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19. Señora Neumann.

—¿Savannah...?— la voz de Max resonó en la habitación.

—¿Si?— elevó la mirada hacia él— ¿Qué ocurre?

—Tengo una noticia que darte, pero no sé como vayas a tomarla.

—Y por lo que veo es una mala noticia— respondió ella sentándose en la cama y cubriendo la desnudez de su cuerpo. Max también se sentó, era momento de ejercer un poco de presión, observó los ojos violeta de ella que parecían brillar de ansiedad.

—Las cosas en casa están un poco complicadas, necesitan de mi presencia.

—¿Te irás?— preguntó ella abriendo los ojos y sintiéndo un enorme peso alojarse en su corazón .

—Necesito hacerlo Savannah, debo viajar a la ciudad, de regreso con los mios, hay problemas en mis empresas y necesito viajar lo más pronto posible.

—Pero...— la queja quedó en su boca y sus ojos se llenaron de tristeza pues pensó que había llegado el momento de la separación y no quería verlo marcharse, sabìa que sus sentimientos habìan crecido y se habìan fortalecido mucho, no estaba lista para verlo marcharse sin que se le rompiera el corazón— ¿Y tu libro?, se supone que aún no lo has terminado...no... puedes irte.

—He avanzado un poco, sé que no lo he terminado, sin embargo creo que no podré seguirlo por ahora, tendré que posponerlo, de verdad es imperativo que vuelva.

—Rayos— dijo y parpadeó rápidamente ahuyentando las lágrimas que se agolparon en sus ojos, no quería ser vista como la tonta que se había enamorado de un imposible. — supongo que era demasiado bueno como para que durara...

—Savannah, no... mírame— la tomó de mentón para que lo mirara a los ojos— no deseo separarme de ti, yo quiero que estés a mi lado. Sé que es dificil lo que voy a pedirte, sé que quizás sea esperar demasiado de lo que a penas empezamos a contruir hace poco, pero te pediré que lo pienses, Savannah quiero que te vayas conmigo.

—¡¿Qué?!— se sobresaltó, realmente no esperaba que él le pidiese aquello.

—No quiero que nos separemos, no quiero estar sin ti Savannah, quiero que vengas conmigo, conozcas mi mundo, mi familia, mi entorno.

—Max... no puedo hacer eso— dijo frunciendo el ceño— aquí está mi vida, aquí estan mis tierras, mi familia, todo lo que conozco, no puedo sencillamente irme sin más.

—Sé que es dificil, pero no te digo que sea algo permanente, solamente ir por un tiempo mientras logró solucionar los asuntos y podamos volver. Solo necesito poner un poco de orden alla.

—Pero... Max...

—Solo piensalo, ¿Si?, no es necesario que me des una respuesta ahora mismo. Pero Savannah... yo quiero que todo sea formal entre nosotros, lo digo en serio.

—¿De qué hablas, Maximiliano?

—Sé que sientes cosas muy fuertes por mi, tan fuertes como las que yo siento— y no mentía— quiero que vayas conmigo, pero que lo hagas como mi esposa.

—¡Por Dios, Max!— gimió ella.

—Llamaré a Jael, le pediré que traiga la documentación necesaria y nos casaremos por civil en una pequeña celebración, nos vamos a la ciudad y allá podremos organizar con más calma una boda eclesiastica, si es lo que deseas claro, llevaremos a tu familia y todos juntos celebraremos nuestra unión.

—Pero... ¿Por qué no podría venir tu familia?

—Mi madre y tía, no creo que puedan viajar, perdimos un familiar hace poco y siguen en duelo. Que lleguemos juntos, establecidos como un matrimonio le dará una alegría a mi madre y así tu y yo, podremos estar juntos. No quiero que nos separemos Savannah, yo quiero que estés conmigo. Te lo pido, sé mi esposa.

—Pero... ¿Y el rancho Brown?

