Capítulo 20.[FINAL]
Media hora después Anthony llegó al portal. Miró la hora y se sentó en el escalón para esperarla.
—¿Y si se arrepiente?, Y si.. no baja y me deja plantado? —pensó un poco rayado.
El muchacho trató de mantener la calma y pensar siempre en positivo. Pasaron cinco minutos de la hora acordada y Violeta no aparecía. Anthony se levantó del escalón y empezó a imaginarse lo peor.
En el interior del departamento estaba Violeta terminando de arreglarse. El tiempo se le pasó volando, la joven miró el reloj y vio que llegaba tarde.
—Oh dios mío. Ojalá no se haya ido, a ver si se va a pensar que lo voy a dejar plantado —dijo en voz alta.
La muchacha recogió todo a la velocidad de un rayo y cogió el bolso con lo indispensable. Se miró en el espejo, salió de la casa, cerró la puerta y bajo las escaleras deprisa. Los ojos se le iluminaron cuando vio a través del cristal a Anthony de espaldas. Ilusionada abrió la puerta y se quedó mirándolo.
—Perdón por hacerte esperar, el tiempo pasó muy rápido —dijo tímida.
Anthony al escuchar la voz de la joven se tranquilizó y empezó a sentir unas cosquillitas muy especiales. Se giró sin pensárselo dos veces y la elevó con delicadeza, dio un pequeño giro con ella mirándola a los ojos.
—No te preocupes. La espera siempre merecerá la pena —sonrió él.
—Si —le devolvió la sonrisa.
Anthony la bajó con cuidado hasta que ella tocó el suelo con los pies.
—¿Ya estás lista? —preguntó.
—Si, ¿Dónde vamos? —preguntó con nervios.
—Déjate llevar, solo confía en mí —dijo mientras posaba sus labios en moflete de ella.
Anthony la miró a los ojos, la cogió de la mano y ando con ella unos minutos. Cuando llegaron a un punto, el se paró y ella lo miró.
—¿Pasa algo? —preguntó ella.
El muchacho enamorado sacó una venda de su bolsillo y se la puso tapándole los ojos. Le cogió la mano y se la puso encima de su corazón.
—Confía en este humilde corazón, deja que la magia inunde este momento —respondió él.
Ella asintió y el la llevó al mismo parque donde la vio por primera vez, con mucho cuidado la acercó al banco donde ella se sentaba a leer.
—¿Ya hemos llegado? —preguntó con ganas de saber.
—Sí, dame un segundo. Ten paciencia —le pidió por favor.
El muchacho se arrodilló en el césped y puso un mantel sobre él. Colocó toda la comida que había preparado para la ocasión y también puso la flor que le compró. Sacó dos copas de plástico, los cubiertos y una botella de coca cola light.
Lo decoró todo lo más romántico que pudo y la cogió de las manos.
—Ahora vamos a ir bajando poco a poco, no tengas miedo. Yo te guio —le explicó Anthony.
Anthony le quitó el bolso con cuidado y lo puso en el banco enganchado para que no se cayera. A la misma vez que él se sentaba, la ayudó a ella para que también lo hiciera.
—¿Estás preparada para que te quite la venda? —le preguntó nervioso.
—Sí, por supuesto. Me estoy muriendo de ganas por ver donde estamos —contestó.
Anthony le quitó la venda de los ojos y ella la primera imagen que vio fue su lugar favorito y el picnic. El ambiente era el típico que salía en sus libros y muchas películas.
—¿Esto es real o estoy soñando? —se le escapó debido a los nervios.
— Es real, que mejor sitio para tener nuestra cita que este. Es donde tuvimos el primer contacto aunque, para ti aún no existía. Solo existía mi sombra —le aclaró el inexperto joven.
Violeta sonrió y observó todo.
—Es maravilloso, me encanta todo. Es tan perfecto —dijo mirándole ilusionada.
El muchacho sirvió dos copas de refresco. Le acercó una, esta la cogió y el cogió la otra.
—Que te parece si..¿Brindamos?—preguntó Anthony.
