17. Paz y amor.
Después de aquel encuentro un tanto desagradable con su madre, Savannah subio a su habitacion a cabiarse y prepararse para la faena del día. Max entró a su pequeña habitación, cerró la puerta y se recargó en ella cerrándo los ojos, las emociones dentro de él le estaban torturando, por una parte los oscuros sentimientos al haber pasado la noche en brazos de Savannah, la que fuera mujer de su primo, pero peor aún, saber que disfrutó cada momento, disfrutó de sus besos, de sus caricias, del vaiven de sus caderas, de las sensaciones de estar inundando su ser... compartir cama con Savannah Brown era un completo placer, además de eso era hermosa, inteligente y con caracter, entendía porque Dylan había enloquecido de amor por ella.
¡Sólo alguien que no estuviese vivo podría no sentir nada por esa mujer!
—¡Maldición Max, no te enamores, no te enamorea!— se dijo a si mismo mientras pasaba con desesperación la mano por su rostro y su cabello. Necesitando algo que la anclara a su propósito fue hasta su bolso que estaba bajo la cama, rebuscó entre ss cosas hasta conseguir su telefono marcó el numero de Jael y solo tardó dos repiques hasta escuchar la voz de su amigo.
—¡Max!— le dijo con alegria— tenia ya dias sin saber de ti, hermano, comenzaba a preocuparme.
—Soy yo quien se preocupa, Jael.
—¿Qué ocurre?— preguntó de inmediato con nervios.
—Me acosté con ella, hemano, me preocupa porque me gustó, lo disfruté y siento que si me descuido caeré en sus garras, no quiero ser una nueva versión de Dylan, enloquecido por ella.
—Ya va Maximiliano, un momento... Si crees que esto se saldrá de control, vuelve a casa ahora mismo, sabes que no estoy de acuerdo con esto que estás haciendo, nada traerá a Dylan de regreso. Lo mejor es que vuelvas a casa.
—¿Y permitir que ella no pague por lo que le hizo a Dylan?, ¡Esa no es una opción Jael!— dijo enojado— necesito controlarme, necesito acelerar todo esto y llevarla a la ciudad conmigo.
—¿A la ciudad?, ¿Qué se supone que piensas hacer Max?
—Le pediré matrimonio, estará tan enamorada como Dylan y la llevaré conmigo a la ciudad, allí conocerá la venganza Neumann, le haré pagar por todo.
—Abandona todo Max, vuelve a casa, tu familia te extraña y aunque todo marcha bien con las empresas, aquí también haces falta. No es necesario que te arriesgues a tanto. Vamos hermano, vuelve con nosotros— Max cerró los ojos con frustración, maldijo internamente, quería irse, si, pero... el recuerdo de la voz de Dylan en aquellos mensajes, su tono, su desesperación, sus lagrimas y todo el dolor que estaba sintiendo.
—No puedo fallarle, Jael.
—Dylan no te pidió que hicieras esto, tengo la sospecha de que terminarás arruinando tu vida y la de ella Max. Ven a casa— le dijo en un tono que parecía más bien una orden o exigencia.
—Debo irme Jael, no puedo seguir hablando, por favor avisa a mi familia que estoy bien y que... proto regresaré a casa y no lo haré solo, mi desgraciada esposa irá conmigo— y sin darle oportunidad a responder cortó la llamada y de inmediato apagó el celular.
No, no podía irse así como si nada, Savannah Brown debía pagar po sus pecados.
El día de trabajo se llevó a cabo con normalidad, tuvo varios momentos de besos con Savannah y ella parecía muy risueña y feliz, aunque se esforzaba por mantener su caracter hacia los trabajadores. Al finalizar el día Maximiliano se fue a tomar una ducha y marcharse a su habitación, Savannah por su parte quería intetar calmar a su enojada y seria madre. Tomó una larga ducha y luego se fue a la habitación de su madre, llamó suavemente y esperó hasta que escuchó la voz de Jennie.
—Espero que sea importante porque tengo sueño.
—Soy yo mamá— dijo suavemente—¿Tienes diez minutos para mi?— hubo un silecio y luego la puerta se abrió, dejando a la vista a su madre, piel blanca, con un poco de sobrepeso, ojos muy azules.
—Eres mi hija, para ti siempre tengo tiempo, cariño. — le dijo y abrió la puerta dandole paso, Savannah entró, Jennie cerró la puerta y se giró hacia ella. —¿Qué sucede?
—No quiero que estemos enojadas, mamá— dijo en tono de nia pequeña— me siento demasiado mal al saber que estás enfadada conmigo.
—Lo hago porque me preocupas— los ojos maternales reflejaron la angustia que sentía— veo que ese hombre ha derrumbado tus defensas.
—No soy una tonta mamá— le sonrió— se que la traicion y el dolor puede venir de cualquier parte, pero...no quiero privarme de vivir solo por miedo a ser lastimada. Soy una mujer fuerte,puedo superar cualquier cosa.