—Solo será por una temporada, quedará al funcionamiento de los hombres y los cuidados de tu madre y la tía Ann, todo irá bien, te lo aseguro. Y yo te ayudaré a que todo siga funcionando, y a gestionar lo necesario para terminar de cubrir la deuda del rancho— le tomó las manos— lo único que deseo es que seas mi esposa, la señora Neumann— le sornió.

—Mi madre pondrá el grito en el cielo...— lo miró con una sonrisa. Se sentó a horcajadas sobre él y le entornó el rostro con las manos— pero estoy dispuesta a ariesgarme por amor, no sé en qué momento comencé a sentir cosas tan fuertes por ti, Max, pero sé que nunca las había sentido por nadie más, claro que quiero ser tu esposa, conocer tu familia, conocer tu mundo, sé que es totalmente diferente al mio y que será dificil para mi adaptarme, pero también sé que quiero estar contigo. Claro que quiero ser tu esposa— lo abrazó, estrechándose con fuerza a él. Maximiliano la abrazó de la cintura y colocó la barbilla sobre el hombro de ella, la sonrisa desapareció de sus labios y sus ojos se llenaron de una oscuridad que pasó desapercibida para Savannah quien estaba envuelta en su burbuja de felicidad.

Claro que será dificil, no imaginas cuánto.

Fue lo que pensó Max con la imagen de Dylan en su cabeza, estaba un paso más cerca de hacerla pagar, aunque en el fondo su corazón se rebelara en contra de aquella venganza, era su mente quien tenía el dominio de aquella situación.  Su venganza no era negociable, aunque en ella perdiera un enorme trozo de su corazón.

Juntos quedaron en que aquella noche Max cenaría con la familia y notificarian de su matrimonio y proximo viaje a la ciudad, aquello le aterraba un poco a Savannah, nunca había estado en una ciudad tan grande por más de un día, ella era una mujer de rancho, una mujer de campo, su vida estaba muy lejos de la ciudad, pero por amor podría hacer aquello y mucho más.

Max entró a su habitación después del almuerzo, rebuscó entre sus cosas en el final de su morral de viaje y encontró su celular, suspiró y marcó el número de Jael.

—Hermano.

—Jael, ¿Como estás?

—Yo estoy bien, por aquí las cosas bien, aunque tus mujeres siguen muy triste.

—No es para menos, es dificil sobreponerse a una perdida así. Pero pronto estaré con ellas.

—¿Lo dices en serio, Max?

—Claro que si,pronto volveré. Necesito que vengas Jael.

—¿Qué?, se supone que estás diciendo que volverás a casa, ¿Por qué tendría yo que ir?, ¿Acaso necesitas que vaya por ti?

—No exactamente, necesito que vengas a traerme documentos, partida de nacimientos, copia de mi documento de identidad, carta de solteria...

—¿De qué demonios hablas, Max?

—Voy a casarme, la señorita Brown aceptó ser mi esposa.

—Debes estar bromeando Max, deten esta locura, no lo hagas.

—Si no quieres venir puedes enviarme un mensajero— le dijo y suspiró— pero necesito esa documentación aquí Jael, por favor. Se supone que eres mi mejor amigo, mi hermano, deberías estar aquí para mi matrimonio, pero si no lo deseas, está bien, lo comprendo.

—Sabes que no estoy de acuerdo con esto Max, sabes que creo que es un error, sabes que es probable que te arrepientas, así como sabes que no voy a fallarte con esto. Tomaré la documentación que necesitas e iré a ti, enviame la dirección exacta.

—¿Vendrías manejando hasta aquí?

—¿Y porque debería?— preguntó indignado— tomaré un vuelo y me ahorraré un día de viaje en carretera.

—De acuerdo, de acuerdo. Te enviaré la dirección. ¿Cuando vendrás?

—Podría estar saliendo mañana o... digamos que podré llegar en dos días.

—Bien Jael, realmente te lo agradezco.

—Aún estás a tiempo, hermano, puedes arrepentirte.

—Jamás, esto no tiene vuelta atrás, Jael, estoy muy cerca de cumplir con mi propósito de venganza. Savannah Brown pagará por la vida de Dylan.

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