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Capítulo 2.

Violeta nada más llegar, se sentó en "su banco", dejó sobre aquel su bolso y sacó el libro. Antes de abrirlo se dedicó a contemplar el paisaje y ver todo aquello que la rodeaba. Cuando terminó, abrió el libro y empezó a ojearlo por encima.

La verdad, es que se sentía tonta por leer algo que realmente no le gustaba, pero en ese momento,  no tenía otra opción. Finalmente se dispuso a leer los primeros capítulos

Anthony entró a la tienda y de repente  vio un cartel bastante llamativo. De lejos no se apreciaba bien, por ese mismo motivo, ansioso por leer su contenido se acercó a ese cartel que le llamaba tanto la atención.

Nada mas leerlo no daba crédito del asombro que tenía encima, se dijo en voz alta a si mismo:

 —¿Enserio si compras dos cómics te dan uno gratis?

Se quedó un instante pensativo pero al bajar de la nube, se dio cuenta de que era real lo que había leído.

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 Minerva se encontraba en plena relajación. Seguía con los ojos cerrados y de momento no tenía intención de abrirlos.

Para empezar, cogió la esponja y se masajeó los brazos y el cuello. Pasada media hora abrió los ojos y  se medió sentó. A Continuación, se puso su champú favorito de Vainilla y se masajeó durante dos minutos el cabello.

En segundo lugar,  se lo aclaró con agua tibia y se puso el suavizante del cabello. Dejó actuar el producto cinco minutos, cogió el primer peine que vio y se desenredó el pelo PANTENE que tenía. 

Mientras lo hacía, se escuchó un golpe en su habitación y se asustó. Se dispuso a alzar la vista y pudo contemplar una sombra que pasaba por la puerta hasta que desapareció.

Esteban seguía bebiéndose su café mientras veía los expedientes. De repente paró en seco sin saber el motivo.

Se detuvo a pensarlo pero lo único que le vino a la mente, es que muy pronto le esperaría  una situación  en la que jamás pensaba que iba a participar.

Tenía una sensación extraña, no era ni buena ni mala, tan solo lo dejó intranquilo.

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 Rubén le sacó la lengua a Javier de modo burlón. Javier lo miró desafiante, justo cuando su amigo le contestó:

—El que no está seguro eres tu, tío  —dijo con una expresión de risa.

Javier respondió sin pensárselo dubitativo.

 —¿Eso crees?  —preguntó.

Rubén cambió su actitud y se puso en un plan serio.

—Tu jamás dejarías escapar esta ocasión.

Javier asintió dándole la razón.

—Ya  —dijo contestándole a su afirmación.

Rubén empezó a preocuparse porque el rostro de su amigo, no era el de siempre.

—Sabes que aquí me tienes para todo no?  —afirmó convencido.

Javier sin pensarlo abrazó a su amigo.

—Lo se y gracias de verdad.

Rubén le correspondió el  abrazo.

—Menos gracias y dime que te pasa. Estás.....raro.

Lo primero que vio Esmeralda al pisar el salón, fue a su compañera Jazmín. La joven se encontraba con un niño jugando, esta la miró y le sonrió.

Esmeralda sonrió y se acercó a su compañera.

—Buenos días guapísima  —le dijo a su amiga.

Jazmín entre risas le afirmó.

—Lo se, solo me falta mi Aladín al lado.

Esmeralda le dio un beso en la mejilla al niño y le preguntó a su amiga con media sonrisa.

—¿Y lo has encontrado ya? —preguntó con curiosidad.

Jazmín movió la cabeza diciendo que no.

—Ojalá  —añadió.

Esmeralda vio que no habían mas niños.

—Algún día veras. Oye, ¿Ya no han venido más?  —preguntó.

Su compañera le contestó.

—De momento no.

 En el recuerdo de Arielyn habitaba un chico apuesto, era como su príncipe ideal. Aquel muchacho con el que  siempre había soñado.

Sin pensarlo se imaginó junto a el viviendo una vida feliz, al fin y al cabo desde niña esa había sido su ilusión.

Cuando estaba en lo más bonito del sueño, el  joven empezó a desaparecer sin explicación, no entendía ni el motivo ni el porqué. Gritó su nombre con desesperación.

De repente se despertó agitada, confusa se tapó la cara con las manos y se le cayeron unas cuantas lágrimas. No se explicaba porqué había amanecido de esa manera, por una vez en la vida, un sueño le había marcado.

La madre de Michael asustada respondió.

—Si soy su madre ¿De dónde llama?, ¿Sabe algo de él?  —preguntó desesperada

La recepcionista del  Hospital general de Jaén trató de no poner más nerviosa a la madre del paciente. Intentó mantener la tranquilidad para que la mujer mantuviese la calma.

—Llamo del Hospital General de Jaén  —pronunció con un tono tranquilo.

Se escuchó a la madre llorar desconsolada y con un grado de angustia elevado.

—Por favor dígame que mi hijo está  bien,  ¿Qué le ocurrió?  —dijo suplicante.

La recepcionista intentó transmitirle el mensaje sin preocuparla, la mala noticia ya se la darían en persona.

—No podemos dar esa información por teléfono. Le ruego que venga lo antes posible.







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