, no —responde Mina, con simpleza.
Los tres chicos jadean, pero Ashido entonces rebusca entre las cosas de su bolso más pequeño y saca una caja más grande que las que ya entrego, cubierta por cintas de satín y cintas adhesivas de distintos colores.
—Esta es para ti —dice sonriente y pegándole la caja a Sero en el pecho.
Literalmente se queda pegada, y antes de que el más alto pueda decir nada, Ashido da media vuelta y corre para alcanzar a Iida y a Deku y entregarles chocolates.
Kirishima y Kaminari la observan a la distancia, antes de mirar a Sero, quien se ha movido a un lado y a estirado los brazos hacia arriba, como si estuviera celebrando una victoria. Kirishima podría jurar que estaba llorando incluso.
Entonces, desde la marea de chicas, sale el fuerte y estoico Tetsutetsu para desplomarse en el suelo.
—Wow, ¿te encuentras bien, bro? —le pregunta Kirishima acercándose y extendiéndole una mano.
Tetsu la recibe, pero se pone de pie lentamente, como su fuera un muerto viviente, y parece uno. Kirishima arquea una ceja, confundido.
—Ke-Ke-Kendou me acaba de dar chocolates —suelta rápidamente, temblando como gelatina y levantando una caja plateada entre sus manos—. Kendou me dio chocolates. Kendo, chocolates. ¡Kendou! ¡Chocolates! ¡Kendou y chocolates!
—Y son hechos a mano —observa Kirishima.
—¡Kendo, chocolates y manos AYUDENME!
—Wow.
—¡Chocolates! —grita Sero también al borde la felicidad.
—¡Santos chocolates!
—¡Alabado sea el día de San Valentín!
—¡Que hermoso día para estar vivo!
Entonces ambos empiezan a gritar como desquiciados al borde del llanto y a punto de explotar de felicidad. Kirishima solo puede reír comprensivamente mientras Kaminari los mira entrecerrando los ojos, un poco celoso porque al parecer a todos ahí le han dado chocolates hechos a mano menos a él (o al menos no aún, piensa Kirishima)
Luego de unos momentos la campana que señala el inicio de clases suena, y la marea de chicas que estaba ahí desaparece con el viento, dejando a la vista a Todoroki y a Bakugou, el primero sentado en el suelo contra los casilleros y el segundo tirado boca abajo en medio del pasillo. A los otros 4 chicos les sorprendió muchísimo que específicamente esos dos hayan quedado así solo por un grupo de chicas.
—Me quitaron todos los botones —dice Todoroki observando sus muñecas—. Oigan, ni siquiera es fin de año, o mi graduación, qué les ocurre.
—Malditas locas...
El lugar estaba lleno de cajas y bolsas de chocolates repartidos por todo el suelo.
—Oh vamos, ¿Cómo es que a todos ustedes les dieron chocolates? —se pregunta Kaminari frustrado—. Hasta a Bakugou le dieron chocolates. Y estamos hablando de Bakugou.
—¿Tú los quieres, Sparky? —pregunta el nombrado levantándose del suelo y sacando chocolates de entre sus ropas—. Yo no los quiero. De ninguna manera.
—¡¿En serio?! —pregunta Kaminari entre sorprendido y entusiasmado.
—Oye, pero todas esas chicas te dieron chocolates con buenas intenciones —le dice Kirishima frunciendo levemente el ceño—. No puedes rechazarlos solo así.
Bakugou resopla por la nariz cuando recoge su maletín de la escuela, y también una de las cajas de chocolate que están tiradas sobre el suelo.
—Mira, me quedaré con este y ya.
Kirishima lo mira entrecerrando los ojos, hasta que Todoroki habla.
—De hecho, creo que esa es una de las mías.
Bakugou le lanza una mirada hastiada, lanzando la caja contra su regazo. Luego camina en dirección al pasillo hasta que ve lo que hay en las manos de Kirishima.
—A ti también te dieron uno, ¿eh?
—Ah, sí.
—¿Quién?
Pero Kirishima no sabe que responder entonces, porque ni siquiera él sabe.
– 14 de febrero. 1:45 pm –
querer saberlo es lo único en lo que puede pensar en todo el día, durante la clase, hasta el almuerzo, que no ha puesto atención en nada más que mirar el vacío o la condenada bolsa de chocolates.
—Se va a gastar de tanto que la miras —le dice Kaminari, medio desinteresado, medio molesto, mientras en vez de su almuerzo está comiendo los chocolates que le cedió Bakugou.
