Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16

DEAN ©
Capítulo 16

Aparto la pesada puerta con cuidado, tratando de hacer el mínimo ruido posible la cierro tras de mi y dejo que la oscuridad me rodee. Todo está sumido en un profundo silencio que no me agrada para nada, ahora mismo necesito su voz, su risa... necesito sentir que está conmigo y que nada ha pasado.

Camino a ciegas hasta que mis rodillas golpean el colchón, con cansancio y necesidad me dejo caer sobre él; me arrastro y palpo la superficie logrando, únicamente, que mi corazón se acelere cuando descubro que no está aquí. Todo dentro de mí estalla en preocupación, me levanto desesperado, pero antes de poder dar un paso la puerta que da al baño se abre.

Ahí, bajo el umbral, aparece su diminuto cuerpo cubierto, nada más, con una pequeña toalla. Su mirada está gacha y su mueca contraída, pero en cuanto me ve, sonríe. Me acerco a ella, atrapando sus mejillas y besándola con desespero. Parece sorprenderse ya que al principio se mantiene estática, pero finalmente cede a mis toques y se entrega con necesidad a mis labios.

Con cuidado la tomo entre mis brazos y la arrastro a la cama, la dejo sobre mi y no la suelto. Solo hundo mi cara en su cuello inspirando con fuerza, embriagándome de ese jodido olor que me tiene tan loco, ese que hoy parecía mezclarse con el mío.

—¿Estás bien? —susurra, sus pequeñas manos acarician mi cabeza —. ¿Recuerdas que estoy desnuda? —sonrío, por primera vez en tres jodidas horas lo hago de verdad. Me alejo ligeramente y la enfoco, su dulce rostro a pocos centímetros, sus profundos orbes taladrando los míos y su hermosa sonrisa iluminándolo todo.

—Tu sonrisa me hace sentir vivo —divago, perdido en ella —. Eres la luz al final de ese jodido pozo en el que me encuentro, cada vez más cerca, iluminando mi vida.

—¿Hay alcohol en tu organismo? —cuestiona ceñuda, aunque es incapaz de ocultar el sonrojo de sus mejillas y el brillo feliz de su verde.

—¿Crees que necesito estar borracho para decirte lo que siento?

—Creo que es muy probable que eso tenga que ser así.

—Contigo no, niña —sin preguntar vuelvo a besarla, joder como me gustaba sentir la suavidad de sus gruesos labios. Notar como, poco a poco, aprendía, se lanzaba y con ello, llegaba a jugar.

—Dean... —pega su frente a la mía, respirando pesadamente sobre mis húmedos labios.

—Niña... —digo del mismo modo, acaricio desde sus hombros hasta sus muslos, sintiendo como mis yemas parecen quemar al hacer contacto con su piel aun mojada.

—Creo que será mejor que me vista —dice finalmente, apoya sus manos a cada lado de mi cabeza y se alza. Sin embargo, que se aleje y se vista no entraba en mis planes.

—Me gustas desnuda —ejerzo presión en su espalda, volviendo a pegarla en mi pecho. Con diversión comienzo un baile sobre sus muslos, quizás subiendo más de la cuenta, consiguiendo únicamente que su labio sea atrapado con fuerza y su respiración se vuelva pesada —. ¿No te gusta estar desnuda para mí?

—Me gustaría más que tu lo estuvieseis —musita atrevida. Una sonrisa se expande por mis labios sin permiso a la vez que demasiadas cosas pasan por mi cabeza ante su comentario. Las alejo con dificultad, centrándome en como sus finos dedos se pasean por mi cuello.

—¿Sí? —con intención doblo mis rodillas, golpeando su trasero con mi creciente erección. —. ¿Qué más te gustaría?

—No, no, no... —convencida se aleja, quedando sentada sobre mí, consiguiendo únicamente que, en esta postura, desee arrancarle esa estúpida tela que me impide ver su hermosa piel —. Dijiste que no te ibas a acostar conmigo —elevo la mano, acariciando su mejilla, arrastrando mis dedos por su piel hasta alcanzar su cuello, clavícula, hombro... y no me detengo hasta que mis dedos toman el inicio de la toalla.