—¿Cuál es el motivo? —respondió haciéndole una pregunta.
— Nosotros, por lo que está pasando y por todo lo que puede pasar—contestó.
La pareja feliz brindó mientras charlaban de sus gustos y aficiones, ambos se daban de comer el uno al otro el apetitoso picnic que se encontraba delante de sus ojos.
Cuanto más tiempo pasaba más agusto se sentían juntos y más atracción sentían el uno por el otro. Terminaron de picotear cuando Anthony la cogió de la mano.
— Llegó la hora de que haga algo—dijo sin dejar de mirarla.
—¿El qué?—lo miró a los ojos.
Anthony le acercó la flor.
—Se qué no es un anillo pero, es un detalle que te lo doy con todo mi corazón. Violeta..—hizo una pausa.
—Anthony dime lo que sea, no puedo más con los nervios—le suplicó.
— ¿Te gustaría ser mi novia?-preguntó con la voz temblorosa.
Violeta lo abrazó llorando de la emoción, esta reacción hizo que a él también se le cayeran lágrimas.
—Sí quiero ser tu novia —contestó segura.
—¿Enserio?¿Me estás diciendo la verdad?—respondió indeciso.
—Sí.
Anthony cogió con delicadeza la cara de ella y le robó un beso con mucha dulzura. El ambiente creado, el paisaje y todos los sentimientos que se habían encontrado hicieron una imagen perfecta.
Difícil, cuando tu mente te dice RENUNCIA y la esperanza susurra UN INTENTO MÁS.
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Pasaron las horas y seguían hablando, la familia de Minerva, ella y Esteban.
—Bueno, nosotros tenemos que irnos. Gracias por todo Esteban, sin conocernos te has portado de diez —dijo el padre agradecido.
—¿Porqué? No os vayáis. Quedaros a vivir conmigo —preguntó dándoles opciones.
—Gracias a tu novio, recuperamos nuestra casa. Está intacta con todas nuestras cosas, ya solo nos falta volver a la normalidad—dijo el padre.
Minerva miró a Esteban sin entender las palabras que dijo su madre.
—¿Mi novio? ¿Qué novio? —preguntó esperando una explicación— . Yo no tengo novio.
—El hija —el padre señaló a Esteban.
- Quién sino Minerva, solo una persona que tiene sentimientos hacía a ti es capaz de hacer todo lo que ha hecho, y más si tuvo que enfrentarse a muchos peligros. -le dijo la madre para abrirle los ojos.
Esteban empezó a ponerse nervioso.
—¿Cómo pueden saber tanto sin apenas tratarme? Es increíble, como se dieron cuenta..—decía en su cabeza.
Minerva se quedó cortada sin saber que decir. El silencio se interrumpió cuando los padres y su hermano se levantaron del sofá.
—Ahora sí, nos vamos. Cuando estemos allí te llamamos, luego si queréis veniros y nos tomamos algo allí —pronunció el padre.
Los padres abrazaron a sus hijos, unieron también a Esteban al abrazo familiar.
— Abajo está mi compañero, el mismo que os trajo, el os llevará a casa y hará que lleguéis bien —anunció Esteban.
Los padres abrazaron al joven y el hermano de Minerva también.
—Gracias cuñado, te espero en casa ¿Eh? Me debes una partida a la play —sonrió feliz.
—Ahí estaré para ver cómo me machacas —sonrió— si quiere tu hermana claro.
—Y aunque no quiera, tu vienes. Eres mi nuevo amigo —dijo desafiando a su hermana.
—Amo los momentos en los que mi hermano me ignora, no cuenta conmigo y hace lo que le da la gana. Ejem —contestó ella burlándose.
Los cinco se empezaron a reír. Después de achuchar Minerva a su hermano, los acompañaron al coche que los esperaba. Cuando el coche desapareció Minerva y Esteban se miraron.
—Bueno, yo tengo que irme —dijo Esteban sin ganas.
—Sube conmigo, por favor —añadió ella.
—Está bien —aceptó la propuesta.