—Savannah, Savannah— caminó hasta ella y entoró su rostro con ambas manos— perdí a Mike, perdí a tu padre, eres... eres lo unico que me queda Savannah y quiero protegerte.
—Lo sé— le sonrió y le permitió abrazarla y refugiarse entre sus brazos— me gusta mucho Maimiliano, mamá, de hecho, este tiempo en el que ha estado aquí siento que estoy... quizás enamorada de él.
—¿o crees que es muy pronto para decir que es amor?
—El amor hace como quiere, mamá, llega cuando quiere, crece como quiere, sé que sí, puede parecer pronto pero también sé que él me correspode. Lo siento.
—¿Lo sientes?, ¿Crees que te corresponde solamente porque tienen sexo?, No seas ingenua tesoro, los hombres tienen sexo sin necesidad de sentir amor— Savannah suspiró.
—Lo sé, lo sé, pero... no voy a negarme las experiencias madre, voy a darle rienda sueltas a esto que siento.
—¿Y si se desboca?, ¡¿ si te equivocas?
—Entonces espero que puedas estar allí para apoyarme, Todo comienza a mejorar, hemos cubierto casi a totalidad la deuda con el banco, al fin después de todo comienza a haber algo de luz, y yo... despues de Tomás me permito sentir todo esto... ¡Quiero sentirme amada, lo necesito!
—Y lo mereces— dijo Jennie con un suspiro— tienes razón cariño, no importa lo que suceda, siempre voy a estar alli para ti. Deberías invitar a Neumann a cenar con nosotros algún día... después de todo es una especie de ... novio, supongo.— Savannah sonrió feliz y abrazó a su madre con fuerza.
Max estaba acostado mirando el techo de la habitación, recordando su ardiente noche junto a Savannah y maldiciendo porque su cuerpo la extrañaba, quería más del calor, del placer que ella le había hecho sentir.
Un llamado a la puerta lo sobresaltó, luchó pensando en si debía colocarse la camisa o si podría abrir la puerta vistiedo solo unos calzoncillos.
—Max, soy yo, Savannah— Max maldijo al sentir como su corazón saltó emocionado con solo escuchar su voz. Salió de la cama y fue a abrir la puerta, tal y como estaba en ropa interior, Savannah la miró con una enorme sonrisa.— ¿Dormias ya?
—No— le sonrió con ternura— estaba cruzando los dedos pidiendo que me extrañaras un poco.
—Me esperabas tal y como me gusta— le dijo observándo su cuerpo desnudo, cubierto a penas...
—Esperaba por ti— le dijo antes de estrecharla contra su cuerpo y cerrar la puerta tras ella.
Las siguientes dos semanas fueron completamente idílicas, Savannah y Max trabajaban juntos, salian por las tardes a montar, en un par de ocasiones se quedaron en la cabaña a pasarla noche, pasaban gran parte de sus noches juntos y a ojos de todos la relacion se fortalecía a grandes pasos.
—Esta noche será la fiesta de Luna en el pueblo.— dijo Savannah con una sonrisa.— solemos hacerla para celebrar el cambio de Luna, lo que nos produce mejores cosechas.
—¿Hacen fiesta en estos lugares?— preguntó Max sarcástico, quizás era de mala educación pero no pudo evitarlo...— no me lo tomes a mal, pero este lugar no da muestra de ser muy... ¿Alegre?, no me imagino una fiesta en este lugar.
—Las hacen y son increíbles— le aseguró Savannah— la mayoría de los trabajadores irá, deberías ir.— le dijo con una sonrisa.
—Solo si vienes conmigo— respondió rápidamente con una sonrisa— quizás un foráneo solo, sería mal visto, todo lo contrario si va con una lugareña, además... me encantaría ir contigo.
—¿Me estás pidiendo que sea tu cita esta noche?— preguntó Savannah con picardía.
—Por supuesto que sí... ¿Hay algún código que me impida invitar a la jefa a una cita?— preguntó con burla, porque ellos se habían saltado todas las normas existentes entre jefa y empleado.
—Eso debería ser una situación tácita, aunque creo que es ilogico pensar en comenzar a cumplir normas entre nosotros — le respondió sonriendo— aceptaré tu invitación.
—¿Qué debería vestir?, ¿algo formal?
—Por supuesto que no— sonrió Savannah — unos buenos jeans limpios, botas, una camisa y quizás un sombrero, eso te haría ver cómo un auténtico lugareño. — le sonrió.
—Perfecto, deberíamos ir en mi moto —sugirió.
—Podriamos ir en la camioneta.
—Si, podríamos, pero no sería tan divertido — le sonrió ampliamente— vamos en mi moto, digamos que es una fantasia— sonrió— manejar mientras te sujetas a mi cintura.
—Entonces cumplamos esa fantasia— le dijo sonriendo.
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