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*Cuatro*

El trayecto hasta el pueblo es bastante largo, y ya me asaltan las ansias por llegar a casa de papá y abrazarlo. Joshua conduce muy concentrado, no ha vuelto a mencionar nada de ese chico o el incidente, y yo tampoco. Su actitud me ha dejado claro que no contestará nada más sobre ese supuesto Luke Venon. No puedo evitar recordar sus ojos, y aunque Josh dice que no le conozco de nada, en mi interior siento que no es del todo cierto. Un color de ojos parecido viene a mi cabeza otra vez, como un recuerdo extraviado, al igual que me lo recordara la canción.

Me sacudo para volver a la realidad y olvidarme de ese chico, miro hacia el frente, hacia el camino que vamos recorriendo, que cada que regreso se me hace largo el viaje a casa; pero supongo que siempre será así, ya que pasa mucho tiempo antes de que vuelva a recorrerlo. Se siente como si fuera la primera vez que llego.

—Las chicas están emocionadas por tu llegada, ellas están preparando algo especial para ti —Josh habla rompiendo el hilo de mis pensamientos.

Me ladeo para mirarlo mientras él permanece con sus manos al volante y su mirada fija en el frente.

—¿¡En serio!? —exclamo ladeándome hacia la ventana, donde los árboles y los prados verdes van quedando atrás.

—Te harán una fiesta de bienvenida en casa de Scarlet, y si quieres podemos pasar por ti para llevarte.

Me cuenta Joshua, Scarlet no es especialmente mi amiga, pero es amiga de su novia y una chica agradable, aparte de ser la típica chica rica. Es lo que puedo decir de las pocas veces que la he tratado.

—De acuerdo, pero no esperaba que hicieran eso, tampoco creo que papá se oponga.

—No lo hará, le conté antes y estuvo de acuerdo.

No me extraña, papá es bastante abierto con que haga amigos en el pueblo y me divierta. A mamá no le gusta que lo haga porque dice que es una treta para que siempre regrese.

—¿Y quienes irán?

No es que me emocione mucho la fiesta, pero me da un poco de curiosidad saberlo. A parte de Josh, su novia y algunos chicos, no conozco a muchos más, por lo menos que pueda catalogarlos como amigos entrañables.

—Los chicos que ya conoces y amigos de Scarlet. Sus fiestas se han vuelto populares en el pueblo.

—No lo dudo, sus padres tienen mucho dinero.

—Sí, así es —repone y sigue conduciendo.

Me empieza a agradar la idea de la fiesta, y solo porque entraré a la mansión de la colina. Es allí donde está la casa de Scarlet.

Rato después de estar conduciendo ya nos vamos acercando al pueblo. La nostalgia me invade al entrar y transitar las calles. Ha pasado casi un año desde que vine la última vez, mi corazón se llena de emoción cuando atravesamos la plaza principal, tomaos la via a las afueras y nos acercamos a la casa de mi padre. A papá le gusta la soledad, de ahí que su casa esté un poco alejada del centro del pueblo.

Josh estaciona frente a la cerca de entrada. Apaga el motor y se baja para ir por mi maleta.

—Anda, entra, yo la llevo —dice y yo le sonrío con amabilidad; pero mi sonrisa se va cuando recuerdo lo que pasó hace un rato en el aeropuerto y le miro a los ojos.

Me espabilo apenada y me voy rápido. Debo de dejar de pensar esas tonterías, aunque me agrada mucho no es el indicado para tener un patético y cursi enamoramiento de vacaciones. De todos modos, ninguno lo es. No es como si pudiera quedarme para siempre por alguien en este pueblo.

—¡Papá ya llegué! —grito fuerte desde que abro la entrada y corro por el camino pedregoso hasta el porche de entrada.

Mi sonrisa se amplía al ver que sale, y mucho más, al ver que trae un delantal puesto.

—¡Llegaste! —exclama y corre hacia mí, me abraza y casi me levanta del suelo girando y besando mi frente.

Me siento algo mareada cuando me baja y pongo mis pies nuevamente en el piso. Entonces me fijo que aparte del delantal de cocina puesto, trae harina en el pelo y se le ve gracioso. Lo miro de más y él se da cuenta. Procede a quitárselo.

—Preparé tu almuerzo favorito y estaba terminando una torta —dice empuñando la tela algo avergonzado.

Eso me hace sonreír pensando que tal vez los nervios de mamá no son infundados. Papá siempre se esfuerza por sorprenderme cada que vengo a verle. Josh aparece y coloca mi maleta frente a mí. Papá le mira y Josh parece que quiere reírse de él. Y yo sé por qué. Me acerco a papá y le sacudo el cabello que le llega un poco a los hombros. Cada vez se lo corta menos.

—Cielos, traía harina, gracias nena —me dice volviéndole la pena—, y gracias por traerla ―le agradece a Josh

—No es nada, señor Warren —emite y le mira—, pasaré por Allie a las ocho, espero no haya cambiado de opinión.

—Solo si cumples con tu palabra de regresarla antes de las doce.

—¡Papá! No soy Cenicienta —resoplo y él se echa a reír.

—Bromeo, chicos. Solo no lleguen muy tarde —advierte haciendo ese gesto de más te vale que obedezcas.

—Prometo asegurarme de eso, señor —corresponde Joshua.

Papá palmea su hombro y este se marcha. Seguido toma mi maleta y tira de ella invitándome a seguir al interior de la casa, que a diferencia de lo que se cree que un hombre solo es desordenado, mi padre es todo lo contrario. Entramos en casa y la verdad, es que estoy feliz de estar de vuelta. Ha cambiado los colores de las paredes que ahora son de un azul claro y ocre.

—¿Volviste a remodelar? —pregunto mirando la nueva repisa tallada a la entrada del recibidor que combina con la el azul de la pared.

Se de sobra que no la ha comprado, la ha hecho el mismo. Papá es carpintero, y tiene su propio taller en la parte de atrás. Le va bien, y para vivir como el ermitaño que es.

—Digamos que sí —responde.

—Mmm huele bien —digo aspirando el aroma de la comida que está preparando.

—Espero te guste.

—Dijiste que es mi favorita.

—También espero que lo sea —me bromea y yo sonrío—, serviré de una vez.

—¿Puedes esperar a que suba mis cosas y haga mi llamada prioritaria a mamá, o no nos dejará vivir?

—Por supuesto que sí. Hazlo, yo subiré tus cosas después.

—De acuerdo papá —le tomo la palabra, y con mi maletín en el hombro subo a la que será nuevamente mi habitación por casi un mes.

***

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