Un capítulo de mi vida jamás contado
Las llamas ardían por todo el pueblo, el humo todavía se podía ver muy a lo lejos, su madre le dijo antes de morir, que no mirara atrás, que corriera todo lo que pudiera y lo más lejos posible. Noiz siempre pensaba que los Mechas eran héroes espaciales, que combatían a todo tipo de mal gigante. Se equivocó. Eran monstruos que destrozaron su pequeño hogar, y ahora seguía corriendo por las montañas de arena sin mirar atrás, con lágrimas en los ojos. Su madre era la única que lo entendía y siempre había estado con él cuando el mundo entero le daba la espalda al pequeño niño. Estaba descalzo y con su ropa algo quemada y desgarrada, con varias cicatrices en el cuerpo y cara. Noiz sabía que la humanidad, el 90% de su población estaba encerrada en ciudades subterráneas y que no podían salir, antes de irse corriendo del pueblo, vio la marca que traían los mechas. Un corazón con alas, todavía no sabía el nombre, pero los mataría algún día cuando los vuelva a encontrar.
Así duró por días, tal vez semanas, en esa edad apenas podía contar por la falta de educación que ofrecía el pueblo. Algo que había escuchado por ahí que los pocos humanos y otras especies de otros mundos, porque el planeta tierra en esos años había desarrollado grandes treguas y negocios con otros grandes imperios del Sistema Solar, así que era normal ver uno que otro "extraterrestre" por ahí; es que los pueblos que estaban establecidos en la superficie, eran increíblemente pobres, en el sentido que tenían casas muy mal construidas, pero aptas para la vida, con algún que otro restaurante y un gran bazar donde se comercializaban en su mayoría piezas de Mecha, que siempre habían sido valiosas para los humanos, porque ellos jamás habían manejado uno, así que, tener piezas o mejor, un Mecha entero, sería un gran honor. Continuando, Noiz estuvo así, por días, semanas sin hogar, solo caminando sin parar por el inmenso desierto hasta encontrar un pueblo y sacar comida robando o de la basura. Con solo 9 años de vida, viviendo como lo haría un mendigo. Pero desde este punto, es cuando su vida da otro rumbo drástico hacia su nuevo futuro y conociendo la primera persona que sería después su primer amigo.
Ese día llevaba una buena porción de agua en una botella que encontró por ahí, antes de irse del pueblo porque, la verdad para él ya le era aburrido y nada más que hacer. Así que se fue de ahí sin que nadie le importase ni percatase de su existencia, camino al lugar donde le llevaba el viento. La arena ardía sobre sus pies desnudos, pero no lo notaba por su falta de sensibilidad, y sudaba por el calor increíble del lugar. Así duró todo el día, sin encontrar nada de nada, cerca de una roca curva como para dar sombra, en donde la luz de la luna bañaba de plateado las montañas de arena, Noiz sintió que sus piernas no le podían más y se desmayó en frente de la roca. Lo que no sabía, era que alguien estaba en el fondo de la curva de la roca, parecida a una pequeña cueva. Estaba encapuchado en contra de la luz, así que era imposible ver su rostro, un gorrión se le posó en el hombro y le susurró.
- Quién es ese?
- No lo sé, pero no parece peligroso. - Dijo el chico.
- Uno nunca sabe! Podría tener algún cuchillo y esté fingiendo estar desmayado, que para cuando nos acerquemos a él, nos salte encima y nos robe lo...Nada que tenemos! - Repuso el gorrión.
El muchacho se quita la capucha de la cabeza dejando ver su rostro, contraído por la luz de la luna. Su pelo lo tenía recogido en una cola baja, con un capul cubriéndole el ojo izquierdo un poco, para ser joven, tenía una funda de una espada colgada al hombro, mirando a Noiz severamente.
- En verdad no creo que tenga esa intención, Beni. En serio parece desmayado. - Se acerca un poco.
Beni aletea fuertemente - Al menos desenfunda la espada, por protección! -
El chico suspira.
- Esta bien, gorrión gruñón. - Puso su mano en el mango de la espada, preparado que para cualquier cosa, hiciera un ataque veloz. Se acerca más a Noiz lentamente, con cautela en cada paso. Se agacha hasta tocarle con la mano libre el hombro, y sacudirlo un poco. Beni se hallaba detrás de su cuello, pero aun así, algo al descubierto para ver. El chico sacude más a Noiz y éste sigue inerte. Se incorpora, sin quitar la vista del niño desmayado.
- Está desmayado de verdad, lo comprobé. - Se agacha y lo carga entre sus brazos, lo lleva a la pequeña cueva y lo recuesta en la pared curva en el interior. Se quita la capa que cubría casi todo su vestuario, que era un kimono rojo, en una manga con colores amarillo y verde y decoraciones de flores blancas, azules y pájaros.