Ambos subieron y entraron al departamento.
—Como ves, todo salió bien. El miedo y la desesperación ya terminó, ahora es hora de que seas feliz —anunció satisfecho de todo el bien que había logrado—. Ahora todos los miedos se quedaron apartados a un lado y no volverán a aparecer más.
—Gracias y perdón por tratarte mal. Eres muy bueno y no te merecías eso. Por cierto..lo que dijeron mis padres ¿Es cierto? —preguntó.
—Ya sabes que no importa, ya hablamos de eso, no lo tengo en cuenta ¿El qué? —preguntó respondiendo la cuestión que le había hecho.
—Los sentimientos que insinuaron mis padres —contestó ella.
—Ah, te refieres a eso —dijo nervioso.
—¿Es verdad? ¿Qué es lo que quieres o esperas? —volvió a preguntar.
—¿Yo? Solo quiero una cosa pero respeto que eso no podrá ser —contestó triste.
—¿El qué? —preguntó Minerva.
Esteban cogió aire.
—Yo lo único que quiero es compartir la vida contigo, tener una vida junto a ti y compartir todos nuestros momentos amargos o buenos que tengamos. Desde que te conocí me encantaste pero por mi trabajo no pude decirte nada, ahora que la relación laboral ha terminado he decidido dar el paso—dijo con mucho miedo.
Ella recordó todo lo que vivió con él, le acarició y se dio cuenta de que después de lo vivido. Se merecía una nueva oportunidad familiar ¿Y por qué no? En el amor también.
—¿Qué sientes por mi? —preguntó con miedo por si la respuesta era negativa.
—Siento cosas muy bonitas por ti, me estoy empezando a enamorar. Pero, respetaré tu decisión, siempre queda poder tener una bonita amistad —añadió.
—Y si, existiera la posibilidad de que yo pudiera hacerte feliz ¿Aceptarías? —le hizo otra pregunta con miedo.
—No hace falta que respondas. Sabes que me encantaría, siempre he soñado con eso —informó el.
Minerva decidió dar el paso y lo besó. Ambos se sonrojaron.
—¿Por qué haces esto? —le cuestiono sin saber que decir.
—Porque yo también siento lo mismo que tu —dijo segura de sí misma.
Esteban la besó con pasión.
—Eso quiere decir que.. ¿Aceptas ser mi pareja y formar parte de mi vida?
—Sí y mil veces sí —respondió ella—. Quiero darme la oportunidad de ser feliz a tu lado.
Los besos y las caricias sellaron toda la felicidad que requería el momento. Definitivamente ,los sentimientos, la sinceridad y el amor pueden más que el miedo que cualquier persona pueda tener.
Ver el nuevo día es saber que tengo una oportunidad más de volver a empezar
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Javier miró a su amigo.
—¿Me puedes dejar un minuto solo? Necesito pensar y aclararme —le pidió de buena manera.
—Sí, estoy en el salón si necesitas algo llámame. Siento ser tan directo y sincero pero te lo tenía que decir. Necesitaba estar en paz conmigo mismo —le explicó.
Rubén fue al salón y se sentó a meditar. Javier intentó aclararse y rato después logró tomar una decisión. Por primera vez sintió miedo a perderla, el muchacho recapacitó después de pensarlo mucho y llegó a la conclusión de que lo que sentía por ella, en realidad era amor. Ahora más que nunca se dio cuenta de que era la mujer de su vida y con la que podía formar una familia. Si nunca se ha rendido ahora menos lo iba a hacer, iba a enfrentar el toro por los cuernos y le iba a proponer algo que jamás pensó que iba a hacer.
Javier decidido fue hacía la puerta de la habitación de la joven. Rubén lo vio justo en el momento en el que Javier iba a entrar.
—Ey, ¿Qué vas a hacer?—le preguntó asustado.
—Tome una decisión y la voy a poner ahora mismo en práctica —anunció serio.
—No vayas a fastidiarlo de nuevo ¿Eh? ¿Puedo ayudarte en algo?—le preguntó sincero con ganas de ayudarle.