Kirishima piensa que no es buena idea que coma tantos chocolates tan indiscriminadamente, y que probablemente está celoso de él, y de Sero, y de Tetsutetsu, que no han dejado de irradiar felicidad desde la mañana. Incluso puede que este celoso de Bakugou por haber recibido mil y un chocolates.
Pero, cinco segundos después llega Mina dando saltitos alegres hasta la mesa donde están, haciendo que Sero le sonría, pero tanto él como Kirishima ven a la persona que está a su lado es que entienden la situación. Hasta Bakugou parece estar consciente de los que va a pasar. Jirou mira de reojo a Kaminari que está prácticamente tras una torre de envolturas y cajas que no ha notado su presencia. Kirishima nota también que en otra mesa, Uraraka está cerca de Midoriya con algo escondido tras la espalda. Supone que son chocolates.
En ese momento Jirou manda a volar las cajitas de colores y las envolturas sobre la mesa con los cables de sus orejas, sobresaltando a Kaminari. Este parece consternado al principio, pero cuando ve a Jirou parece más que sorprendido, e incluso ansioso.
—Parece que estás muy a gusto comiendo chocolates que no son tuyos —inquiere Jirou, cruzada de brazos.
Kaminari abre la boca para hablar, pero no sale nada. En cambio, usa sus manos para mandar a volar el monton de chocolates que no ha tocado aún, para luego apoyarse sobre la mesa en una pose tipo aquí no ha pasado nada.
—No sé de qué me estás hablando —dice en tono casual.
Sus amigos solo pueden verlo con ojos decepcionado, y Jirou también lo hace, pero parece que lo deja pasar cuando suspira y de pronto el color rojo inunda sus mejillas y frunce el ceño.
—Toma —le dice, sacando una bolsita dorada con cintas negras de su bolsillo.
Kaminari no pierde tiempo y la toma sin más, pero se le queda viendo un momento. Kirishima espera que no haga algo estúpido, así como sus otros amigos, pero, lo conocen, así que no es sorpresa cuando suelta: —Ya te estabas tardando.
Kirishima quiere darle un golpe en la cabeza, así como Ashido también parece querer hacerlo, pero se conforman con ver a Jirou apretando la cabeza de Kaminari con sus cables hasta lanzarlo lejos. Tiene la cara roja, aunque, y cuando termina de maltratarlo decide retirarse con gracia del sitio, con Mina siguiéndola.
Los chicos ven a Kaminari tirado en el suelo, y como si nada, comienzan a reír. Aunque Bakugou no lo hace, él solo se limita a hacer un comentario con desdén.
—Te lo mereces —le dice secamente.
—Eres el ultimo que quiero que me sermonee ahora —sisea Kaminari, con la cara pegada al suelo.
Kirishima mira a Bakugou ladeando la cabeza.
—Bueno, tú quizás también lo merezca, ya que menospreciaste todos los chocolates que te dieron las chicas de primer año —le dice con un tono que parece un tanto decepcionado, aunque no es la idea.
Katsuki solo puede mirarlo un tanto confundido. Entonces Sero ríe, no con alegría como hace cinco minutos sino con un deje de burla.
—Kirishima, ¿en serio crees que Bakugou va a aceptar chocolates de unas chicas que en realidad ni siquiera lo conocen bien? —pregunta arqueando una ceja.
—Ah, es cierto —concuerda Tetsutetsu entonces—. Apuesto que las kouhai solo están atraídas por el aura explosiva de Bakugou, pero si lo conocieran en realidad seguro se retractarían —luego mira a Bakugou—. No te ofendas, amigo.
—¿A quién le dices amigo? ¿Y por qué mierda me ofendería? —pregunta Katsuki a la vez—. Son solo unos estúpidos chocolates, no importan nada. Ni siquiera están hechos a mano, los compraron en una tienda a cinco calles de la escuela.
Kirishima arquea una ceja.
—¿Cómo sabes eso?
Bakugou se encogió de hombros.
—No me han dado chocolates solo en esta escuela.
Los demás chicos jadean, impactados. En eso Kaminari llega arrastrándose y apoyándose sobre la mesa.
—Insisto, quién te daría chocolates a ti.
– 14 de febrero. 6:37 pm –
—¿Pero qué- ¡No me digas que hasta ahora no la has abierto!
Kaminari llega a la habitación de Kirishima donde está su grupo de amigos, después de darse un baño. Mina está ojeando una revista de baile sentada en la cama contra la pared como si nada, mientras el dueño de la habitación, Tetsutetsu y Sero se están partiendo la cabeza intentando resolver la tarea de matemáticas. Bakugou no está con ellos golpeándolos y partiéndoles la cabeza él mismo porque él y otros tantos siguen en la escuela, en clases extracurriculares de estrategia y pelea, que son las que pueden tomar esos alumnos que tiene notas sobresalientes y están por encima del top 7, aunque a esas alturas ya deberían estar regresando.