Cubre a Noiz con ella como si fuera una manta y se sienta apoyando su espalda en la pared con las piernas recogidas en frente del fuego que tenía. Oye los leves respiros de Noiz y suspira de alivio. (Quizá solo estaba cansado) Pensó. Lo mira y ve una botella de agua a su lado, se acerca más, la coje y abre junto con la boca de Noiz un poco y le hace tomar. Al terminar, él toma un poco y la deja donde estaba. Se vuelve a acomodar y mira a Beni, que le miraba con ojos asesinos.
- Qué me miras? Acaso está mal darle de tomar a un niño que seguramente estaba agotado? - Repuso.
- No me da buena espina ese niño, ya verás que nos atrapa en una trampa y habrá malas consecuencias. Un bien por un mal se paga, y lo sabes. - Dijo de mala gana el gorrión.
- No me tienes que recordar eso. No tiene nada de malo ayudar a un niño. Todavía creo que hay buenas personas en este mundo. - le alza un poco la voz molesto.
- Bah, piensa lo que quieras, haz lo que quieras. Después no me digas que no te advertí. - Contesta Beni, se acomoda en una pequeña roca y se duerme. El chico lo ve molesto y gira la mirada hacia Noiz. (...Lindo) Le pone una mano en su pelo, era suave. Lo recuesta bien y él hace lo mismo para dormir frente al fuego, que su llama danzante se apagaba con cada segundo.
Al día siguiente, el chico se despertó primero que todos y se estira como un gato, sus zapatos rozan la ceniza de la fogata. Sacude la cabeza y mira a Noiz, que seguía dormido, chupándose el dedo, como un bebé. Ríe entre dientes y se levanta, sale de la cueva y se asolea con el sol de la calurosa mañana. Se quita el capul de la cara para que le golpee el viento en los ojos refrescándolo, una perfecta combinación del día. Beni se despierta y sacude, ve a Noiz desconfiado antes de salir y volar alrededor de ellos afuera. El chico se sienta en una roca cercana donde dormía Noiz y lo mira todo el rato. Noiz se despierta unos minutos después, sacudiendo la cabeza levemente e incorporándose con una mano, con la otra se restriega el ojo.
- Hmmmm...Donde...- Mira alrededor y para donde el chico.
- Buenos días, niño. Creí que no despertarías, me preocupabas. - Lo mira con ojos preocupados. Noiz lo mira entrecerrando los ojos desconfiado.
- Donde estoy? Quien eres? porqué me recogiste? - Tenía demasiadas preguntas, estaba muy confundido.
- Aah, si. - Le sonríe tranquilamente. - Soy Koujaku, estás en mi "refugio" de momento. Anoche te vi pasar por acá, y te desmayaste. Pues te recogí y cuidé hasta que te despertaste ahorita. -
Noiz lo sigue mirando así, desvía la mirada hacia abajo. - Ya veo. - Se levanta y mira la capa en sus manos, vuelve la vista a Koujaku.
- Es mía, te la puse como manta anoche. - Dice él. Noiz se la tira y se sacude la arena de la ropa. Sale de la cueva y en el sol se estira. Koujaku cuelga la capa en una rama de un árbol casi seco que estaba a lado de un pequeño estanque. Mira a Noiz frunciendo el ceño un poco. - Pues de nada. -
- No te pedí ayudarme. - Responde el niño. Koujaku pone una cara incrédula.
- Pero como dices!? Estabas desmayado, cansado y sediento y todo! Así me agradeces por ayudarte?! - Se estaba empezando a enfadar, nadie le había tratado así y mucho menos un niñato como este. Noiz coje su botella y lo mira.
- Pues gracias, si eso quieres oír. En verdad, si necesitaba descansar, gracias Koujaku. Ahora, no nos volveremos a ver, me voy. - Dice indiferente, y empieza a caminar. Koujaku le seguía viendo incrédulo y asombrado.
- E-espera! - Le grita. Noiz se da media vuelta y lo mira, esperando lo siguiente. - Como te llamas? Jamás me dijiste tu nombre...-
Noiz vacila antes de decirle algo. Abre la boca e iba a decir "Willhelm" pero no. En vez de eso lo mira neutral y dice:
- Noiz. Me llamo Noiz, nos vemos, tal vez. - Sin decir más, se da media vuelta y sigue caminando. Koujaku lo mira con los ojos bien abiertos sin hacer nada. Beni vuela hasta su hombro.
- Vaya. Eso nunca lo vi venir. - Dice el gorrión rojo.