—Si, que te calles un rato y no nos vayas a interrumpir ¿Entendido? —le advirtió.
Rubén cerró el pico e hizo un gesto de que se cerraba la boca con cremallera. Por otro lado, Javier entró sin tocar y Esmeralda se quedó mirándolo.
—¿No has tenido suficiente con lo de antes? ¿No te han enseñado en tu casa que antes de entrar a algún sitio ajeno se tiene que tocar la puerta? —dijo furiosa.
Javier cerró la puerta, ella se levantó y se puso enfrente de él.
—¿No oíste o qué? —preguntó indignada ¿Eres sordo también? Déjame en paz y lárgate ahora mismo de mi cuarto —le exigió.
—Grítame, insúltame haz lo que quieras conmigo, no te voy a detener porque me lo merezco. Si quieres pegarme, hazlo, te dejo —anunció el.
—Que te vayas te digo —dijo ella perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
—No me pienso ir hasta que me escuches —le aclaró—. Me he comportado como el peor de los hombres, lo admito. Pero quiero que sepas que todo lo que te dije no lo sentía. Acepto que he sido siempre un mujeriego, acepto que me he liado con muchas chicas sin importarme nada, pero como siempre se dice hasta que no llega la correcta uno no se centra. Eso es lo que me ha pasado a mí.
Esmeralda lo miró sin creerse ninguna palabra. Cuando iba a pronunciar media palabra el posó sobre sus labios el dedo impidiendo que lo hiciera.
—Se que no me crees. Sé que quizás no puedas confiar en mí, pero, el miedo que he sentido ahora no lo había sentido nunca. Te aseguro que no hice el amor contigo por diversión ni lujuria sino porque lo sentía realmente, no fue ningún juego para mí. Sólo tú has logrado despertarme esas ganas de aprender a amar. Con las demás no he sentido nada, era fugaz y sin importancia. En cambio contigo lo he sentido todo —siguió mostrándole todo el arrepentimiento que tenía encima—. En ti veo la madre de mis hijos, en ti veo la familia que quiero formar algún día. Me importas Esmeralda. No me merezco a alguien como tú —dijo mientras la miraba.
—Los mujeriegos nunca cambian Javier. Hace un minuto me dices eso, ahora me cambias la versión. ¿De qué vas? Ahora todo es bonito pero luego quien me asegura que no me volverás a romper el corazón o, quién me asegura que no te vas a encaprichar de otra —dijo echándoselo en cara.
—Para empezar, tu nunca has sido un capricho. Si me dieras una oportunidad te darías cuenta que esta vez sí lo digo enserio, voy a hacer hasta lo imposible para que me perdones —le contestó.
Javier se arrodilló delante de ella.
—Perdóname. Soy un cobarde lo sé, pero todos merecemos una segunda oportunidad. No te voy a pedir que seas una amiga con derecho, no te voy a pedir algo que no podamos cumplir. Solo te pido que olvidemos lo de antes y empecemos de nuevo. Rebobinemos lo que ocurrió y hagamos que nos levantamos y desayunamos juntos como una pareja de enamorados —expresó él con sinceridad—. Me encantaría que a partir de ahora seas mi novia, quiero pasear de tu mano y enseñarles al mundo entero que he encontrado al amor de mi vida. Esa persona eres tú.
Esmeralda se conmovió con las palabras que acababa de oír. Al verlo arrodillado sintió que de verdad si estaba arrepentida, no podía seguir viéndolo así. La joven lo tomó de las manos y lo levantó.
—No te arrodilles, no lo vuelvas a hacer —le recomendó— ¿Dices todo eso por cumplir o porque lo sientes de verdad? ¿Me juras que nunca me vas a engañar y todo lo que hagas es porque realmente ves una pareja en mi? —le preguntó para quedarse más tranquila y para poder volver a confiar en él.