—Así es, no me pienso acostar contigo —informo sereno —. Pero eso no quiere decir que no podamos jugar... No te imaginas lo mucho que deseo hundirme en ti niña, cada vez que te veo te imagino en cuatro mientras entro y salgo de tu rosado y húmedo coño. ¿Entiendes lo loco que me vuelves? Si fueses otra me importaría una mierda hacerlo de cualquier manera, pero contigo, contigo todo va a ser diferente, todo va a estar bien hecho —de un rápido movimiento la alejo, acostándola a mi lado. Me giro hacia ella y aprecio lo nerviosa que parece haberse puesto; justo como a un jodido enfermo como a mi le gusta. Me observa tras sus largas y espesas pestañas con tanta intensidad que, controlarme, se vuelve tarea difícil.

—¿Qué vas a hacerme? —inquiere tímida, pero sin borrar la sonrisa de sus labios.

—Voy a conocer tu cuerpo... —comienzo acunando su teñida mejilla con mi mano derecha —. Pienso dejarte bien claro que, lo que vas a sentir esta noche, es solo una pequeña parte de todo lo que puedo hacerte sentir. Y que, una vez que lo haga, no querrás ni siquiera pensarás en que otro pueda dártelo —traga con dificultad, asintiendo quedamente. Atrapa su labio y no necesito más para comenzar a arrastrar mis dedos por su cálida piel hasta el inicio de la toalla, enfoco sus ojos, antes de nada, y en cuanto aprecio la aprobación en su mirada, tiro del pequeño nudo.

La suave tela resbala por ambos lados de su cuerpo hasta caer sobre el colchón, respiro con fuerza ante la imagen que queda frente a mis ojos y parece adherirse con tanta fuerza que quema. Escruto su cuerpo sin pudor, aprecio sus pequeñas y redondeadas montañas, barro su plano y pálido vientre y me pierdo en ese pequeño y apretado coño que parece gritar mi nombre con desespero.

—Eres preciosa, una jodida obra de arte —suelto sin pensar, ni siquiera soy capaz de pestañear; su virginal cuerpo se aprecia como el más hermoso y formado que haya podido tener frente a mí.

—Gracias —enfoco sus ojos ante su suave susurro, ladeo una pequeña sonrisa y me acerco hasta atrapar sus labios. La beso con suavidad, me tomo el tiempo de saborear y disfrutar de sus pequeños movimientos mientras lucha por complacerme, porque lo noto, noto como quiere hacerlo bien.

Sin separarme dejo que mi mano continúe su camino por su tersa piel hasta alcanzar uno de sus pechos y cubrirlo por completo, muevo mi muñeca y dejo que mi pulgar torture ese pequeño pezón que se yergue con fuerza ante mis toques. Hago lo mismo con el otro, y entonces, me alejo y los aprecio; hermosos. Su pecho sube y baja a gran velocidad, dejando bien claro lo mucho que le gusta, por eso, dejo que mi cabeza caiga sobre ella, atrapando su pecho derecho con mis labios, succionando y al final mordiendo ese duro pezón; repito lo mismo con el otro, chupo, succiono y muerdo. Disfruto de los suaves gemidos que escapan de sus labios y de cómo su cuerpo se retuerce bajo el mío.

—Dean... —no vacilo cuando escucho su suave gemido, me ayudo de mi brazo izquierdo para sujetarme mientras continúo con el recorrido de mi mano hasta alcanzar ese lugar ardiente y húmedo que tanto anhela mis toques.

—Esto me pertenece, niña —advierto ronco, trazando con mis dedos un suave camino por sus cálidos pliegues. Sonrío con satisfacción cuando asiente perdida y su pelvis se eleva buscando más contacto.

No dudo en darle lo que desea; rodeo su espalda con mi brazo libre, atrapando uno de sus pechos, rozando su mejilla con mi nariz, mientras que cubro todo su sexo con mi palma antes de comenzar una danza sobre él que le hace cerrar los ojos con fuerza y gemir sin control.

La jodida imagen que tenía frente a mis ojos era lo más caliente que había visto jamás; sus mejillas rojas, el pelo revuelto, y esos gruesos labios entreabiertos mientras decenas de suspiros escapaban de ellos sin previo aviso... Sin duda, la obra de arte que quería apreciar siempre que la follase.

Mi pantalón reventaría en cualquier momento, joder que lo haría. Moría por cernirme sobre ella y enterrarme en toda la humedad y calidez de su entrepierna, pero no podía, joder que no. Al menos no todavía, por eso, aumenté los movimientos de mis dedos, advirtiendo ese momento que esperaba ansioso.