- Yo tampoco...De donde vendrá ese niño? Qué está haciendo aquí? - Todavía tenía muchas preguntas sobre Noiz. Mira abajo mientras se formula más, sabiendo que no tendrán respuesta, a menos que....
- Oh no. No me vengas con esa cara, joven. Ni se te ocurra ir a seguirlo, porque ni creas que te voy a acom-- - Koujaku no le dejó terminar, cogió su capa, se la pone junto con la funda de su espada y camina siguiendo a Noiz alejado. Beni suspira volando en un mismo sitio, antes de seguirlo. - No tienes remedio, Kou -
- Si solo vas a quejarte, cierra el pico o mustíalo. Voy a hacerlo, no me mandas tú. - Repone Koujaku. Al subir una colina, suelta un suspiro. El desierto era inmenso, solo arena aquí y allá, ni a lo lejos se veían los muros que rodeaban los pueblos y su campo de fuerza. Siente una extraña inquietud al ver que no andaba Noiz por ningún lado. Por algunas partes, habían pedazos de Mecha oxidados y madera de caja y más materiales que él no lograba identificar bien. Se desliza por la caída de la colina de arena hasta llegar abajo, mira alrededor, sin señal de Noiz. Empezó a caminar buscándolo con la mirada. Le sorprendió que también mientras caminaba, pasaba por grandísimos esqueletos de criaturas que no reconocía o no había visto, se detuvo a contemplar uno y tocarlo suavemente con los dedos.
- Qué estás haciendo aquí? Acaso me estás siguiendo? - Pregunta Noiz tirándole de su capa por detrás. Koujaku se sobresalta mucho y se gira bruscamente con el puño al aire, como si fuera a golpearlo. Luego repara en que es Noiz y se calma suspirando.
- Oooh, Dios....No me vuelvas a asustar así, niñato! - Le dice Koujaku algo molesto. Noiz le mira con su expresión de siempre.
- Perdón. -
Koujaku relaja su expresión.
- No pasa nada. Solo que, no me asustes así, que casi te golpeo. -
- Esta bien. Volviendo, ¿Me estabas siguiendo? -
El joven pelinegro mira a otro lado, un poquito sonrojado.
- N-no...Solo igualmente iba a continuar mi viaje por este camino. - Nota que Noiz abre un poco más los ojos.
- Viajas? a donde? -
- Je, la verdad, no sabría como decírtelo, Noiz. Supongo que...a donde me lleve el destino y algún día, encontrar mi hogar. - Dice Koujaku mirando al horizonte. Con el rabillo del ojo pudo ver...no se lo podía creer: Noiz sonriendo?!
- Te me pareces, Koujaku. Yo tampoco tengo a donde ir exactamente. Solo, voy caminando hasta donde me lleve el viento. - Mira arriba sin voltear tanto la cabeza.
(Para ser un niño, lo veo especial. Porqué tiene que vivir así? Qué le pasó?) Koujaku se repetía esas preguntas mientras mira al niño, la brisa seguía dándoles detrás de ellos, era...fresco. Tenía claro si quería encontrar las respuestas a sus preguntas, que las tenía la boca de Noiz, tenía que ganarse su confianza, y no sería fácil, mas no imposible. Desde ese día tomó una decisión que cambiaría su vida.
Acompañaría a Noiz en su viaje de encontrar lo que quiere. Y deduciéndolo en el rostro del niño, quería....Felicidad.
Todo lo que hacían, lo hacían juntos. Cuando llegaron al fin al pueblo, entraron gracias a los orbes de Koujaku hackeando los sistemas de seguridad. Lo primero que hicieron fue ir a una tienda de ropa para conseguirle algo a Noiz, que estaba mal en ese sentido. Antes de ir, contemplaron el pueblo. Era horrible en todo sentido:
Casi todas las tiendas destruidas y saqueadas, personas corriendo de aquí para allá con cosas que sacaban de las tiendas, fuego y uno que otro cadáver. Parecía el apocalipsis. Koujaku le cogió la muñeca a Noiz como puro instinto de protección. El niño lo vio algo extrañado, pero no le quitó la mano. Ambos miraban con ojos de horror la traumática escena. Ni de chiste se quedarían ahí ni un día, tomarían lo necesario y saldrían de ahí lo más rápido posible. Corrieron todavía cogidos de la muñeca hacia lo que parecía ser, una tienda de ropa. Entraron y miraron alrededor.
- Rápido, coje lo que sea, cambiate y nos vamos de aquí. - Le dice Koujaku.
- Claro, no vinimos a hacer turismo. - Noiz va rápidamente por los pasillos de ropa y mira que se debería poner.
