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Capítulo 27

DEAN ©
Capítulo 27

Me encuentro absorto, enfocado únicamente en el líquido ámbar que baila de un lado a otro en el vaso entre mis manos. El sol que se colaba por la ventaba lo hacía brillar, derritiendo el hielo que flotaba en él con mayor velocidad. Suspiro cansado, llevándolo a mis labios y bebiéndomelo de un solo trago.

Extrañamente, tras volver del lugar que destrocé, en lugar de sentir la fuerte presión en mi pecho que me imposibilitaba respirar incluso cuando pasaban los días, me encontraba sumergido en la calma absoluta. Como si todo aquello ya no fuese capaz de tener tanta fuerza sobre mí, como si Amor la hubiese derrotado. Todo esto, en lugar de mantenerme relajado, me hacía estar destrozado. La necesitaba tanto que dolía, dolía como la mierda el no saber en qué momento la cagaré lo suficiente como para que todo lo que estábamos comenzando a crear juntos, se esfumase.

Porque alguien como yo no puede tener por mucho tiempo algo bueno en su vida, tarde o temprano se acabará. Así funciona mi mundo, así ha ido pasado con todos y cada uno de los hombres que, aun siendo unos jodidos monstruos, encontraron a la persona indicada que les hacía sentir menos odio hacia si mismos. No hay otra forma, tenemos el destino escrito.

—Dean —elevo la vista, enfocando a López —. He llamado, creí que te habías dormido y por eso no contestabas.

—¿Qué quieres?

—Saber cómo estás —se acomoda sobre una de las sillas frente a mi escritorio, observándome con detenimiento.

—De maravilla López, ¿no me ves? —abro los brazos, mostrándole mi estupendo estado físico.

—No tienes por qué fingir hermano, no conmigo —insiste con suavidad —. Es tu madre la que se encuentra a la espera de tu visita, eso destrozaría a cualquiera.

—Tu más que nadie sabes lo que siento por esa mujer.

—Sí, lo sé...

—Entonces, ¿de verdad crees que me afecta lo que voy a tener que hacerle? Es lo que más ansío —siseo irascible, mis puños se aprietan y mis rabias aumentan.

—La has mantenido con vida todo este tiempo, te has encargado de que no le faltase de nada, has velado por su bienestar, ¿y ahora quieres hacerme creer que no sientes absolutamente nada? —inquiere con molestia disfrazada de asombro.

—Siento mucho, sobre todo odio —me inclino hacia adelante, aproximándome a él sin importarme la mesa que nos separaba —. Planeaba matarme, ¿tu cerebro diminuto es capaz de entender eso? Estaba trabajando con el doctor y con Abruzzi para acabar conmigo, ¿y sabes cómo lo harían? Yendo a por Amor, ¿acaso crees que después de eso puedo sentir algo más allá del asco hacia ella? —finalizo asqueado, dejándome caer nuevamente sobre el asiento. Tomo la botella y la llevo a mis labios, propinándole un gran trago. El ardor sobre mi garganta se sentía bien, sin embargo, no disminuía esas rabias incontrolables que me atacaban.

—Si la niña no estuviese metida, ¿la matarías? —le enfoco desconcertado.

—Es probable.

—¡No, no lo es! —brama, golpeando la mesa —. Si ese bicho no estuviese en medio jamás serías capaz de dañar a tu madre, ¿es que acaso no ves en lo que te está convirtiendo?

—Mi madre tenía que haber muerto el mismo día que Holly dejó de existir, todos teníamos que haber muerto allí. Llevo deseando su muerte desde entonces —sentencio, ignorando las inmensas ganas de romperle la cara.

No comprendía a dónde quería llegar, pero así es Iván; un gran en el culo. Un ser molesto e incompetente que se buscaba a cada segundo que le pateases el culo. Sin embargo, también es un compañero fiel que se preocupaba demasiado y que no merecía morir por ello. Aunque eso no le evitaba las hostias que pensaba darle en cuanto tuviese oportunidad.

—Hermano, te vas a arrepentir toda la vida.

—No te metas en mis decisiones López —amenazo con calma, manteniendo su mirada molesta.

—¿Qué pensaría Amor de lo que estás a punto de hacer? —sugiere, cruzándose de brazos y elevando la barbilla.

—¿Disculpa?