El tema es que en un lado de la mesa donde están todos los cuadernos garabateados de los muchachos y sus libros de ejercicios, está también la bolsita roja que le dieron a Kirishima en la mañana. No es el único chocolate que le han dado, ha recibido chocolates de parte de sus compañeras de clase y una que otra kouhai, pero eran todos chocolates de compromiso que ya comió. Y los únicos que quedan, son los que están dentro de esa condenada bolsa.
Kirishima ladea la cabeza sentado donde está.
—Es que... siento que si la abro algo malo va a suceder —le dice Kirishima encogiéndose de hombros.
Kaminari lo mira entrecerrando los ojos.
—Bueno, como diría Bakugou —comienza diciendo, metiendo las manos en sus bolsillos—, ¡Déjate de tonterías abre la maldita bolsa ya!
Kirishima y los demás se le quedan viendo. Hasta Ashido quita los ojos de su revista para mirarlo fijamente. Luego todos comienzan a reír, haciendo que Kaminari deje caer sus hombros y su dignidad al piso.
—Lo haré porque me causaste gracia —le avisa Kirishima alcanzando la bolsa—, pero no vuelvas a imitar a Bakugou que te sale fatal.
Desliza la cinta negra que envuelve todo y el papel se abre sobre la mesa, dejando a la vista todos los chocolates que venían dentro, y todos se acercan a mirar porque son fabulosos.
Toma uno entre los dedos, tiene forma de engrane, parecida a esas las hombreras de su traje de héroe, con el centro de chocolate y dos letras R entrelazadas. Mira el chocolate como si fuera una obra de arte, y está tan perfectamente hecho que hasta le da pena tener que probarlo. Pero lo hace, y el dulce sabor dulce le inunda las papilas gustativas rápidamente, incluso cuando lo mastica mejor siente un relleno con sabor a fresa. No es su sabor favorito, pero sabe bien, y se siente agradecido de repente. Y hay varios más idénticos dentro de la pequeña bolsa.
—¡Sabe delicioso! —exclama con estrellas en los ojos. Se fija que Tetsutetsu está intentando robar uno, pero Kirishima lo aleja de un manotazo—. Bro, no.
—¡Pero bro!
—¡Woaaah, son tan bonitos! —dice Ashido asomándose por sobre el hombro de Sero.
—Tú admiradora secreta es una artista —dice Kaminari observando los demás chocolates que quedan sobre el papel de satín—. Me pregunto cómo... oye, ¿q-que es eso?
Eso llama la atención de todos, que miran la mano de Kaminari moverse y desordenar el montoncito de chocolates en forma de engranes para revelar uno que no es parecido a los demás. Ese tiene una forma más simple, pero se nota fácilmente que tiene forma de una pequeña granada-
Al observarla, solo se le viene a la mente una persona.
—Pero qué... ¿chocolates para Bakugou?
– 14 de febrero. 6:45 pm –
En realidad el primer pensamiento de Kirishima fue que ese chocolate en forma de granada era para Bakugou, y a lo mejor era un razonamiento ridículo, pero creyó que la persona que le hizo chocolates a él también hizo chocolates para Katsuki, y que se confundió al preparar su bolsa, así que le preguntó a Kaminari por si recordaba un chocolate de esa forma en alguna de las cajas que le dio Bakugou en la mañana que eran todas de esas chicas de primer año, quizás en una de esas tantas cajas que salieron del casillero de su amigo. Pero como Kaminari no sabe nada, decide que es mejor ir a preguntarle al mismo Bakugou, porque quizás él sí sepa algo.
No sabe si dejó los cientos de chocolates tirados por ahí, o si se los cedió a alguien más, pero decide averiguarlo por su cuenta, así que sale del edificio y se dirige a la escuela, porque se supone que sus compañeros ya están regresando de las clases extra. Sin embargo, para cuando llega a cierto tramo del recorrido, ve a lo lejos al grupo de su clase parado en medio del camino. Para cuando llega a donde están todos ellos, se fija en que el único que falta es Bakugou.
No entiende lo que pasa ni cuando ve a Midoriya mordiéndose una uña con nerviosismo, o cuando vea Yaoyorozu y a Iida con expresión de sorpresa, porque los demás tienen expresión neutra, pero todos están mirando un punto fijo a lo lejos. Kirishima sigue sus miradas, y para cuando encuentra lo que tiene que ver, siente una extraña sensación en el corazón.