- Rápido, niño! - Se da media vuelta y ve que hay unos tipos con armas en frente suyo. Koujaku desenfunda su espada y los mira sin ningún temor. Los tipos ríen.
- Vaya, vaya, vaya. Pero que tenemos aquí hoy? Dos niñatos que se aventuraron a entrar a nuestra tienda. - Dice el que estaba en el centro de todos.
- Deberíamos matarle, jefe! - Dice otro a lado de él. El jefe asiente y chasquea los dedos. Los tipos atacan a Koujaku con sus armas, pero él logra esquivarles y matarles con su espada.
- Maldita sea, Noiz! Qué demonios estás haciendo?! - Le grita mientras sigue peleando.
- Hmmm...Me debería poner este o ese? No, ese es más pequeño, pero esto es muy grande para mí. Este gorro también, pero se ve bien... - Murmura lejos de la pelea mirando que se pone.
- NOIZ!! - Vuelve a gritar Koujaku. Ve que otros tipos pasaban de él para buscar al niño. - Oh no. Eso no. Beni, activa los orbes! -
- Muy bien, Kou - El gorrión estaba en unas de las maderas del techo escondido. Activa los orbes y éstos empiezan a brillar de azul y echar pequeños rayos.
Koujaku los señala a los tipos que iban en busca de Noiz y éstos quedan inmóviles rodeados de rayos. Koujaku los atrae hacia sí y con un movimiento rápido acaba con ellos. Señala a los que quedaban y también fueron rodeados por los rayos. El joven apretó su puño lentamente viendo como los tipos se elevaban centímetros del suelo y estaban siendo ahorcados. Koujaku aprieta el puño lo más fuerte que puede y los tipos se asfixian, cayendo al suelo muertos. Koujaku cae de rodillas apoyándose en su espada jadeando, los orbes pierden su luz hasta apagarse. Usarlos cuesta mucha energía y solamente en casos extremos, pero no dejaría que matasen a Noiz. Los construyó él mismo cuando era un poco más joven, cuando todavía vivía en la ciudad subterránea con su padre y sus hermanastros, también de sus manos hizo a Beni, para que lo acompañara en su viaje. Escucha un ruido de que alguien se acerca y voltea la cabeza por encima del hombro. Era Noiz con unos pantalones que le quedaban hasta las espinillas, su diseño era así. Una camisa verde oscuro manga corta con unos botones en varias partes, unas boas azul y verde, guantes sin cobertura en los dedos y puesto, una gran gabardina café que le sobresalía de las manos y le llegaba al piso y sobraba. En una mano un gorro con pompones y cubría las orejas. Koujaku lo miró por un buen rato, para ser un niño de 9 años, esa ropa le quedaba bien.
- Porqué demonios te demoraste tanto? Nos atacaron! - Le dice el joven pelinegro levantándose.
- Había mucha elección, no sabía que. Y mejor dicho te atacaron a TI. - Repuso Noiz moviendo los brazos en donde sobraba mucho de las mangas de la gabardina.
- Da igual, vámonos de aquí o llegarán más. - Espera que Noiz salga de la tienda y él sale después. El ambiente allá afuera seguía siendo el mismo. Noiz mira alrededor y se acerca a un barril. - Qué vas a hacer ahora? -
Noiz no le responde y coje algo parecido a un rifle de francotirador, pero no lo era exactamente. - Me llevo esto. - Se lo cuelga al hombro.
Koujaku lo mira incrédulo.
- Que? Pero si apenas eres un niñato de ni siquiera tiene una década de vida! -
- La edad no importa, Koujaku. Sabes bien que este mundo está en guerra y tengo que protegerme si por algún caso no estás conmigo. - Empieza a caminar para salir del pueblo.
- Yo jamás te dejaría solo. - Camina a su lado, con Beni en su hombro.
- Lo sé. Pero hay que estar preparados para cualquier cosa. -Mira al frente. Y llegan cautelosamente a la salida del pueblo. - Me quiero encargar de esto. - Dice el niño y proyecta unas pantallas y empieza a teclear.
- Noiz, es un sistema de seguridad muy avanzado y tu apenas eres un ni--- - Koujaku se asombra cuando el campo de fuerza que rodeaba el pueblo desaparece y las puertas se abren. Noiz lo mira con su expresión indiferente, pero sonriendo.
- Qué decías que un niño no puede hackear una puerta? Sé del lenguaje de los programas, amigo. - Sale del pueblo y Koujaku con él antes de que las puertas se cierren y el campo de fuerza vuelva a activarse. Siguieron caminando por horas, Noiz mira arriba.
- Va a llover. Será mejor que busquemos un refugio o algo. -
Koujaku asiente.