—Realmente lo digo porque lo siento de verdad. Te juro todo lo que haga falta, no te voy a fallar más. Jamás voy a volver a hacerte daño, ni te voy a engañar ni mentir. Y si, si que veo una pareja en ti y como lo he dicho antes. En ti veo no solo a una pareja, sino una compañera sentimental definitiva. Quiero casarme contigo y tener un hijo en un futuro —habló sincero.
La muchacha lo abrazó y el también lo hizo.
—No me decepciones por favor. Porque te quiero voy a dejar pasar lo de antes pero no pienso pasarte ninguna más. A la mínima que hagas algo, te voy a mandar muy lejos y no me vas a volver a ver en tu vida —le comentó para que no se confiara mucho.
—No lo voy a hacer, lo prometo —dijo mientras se ponía su mano encima de su corazón—. Gracias por volver a confiar en mí.
—Todos somos personas y nos merecemos una oportunidad. Hago lo que me gustaría que hicieran si yo estuviese en el caso —dijo ella.
—Gracias por ser tan buena, gracias por quererme a pesar de lo ocurrido. No sé como lo hiciste pero eres la única ha conseguido que diga y sienta la palabra siguiente —hizo una pausa antes de decir nada.
—¿Qué palabra? —preguntó ella.
—Te quiero con todo mi corazón —pronunció el emocionado. Eres la persona más especial que he tenido en mi vida. Por eso mismo me gustaría que fueses mi novia.
Ella lo miró emocionada.
—¿No me respondes o eso quiere decir que la respuesta es negativa? —volvió a insistir Javier.
—Sólo te responderé si me lo preguntas correctamente —le dijo para escuchar lo que siempre ha querido escuchar de su boca.
Javier captó inmediatamente el mensaje.
—Esmeralda ¿Quieres ser mi pareja y en un futuro ser mi esposa? —preguntó el.
—Sí —dijo con lágrimas de emoción.
Ambos se fueron acercando poco a poco y se besaron con pasión. Rubén se levantó del sofá y abrió la puerta. Al verlos en esa situación dedujo que habían hecho las paces y no quiso molestar.
—Y finalmente el amor venció todos los obstáculos —dijo en voz baja.
El joven entornó la puerta, hizo la maleta con todas sus cosas y dejó sobre la mesa una nota:
Parejita, he estado pensando y creo que no pinto nada aquí. Solo voy a molestar, quiero desearos toda la felicidad del mundo. En cuanto este con los míos os aviso, vuelvo a mi origen, vuelvo al sitio del que nunca debí de salir.
Esmeralda, ni se te ocurra cambiar porque ni la mejor joyería podría tenerte por lo valiosa que eres.
A ti, ya te lo he dicho todo. Cuídala, amala y respétala. Hazla feliz como tu sabes. Gracias a la locura que hicimos la conociste así que valórala.
Os quiero.
Rubén dejó las llaves junto a la nota, salió del departamento y se subió al primer autobús que salía para su ciudad.
—Por lo que pasó, por lo que ocurrió y por lo que no va a ocurrir jamás —se dijo a sí mismo.
El autobús arrancó hacia su destino de origen con un amigo de verdad, a veces no es mejor tener muchos amigos, lo importante es tener uno y que valga por diez. En el interior del vehículo empezó a sonar "Dos hombres y un destino" durante todo el trayecto.
Es mejor retirarse a tiempo y dejar un bonito recuerdo atrás. Lo mejor de la vida es encontrar a alguien que conoce tus defectos y aun así continua creyendo que eres increíble.
Si te hizo feliz, no cuenta como error.
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La familia Arango llegó a casa, acomodaron bien a su hijo y se pusieron a ver la televisión todos juntos. Michael cogió su móvil guardó el número de Arielyn y no tardó ni un segundo en mandarle un Whatsapp.
—¡Hola guapa! Ya estoy en casa ¿Sigues en el hospital? —vía Whatsapp
Arielyn acomodó la habitación y la preparó para el nuevo paciente que fuese. Sin esperarlo el móvil sonó y esto provocó que se asustara, cerró el cuarto y cogió el móvil. En segundo lugar, la muchacha se dirigió y se cambio en su consulta. Tras terminar miró los mensajes que tenía, jamás imagino ver uno de Michael tan pronto, al verlo no pensó en contestarle a los demás sino solo a él.
