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20. Campanas nupciales.

La cena transcurría en calma, mientras conversaban de diversos temas, Savannah estaba un poco nerviosa por como su tia y su madre tomarían la noticia. La tía Ann no paraba de hacer comentarios de lo hermosos que se veían juntos, de los muchos comentarios positivos que se daban en el pueblo acerca de la nueva pareja que se había formado.

—Muchos dicen que son una pareja envidiable— Savannah sonrió

—Ya basta tía, haces que el ambiente sea un poco incómodo.

—¿Por qué?— preguntó inocentemente la tía Ann— no tiene nada de malo hablar del amor. Además no son muchos los foráneos que llegan por aquí.— Max la miró directamente a los ojos, imaginándose que sin duda alguna su primo Dylan era uno de aquellos hombres foráneos.

—Nosotros...— comenzó Max con un sonrisa—tenemos una noticia que compartirles.

—Así es— dijo Savannah— y quiero que lo tomen con mucha calma. Maximiliano me ha pedido ser su esposa y yo he aceptado— dijo tranquilamente mientras una sonrisa iluminaba su rostro, la tía Ann gritó de alegria y comenzó a felicitarlos, Jennie, la madre de Savannah estaba muy seria.

—¿Tú has aceptado?— preguntó Jennie.

—Lo he hecho, si quiero ser su esposa.

—¿Y no creen que es muy pronto para pensar en matrimonio?— preguntó Jennie frunciendo el entrecejo.

—Las cosas son así cuándo uno está enamorado— dijo Ann sonriendo.— nada es muy pronto y pareces conocer a esa persona desde siempre. ¡Dios mio que emoción, suenan campanas nupciales en este rancho!

—No me parece— dijo Jennie— hace solo unos meses que se conocen y aún menos que se supone que "están juntos" —dijo entrecerrando en comillas las palabras— no es correcto casarse tan pronto.

—Ay quienes esperan mil años para casarse o no se casa nunca— dijo Savannah.

—Sabeos que es pronto— asgeuró Max— sin embargo no tenemos dudas de que casarnos es lo que queremos hacer. Yo deseo que Savannah sea mi esposa y ella desea serlo.

—Y no es todo— suspiró Savannah— las empresas de Max están teniendo muchos problemas que requieren su presencia, así que, vendrá Jael su mejor amigo, con la documentación necesaria, investigaré lo necesario en el pueblo y nos casaremos cuánto antes.

—No entiendo cuál es la prisa— se quejó Jennie— ¿por qué tienen que tomar las cosas tan apresuradamente?

—Porque Max necesita viajar y yo iré con él a la ciudad—dijo Savannah convencida. Su madre la miró con una mezcla de asombro y dolor, como si con aquello la hubiese traicionado de la peor manera posible.

—¿Nos abandonas?— la voz de Jennie era un susurro a punto de quebrarse.

—Claro que no, madre. Estaré fuera una temporada mientras Max soluciona los problemas en su empresa y podamos volver juntos

—Es hermoso que quieran apoyarse mutuamente— dijo la tía Ann.

—¡Savannah, tu nunca has vivido en la ciudad!— se quejó ella—¡No sabes moverte allá, tu eres una mujer de vida campestre!

—Lo sé, pero debo estar dispuesta a apoyar a Max en esto. Él no es un hombre de campo y lleva meses aquí adaptandose, yo tambien puedo hacerlo, soy una mujer fuerte, puedo lograr lo que me proponga, sin importar lo que sea.

—¿Ah si?, pues dejame decirte que no estoy de acuerdo en esto Savannah, creo que es un error. — se quejó Jennie.

—Entiendo que esté preocupada, señora Jennie, Savannah iría a un ambiente nuevo, que no conoce, no es nada sencillo, pero estará conmigo, estrá en casa con mi hermana, mi madre, mi tái, no estará sola... juntos cuidaremos de ella.

La llegada de Jael no fue una sorpresa, Maximiliano y Savannah estaban muy pendiente del visitante.

—¡Fue toda una odisea llegar aqui!— se quejó Jael mientras abrazaba a Maximiliano—¡Mirate nada más, pareces todo un buen ranchero, con ese cabello y barba larga! — Jael le palmeó la espalda afectivamente.

—Bienvenido hermano, no sabes cuánto te he extrañado— lo abrazó con el mismo cariño. Savannah observó aquel ambiente calido y sonrió contenta. — ven, te presentaré con mi prometida; Savannah él es Jael, Hermano, ella es Savannah Brown.

—Es todo un placer conocerte en persona, Jael— le regaló una gran sonrisa— desde aquella vez que hablamos por telefono nunca pensé que nos veriamos a la cara.

—Me alegra conocerte Savannah, es bueno ver a la mujer que ha logrado arrancar a mi amigo del deseo de solteria eterna.

—Eso es algo mutuo— respondió ella mirándo a Max y regalandole una enorme sonrisa. —Adelante, Max te llevará a la habitación que hemos preparado para ti, yo debo ir a ocuparme de algunos asuntos con el ganado, pero volveré más tarde.

—Por supuesto.

—Max te presentará a todos— Savannah le dió un beso en los labios a Max y le guiñó un ojo antes de girarse, colocarse su sombrero y salir en dirección a los establos, dejándo a ambos hombres en la entrada dela casa grande.

—Vamos Jael— le dijo Max tomándo su maleta— te mostraré cuál es tu habiatación.

Maximiliano guió a Jael a su habitación, la cual estaba en el area contraria a donde estaban su habitación y la habitación de Savannah. Desde que habían formalizado un poco su relación ella había organizado una habitación para él junto a la suya, y desde ese momento se había mudado a la casa grande y auqnue pasaban las noches juntos no lo hacían de manera descarada por respetar a Jennie y la tía Ann.

Llegaron a la habitación y Max dejó la maleta junto a la enorme cama.

—Ella es hermosa— dijo Jael— es realmente hermosa, y parece muy agradable.

—Lo es, tiene que serlo para haber logrado enloquecer a Dylan.

—Hermano...— su tono de voz había cambiado a uno cargado de preocupación.

—Ya hemos hablado de esto, Jael. No quiero volver a tener esta conversación contigo. ¿Trajiste lo que te pedi?

—Por supuesto, hermano— dijo después de suspirar, rebuscó en su bolso y le tendió un sobre—allí tienes todos los documentos que me pediste, son todos necesarios para tu boda.— luego volvió a buscar en su bolso y le tendió una pequeña cajita de terciopelo negro.— son los anillos, el de compromiso y los de matrimonio, me encargue de que fuesen hermosos.

—Me da exactamente igual hermano, hermosos o no, no importa.

—De acuerdo, de acuerdo— suspiró Jael.

—¿Serás mi padrino, no?— preguntó Max con el ceño fruncido.

—No quisiera hacerlo ya que conozco el motivo de tu matrimonio, sin embargo, no te dejaría solo, no te fallaría nunca.

—Bien, muchas gracias hermano, ahora intenta refrescarte y descansar un poco. Quizás podramos cabalgar un poco luego.

—Eso sería genial hermano, hace mucho que no monto.

—Te enseñaré el rancho del cual casi me apodero.

—¿Piensas arrebatarselo?

—No, ya perdí la oportunidad y por obvias razones te pedi redactar un acuerdo prenupcial, yo no podré tener acceso a su rancho, pero ella tampoco tendrá acceso a mi fortuna, no le permitiré poner sus manos sobre mi dinero, ni mis propiedades.

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