- Si, no quiero que cojas un resfrío. -
Noiz da un respingo.
- Como si fueras mi madre. Solo vamos. - Sigue caminando, unos 20 minutos después empiezan a caer las primeras gotas. Koujaku ve un gran cráneo de una bestia gigante, lleva a Noiz ahí y ambos se quedan debajo del gran hueso. Noiz ve que la arena se empieza a mojar. Siente una punzada de incomodidad y se frota los brazos.
- Koujaku...Tengo un mal presentimiento... -
El joven lo mira algo extrañado.
- Que quieres decir? Todo estará bien, calma Noiz. - Le dice en tono tranquilizador. Aun así el niño no deja de hacer esa cara, se sobresalta cuando cae un gran rayo acompañado de un relámpago cerca a ellos.
- Je, le tienes miedo a los truenos? Puedes llevar un arma y te dan miedo los rayos - Koujaku se cruza de brazos, sonriéndole pícaro.
- Tsk...solo me cogió por sorpresa. No es eso, idiota. - Repone Noiz mirando a otro lado.
El joven alza las cejas.
- Esa lengua, niño -
- Solo cállate. - Noiz se sienta apoyando la espalda en el hueso y se cubre con la gabardina como si fuera una manta. Koujaku se sienta a su lado. Quería tener al pequeño niño entre sus brazos, abrazarlo y darle calor, pero conociéndolo, lo apartaría, así que se guardó las ganas, cogiéndose los brazos. Empieza el diluvio, al menos el hueso los protegían de la fuerte lluvia. Para ser un desierto, tiene sus grandes tormentas. Noiz mira inquieto el agua, que cada vez subía más de nivel.
- K-koujaku... -
- Hmm? Pasa algo, Noiz? - Lo mira.
Noiz señala el agua, que ascendía todo el tiempo. Ambos se levantan de golpe.
- Mierda...Inundación! Hay que ir a zonas altas. - Le agarra la mano a Noiz y salen del interior de la calavera, pero se detienen en seco cuando ven que no tenían a donde ir. El agua los golpeaba en el cuerpo, mojandolos enteros. Koujaku mira alrededor desesperado y le da una idea.
- Noiz, te cargaré para subir a la cima del hueso. Venga - Lo carga y lo lanza como puede arriba del cráneo. Noiz logra mantenerse y sube, se agarra de otro hueso, parecido a un cuerno. Koujaku sube con ayuda de su espada y llega donde Noiz, abrazándolo con un brazo a su pecho. Caen más truenos y rayos, éstos últimos en árboles secos que estaban por ahí y se incendiaban. Noiz no sabía porqué temblaba. ¿Por frío? No puede sentir el cambio de temperatura sobre su cuerpo, pero eso no significaba que no lo percibía y tal vez temblaba inconscientemente. ¿Por miedo? No se podía creer esa opción.
Un relámpago cae cerca suyo y salta de la impresión, pierde el equilibrio y se tambalea hacia el borde.
- !!! Noiz! - Koujaku va a por él, pero le coge la mano muy tarde, el niño cae al agua y es arrastrado por la corriente. El joven pelinegro siente un vuelco en el corazón, se quita la capa y la deja colgando del cuerno gigante. Se quita también los orbes y se los pasa a Beni, los activa y crea un campo de fuerza alrededor del gorrión para protegerlo de la lluvia, porque si no, sus sistemas fallarían con el agua. Al terminar de hacer eso, se levanta y lo mira. - No te muevas de ahí. - Sin esperar respuesta, salta al agua en busca de Noiz.
El niño luchaba por no ahogarse, no sabía nadar, eso iba en contra de su favor. Tosía todo el tiempo agua, pero perdía aire al ser arrollado por más olas. Con los ojos algo rojos porque le entró agua y veía borroso, había una caja a lo lejos y llega como puede. Se agarra de ella como si fuera su vida temblando de frío ahora si.
- Koujaku!!! - Grita por ayuda, pero el viento se lleva su voz. El agua hace girar la caja y él vuelve a caer al agua. Las corrientes eran muy fuertes y lo hacían voltear en el fondo del agua. Mira arriba y pierde la consciencia ahogado.
Koujaku, al ver que no lo encuentra, le entra al pánico. se sumerge a ver si está debajo. Después de un rato, lo ve inconsciente, nada tan rápido como puede hacia Noiz y lo coge de la nuca de la gabardina. Sube a la superficie dando una bocanada de aire, y agarrando a Noiz con un brazo, nada de vuelta al hueso. El nivel del agua empezaba a mantenerse y las corrientes a calmarse, igual que la lluvia. Llega y sube, jadeando. Deja a Noiz boca arriba y pega su oído en su boca, no había corriente, le empieza a hacer CPR. Así duró por unos minutos, viendo que el niño no reaccionaba, le sacude la cara, mientras que con la otra mano le seguía haciendo.