A unos diez metros de distancia de donde están ellos, en medio de la línea de árboles que adorna el sendero que lleva a los dormitorios, está parado Bakugou, con el maletín de la escuela en un hombro, la chaqueta del uniforme atada a la cintura, y el cabello despeinado más de lo normal. Pero lo que le da gravedad al asunto es que está mirando hacia abajo, sus ojos encima de una chica tan bajita como Tsuyu.
Es una chica de primer año, piensa Kirishima en cuento la ve. La chica está sosteniendo entre sus manos una cajita naranja, temblando como gelatina. Kirishima ha visto suficientes películas y dramas juveniles para reconocer la situación, pero le parece increíble y sorprendente que este viendo en vivo en directo como una chiquilla de primer año se le esté confesando a Bakugou. Pero no sabe que la sensación que siente en el pecho no tiene nada que ver con la sorpresa.
—¿D-Desde que momento...? —se sorprende a si mismo tartamudeando, intentando hacer una pregunta que ni siquiera termina de decir.
Y no entiende por qué.
—Lo acaba de llamar, hace como 3 minutos —le responde Iida.
—Las chicas de primer año son tan audaces... —comenta Midoriya, temblando más que la chica que se está confesando ahora, tal vez preocupado y asombrado por lo que está pasando ahora.
—Quizás deberíamos dejarlos solos —les dice Todoroki, con calma.
El grupo le hace caso, por lo que siguen caminando hacia los dormitorios, pero Kirishima se queda atrás unos momentos, sin quitarles la mirada de encima a esos dos. Sin quitarle la mirada de encima a Bakugou. De nuevo la sensación extraña le aprisiona el pecho, y tiene que ignorarla para dar media vuelta y seguir a los demás.
Aunque no entra al edificio junto con ellos, sino que se queda afuera a esperar a Katsuki, quien, en realidad, no tarda casi nada en llegar. Kirishima intenta hablar sin tartamudear por culpa de la sensación que tiene dentro esta vez.
—O-Oye —pero falla patéticamente—. Te vi con esa chica. No pensé que alguien te fuera a...
—Le dije que no estoy interesado —le interrumpe Bakugou, sin mirarlo y pasando de largo.
Kirishima se queda a cuadros unos segundos.
—¿Eh? ¡¿P-Por qué?!
No se sorprende tanto por lo que dice Bakugou en sí, sino que se sorprende más a sí mismo por preguntar una razón, como si tuviera mucha urgencia en saber por qué. Pero lo que más le sorprende es lo siguiente que suelta Katsuki.
—Porque a mí ya me gusta otra persona.
La mente de Kirishima queda en blanco por siete segundos exactos, que es el tiempo que se demora en llegar y subir los primeros 3 escalones de la entrada del edificio.
—¿P-Pero te dio chocolates?
—No los acepté.
Él de nuevo está tartamudeando y Bakugou sube otro escalón.
—¡Es que encontré un chocolate para ti en mi bolsa de la mañana! —suelta Kirishima, apresuradamente.
Y eso basta para que Bakugou se detenga dónde está.
—¿Huh?
Katsuki lo mira por encima del hombro, arqueando una gruesa y rubia ceja.
—Bueno, eses que... no sé cómo llegó ahí, aunque... ah, ¿será que alguien que te dio chocolates a ti también me los dio a mí? ¿o quizás fue esa chica? ¿Se habrán confundido? Aunque están hechos a manos así que, y no sé de alguien que me los haga a-
Se calla por un estallido, que bien sabe vienen de las manos de Katsuki, quien se ha girado para verlo a la cara. Y si Kirishima no lo conociera lo suficiente, diría que la expresión que tiene en el rostro es algo... dolida.
—No fue nadie que no conozcas —le dice secamente.
Entonces algo en la mente de Kirishima comienza a quebrarse porque no entiende nada.
—¿Eh?
Y a cada palabra que suelta Bakugou, su mente se quiebra más. Y la sensación en su pecho se intensifica.
—Esa granada que viste la hizo Mina.
Le duele la cabeza de repente.
—¿Qué...?
—La puso ahí cuando yo no veía.
No sabe que pasa en su cabeza, o en su pecho. No sabe que oprime con fuerza su corazón. Y no sabe leer tampoco la expresión dolida y distante que tiene Bakugou en la cara.
—Esos chocolates te los di yo.
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CONTINUARÁ ›› 14 de marzo – Parte II: Día Blanco
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