—Hola Michael ¿Cómo te encuentras? Que guay, ahora a guardar reposo y que no me entere que no me haces caso que te hecho la bronca ¿Eh? —contestó Arielyn.
Michael sonrió al ver el nuevo mensaje.
—Si mi señora, te haré caso. Estoy mejor, creo que ha sido por el cambio y porque me dio el aire de la calle, tantos días de encierro me han dejado atontado —respondió el.
Arielyn volvió a mirar la contestación.
—Suele pasar, ahora ya sabes, a cuidarte mucho y a hacer vida normal —le envió una carita feliz—. Oye, tengo que dejarte ¿Vale? Voy a hacer unas cosas y voy a casa. Un abrazo enorme, ya hablamos —envió el mensaje.
Michael tenía su ventana abierta y no tardó nada en leerlo. Al leer el mensaje se entristeció, que cortita conversación tuvieron.
—Vale princesa, luego seguimos la conversación. Te quiero y un besito enorme —añadió un corazón rojo y lo envió.
Arielyn lo leyó, aunque le hizo ilusión las palabras no podía evitar sentirse mal e intentó no hacerse ilusiones. Hay pacientes que los ves y cuando se recuperan se olvidan de todo lo vivido. Al fin y al cabo, viven vidas diferentes.
Por más que le cueste, tenía que asumirlo, como bien dice la canción de Luis Fonsi.
Nada es para siempre
Diez días después, Michael y Arielyn no tuvieron ningún contacto. Día a día lloraban por la ausencia que sufría cada uno por no tenerse al lado. Era como si les faltase el aire y no pudiesen ni respirar, como si les arrancasen el corazón y no precisamente a pedazos.
Todas las horas, los minutos y segundos estaban impregnados de un vacío absoluto y mucha tristeza. Ella pensó que para él no significó nada y él pensó que no significó nada para ella. Días largos, días tristes y sin ningún motivo para sonreír.
En una torre muy lejana, en un país encantado cobró vida una pluma mágica. Esta le perteneció a un mago muy reconocido en el mundo de fantasía en el que vivía.
La leyenda comentaba que la pluma solo recobraría vida cuando dos personas se unieran a través de el amor verdadero. Poco a poco este objeto empezó a escribir imitando las letras de Arielyn y de Michael, era increíble el conocimiento que tenía de dos personas que ni siquiera la habían acariciado.
Carta 1.
Hola Arielyn, sé que no hemos hablado en todo este tiempo. No he dejado de pensar en ti ni un solo segundo. Estos días sin cruzar palabras he estado pensando y no sé realmente el porqué del distanciamiento, no quiero que esto siga así. Ante todo te debo mucho, nada más y nada menos que mi propia vida. Sin tus cuidados y tu empeño yo ahora mismo no te estaría escribiendo esta carta.
Al principio pensé que podría ser un capricho, no paraba de pensar en ti, no paraba de buscar cosas e informaciones nuevas con tal de saber un poco más de tu vida. Parecía una obsesión pero yo sé que no fue así. No sé cómo ocurrió ni en qué momento, pero sí, me he enamorado de ti como un loco y no soporto más esta situación. No puedo vivir sin ti.
Me encantaría que fueses en una hora al callejón que hay al final de la avenida principal. A lo lejos veras que hay una casita, te espero dentro. Un beso. Firmado Michael.
Carta 2.
Hola Michael, sé que no hemos hablado en todo este tiempo. No he dejado de pensar en ti ni un solo segundo. Estos días sin cruzar palabras he estado pensando y no sé realmente el porqué del distanciamiento, no quiero que esto siga así. No puedo vivir sin ti.
Estar lejos de ti me ha servido para darme cuenta de lo que siento por ti. En el momento en que te vi me di cuenta de que no eras un paciente normal, poco a poco te metiste en mi corazón. Aunque no quiera aceptarle debo decirte, te amo como nunca he amado a nadie.