- Despierta, idiota! - Grita casi llorando.
El pecho de Noiz se empieza a mover entrecortado hasta que empieza a toser gran cantidad de agua. Se coje la zona del corazón mientras tose. Koujaku se aparta de él para darle espacio y suspira de alivio con algunas lágrimas en sus ojos.
- Pensé que no despertarias, niño... - Dice con voz temblorosa.
Noiz al fin se calma y respira hondo. Se sienta con la cabeza gacha. Se sentía muy mareado, cansado y con mucho frío. Se coge los brazos temblando.
- Venga, te ayudo a quitartelo. - El joven le quita la gabardina mojada y le cubre con la capa que también estuvo protegida por el campo de fuerza.
- Gr..gracias... P-por haberme salvado...en serio....- Tartamudea temblando. Koujaku lo abraza a su pecho para que tenga más calor. El niño pega su cara contra su pecho.
- Dios mío, Noiz...Pensé que te perdería... - dice con voz temblorosa. Jamás pensó que alguna vez sentiría algo así por alguien, especialmente un niño. Nunca había confiado en nadie aparte de su madre y Beni, pero raramente, pasó lo mismo con este niño, que lo conoció cuando se desmayó. No sabía porqué pasaba eso, pero era por algo, no? Se separa un poco de él y lo mira a los ojos.
- Cuando pare la lluvia, tenemos que seguir, vale? -
- S-si...Claro -
Noiz se apoyó de espaldas en Koujaku con las manos en las rodillas, Koujaku le rodeaba el pecho con sus brazos sentado. Duraron mucho mirando la nada hasta que la lluvia paró bastante y solo lloviznaba. El niño se baja de un salto del hueso separándose del joven. Koujaku también hace lo mismo y mira alrededor. Toda la arena que estaba a la vista, estaba mojada y con muchos pedazos de Dios sabe qué esparcidos por todos lados. Ellos también seguían muy mojados así que se quitaron lo que pudieron de ropa para que se seque. Koujaku solo quedó en bóxer, igual que Noiz aunque obvio estaban mojados, pero el clima caluroso seguía ahí e iban entrando en calor. Dejan la ropa colgada en los otros huesos que estaban cerca y se quedan en la calavera, el niño sentado en una caja casi a la mitad enterrada en la arena. Koujaku al mirar a Noiz solo con su ropa interior, se sonroja y un par de gotas de sangre salen de su nariz. Se lo tapa mirando a otro lado. ( Para ser un niño, tiene buen cuerpo. Que mierdas estoy diciendo?! Es solo un niño, Koujaku!!) Pensó para sí. Noiz no pensaba en nada de eso, con un brazo apoyado en su rodilla flexionada. Tenía un par de cicatrices por las feas peleas en las que se metía en su pueblo.
Pensar en eso le hizo bajar la cabeza con un sentimiento nuevo en su interior: Extrañaba su madre y su antigua vida. Sin problemas, armando pequeños mechas y su madre orgullosa de él. Ella solía contarle historias antes de dormir y a veces cuando se lo preguntaba, le explicaba qué pasó con su hermano, Theodore y su padre, que se separaron apenas su hermano menor había nacido. Con solo 9 años de vida, ya le había pasado demasiadas cosas. Se sentía tan cansado como nunca antes.
Horas después, cuando su ropa se seca del todo con el sol y ambos se la ponen, se miran en silencio.
- Bueno, a donde vamos ahora? - Pregunta Koujaku poniendose la funda de su espada al hombro.
- Hasta donde nos lleve el viento. - El niño sonríe seguro cargando su arma.
Koujaku no pudo haber oído mejor respuesta. Le pone una mano en su hombro y ambos se alejan de la calavera gigante hacia donde los llevara el camino.
Dos años después
Los pueblos de la isla jamás cambian conforme avanzan los años. La capital de todo ese desastre es la gigantesca ciudad aislada de lo demás, Platinium Jail. Con la más grande tecnología de la isla de Japón y las demás. La habilidad de controlar la mente de las personas a través de canciones de droides, luces, atracciones y más era impresionante. Las luces del lugar se podían ver a mucha distancia junto con sus enormes fuegos artificiales. Esas habilidades las adquirió primero que todo un pequeño niño junto con su hermano gemelo. Pero esa es otra historia...