—Digo, si tu querida niña se enterase de que, después de haberla cagado matando a su padre, estás dispuesto a matar a la tuya, ¿cómo se lo tomaría? ¿Seguiríais viviendo en vuestro mundo de unicornios y arcoíris?

—¿Me estás amenazando? —me carcajeo ante su valor, niego divertido por su falsa seguridad.

—Solo me gustaría saber por cuánto tiempo te durará la película que te has montado con ella —se encoge de hombros, desafiándome con la mirada.

—¿En serio tienes los cojones de irrumpir en mi despacho, meterte en mis decisiones y de amenazarme? Te creía un cobarde, ya sabes, después de lo de tu padre —toco el tema con intención y me regodeo en ese dolor que brilla en sus ojos.

—Todo lo que digo es por ti —farfulle cabizbajo.

—¿En qué momento he pedido tu ayuda? No la necesito, joder, sería lo último que haría.

—La necesitaste.

—Sí, así es Iván, la necesité. Hace casi diez años necesité tu ayuda para ser libre, hace casi diez años necesité tu ayuda para obtener el control de toda la ciudad, hace casi diez años necesité tu ayuda para convertirme en el rey. En pasado Iván, deja de estar estancado en lo que todos hemos olvidado con el único fin de sentirte menos inútil a día de hoy —espeto con crudeza.

—¿Yo vivo estancado? ¿Quién es el mantiene a una niña encerrada con el único fin de que la bonita película de amor que os habéis montado no acabe jamás? Porque lo sabes, ¿verdad? Sabes que tarde o temprano lo que sea que tenéis, acabará.

—Cuanta envidia hay en el aire —una sonrisa torcida toma mis labios, elevo las cejas y le observo con indiferencia —. Sabes que jamás nadie te mirará como Amor me mira a mí, nunca nadie te querrá tan locamente como ella me quiere, morirás solo López, porque ni siquiera un perro estúpido sería capaz de aguantar a alguien tan imbécil como tú.

—Hace mucho tiempo que comprendí que la persona a la que amo jamás tendrá ojos para mí —musita. Parece derrotado tras soltar esas palabras, incluso puedo apreciar el agua salada acumulándose en sus orbes.

Unos toques en la puerta rompen el extraño silencio que se había formado entre ambos, en cuanto pronuncio un frio "adelante", Tyler se deja ver.

—Ya está todo listo, jefe.

Asiento, incorporándome y saliendo tras mi hombre sin volver a posar la vista sobre el cachorro lastimado que se lamentaba en el reducido espacio que formaba mi despacho. Camino tras Tyler en silencio, acompañando la falta de voces que parecía bañar hoy el lugar. Sabía por qué lo hacían, iba a matar a mi madre, a la única persona de mi familia que quedaba con vida y los muy ignorantes todavía creían que su vida era algo que me importaba.

Tomamos los pasillos necesarios hasta que la tan conocida puerta del sótano aparece en mi campo de visión. En ese mismo momento la sangre sobre mis venas se acelera, ignoro esa sensación y simplemente ingreso en la oscuridad y en la muerte que siempre iba a sentirse en ese lugar.

El aire estaba helado, el olor a era sangre agradable y las vistas que tuve frente a mis ojos en cuanto acabé de bajar las escaleras, no tendría los adjetivos suficientes para describirlas. Ver a mi madre maniatada a una silla no era del todo desagradable, lo que sí era increíblemente placentero era poder apreciar cada impoluto instrumento sobre la mesa de metal. Incluso, desde la distancia, pude apreciar materiales nuevos, más retorcidos, más dolorosos a la hora de emplearlos.

No tenía certeza, pero estaba seguro de que Iván había sido el responsable de las nuevas adquisiciones. Su placer al torturar era tan retorcido como admirable.

—Hola madre —sonrío ampliamente, posicionándome frente a ella.

Eleva el rostro deformado hasta conectar nuestras miradas, la pena es lo único que brilla en la suya.

»—¿Arrepentida ahora que conoces tu destino? —me burlo, paseándome a su alrededor.

—Apenada de la clase de persona que he traído al mundo —espeta sin ningún tipo de emoción.

Auch, cuidado madre, no vayas a lastimar mis sentimientos —bromeo, sin llegar a sentir ni una pizca de gracia —. Bien, no estoy aquí para hablar contigo. En realidad, solo necesito información, así podré matarte y acabar con esto cuanto antes. Amor me necesita, ¿la recuerdas? Es esa chica que tu y tus amigos estabais planeando matar —me aferro a sus brazos apresados con fuerza, inclinándome hacia adelante y aproximando nuestros rostros.