Me encantaría que fueses en una hora al callejón que hay al final de la avenida principal. A lo lejos veras que hay una casita, te espero dentro. Un beso. Firmado Arielyn.
Como por arte de magia los dos escritos se metieron en un sobre y se enviaron a sus destinatarios.
Ambos al recibirlo se sorprendieron muchísimo a la misma vez que sentían como si estuviesen viviendo un cuento de hadas. Sin avisar a nadie, fueron nerviosos a la cita para ver lo que realmente ocurría.
Medía hora después, Michael llegó a la casita, se quedó en shock al ver todo decorado con velas encendidas, pétalos de rosas y un ambiente muy acogedor con un toque de romanticismo importante. Nunca antes una chica le había preparado algo semejante. Segundos después recorrió toda la casa y se encontró una mesa con un jarrón lleno de flores, una cena exquisita y dos copas de vino.
—¿Arielyn? ¿Dónde estás? Sal por favor —buscó con la mirada a la muchacha pero no la vio por ningún lado.
Por otro lado, Arielyn llegó a la puerta de la casa. Tocó pero al ver que no había respuesta decidió entrar lentamente.
—¿Hola? ¿Hay alguien aquí? ¿Michael? —seguía reclamando al muchacho con miedo.
De repente se escuchó un portazo, entró como una ola de frío el cual no se sabía de donde procedía. La muchacha salió corriendo hasta llegar al salón, vio todo tan especialmente arreglado y tan romántico, aún viendo todo seguía sin entender nada.
Entre las sombras Michael apareció y sonrió al verla. Michael y Arielyn corrieron y se abrazaron como si les fuese a faltar el aire.
—¿Qué fue ese ruido que sonó? —le preguntó Michael.
—Una puerta, creo —contestó ella confundida.
Los dos se miraron a los ojos.
—¿Cómo estás cariño? —preguntó el.
—Un poco sorprendida y nerviosa ¿Y tú? Te veo muy bien, se nota que has mejorado a pasos gigantes. —respondió
—Sí, estoy perfectamente. Como nuevo vaya —le sacó la lengua—. Estás preciosa.
Michael le cogió de la mano y le dio una vueltecita.
—Lo dicho, impresionante no, lo siguiente —sonrió.
— Comparado de verme con el uniforme, normal que veas todo precioso. Aún así eres un exagerado —soltó una carcajada.
—Oye, es enserio. Aunque en mi opinión estás guapa de todas maneras —dijo mientras le daba un beso en la mejilla—. Ven, vamos a la mesa.
Michael se acercó de la mano de Arielyn a la mesa, le retiró la silla y esta se sentó.
—Gracias —anunció amablemente.
El muchacho sonrió, le hizo una reverencia y le besó la mano. A continuación se sentó enfrente de ella.
—Bueno, he leído la carta y he venido al sitio que me has indicado, creo que tenemos que hablar de nosotros —dijo él.
Ella lo miró confundida.
—¿Cómo? ¿Qué carta?—preguntó aturdida.
—No disimules, que carta quieres que sea, pues la que tú me enviaste —respondió.
—Yo no te enviado ninguna carta, has sido tú quien me has citado aquí —comentó ella.
—No, has sido tú —volvió a insistir Michael.
Los dos sacaron las cartas y se las intercambiaron.
—Juro por lo más sagrado que yo no he escrito esto.. —dijo ella.
—Yo tampoco —corroboró él.
—¿Y entonces? Esto es una broma.. Nos la han jugado—dijo agobiada y desilusionada a la vez.
—Si estuviese trastornado diría que alguien la escribió para jugarnos una pasada o, si tengo imaginación me atrevo a decir que ha sido una hada o un bolígrafo mágico. O yo que sé.. —dijo desilusionado.
Por debajo de la mesa apareció una hada con una pluma mágica. Sin saber de donde apareció, empezó a escribir delante de ellos con las letras idénticas de cada uno. Tanto él como ella estaban helados, ahora si comprendieron todo. Sin comerlo ni beberlo la pluma desapareció junto a la hada como por arte de magia.