Los cristales resplandecían en todo el lugar hecho por ellos mismos. Habían unos más grandes que otros que iban del suelo al techo y viceversa. También tenían todo tipo de colores, más de los que tiene el arcoiris. El lugar era como un túnel gigante con fuertes corrientes de viento que llevaban a una sola dirección, sus colores a veces cambiaban unos a otros, crecían de tamaño 2cm cada 5 años, su antigüedad en años es incontable, muy pocos saben de su existencia, y los que la saben, han perdido su memoria de ellos, esa era una habilidad grande de esos cristales. Quien se da un fuerte golpe contra ellos especialmente en la cabeza, pierde cualquier memoria de esos cristales. Junto con ellos vivían unas extrañas criaturas de las que nadie sabe, no tienen nada de ellas en ningún documento del mundo, ni siquiera en los datos más sumergidos en los programas más grandes de la galaxia.
Tenían una forma de cuadrado deforme que se movía constantemente cambiando de forma, blanco puro y emitiendo un leve luz del mismo color. Al parecer estaban con los cristales desde ¿Cuando? Nadie lo sabe. Hay pocos testigos que tuvieron la infortuna de presenciar la actividad de ese mundo misterioso subterráneo.
También, había zonas que se desviaban un poco del túnel que Dios sabe donde lleva. Ahí en esas zonas, hay algo parecido a un plataforma plateada, que a veces se activa y de ella sale disparado hacia arriba un rayo con la forma de la plataforma, blanco, penetrando el techo hasta salir a la superficie y se forma un gran agujero donde se alcanzan a ver las luces radiantes de los cristales.
Lo que quiero decir con esto, es que uno de esos testigos de ver estos cristales y olvidarlos al golpearse la cabeza con ellos, es Noiz, y esa fue la separación de esta amistad, aunque, la razón por la cual, esta historia se llama así. Esto es algo que literalmente jamás le había contado a nadie, así que será mejor que me agradezcas. Me siento raro al contar esto...
Dos años después de que Noiz y Koujaku se conocieron, fue lo que se podría decir: "BFF"
Pero ese obvio no fue el caso. Porque esa separación duró por años cuando se reencontraron en la base de Ruff Rabbit 8 años después.
Jamás salieron del desierto, era demasiado grande como para ir a pie. Si querían abandonarlo, tenían que ir en un mecha o una nave, pero no tenían nada de eso a su disposición, solo sus armas y Allmates. Noiz con 11 años y Koujaku con 18, y siguen siendo unos jóvenes errantes viajando de pueblo en pueblo, ciudad en ciudad.
En ese día, varias manadas de animales corrían rápidamente por las montañas de arena en la isla de Japón, en donde sufrió un ataque climático bastante grande por los satélites que vigilaban los países del mundo, comandados por el gran satélite, Luna Oscura. Calaveras de animales gigantes yacían esparcidos por todo el desierto. Aunque no toda la isla es desértica, es solo el norte. Lo demás es tropical y a veces nevado.
Era el inicio de una noche calurosa, todavía se veían los colores del atardecer. Noiz se sube ágilmente a la cima de la calavera y se sienta a ver el sol ocultándose, su ropa no había cambiado, a excepción que tenía las cadenas de sus pseudos conejos en su cinturón. Koujaku no cambió mucho, pero seguía siendo como es, él se le une sentándose a su lado con Beni en su hombro. Los chicos no dijeron nada en unos minutos, y Noiz rompe el silencio:
- Los trajiste? -
- Eres demasiado joven, Noiz. No creo que deberías...-
Noiz le interrumpe.
- Ya me habías dado la otra vez, no te preocupes. Que uno al año no hace daño -
Koujaku vacila, antes de darle un cigarro de su caja, y saca el suyo. Prende los de ambos y se los llevan a la boca.El joven se sentía horrible e irresponsable,pero Noiz parecía no notarlo. Éste deja salir el humo de su boca en forma de anillo. Continuaron así sin decir nada mirando la última gota de luz del día y cae la noche.
Ninguno de los dos habría pensado que esa noche sería su separación.
Ellos seguían sin decir una palabra, cuando Noiz ve con el rabillo del ojo que en el suelo cerca de ellos en forma de circulo brilla una luz blanca y el suelo se estremce
como un pequeño salto al salir disparado un rayo de energía gigante hacia el cielo. ellos salieron hacia arriba y cayeron en un estruendo mientras el rayo se iba apagando y el suelo vuelve normal. Noiz por estar más cerca, le pitan los oídos y se siente mareado.
- N-noiz...! - Koujaku se sentía igual, pero se levanta y corre a auxiliar al niño. Lo ayuda a levantarse mientras ven impactados al agujero donde salían más luces que cambiaban de color y emitían un sonido como si se apagara algo y se vuelve a prender.