—Claro que la recuerdo, es la pobre inocente que vas a destrozar, pervertir y asesinar. ¿No ha sido así con todas? —desafía con dificultad. Todavía está débil, desde el accidente lo está. Jamás logró recuperarse del todo.

Aún así, lo que era capaz de ver ahora en sus ojos se sentía irreal. No había rastro de la dulzura que, desde lo ocurrido, siempre tenía para mi. No sentía el amor de una madre, mucho menos el aprecio que una vez me tuvo. Simplemente había indiferencia, pura y dura. Acompañada de asco, enfado y vergüenza.

—Ella es diferente —sentencio.

—¿Por eso has matado a su padre? ¿Por eso la mantienes prisionera? ¿Por eso la engañas a diario? ¡Has tenido el valor de posar tus manos manchadas por la sangre de su propio padre sobre ella! ¿Por qué es diferente? Porque la mantienes engañada, así cualquiera te miraría con buenos ojos. Pero eres un monstruo hijo, tenías que haber muerto con tu hermana.

—¡Es diferente porque la amo! —estallo. Me alejo de inmediato, golpeandocon fuerza la columna de mi derecha —. Y sí, he matado a su padre porque nadie se mete conmigo y sale con vida. Porque así funcionan las cosas en mi mundo, porque ese imbécil se cruzó con la persona equivocada. ¿Quieres saber si engaño a la niña? ¡Sí, lo hago! Lo hago porque es la única manera de protegerla, porque verla sufrir por mis decisiones es lo único que deseo impedir a toda costa. Porque no podría vivir sin su amor, porque si ella me odiase, todo mi mundo se vendría abajo —me giro hacia ella nuevamente —. Así que, sí madre, la engaño porque soy un egoísta de mierda. ¿Pero sabes qué? Alguien ama a este egoísta, alguien está enamorado de este egoísta, alguien daría todo por este egoísta, y eso, ya es mucho más de lo que alguna vez han hecho por ti.

—Tiene dieciséis años, es solo una cría, no vivirá toda la vida engañada Dean, algún día abrirá los ojos, y lo sabes. ¿Vas a dejarla ir o la matarás antes de que eso sea posible? —inquiere, el odio en su voz es tan palpable como mis ansias de apretar su cuello.

—Cállate —inspiro con fuerza, lucho por calmar mis impulsos. Solo necesito información, y después todo por fin acabará —. Dónde está Abruzzi —exijo.

—Lejos Dean, muy lejos y a la vez sobre ti —cierra los ojos, dejando que las carcajadas escapen de sus labios.

—¡Habla de una vez madre!

—Cuando te encerraron en ese internado me sentí la mujer más miserable del mundo. Hablé con cientos de hombres buscando ayuda para sacarte de allí, incluso yo misma traté de hacerlo. Daba igual con quien hablase, daba igual lo que hiciese, jamás me dejarían tenerte conmigo porque decían que, alguien como tú, estaba mejor encerrado. Yo conocía la realidad de ese lugar, al igual que sabía que, después de tu mayoría de edad, lo único que te esperaba era una celda en la cárcel más remota del todo el país —la observo desconcertado, qué coño está diciendo —. Igualmente, nunca me rendí, por eso, cuando ese hombre apareció con aquella muchacha, no dudé en arrodillarme frente a él suplicando por ayuda. Parecía poderoso hijo, y yo estaba desesperada.

—¿Tu hiciste que ese desquiciado se fijase en mí? ¡Responde! —rabioso ante su silencio la tomo de la ropa, zarandeándola.

—De aquella todavía creía que eras tan solo un joven demasiado necesitado de libertad, nunca habría imaginado que mi decisión te iba a convertir en lo que eres hoy en día —habla con pena, incluso varias lágrimas resbalan por sus mejillas.

—¿Qué soy madre? —cuestiono, decidido a acabar con su vida.

—Un monstruo —esa voz... niña.

• • •

Y ahí está lo que tanto temíamos, ¿qué haría Amor en el sótano? 🥺😳

Muchísimas gracias, hoy en la mañana llegamos a las 70k lecturas. No puedo estar más feliz.🥺💖

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