—Creo que me he vuelto loco de remate.. —dijo confundido.
—Soy yo.. o ¿Has visto una hada con una pluma voladora? —preguntó ella un poco mareada.
Michael se empezó a reír.
— Yo ya no sé ni lo que he visto, menos mal que estamos solos porque si no nos tomarían por locos —confesó Michael.
Se miraron a los ojos y Arielyn empezó a reírse también.
—Venga, vámonos al loquero. Tu primero —le sacó la lengua picarona.
La hada volvió a aparecer y les dio una patada en el hombre a cada uno.
—¡Auuch! — dijeron ambos al unísono—. Al parecer tiene carácter.
—Yo creo que será mejor que nos comamos el manjar.. —dijo ella con cierto miedo.
Ambos se comieron todo, al terminarlo la hada los dirigió hacía la pista de baile e hizo que bailaran un vals.
—Demasiado bonito para ser verdad —afirmó ella mientras se dejaba guiar.
—Esto parece una escena de una película, eso sí, no sé si de terror o de fantasía. Por la hada digo —se empezó a reír a carcajada limpia.
—Yo creo que me voy a ir ya —anunció ella.
Arielyn dejó de bailar y se dirigió hacia la puerta. La hada se volvió totalmente de color rojo, al parecer estaba enfadada. Esta empujó a Michael e hizo que fuese detrás de ella.
—Espera. Ya que estamos aquí..quizás en algo lleva razón —dijo con duda.
Ella se dio la vuelta y la hada empujó de nuevo a Michael hasta dejarlo casi pegado a ella.
—¿En qué? —le interrogó.
—Lo que dice la carta ¿Es verdad? ¿Sientes algo por mi?
Arielyn empezó a ponerse nerviosa. El se acercó más a ella y rozó sus labios con los de él.
—No hace falta que me respondas, ahora siento que le estoy agradecido a una hada y a un boligrafito, tu actitud me lo dice todo —de un momento a otro sintió como una pluma le pinchaba en la mano—. ¡Auch! perdón pluma..vale, vale.. no he dicho eso.
Ella le acarició la cara y sintió la misma electricidad que el primer día.
—Michael, yo.. —dijo con un nudo en la garganta.
—Shh, no digas nada —le hizo un gesto para que no dijera nada.
Michael le mordió el labio y la besó. Durante el beso se dejaron llevar, alrededor no existía nada ni nadie más, solo ellos dos.
—Te amé desde el primer instante en que te vi. Solo quiero que seas mi otra mitad, si algo nos ha unido, que no nos vuelvan a separar —volvió a besarla—. Eres mi sueño hecho realidad.
Arielyn empezó a llorar de emoción y lo abrazó.
—Te amo. Aún sin hablar contigo todo me enamoró de ti —confesó ella.
—Por un siempre juntos, tu y yo eternamente mi amor —dijo mientras le acariciaba el pelo.
Poco a poco los jóvenes volvieron a tierra y vieron que todo era real.
—Pellízcame, dime que no estoy soñando —le pidió ella.
Ambos se pellizcaron para comprobarlo nuevamente.
—Solo me queda por preguntarte algo ¿Quieres ser mi novia? —preguntó el indeciso y con miedo.
—Cerremos los ojos los dos y sabrás mi respuesta —empezó a cerrar los ojos lentamente.
Michael y Arielyn cerraron los ojos completamente.
—No puedo imaginar una vida sin ti —le susurró ella—. Quiero pasar el resto de mi vida junto a ti.
Michael la volvió a besar y ella le regaló un sinfín de caricias. La hada les echó por encima un polvo de hada mágico que significaba "Amor Eterno". Miles de cohetes empezaron a sonar, muchas hadas diminutas y la pluma celebraron el triunfo del amor.
No importa el dolor que tenga tu corazón, si sigues creyendo, el deseo que quieras se hará realidad. Tienes que soñar antes de que tus sueños se hagan realidad.
Y colorín colorado.. esta historia se ha acabado.
FIN.
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