Noiz se separa de Koujaku y se acerca, como si estuviera en un trance. Koujaku le sigue pisándole los talones por protección. El niño asoma su cabeza en el agujero entrecerrando los ojos por la intensa luz. Koujaku le coje de la camisa para que no se caiga.
- Qué hay allá? -
- Por las luces no veo bien, pero se ven como unos cristales... -
- Cristales? - Dice Koujaku extrañado.
- Eso parece...!!!! -
Noiz se aparta rápidamente, cuando un ser cuadrado, de luz pura blanca, sale del agujero y se acerca a ellos. Koujaku salta para atrás desenvainando su espada.
- Quédate donde estás! - Alza la voz apuntando a esa cosa son la espada. Ese ser se queda quieto, parecía que lo estaba mirando fijamente, Koujaku no le quita la vista tampoco. Noiz saca su arma también, pero estaba impresionado.
- Que...es esa cosa...-
- No tengo idea Noiz. Pero no te acerques a ella. No sabemos que podría hacer -
El ser, no se movió de donde estaba por un largo rato, que Noiz bajó su arma y lo mira extrañado. Esa cosa siguió sin moverse, hasta que en un movimiento rápido, de su cabeza sale un pequeño rayo hacia la arma de Noiz y ésta desaparece en píxeles blancos, que van hacia el agujero como si fueran atraídos por un imán. Noiz no pudo evitar soltar un grito saltando para atrás junto con Koujaku, que solo hizo lo último. Koujaku le dio un tajo, pero el ser lo esquivó como si fuera nada, se dio media vuelta y desapareció por el agujero. Noiz le siguió sin saber porqué.
- Noiz!! - Koujaku le coje la camisa. - Pero que crees que haces?! -
El niño no dijo nada, pero antes de que dijera algo, el rayo gigante volvió a salir disparado al cielo, haciendo la tierra saltar de nuevo. Por la elevada soltó a Noiz. Pésimo error. Noiz salió volando hacia delante...hacia dentro del agujero. Koujaku lo mira horrorizado, se levanta rápidamente y trata de cogerle la mano.
- NOIZ!!! -
Sus dedos apenas alcanzan a rozarse, pero Noiz cae al agujero.
- Koujaku, ayudaaa!! - Su voz se va perdiendo conforme va cayendo y su forma se pierde en las luces. Koujaku se queda ahí, pasmado, temblando con la mano en el vacío del agujero. Lo hace volver en si que éste se estaba cerrando.
- Koujaku, quítate de ahí!! - Grita Beni que con su pico agarra la capucha del joven y la jala hacia atrás. Al ver que no se movía, se torna en su forma humana y lo quita de ahí a la fuerza justo antes de que se cerrara. Beni jadeaba mirando en donde momentos antes estaba ese agujero. Koujaku hacía lo mismo, pero de sus ojos salían lágrimas sin cesar. Gatea hasta donde estaba el agujero y coje arena en sus manos. Aprieta los dientes y lanza al cielo un grito del niño que había querido y regalado su confianza.
No.
No podía dejarlo ir, con sus manos cava desesperado, tratando de encontrar el agujero. Beni lo miraba con incredulidad, pero a la vez con pesar. Así duró por varios minutos, cavando, cavando, cavando, sin encontrar nada. Golpea al suelo llorando.
No sabía si lo vería de nuevo...¿Que demonios había pasado? Todavía lo estaba digiriendo todo.
Solo, esperaba con toda su alma poder verlo de nuevo, en años, Noiz había sido la primera persona en la que había confiado completamente, hasta quererlo.
(Porfavor....)
Noiz seguía gritando no tanto del terror, sino de la sorpresa, en el mal sentido. Sus ojos se habían acostumbrado a la cegadora luz y era como un túnel llevado por fuertes corrientes de aire, que lo llevaban a él en el aire. Todo estaba hecho de cristales de todos los tamaños y colores. Era como estar en un cuento de fantasía.
Pero la impresión duró poco, las corrientes se hacían más potentes, llevándolo a más de 100km por hora, más o menos como un huracán.
Por las fuertes corrientes, Noiz se estrellaba contra los cristales de las paredes y se rasgaba con algunos que estaban en medio o interponiéndose bruscamente. No le dolía nada por su enfermedad, pero por dentro estaba más aterrado que nunca, preguntándose a donde iría o se quedaría ahí, siendo arrastrado por siempre.
Veía alrededor buscando alguna posible salida, cuando voltea la cabeza para mirar al frente, un cristal horizontal estaba frente suyo, y se golpeó fuerte contra él, haciéndolo caer inconsciente y poco a poco, olvidando todo lo relacionado con los cristales...
¿A donde fue?
ni él lo sabe, hasta que despertó.
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