—Vamos nena, dámelo —exijo perdido en la mueca contraída y placentera que se refleja en su rostro, en como sus puños se cierran sobre las sábanas y su espalda se arquea buscando liberarse —. Córrete para mí.

—¡Oh, dios! —exclama, echando su cabeza hacia atrás. El aire se corta sobre su garganta, durante unos segundos el silencio nos rodea, para romper segundos después en un gemido explosivo seguido por pequeños espasmos de ese bonito y sudoroso cuerpo. No dejo de acariciarla hasta que su respiración parece calmarse, entonces, con todo el deseo quemando dentro de mí, palpo su sexo, tomo todos sus jugos y los llevo a mi boca.

Gruño ante su sabor, ante lo deliciosa que es y lo mucho que deseo comérmela entera.

—Deliciosa —elevo mis labios, enfocando su ahora relajado rostro. Observando la ternura que la enmarca y deseando volver a crear ese placer sobre sus facciones. Me observa a través de sus espesas pestañas, con ese brillo particular sobre sus orbes y la vergüenza apoderándose de todo su ser. Y como eso parece quemarme, vuelvo mi mano a su coño, tomo la pequeña humedad que queda y acerco mis dedos a sus labios —. Abre. Quiero que pruebes lo exquisita que eres.

Sin dudar separa sus labios, dejando que mis dedos se cuelen entre ellos y que su lengua los pruebe sin pudor. No aparta la mirada, y la imagen de sus dulces labios y su traviesa lengua atrapando mis largos dedos era tan erótico que en cualquier momento explotaría.

Suspiro con fuerza, alejándome y dejándome caer de espaldas al colchón. Cubro mis ojos con el antebrazo y evito pensar en lo que acaba de pasar, en lo que su placer produjo en mí y en lo mucho que deseo deshacerme de la ropa y darle a mi erección lo que exige.

—Dean —llama en un susurro, rompiendo el extraño silencio que acababa de crearse. Emito un gruñido en respuesta, indicándole que hable —. ¿Es mi turno?

Aparto los brazos, enfocándola. Ahora está boca abajo, apoyada sobre sus codos mientras me observa con una pequeña sonrisa. No se ha molestado en cubrir su desnudez, cosa que no solo me agrada, sino que me hace sentir jodidamente bien. Ella está bien aquí, conmigo se siente cómoda y segura. ¿Puede haber algo mejor?

—¿Qué quieres decir? —inquiero lo que ya sé, solo que me resultará demasiado caliente y bonito escucharlo salir de sus labios.

—Si tú me has dado un orgasmo, ahora es mi turno de darte uno a ti —muerdo mi labio, luchando por no carcajearme.

Mi pecho parece brincar, explotar en dulzura y excitación; una combinación que parecía hacerse costumbre con ella y que me tenía loco.

—Ahora nos vamos a descansar niña —acaricio su rojiza mejilla con delicadeza, aparto esas hebras y la aprecio como lo que es; una diosa, mí diosa.

—Pero...

—Has estado increíble, tu placer es el mío. No necesito más —resuelvo, regalándole un casto beso antes de incorporarme para deshacerme de la ropa que parecía sentirse demasiado pesada.

—¿No piensas dejar que...?

—Aún no —guiño un ojo, deshaciéndome de la fina camiseta, continuando por el vaquero y las botas. Quedando, únicamente, en bóxers. 

—Por como tu querido amiguito se ve tras la tela, parece que no es solo mi placer el que deseas —musita, enfocada únicamente en la erección que resalta a través de la ropa.

—Como ya te dije, niña, muero por follarte de todas las maneras posibles —comienzo, dejándome caer sobre ella. Encajándome entre esas finas piernas que poco tardan en rodear mi cintura, empujando hacia abajo, luchando por rozarnos. Río ronco, cerrando los ojos un momento para no ceder. Cuando los abro, pasados unos segundos, lo primero que aprecio es esa lujuria disfraza de dulzura reflejarse en su verde —. Pero hoy no, ¿claro?

—No —su ceño se hunde, la molestia ganando terreno. Me carcajeo, aún sabiendo que le va a molestar.

—Cuando por fin pueda estar en ti, acabarás arrepintiéndote de haberlo deseado tanto —me aparto sin querer hacerlo, pero esta vez no la suelto, sino que la pego a mi pecho, rodeándola con los brazos —. Mi pequeña niña sucia, cualquier día acabarás haciéndome perder la cabeza.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro